Diferencia entre revisiones de «Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIV (1835-1839).djvu/401»

Sin resumen de edición
Sin resumen de edición
Cuerpo de la página (para ser transcluido):Cuerpo de la página (para ser transcluido):
Línea 1: Línea 1:
negociaciones de Lima. ¿Qué testimonio mas positivo de su sinceridad i del sentimiento de justicia que dirijía sus pasos, que solicitar la presencia, la intervencion, los buenos oficios de aquellas Repúblicas, i someter de este modo su conducta a la opinion de todos los pueblos Sud-Americanos?
negociaciones de Lima. ¿Qué testimonio mas

positivo de su sinceridad i del sentimiento de

justicia que dirijía sus pasos, que solicitar la
La circunstancia de haber ido algunos periódicos chilenos en la Escuadra, no me parece un motivo fundado de queja miéntras no se pruebe que se procuró o se toleró que se esparciesen, violando las leyes i reglamentos peruanos. Pero la incomunicacion en que se mantuvo la Escuadra no da lugar a semejante imputacion. Si se envió una coleccion de aquellos periódicos al señor gobernador del Callao, fué en correspondencia a un obsequio de la misma especie hecho por aquel jefe a la Escuadra.
presencia, la intervención, los buenos oficios de

aquellas Repúblicas, i someter de este modo su

conducta a la opinion de todos los pueblos Sud-
El Gobierno de Chile celebraría que, instruido, como ya lo está V. S., de los puntos que deben servir de bases de las negociaciones, se creyese autorizado para entrar inmediatamente en ella. Si sucediere lo contrario, quedará a Chile la satisfaccion de no ser el que ha provocado esta guerra. No es Chile el que, desnivelando el órden de cosas existentes, ha inquietado la seguridad de las Repúblicas vecinas i las ha obligado a recurrir a las armas para conjurar el peligro. Chile, por el contrario, ha visto hostilizado su territorio en medio de una paz profunda, por un armamento formado con buques de guerra peruanos, bajo la bandera peruana, i lo ha visto salir de los puertos del Perú i arribar a sus costas sin que las autoridades de aquel pais hubiesen tomado providencia para impedir este atentado, miéntras fué posible, ni para castigarlos despues. El mundo imparcial, comparando estos i otros agravios con las satisfacciones i garantías que Chile se ve obligado a pedir, sabrá imputar las calamidades de la guerra si, por desgracia, no pudiese evitarse, a sus verdaderos autores.
Americanos?

La circunstancia de haber ido algunos perió-

dicos chilenos en la Escuadra, no me parece un
Reitero a V. S. las protestas de la distinguida consideracion con que tengo el honor de ser de V. S. atento seguro servidor. —Santiago, Diciembre 10 de 1836. —''Diego Portales''. —Señor Ministro Plenipotenciario del Perú.
motivo fundado de queja miéntras no se pruebe

que se procuró o se toleró que se esparciesen,

violando las leyes i reglamentos peruanos. Pero
Está conforme. —''A. Bello''.
la incomunicación en que se mantuvo la Escuadra

no da lugar a semejante imputación. Si se envió

una coleccion de aquellos periódicos al señor
{{línea|12em}}
gobernador del Callao, fué en correspondencia

a un obsequio de la misma especie hecho por

aquel jefe a la Escuadra.
====Núm. 388====
El Gobierno de Chile celebraría que, instruido,

como ya lo está V. S., de los puntos que deben

servir de bases de las negociaciones, se creyese
{{Centrar|COPIA}}
autorizado para entrar inmediatamente en ella.

