Diferencia entre revisiones de «Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIV (1835-1839).djvu/421»
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Chile; devolvió dos buques que se le hablan |
Chile; devolvió dos buques que se le hablan pasado; i concluyó de una manera honrosa para recibir, por gratitud de tanta generosidad como usó en Tiquina, los célebres tratados de Arequipa. |
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pasado; i concluyó de una manera honrosa para |
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recibir, por gratitud de tanta generosidad como |
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¿Quién, al examinar aquel documento de esclavitud, de humillante coloniaje, de vergonzosa tutela i de oprobio, no conoció la desigualdad i la injusticia? Los estranjeros tuvieron que admirar, los bolivianos que irritarse i muchos peruanos honrados que abochornarse. Tal fué el resultado de aquella negociación que, dirijida por la alevosía, sorprendió la buena fé i la honradez |
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usó en Tiquina, los célebres tratados de Arequipa. |
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del Ministro boliviano. El Gobierno de Bolivia, que recibió comunicaciones del señor Ministro mediador i del señor Latorre, por su propia delicadeza, tembló al negar su ratificación, ámbos le decían: que si no aprobaba el tratado, justamente le acusarían de promotor de la guerra; que su posicion era crítica, que su honor padecería en América, i que forzoso era someterse. Un jefe lleno de pundonor, celoso de su gloria i amigo de la paz como el Jeneral Santa Cruz, se vió en la necesidad de aprobar el tratado de |
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¿Quién, al examinar aquel documento de es- |
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comercio con estas cláusulas poco mas o ménos: ''sin embargo que nuestro Ministro Plenipotenciario, faltando a sus instrucciones, ha comprometido la independencia i la dignidad de Bolivia en sus derechos mas esenciales; para manifestar nuestros deseos sinceros por la paz i buena armonía con toda nación i particularmente con la peruana, aprobamos provisoriamente el presente tratado hasta que el Cuerpo Lejislativo lo examine, etc. etc''. El tratado de comercio volvió al Gobierno, no me acuerdo por qué incidentes, cuando ya me había yo hecho cargo del Ministerio de Relaciones Esteriores de Bolivia. Previendo las terribles consecuencias que resultarían de poner en ejecución aquel tratado de ignominia, aun por media hora, negué mi -firma para su aprobación, dimitiendo el Ministerio a que se me llamó. Tomó el asunto otro carácter, el que frecuentemente dan lo que no tienen ni saben manejar las armas de la razón, insultos groseros, calumnias vergonzosas, suposiciones atrevidas, falsedad en los datos; i por fin, asquerosidades que mancillan la reputación de los americanos i hacen odioso el derecho de la libertad de imprenta, fueron los argumentos del Gobierno peruano. Durante nueve meses he sufrido en silencio estos ataques, considerando que el entrar a la lid con ignorantes es colocarse a su nivel, i que el contestar a groserías es propio de jentes sin educación porque se ven en la necesidad de usar el mismo lenguaje. El sacrificio de este silencio bien lo merecía mi patria, mi jefe i amigo, i yo mismo algo me debía, por mui poco que pudiera valer colocado en la altu ra de un Ministerio. Reunido el Congreso boliviano, reprobó el tratado i mandó poner en juicio al Ministro que le firmó. La discusión ciertamente fué acalorada, el debate se hizo interesante, i es uná verdad que hubo pasiones en ejercicio; pero ellas fueron del amor a la patria, de la dignidad de hombres libres, i de los que prefieren la muerte a su infamia política, pasiones nobles i bizarras que honran a los pueblos que saben apreciar sus derechos. ¡Desgraciados de aquéllos que humildes besan su cadena! Justo es que sean esclavos de un déspota; i serán mas dignos de lástima si el opresor es hasta indigno de este nombre. |
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clavitud, de humillante coloniaje, de vergonzosa |
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tutela i de oprobio, no conoció la desigualdad i |
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la injusticia? Los estranjeros tuvieron que admi- |
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En el instante que el Gobierno recibió la leí de desaprobación invitó nuevamente al señor Ministro Plenipotenciario del Perú a tratar de comercio, siendo la última estipulación el resultado de las conferencias diplomáticas en que el Perú i su política aparecen mejor que nunca. |
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rar, los bolivianos que irritarse i muchos perua- |
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nos honrados que abochornarse. Tal fué el re- |
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sultado de aquella negociación que, dirijida por |
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Firme en el principio de la soberanía de las naciones, probé a insistir que no debía ni aun mencionarse Cobija i Arica para imponer derechos a los productos estranjeros. Despues de una discusión bien acalorada en que por razones, por argumentos i doctrinas se me decía: el Jeneral Santa Cruz quiere la guerra; el Ministro Olañeta será mal visto en el Perú como el promotor |
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la alevosía, sorprendió la buena fé i la honradez |
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de los disturbios, i otras cosas por este órden, pregunté si no podríamos llegar a un arreglo definitivo, dejando a un lado a Arica i todo lo perteneciente a los derechos con que se gravan los efectos europeos, se me contestó que nó, con toda la secatura con que Napoleon sabía arreglar estos negocios rodeado de todo el esplendor de tu poder. Nuevas reflexiones de mi parte i otras |
