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na: tiene en su pacto fundamental i en la naturaleza misma de su ser, establecidos ios órganos que hagan entender su voluntad, absteniéndome, por lo mismo i para siempre, de responder a la demanda de V. S. |
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naturaleza misma de su ser, establecidos ios |
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árganos que hagan entender su voluntad, abste- |
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Me abstengo también de responder a las quejas que hace V. S. contra mi Gobierno, por no haber recibido la Legación chilena, que quizá fueran fundadas si ántes de su salida con una escuadra i acompañada de mil elementos revolucionarios, no hubiese anunciado a V. S. cuál sería la conducta del Jefe de la Confederación. |
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niéndome, por lo mismo i para siempre, de |
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responder a la demanda de V. S. |
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Me abstengo también de responder a las |
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Las acriminaciones e inculpaciones mutuas no pueden ya mas que irritar los ánimos, creando obstáculos a la paz i a la armonía, que tanto deseamos. Releguemos, pues, al olvido, señor Ministro, los motivos que alteran nuestra quietud i, comprendiendo bien los intereses de los pueblos, tratemos de una manera inalterable. |
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quejas que hace V. S. contra mi Gobierno, por |
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no haber recibido la Legación chilena, que quizá |
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fueran fundadas si ántes de su salida con una |
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Las demás proposiciones que me hace V. S., como la base de una transacción, puedo asegurarle que serán escuchadas; admitidas en su mayor parte; ventiladas en otra para demostrar su inconveniencia; examinadas con la mejor buena fé, i reducidas a un tratado de paz i otro de comercio. No puede ya ofrecer mas el Jefe de la Confederación peruana ni su Ministro; que ha trabajado incesantemente en este negocio, libre de toda pasión; no puede ya hacer mas por esa paz tan apetecida de los pueblos, tan necesaria al desarrollo de la industria, creadora de la propiedad e ilustración, i tan precisa para contener las facciones interiores, quitando de las manos de jente ociosa los elementos de su corrupción i dándoles a lo útil, trabajadora i no aspirante para resistir a la anarquía. |
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escuadra i acompañada de mil elementos revo- |
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lucionarios, no hubiese anunciado a V. S. cuál |
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sería la conducta del Jefe de la Confederación. |
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No dudo, señor Ministro, que con el exámen circunspecto de las razones que he aducido sobre la tercera proposicion de su nota del 10, quedarán terminadas nuestras diferencias, procediendo inmediatamente a tratar sobre los demas puntos que contiene aquella comunicación apreciable, borrada que sea la indicada proposicion. |
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Las acriminaciones e inculpaciones mutuas |
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no pueden ya mas que irritar los ánimos, creando |
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obstáculos a la paz i a la armonía, que tanto de- |
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Dios guarde a V. S. —Santiago, Diciembre 14 de 1836. —Casimiro Olañeta. —Excmo. señor Ministro de Relaciones Esteriores de la República de Chile. |
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seamos. Releguemos, pues, al olvido, señor Minis- |
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tro, los motivos que alteran nuestra quietud i, |
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comprendiendo bien los intereses de los pueblos, |
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Está conforme. —A. Bello. |
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tratemos de una manera inalterable. |
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Las demás proposiciones que me hace V. S., |
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como la base de una transacción, puedo asegu- |
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rarle que serán escuchadas; admitidas en su |
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mayor parte; ventiladas en otra para demostrar |
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su inconveniencia; examinadas con la mejor |
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buena fé, i reducidas a un tratado de paz i otro |
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de comercio. No puede ya ofrecer mas el Jefe |
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de la Confederación peruana ni su Ministro; que |
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ha trabajado incesantemente en este negocio, |
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libre de toda pasión; no puede ya hacer mas por |
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esa paz tan apetecida de los pueblos, tan nece- |
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saria al desarrollo de la industria, creadora de |
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la propiedad e ilustración, i tan precisa para |
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contener las facciones interiores, quitando de |
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Las objeciones que, en su nota del 14, se ha servido oponer V. S. a la 2.ª de las bases que, de órden del Presidente, le he presentado como necesarias para el establecimiento de la paz entre los Estados de Chile i del Perú, se fundan, si V. S. me permite decírselo, en una intelijencia errónea del sentido de aquella segunda base, i en un concepto exajerado de la obligación en que se hallan los Estados de respetar mútuamente los derechos que emanan de su independencia i soberanía. |
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las manos de jente ociosa los elementos de su |
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corrupción i dándoles a lo útil, trabajadora i |
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no aspirante para resistir a la anarquía. |
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Que esta obligación tiene límites, ningun Gobierno podría disputarlo, ménos sin esponerse a la nota de inconsecuente a sus propios principios, que el actual Gobierno peruano, que debe su existencia a una intervención armada. Los mismos principios que invocó el Jeneral Santa Cruz para mezclarse en los negocios del Perú, puede invocar Chile ahora con igual objeto, pero con una notable diferencia a nuestro favor i es que el peligro que amenazaba a la seguridad de Bolivia por las convulsiones del Perú, no puede ponerse en paralelo con el que amaga a Chile por la incorporacion de los Estados de Bolivia i el Perú bajo un mismo Gobierno. Consideraré los hechos, haciendo abstracción de circunstancias que pudieran dar mucho realce a las razones |
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No dudo, señor Ministro, que con el exámen |
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justificativas de la conducta que Chile se ha visto en la necesidad de observar, i me ceñiré a preguntar a V. S. ¿si en un suceso como el de la fusión de dos naciones en una, meditada sin participación de los Estados vecinos i consumada notoria i evidentemente por la fuerza, hubiera sido contemplada en Europa con la fria indiferencia que V. S. recomienda al Gobierno de |
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circunspecto de las razones que he aducido |
