Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce VI»

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Línea 37:
Pero no hay perfección en variedades del alma que no dicen con el Cielo. De la luna arriba no hay mudanzas. En materia de cordura, todo altibajo es fealdad. Crecer en lo bueno es lucimiento, pero crecer y descrecer es estulticia, y toda vulgaridad, desigualdad.
 
Hay hombres tan desiguales en las materias, tan diferentes de sí mismos en las ocasiones, que desmienten su propio crédito y deslumbran nuestro concepto: en unos puntos discurren, que vuelan; en otros, ni perciben ni se mueven. Hoy todo les sale bien, mañana todo mal, que aun el entendimiento y la ventura tienen desiguales. Donde no hay disculpa es en la voluntad, que es crimen del albedrío, y su variar no está lejos del desvariar. Lo que hoy ponen sobre su cabeza, mañana lo llevan entre pies, por no tener pies ni cabeza. Hacen con esto tan enfadosa su familiaridad, que huyen todos de ellos, remitiéndolos al vulgar averiguador que los entienda.<ref>Remite al dicho «Averígüelo Vargas» que se atribuye al hecho de que Francisco de Vargas era el secretario de Fernando el Católico y encargado de informar al monarca.</ref> Sóbrale al mar de amargura lo que le falta de firmeza, pereciendo los que se le fían sin estrella.
 
Mudó sin duda la fama a Gandía su ''non plus ultra'' de toda heroicidad, de toda cristiandad, discreción, cultura, agrado, plausibilidad y grandeza en aquellos dos héroes consortes, el excelentísimo señor duque don Francisco de Borja y la excelentísima duquesa doña Artemisa de Oria y Colona, gran señora mía. Participando ínclitamente entrambos de sus dos esclarecidos timbres, el eterno blasón de su firmeza en todo lo excelente, en todo lo lucido, en todo lo realzado, en todo lo plausible, en todo lo dichoso y en todo lo perfecto: siempre los mismos y siempre heroicos.<ref>Francisco Diego Pascual de Borja y Centella y Artemisa de Oria y Colonna eran duques de Gandía, donde Gracián enseñó filosofía entre 1633 y 1636 en el Colegio Universitario que fundara San Francisco de Borja. Fueron protectores y amigos del jesuita.</ref>