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del Ministro boliviano. El Gobierno de Bolivia, |
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tantas evasiones nos condujeron al punto que voi a referir i que ciertamente escandaliza. Si no conviene Bolivia en el punto en cuestión, habrá guerra. |
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que recibió comunicaciones del señor Ministro |
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mediador i del señor Latorre, por su propia de- |
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licadeza, tembló al negar su ratificación, ámbos |
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¿I no podremos conservar la paz? pregunté al señor Ministro Latorre. Respondió que temía no hacer el tratado, i que sobrevendría la guerra. Hé aquí un Gobierno que, negándose otro a tratar de comercio, le intimida con las armas, i mas notable será esta criminal conducta si la negativa no es para estipular sobre sus productos naturales, sino sobre arreglar en sus fronteras las |
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le decían: que si no aprobaba el tratado, justa- |
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tarifas al respecto de los estranjeros. Por última respuesta, dije yo que a la paz sacrificaríamos nuestros derechos, puesto que no había otro medio de conciliación, ni de evitar un rompimiento. Apelo a la relijion del señor Latorre sobre la verdad de estos hechos, i cuando en sus conflictos no quiera decirla por la vergüenza que debe causarle, yo la publicaré bajo su firma. Las conferencias diplomáticas i el protocolo harán conocer los hechos desde que el Gobierno boliviano los dé a luz. Con toda esta declaración de parte del Ministro Plenipotenciario del Perú, í no obstante de contener un insulto, el Gobierno cedió por el bien de la paz a la imposición de derechos en sus fronteras terrestres. |
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mente le acusarían de promotor de la guerra; |
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que su posicion era crítica, que su honor pade- |
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cería en América, i que forzoso era someterse. |
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Antes de haber pactado este nuevo arreglo de comercio, el Gobierno pidió facultades para concluir i ejecutar el tratado que hiciera con el Perú. Lleno del honor i firmeza que caracterizan al Congreso de un pueblo libre, el de Bolivia se |
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Un jefe lleno de pundonor, celoso de su gloria |
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i amigo de la paz como el Jeneral Santa Cruz, |
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se vió en la necesidad de aprobar el tratado de |
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comercio con estas cláusulas poco mas o ménos: |
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sin embargo que nuestro Ministro Plenipotencia- |
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rio, faltando a sus instrucciones, ha comprometido |
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la independencia i la dignidad de Bolivia en sus |
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derechos mas esenciales-, para manifestar nuestros |
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deseos sinceros por la paz i buena armonía con toda |
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nación i particularmente con la peruana, aproba- |
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mos provisoriamente el presente tratado hasta que |
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el Cuerpo Lejislativo lo examine, etc. etc. El tra- |
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tado de comercio volvió al Gobierno, no me |
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acuerdo por qué incidentes, cuando ya me había |
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yo hecho cargo del Ministerio de Relaciones Es- |
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teriores de Bolivia. Previendo las terribles conse- |
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cuencias que resultarían de poner en ejecución |
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aquel tratado de ignominia, aun por media hora, |
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negué mi -firma para su aprobación, dimitiendo |
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el Ministerio a que se me llamó. Tomó el asunto |
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otro carácter, el que frecuentemente dan lo que no |
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tienen ni saben manejar las armas de la razón, |
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insultos groseros, calumnias vergonzosas, supo- |
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siciones atrevidas, falsedad en los datos; i por |
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fin, asquerosidades que mancillan la reputación |
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de los americanos i hacen odioso el derecho de |
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la libertad de imprenta, fueron los argumentos |
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del Gobierno peruano. Durante nueve meses he |
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a su nivel, i que el contestar a groserías es |
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mi jefe i amigo, i yo mismo algo me debía, por |
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mui poco que pudiera valer colocado en la |
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ejercicio; pero ellas fueron del amor a la patria, |
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de la dignidad de hombres libres, i de los que |
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prefieren la muerte a su infamia política, pasio- |
