Diferencia entre revisiones de «Nuestra Señora de París/1»

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Línea 133:
‑Sí, sí ‑respondieron los otros‑; seguro que es él, el rector.
 
En efecto, en aquel momento el rector y todos los representan­tes de la Universidad se dirigían en grupo hacia la embajada y es­taban cruzando la plaza del palacio.
 
Los estudiantes, apiñados en la ventana, les saludaron al pasar con mofas y aplausos irónicos. El rector, que encabezaba la comi­tiva, recibió.la primera andanada, que no fue pequeña.
 
‑¡Buenos días, señor rector!; ¡hola a los buenos días!
 
‑¿Cómo así por aquí, jugador empedernido? ¿Así que habéis dejado vuestra partida de dados?
 
‑¡Mira cómo trota en su mula! ¡Pero si sus orejas son más grandes que las de ella!
 
‑¡Hola, hola! ¡A los buenos días, señor rector Thibaut!
 
‑¡Tybalde aleator!¹⁰; ¡jugador, viejo imbécil!
 
‑¡Que dios os guarde! ¿Os han salido seis dobles esta noche?
 
‑¡Mírale! ¡Mira qué cara arrugada y pastosa de tanto jugar a los dados!
 
‑¿A dónde vais así Tybalde ad dados¹¹, de espalda a la Uni­versidad, trotando hacia la Ville?
 
‑Seguro que va a buscar su tugurio de la calle Thibautodé¹² ‑exclamó Juan del Molino.
 
Toda la banda acogió la rechifla con voz de trueno y aplausos furiosos.
 
‑Vais a buscar vuestro tugurio de la calle Thibautodé, ¿no es así, señor rector, jugador del demonio?
 
Después les tocó a los demás dignatarios.
 
‑¡Fuera los bedeles! ¡Fuera los maceros!
 
‑Eh, oye, Robin Poussepain, ¿quién es ese tipo?
 
‑¡Pero si es Gilbert de Sully, Gilbertus Soliaco, el canciller del colegio de Autun.
 
‑Eh, tú que estás mejor situado que yo, toma mi zapato y tí­raselo a la cara.
 
‑Saturnalitias mittimut ecce nucets¹³.
 
‑¡Mueran los seis teólogos con sus sobrepellizas blancas!
 
‑Ah, ¿pero son los teólogos?; creí que eran las seis ocas blan­cas que Santa Genoveva regaló a la Ville por el feudo de Roogny.