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esta República, i no hubiera encendido la guerra de un estremo al otro en aquel continente? ¿Qué largas i sangrientas luchas no ha producido a veces la ocupacion de un pequeño distrito, que alteraba lijeramente las relaciones del poder entre los varios Estados? ¿1 culpa V. S. al Gobierno de Chile de temeridad i de una imprudente injerencia en negocios ajenos,porque no ha podido ver con una apática tranquilidad la acumulación repentina de tantas, tan vastas i tan interesantes provincias bajo un solo Gobierno, porque la catástrofe de una República hermana le ha inspirado recelos sobre su propia suerte i la de los otros Estados vecinos, porque no ha querido dejar los destinos futuros de la Patria a la merced de un hombre, sea cual fuere; porque, aleccionado por la esperiencia, ha creído que ese aislamiento de los pueblos, esa indolencia funesta a que se quiere dar el título de moderación i prudencia, no hacen mas que allanar el camino a la ambición i arrastrarlos uno tras otro a la servidumbre, de que hubieran podido salvarse previniendo el peligro en tiempo i combinando sus medios de resistencia contra el enemigo comun? No hai derecho que la historia de las naciones civilizadas confirme con tantos ejemplos, como el que tienen para oponerse, cuando esforzadamente les es posible, a las acumulaciones de poder, que turben el equilibrio establecido; ni hai derecho tampoco que se derive tan inmediatamente del de la propia conservación, que es el primero de todos. Disputarlo es disputar un principio. |
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sobre la tercera proposicion de su nota del 10, |
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quedarán terminadas nuestras diferencias, proce- |
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diendo inmediatamente a tratar sobre los demás |
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puntos que contiene aquella comunicación apre- |
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ciable, borrada que sea la indicada proposicion. |
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Dios guarde a V. S. —Santiago, Diciembre |
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14 de 1836.— Casimiro Olañeta.— Excmo. señor |
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Ministro de Relaciones Esteriores de la Repú- |
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blica de Chile. |
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Está conforme. — A . Bello. |
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Las objeciones que, en su nota del 14, se ha |
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servido oponer V. S . a la 2. |
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de las bases que, |
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de órden del Presidente, le he presentado como |
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necesarias para el establecimiento de la paz en- |
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tre los Estados de Chile i del Perú, se fundan, si |
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V. S. me permite decírselo, en una intelijencia I |
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errónea del sentido de aquella segunda base, i |
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en un concepto exajerado de la obligación en |
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que se hallan los Estados de respetar mútuamen- |
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te los derechos que emanan de su independencia |
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i soberanía. |
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Que esta obligación tiene límites, ningún Go- |
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bierno podría disputarlo, ménos sin esponerse |
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a la nota de inconsecuente a sus propios princi- |
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pios, que el actual Gobierno peruano, que debe |
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su existencia a una intervención armada. Los |
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mismos principios que invocó el Jeneral Santa |
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Cruz para mezclarse en los negocios del Perú, |
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puede invocar Chile ahora con igual objeto, pero |
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con una notable diferencia a nuestro favor i es |
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que el peligro que amenazaba a la seguridad de |
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Bolivia por las convulsiones del Perú, no puede |
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ponerse en paralelo con el que amaga a Chile por |
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la incorporacion de los Estados de Bolivia i el |
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Perú bajo un mismo Gobierno. Consideraré los |
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hechos, -haciendo abstracción de circunstancias |
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que pudieran dar mucho realce a las razones |
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justificativas de la conducta que Chile se ha |
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visto en la necesidad de observar, i me ceñiré a |
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preguntar a V. S. ¿si en un suceso como el de |
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la fusión de dos naciones en una, meditada sin |
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participación de los Estados vecinos i consumada |
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notoria i evidentemente por la fuerza, hubiera |
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sido contemplada en Europa con la fria indife- |
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rencia que V. S . recomienda al Gobierno de |
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esta República, i no hubiera encendido la guerra |
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de un estremo al otro en aquel continente? ¿Qué |
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largas i sangrientas luchas no ha producido a |
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veces la ocupacion de un pequeño distrito, que |
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alteraba lijeramente las relaciones del poder |
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entre los varios Estados? ¿1 culpa V. S. al Go- |
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bierno de Chile de temeridad i de una impruden- |
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te injerencia en negocios ajenos,porque no ha po- |
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dido ver con una apática tranquilidad la acumula- |
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ción repentina de tantas, tan vastas i tan intere- |
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santes provincias bajo un solo Gobierno,porquela |
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catástrofe de una República hermana le ha ins- |
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pirado recelos sobre su propia suerte i la de los |
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otros Estados vecinos, porque no ha querido de- |
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jar los destinos futuros de la Patria a la merced |
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de un hombre, sea cual fuere; porque, alecciona- |
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do por la esperiencia, ha creído que ese aisla- |
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miento de los pueblos, esa indolencia funesta |
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a que se quiere dar el título de moderación i |
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prudencia, no hacen mas que allanar el camino |
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a la ambición i arrastrarlos uno tras otro a la |
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servidumbre, de que hubieran podido salvarse |
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previniendo el peligro en tiempo i combinando |
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sus medios de resistencia contra el enemigo |
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común? No hai derecho que la historia de las |
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naciones civilizadas confirme con tantos ejemplos, |
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como el que tienen para oponerse, cuando esfor- |
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de poder, que turben el equilibrio establecido; |
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ni hai derecho tampoco que se derive tan inme- |
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diatamente del de la propia conservación, que |
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es el primero de todos. Disputarlo es disputar |
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