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nes nobles i bizarras que honran a los pueblos |
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que saben apreciar sus derechos. ; Desgraciados |
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de aquéllos que humildes besan su cadena! |
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Justo es que sean esclavos de un déspota; i |
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serán mas dignos de lástima si el opresor es |
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hasta indigno de este nombre. |
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En el instante que el Gobierno recibió la leí |
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de desaprobación invitó nuevamente al señor |
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Ministro Plenipotenciario del Perií a tratar de |
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comercio, siendo la última estipulación el resul- |
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tado de las conferencias diplomáticas en que el |
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Perú i su política aparecen mejor que nunca. |
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Firme en el principio de la soberanía de las • |
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naciones, probé a insistir que no debía ni aun |
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mencionarse Cobija i Arica para imponer dere- |
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chos a los productos estranjeros. Despues de |
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una discusión bien acalorada en que por razones, |
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por argumentos i doctrinas se me decía: el Jene |
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ral Santa Cruz quiere la guerra; el Ministro Ola- |
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ñeta será mal visto en el Perú como el promotor |
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de los disturbios, i otras cosas por este órden, |
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pregunté si no podríamos llegar a un arreglo |
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definitivo, dejando a un lado a Arica i todo lo |
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perteneciente a los derechos con que se gravan los |
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efectos europeos, se me contestó que nó, con to- |
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da la secatura con que Napoleon sabía arreglar |
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estos negocios rodeado de todo el esplendor de |
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tu poder. Nuevas reflexiones de mi parte i otras |
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tantas evasiones nos condujeron al punto que |
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voi a referir i que ciertamente escandaliza. Si no |
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conviene Bolivia en el punto en cuestión, habrá |
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guerra. |
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¿I no podremos conservar la paz? pregunté al |
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señor Ministro Latorre. Respondió que temía no |
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hacer el tratado, i que sobrevendría la guerra. |
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Hé aquí un Gobierno que, negándose otro a |
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tratar de comercio, le intimida con las armas, i |
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mas notable será esta criminal conducta si la |
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negativa no es para estipular sobre sus productos |
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naturales, sino sobre arreglar en sus fronteras las |
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tarifas al respecto de los estranjeros. Por última |
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respuesta, dije yo que a la paz sacrificaríamos |
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nuestros derechos, puesto que no había otro me- |
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dio de conciliación, ni de evitar un rompimiento. |
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Apelo a la relijion del señor Latorre sobre la |
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verdad de estos hechos, i cuando en sus conflic- |
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tos no quiera decirla por la vergüenza que debe |
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causarle, yo la publicaré bajo su firma. Las con- |
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ferencias diplomáticas i el protocolo harán cono- |
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cer los hechos desde que el Gobierno boliviano |
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los dé a luz. Con toda esta declaración de parte |
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del Ministro Plenipotenciario del Perú, í no |
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obstante de contener un insulto, el Gobierno |
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cedió por el bien de la paz a la imposición de |
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derechos en sus fronteras terrestres. |
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Antes de haber pactado este nuevo arreglo de |
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comercio, el Gobierno pidió facultades para con- |
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Lleno del honor i firmeza que caracterizan al |
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Congreso de un pueblo libre, el de Bolivia se |
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