Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce V»

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En todos siglos hay hombres de alentado espíritu, y en el presente los habrá no menos valientes que los pasados, sino que aquéllos se llevan la ventaja de primeros; y lo que a los modernos les ocasiona envidia, a ellos autoridad; la presencia es enemiga de la fama. El mayor prodigio, por alcanzado, cayó de su estimación; la alabanza y el desprecio van encontrados en el tiempo y el lugar: aquélla siempre de lejos y este siempre de cerca.
 
La primera y más gustosa parte de esta erudición plausible es una noticia universal de todo lo que en el mundo pasa, trascendiendo a las cortes más extrañas, a los emporios de la fortuna. Un plático<ref>''plático:'' experimentado. Esta voz, muy usual en Gracián, equivale a «práctico».</ref> saber de todo lo corriente, así de efectos como de causas, que es cognición entendida, observando las acciones mayores de los príncipes, los acontecimientos raros, los prodigios de la naturaleza y las monstruosidades de la fortuna.
 
Goza de los suavísimos frutos del estudio, registrando lo ingenioso en libros, lo curioso en avisos, lo juicioso en discursos y lo picante en sátiras. Atiende a los aciertos de una monarquía con felicidad, a los desaciertos de la otra con desdicha. Ni perdona a los estruendos marciales en armadas por la mar, en ejércitos por tierra, suspensión del mundo, empleo mayor de la fama, ya engañada, y ya engañosa.
 
Su mayor realce es una juiciosa comprensión de los sujetos, una penetrante cognición de los principales personajes de esta actual tragicomedia de todo el universo; da su definición a cada príncipe y su aplauso a cada héroe. Conoce en cada reino y provincia los varones eminentes por sabios, valerosos, prudentes, galantes, entendidos, y, sobre todo, santos,; astros todos de primera magnitud y majestuoso lucimiento de las repúblicas. Dale su lugar a cada uno, quilatando las eminencias y apreciando su valor. Pone también en su juiciosa nota lo paradojo del un príncipe, lo extravagante del otro señor, lo afectado de ésteeste, lo vulgar de aquélaquel, y con esta moral anatomía puede hacer concepto de las cosas y ajustar el crédito a la verdad. Esta cognición superiormente culta sirve para mejor apreciar los dichos y los hechos, procurando siempre sacar la enseñanza;: si no la admiración, por lo menos la noticia.
 
Sobre todo tiene una tan sazonada como curiosa copia de todos los buenos dichos y galantes hechos, así heroicos como donosos: las sentencias de los prudentes, las malicias de los críticos, los chistes de los áulicos, las sales de Alenquer, los picantes del Toledo, las donosidades del Zapata, y aun las galanterías del Gran Capitán, dulcísima munición toda para conquistar el gusto.<ref>Todos son autores de dichos, facecias, chistes o anécdotas que circularon oralmente en su tiempo: El marqués de Alenquer, don Diego de Silva y Mendoza (1564-1630), don Pedro de Toledo, marqués del Milanesado (muerto en 1627), cuyos chistes recogió Juan de Arguijo en sus ''Cuentos'', y Gabriel Zapata, célebre en Sevilla en la primera mital del S. XVII por sus chistes. El Gran Capitán tenía asimismo fama de agudo.</ref>
 
Mas subiendo de punto y tiempo, tiene con letras de aprecio las sentencias de Filipo II, los apotegmas de Carlos y las profundidades del Rey Católico. Si bien los más frescos, y corriendo donaire, son los que tienen más sal y los más apetitosos. Los flamantes hechos y modernos dichos, añadiendo a lo excelente la novedad, recambian el aplauso, porque sentencias rancias, hazañas carcomidas, es tan cansada como propia erudición de pedantes y gramáticos.