Si sucediere lo contrario, quedará a Chile la sa-

tisfacción de no ser el que ha provocado esta
{{Centrar|Número 4}}
guerra. No es Chile el que, desnivelando el órden

de cosas existentes, ha inquietado la seguridad

de las Repúblicas vecinas i las ha obligado a re-
Señor:
currir a las armas para conjurar el peligro. Chile,

por el contrario, ha visto hostilizado su territorio

en medio de una paz profunda, por un arma-
En el mismo instante de haber recibido la comunicacion de V. S., respondiendo a mis notas del 7 i 8 de este mes, iba a felicitar al Gobierno de Chile por la terminacion de la guerra ántes de que nos hiciera sentir sus terrificantes efectos, cuando mis meditaciones me condujieron a dudar de lo que en un principio me parecía mui sencillo. Plena i omnímodamente autorizado por el jefe de la confederacion peruana para negociar i firmar un tratado de paz i otro de comercio con la Nacion chilena, me creí mui feliz leyendo, al fin, las demandas que debían ser el objeto de nuestras conferencias, porque así satisfacía los ardientes votos de mi Gobierno i los deseos que me animan. Pero, reflexionando detenidamente sobre el contenido de la tercera proposicion que me hace V. S., siento hallar contrariados aquellos sentimientos, examinando el asunto para que V. S. me diga la final resolucion de S. E. el Presidente de la República de Chile.
mento formado con buques de guerra peruanos,

bajo la bandera peruana, i lo ha visto salir de los

puertos del Perú i arribar a sus costas sin que las
Bolivia es un Estado soberano e independiente: cuando hubiese querido dejar de serlo, el Gobierno de Chile no tiene derecho alguno para intervenir en la cuestion. Bolivia se ha confederado con los Estados peruanos; la confederacion no hace perder la independencia a las naciones.
autoridades de aquel pais hubiesen tomado pro-

