Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce III»

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Línea 27:
Mandó hacer alto a la Detención, y ordenó a la Disimulación que los entretuviese mientras consultaba lo hacedero. Discurriose con prolijidad, muy a la española, pero con igual provecho.
 
Decía el sabio Biante,<ref>Biante de Pirene, también llamado Bías (VI a. C.) era uno de los Siete Sabios de Grecia.</ref> gran benemérito de esta gran señora de sí misma, que imitase a Júpiter, el cual no tuviera ya rayos si no tuviera Espera. Luis XI de Francia votó que se disimulase con ellos, que él no había enseñado ni más gramática ni más política a su sucesor.<ref>Luis XI, rey de Francia entre 1461 y 1483, fue modelo de disimulación, y no quería saber más latín que el del dicho de Tácito: «No sabe reinar quien no sabe simular».</ref> El rey don Juan II de los aragoneses (que hay naciones de Espera, y ésta lo es por extremo, y de la Prudencia) la dijo que advirtiese que hasta hoy más había obrado la tardanza española que la cólera francesa.<ref>Juan II de Aragón (1458-1479) retrasó los ataques contra Luis XI de Francia en el Rosellón y la Cerdaña.</ref> El grande Augusto coronó su voto y sus aciertos con el ''festina lente''.<ref>Según Suetonio fue el lema de Augusto, y significa «apresúrate con calma». Gracián lo traduce en el ''Oráculo'', 53 por «correr despacio», algo así como el actual «sin prisa pero sin pausa».</ref> El duque de Alba volvió a repetir su razonamiento en la jornada sobre Lisboa.<ref>Fernando Álvarez de Toledo (1507-1582), tercer duque de Alba, en la campaña de Lisboa (1560) empleó todas las estrategias necesarias para vencer sin combatir.</ref>
 
Dijeron todos mucho en breve. Dilatose más el Católico rey don Fernando, como príncipe de la Política -y eslo mucho la Espera-. «Sea uno - decía- señor de sí, y lo será de los demás. La detención sazona los aciertos y madura los secretos; que la aceleración siempre pare hijos abortivos sin vida de inmortalidad. Hase de pensar despacio y ejecutar de presto; ni es segura la diligencia que no nace de la tardanza. Tan presto como alcanza las cosas, se le caen de las manos; que a veces el estampido del caer fue aviso del haber tomado. Es la Espera fruta de grandes corazones y muy fecunda de aciertos. En los hombres de pequeño corazón ni caben el tiempo ni el secreto». Concluyó con este oráculo catalán: Deu no pega de bastó, sino de saó.