Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce V»

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Mas subiendo de punto y tiempo, tiene con letras de aprecio las sentencias de Filipo II, los apotegmas de Carlos y las profundidades del Rey Católico.<ref>Felipe II tenía fama de sentencioso, como demuestra la publicación de ''Dichos y hechos del señor Rey Don Felipe Segundo, el Prudente (...)'' de Baltasar Porreño (Cuenca,1628). También se recogieron dichos y sentencias de Carlos I y de Fernando el Católico. De dichos y hechos de este último pergeñó Gracián su ''El político don Fernando el Católico'' (1640).</ref> Si bien los más frescos, y corriendo donaire, son los que tienen más sal y los más apetitosos. Los flamantes hechos y modernos dichos, añadiendo a lo excelente la novedad, recambian el aplauso, porque «sentencias rancias, hazañas carcomidas» es tan cansada como propia erudición de pedantes y gramáticos.
 
Más sirvió a veces esta ciencia usual, más honró este arte de conversar, que todas juntas las liberales. Es arte de ventura, que si la da el cielo, poco de aquellas basta, digo para lo provechoso, que no para lo adecuado. No excluye las demás graves ciencias, antes las supone, por basa de su realce. Así como la cortesía asienta muy bien sobre el tener, así esta parte de discreción sobre alguna otra grande eminencia cae como esmalte. Lo que dice es que ella es la hermosura formal de todas, realce del mismo saber, ostentación del alma, y que tal vez aprovechó más saber escribir una carta, acertar a decir una razón, que todos los Bártulos y Baldos.<ref>Bártolo de Sassoferrato (1313-1375) y Pietro Baldo (1327-1406) son autores de libros de texto muy usados por los estudiantes de leyes, de ahí que se lexicalizaran, como en la actual «bártulos».</ref>
 
Varones hay eminentes en esta galante facultad; pero tan raros son como selectos, tesoreros de la curiosidad, emporios de la erudición cortesana, que, si no hubiera habido quien observara primero y conservara después los heroicos dichos del Macedón y su padre, de los Césares romanos y Alfonsos aragoneses, los sentenciosos de los Siete de la fama, hubiéramos carecido del mayor tesoro del entendimiento, verdadera riqueza de la vida superior.