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de probanzas el abismo de la verdad i el azote de los reos. No solo no se menciona en ella la publicidad de las pruebas, sino que se ordena el secreto terminantemente por una lei de partida, i se priva al juez de una porcion de datos que en ese sistema inquisitorial de probanzas es im posible proporcionarse; i es desconocida también la facultad de aprovecharse de las circunstancias pasajeras, que el exámen de un testigo puede presentar como favorables a un acusado. Nadie mas interesado que el inocente en destruir una calumnia, por medio de una escrupulosa indagacion; i el inocente tiene que confiar, según nuestras antiguas leyes, este ramo importante de su
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defensa, a un juez que, por sabio e íntegro que sea, carece de ese vivo ínteres individual, que como el ájente mas poderoso de toda accion humana, debe ser el mas ilustrado mentor de las indagaciones. Ningún chileno, que conozca el precio de los derechos civiles i los medios que la ciencia de la lejislacion presenta como unas a propósito pata su conservación, podrá dejar de desear que llegue el momento en que estas instituciones se hagan transcendentales a toda especie de procedimientos criminales, al considerar que la esperiencia las ha señalado como las garantías mas positivas del ciudadano en los paises clásicos de la libertad civil.
de probanzas el abismo de la verdad i el azote

de los reos. No solo no se menciona en ella la
¿Qué mas podía hacer la asamblea lejislativa mas entusiasta por los principios, que establecer tribunales i procedimientos por los que quisieran ser juzgados todos los hombres inocentes? ¿Habrá uno solo de ellos en Chile que, si se ha envuelto en una causa criminal, no quiera ser sometido a la condicíon de los conspiradores?
publicidad de las pruebas, sino que se ordena el
¡Raro fenómeno! ¡El poder estraordinario es reputado como el verdugo de la libertad; i la libertad nace en Chile a la sombra del poder estraordinario. Esta observación será el martirio de los Gobiernos que quieren ahogaren sangre la indignacion que excitan sus abusos, i sería también el de los pocos enemigos del órden interior, si
secreto terminantemente por una lei de partida,
nuestra administracion tuviese la desgracia de contar entre ellos algunos hombres pensadores.
i se priva al juez de una porción de datos que

en ese sistema inquisitorial de probanzas es im
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posible proporcionarse; i es desconocida también

la facultad de aprovecharse délas circunstancias
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pasajeras, que el exámen de un testigo puede
presentar como favorables a un acusado. Na lie
La Cámara de Diputados, en sesion de 15 del corriente, ha elejido para Presidente al que suscribe i para Vice al señor don Domingo Eyzaguirre.
mas interesado que el inocente en destruir una

calumnia, por medio de una escrupulosa indaga-
Dios guarde al señor Presidente. —Santiago, Julio 17 de 1SS39. —J. JOAOUIN PÉREZ. ''—Rafael Valentín Valdivieso,''
ción; i el inocente tiene que confiar, según nues-
diputado secretario. —Al señor Presidente de la Cámara de Senadores.
tras antiguas leyes, este ramo importante de su

defensa, a un juez que, por sabio e íntegro que
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sea, carece de ese vivo Ínteres individual, que

como el ájente mas poderoso de toda acción
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humana, debe ser el mas ilustrado mentor de las

indagaciones. Ningún chileno, que conozca el
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precio de los derechos civiles i los medios que

la ciencia de la lejislacion presenta como tnas
Leida el acta de la sesion anterior, se procedió a la lectura de varios proyectos, entre ellos, uno pasado por el Gobierno, derogando la lei de los consejos permanentes, atendida la desaparicion de las causas que motivaron la creacion de estos tribunales; i en seguida, se leyó una mocion sobre suprimir los empleos de portero i sirvientes de la Sala. El señor Presidente puso a discusion esta última, con preferencia al célebre e importante proyecto de Lei de Imprenta. Algunos de la barra esperaban que, sin debate alguno, se aprobase o desechase una proposicion, que
a propósito pata su conservación, podrá dejar de
no debía ocupar el pensamiento de la Sala. La cuestion de un portero i un sirviente es un asunto bien miserable, repetían muchos, para que los señores Senadores empleen sobre ellos sus discursos. Pero, cuál fué su sorpresa al ver que un señor Senador, que quizá no había tomado la palabra en las sesiones anteriores sobre el famoso proyecto que tiene fijada la atencion pública, fué el primero en pedirla; i dijo: la supresion de estos empleados tan necesarios para el servicio mecánico de la Sala no debiera aun proponerse.
desear que llegue el momento en que estas ins-

tituciones se hagan transcendentales a toda espe-
¿Quién no está convencido de la necesidad de estos destinos consagrados al aseo i decencia del primer cuerpo de la nacion? Todos los Ministerios tienen un portero, que cuida de la limpieza de las oficinas i del servicio personal de los empleados, i sería mui estraño que los Senadores, representando la paite mas noble de la soberanía nacional, no tuviesen de quien valerse en sus exijencias mecánicas. Si se dice que es necesario economizar rentas al Estado, también debiera suprimirse el Ministerio de Gracia i Justicia, sin el que marchaba en otro tiempo la República. I cómo por economizar dos sueldos miserables, se quiere privarnos de dos funcionarios encargados de la policía de la Sala? ¿Se quiere que un peon cualquiera pase a presencia del primer cuerpo del Estado a espavilar las velas, o a ejercer cualquier servicio que se le exija? Ademas, estos destinos pueden darse a los inválidos. El oficial de Sala, encargado de la alta comision de citar a los Senadores, no debe ocuparse de funciones tan bajas, como contrarias a su dignidad. Opino, pues, por la permanencia de portero i sirviente.
cie de procedimientos criminales, al considerar