videncia para impedir este atentado, miéntras

fué posible, ni para castigarlos despues. El
La independencia de Bolivia está sellada con la sangre de los primeros mártires de la revolucion americana, rejistrada en la historia de nuestra gloriosa lucha con la España, por los sacrificios heróicos que hizo constante en 16 años de la mas sangrienta guerra sancionada por el acto solemne en que juró no pertenecer mas que a sí misma, protestada por sus representantes en aquella invasion del Jeneral Gamarra en 1828; proclamada por el respetable Congreso Constituyente reunido en sesiones ostraordinarias, i reiterados sus juramentos por la asamblea jeneral de 1831. Hállase, ademas, confirmada por aquel noble i virtuoso entusiasmo con que, amenazándola de nuevo el Jeneral Gamarra, Bolivia se armó en masa para resistir la injusta agresion, resuelta a ver la Patria reducida a escombros i a sus hijos sepultados en sus ruinas ántes que consentir en que plantas estranjeras mancharan su suelo. Por esta cara independencia, objeto constante de sus mas vehementes votos, ha agotado sus tesoros manteniéndose siempre con las armas en la mano para resistir a sus enemigos, i a aquéllos que nunca abandonaron el proyecto de turbar su reposo para encadenarla. I por ella tambien sus ejércitos han volado en socorro de sus hermanos aflijidos por una gran calamidad pública, i en una campaña ha vencido a su mas implacable enemigo; ha pasado i repasado las nieves de los Andes para triunfar de nuevo i rodeada del esplendor de la victoria, cubierta de laureles, ha abrazado a un pueblo amigo para sostener de mancomún sus recíprocos intereses i sus voluntades soberanas. ¿Quién, despues de todo esto, ha arrebatado a Bolivia su independencia? ¿Quién atreverse pudiera a robársela impunemente? ¿I quién no ve que tiene su parte fundamental, su gobierno propio, sus leyes, sus tribunales i todo lo conducente al ejercicio ámplio de su soberanía? Bolivia existe independiente en el corazon de sus hijos; i es tan firme esta resolucion, que aun el dudarlo sería una ofensa, i el tratar de esta cuestion una mancilla para todo
mundo imparcial, comparando estos i otros agra-
vios con las satisfacciones i garantías que Chile
se ve obligado a pedir, sabrá imputar las calami-
dades de la guerra si, por desgracia, no pudiese
evitarse, a sus verdaderos autores.
Reitero a V. S. las protestas de la distinguida
consideración con que tengo el honor de ser de
V. S. atento seguro servidor. —Santiago, Diciem-
bre 10 de 1836.— Diego Portales. —Señor Minis-
tro Plenipotenciario del Perú.
Está conforme.—A . Bello.
Núm. 388
COPIA
Número 4
Señor:
En el mismo instante de haber recibido la co-
municación de V. S., respondiendo a mis notas
del 7 i 8 de este mes, iba a felicitar al Gobierno
de Chile por la terminación de la guerra ántes
de que nos hiciera sentir sus terrificantes efectos,
cuando mis meditaciones me condujieron a du-
dar de lo que en un principio me parecía mui
sencillo. Plena i omnímodamente autorizado por
el jefe de la confederación peruana para nego-
ciar i firmar un tratado de paz i otro de comercio
con la Nación chilena, me creí muí feliz leyendo,
al fin, las demandas que debían ser el objeto de
nuestras conferencias, porque así satisfacía los
ardientes votos de mi Gobierno i los deseos que
me animan. Pero, reflexionando detenidamente
sobre el contenido de la tercera proposicion que
me hace V. S., siento hallar contrariados aque-
llos sentimientos, examinando el asunto para que
V. S. me diga la final resolución de S. E. el
Presidente de la República de Chile.
Bolivia es un Estado soberano e independiente:
cuando hubiese querido dejar de serlo, el Go-
bierno de Chile no tiene derecho alguno para
intervenir en la cuestión. Bolivia se ha confede-
rado con los Estados peruanos; la confederación
no hace perder la independencia a las naciones.
La independencia de Bolivia está sellada con
la sangre de los primeros mártires de la revo-
lución americana, rejistrada en la historia de
nuestra gloriosa lucha con la España, por los sa-
crificios heróicos que hizo constante en 16 años
de la mas sangrienta guerra sancionada por el
acto solemne en que juró no pertenecer mas que
a sí misma, protestada por sus representantes en
aquella invasión del Jeneral Gamarra en 1828;
proclamada por el respetable Congreso Constitu-
yente reunido en sesiones ostraordinarias, i reite-
rados sus juramentos por la asamblea jeneral de
1831. Hállase, ademas, confirmada por aquel
noble i virtuoso entusiasmo con que, amenazán-
dola de nuevo el Jeneral Gamarra, Bolivia se
armó en masa para resistir la injusta agresión, re-
suelta a ver la Patria reducida a escombros i a
sus hijos sepultados en sus ruinas ántes que con-
sentir en que plantas estranjeras mancharan su
suelo. Por esta cara independencia, objeto cons-
tante de sus mas vehementes votos, ha agota-
do sus tesoros manteniéndose siempre con las
armas en la mano para resistir a sus enemigos, i
a aquéllos que nunca abandonaron el proyecto
de turbar su reposo para encadenarla. I por ella
también sus ejércitos han volado en socorro de
sus hermanos aflijidos por una gran calamidad
pública, i en una campaña ha vencido a su mas
implacable enemigo; ha pasado i repasado las
nieves de los Andes para triunfar de nuevo i
rodeada del esplendor de la victoria, cubierta de
laureles, ha abrazado a un pueblo amigo para
sostener de mancomún sus recíprocos intereses
i sus voluntades soberanas. ¿Quién, despues de
todo esto, ha arrebatado a Bolivia su independen-
cia? ¿Quién atreverse pudiera a robársela impu-
nemente? ¿I quién no ve que tiene su parte fun-
damental, su gobierno propio, sus leyes, sus
tribunales i todo lo conducente al ejercicio ámplio
de su soberanía? Bolivia existe independiente en
el corazon de sus hijos; i es tan firme esta reso-
lución, que aun el dudarlo sería una ofensa, i el
tratar de esta cuestión una mancilla para todo