que la esperiencia las ha señalado como las ga-
En seguida, tomó la palabra otro; señor Senador i dijo:
rantías mas positivas del ciudadano en los paises

clásicos de la libertad civil.
Desde que murió el primer portero de la Sala, Márcos Gana, que trajo un sirviente sin duda para dividir con él sus trabajos, no se le ha hecho un nuevo nombramiento, i sin embargo, mui bien que hemos pasado sin el tal portero. El sirviente sigue funcionando; no sé, pues, cual es el objeto de la presente discusion. Tampoco hai acta don-
¿Qué mas podía hacer la asamblea lejislativa

mas entusiasta por los principios, que establecer
(1) Este artículo ha sido trascrito de ''El Diablo Político'' núm. 7, de 27 de Julio de 1839. ''—(Nota del Recopilador.)''
tribunales i procedimientos por los que quisie-
ran ser juzgados todos los hombres inocentes?
¿Habrá uno solo de ellos en Chile que, si se ha
Ha envuelto en una causa criminal, no quiera ser
sometido a la condicíon de los conspiradores?
¡Raro fenómeno! ¡F',1 poder estraordinario es re-
putado como el verdugo de la libertad; i la liber-
tad nace en Chile a la sombra del poder estraor-
dinario. Esta observación será el martirio de los
Gobiernos que quieren ahogaren sangre la indig-
nación que excitan sus abusos, i sería también el
de los pocos enemigos del órden interior, si
nuestra administración tuviese la desgracia de
contar entre ellos algunos hombres pensadores.
NÚm. 478
La Cámara de Diputados, en sesión de 15 de!
corriente, ha elejido para Presidente al que sus-
cribe i para Vice al señor don Domingo Eyza
guirre.
Dios guarde al señor Presidente.— Santiago,
Julio 17 de 1SS39.—J . JOAOUIN PÉRKZ.
—Rafael
Valentín Valdivieso,
diputado secretario.
—-
Al
señor Presidente de la Cámaia de Senadores.
Núm. 479
SESION DEL 19 D¿ JULIO
Leida el acta de la sesión anterior, se proce-
dió a la lectura de varios proyectos, entre ellos,
uno pasado por el Gobierno, derogando la lei
de los consejos permanentes, atendida la desa-
parición de las causas que motivaron la creación
de estos tribunales; i en seguida, se leyó una mo-
cion sobre suprimir los empleos de portero i sir-
vientes de la Sala. El señor Presidente puso a dis
cusion esta líltim.i, con preferencia al célebre e
importante proyecto de Lei de Imprenta. Algu-
nos de la barra esperaban que, sin debate alguno,
se aprobase o desechase una proposición, que
no debía ocupar el pensamiento de la Sala. La
cuestión de un portero i un sirviente es un asun-
to bien miserable, repetían muchos, para que los
señores Senadores empleen sobre ellos sus dis-
cursos. Pero, cuál fué su sorpresa al ver que un
señor Senador, que quizá no había tomado la pa-
labra en las sesiones anteriores sobre el famoso
proyecto que tiene fijada la atención pública,
fué el primero en pedirla; i dijo: la supresión de
estos empleados tan necesarios para el servicio
mecánico de la Sala 110 debiera aun proponerse.
¿Quién no está convencido de la necesidad de
estos destinos consagrados al aseo i decencia del
primer cuerpo de la nación? Todos los Ministerios
tienen un portero, que cuida de !a limpieza de las
oficinas i del servicio personal de los empleados,
i sería mui estraño que los Senadores, represen-
tando la paite mas noble de la soberanía nacio-
nal, no tuviesen de quien valerse en sus exijen-
cias mecánicas. Si se dice que es necesario eco-
nomizar rentas al Estado, también debiera supri-
mirse el Ministerio de Gracia i Justicia, sin el que
marchaba en otro tiempo la República. I cómo
por economizar dos sueldos miserables, se quiere
privarnos de dos funcionarios encargados de la
policía de la Sala? ¿Se qu ere que un peón cual-
quiera pase a presencia del primer cuerpo del
Estado a espavilar las velas, o a ejercer cualquier
servicio que se le exija? Ademas, estos destinos
pueden darse a los inválidos. El oficial de Sala,
encargado de la alta comision de citar a los Sena-
dores, 110 debe ocuparse de funciones tan bajas,
como contrarias a su dignidad. Opino, pues, por
la permanencia de portero i sirviente.
En seguida, tomó la palabra otro; señor Sena-
dor i dijo:
Desde que murió el primer portero de la Sala,
Márcos Gana, que trajo un sirviente sin duda
para dividir con él sus trabajos, no se le ha hecho
un nuevo nombramiento, i sin embargo, mui bien
que hemos pasado sin el tal portero. El sirviente
sigue funcionando; 110 sé, pues, cual es el objeto
de la presente discusión. Tampoco hai acta don-
(1) Este artículo ha sido trascrito de El Diablo Político
núm. 7, de 27 de Julio de 1839.—(Nota del Recopilador.)