Diferencia entre revisiones de «Ovidio Metamorfosis II»

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[[Las metamorfosis 3a ed| Las Metamorfosis (3ª ed.)]]<br>Libro II|Ovidio}}
<poem>
 
 
'''====Faetón (II)'''====
<poem> El real del Sol era, por sus sublimes columnas, alto,
claro por su rielante oro y, que a las llamas imita, por su piropo,
cuyo marfil nítido las cúspides supremas cubría;
de plata sus bivalvas puertas radiaban depor sula luz.
A la materia superaba su obra: pues Múlciber allí 5
las superficies había cincelado, que ciñen sus intermedias ciñen tierras,
y de las tierras el orbe, y el cielo, que domina el orbe.
Azules tiene la onda sus dioses,: al canoroa Tritón el canoro,
al ambiguoa Proteo, yel aambiguo Egeóny, de las ballenas oprimiendo,
apretandoa Egeón, las inabarcables espaldas con sus brazos, 10
y a Doris y a sus hijas, de las cuales, parte nadar parece,
parte, en una mole sentada, sus verdes cabellos secar cabellos,
de un pez remolcarse algunas: su faz no es de todas una misma,
pero no distantediversa, aunen asícambio, cual decorosodebe esser enla de unas hermanas.
La tierra hombres y ciudades lleva, y espesuras y fieras 15
y corrientes y ninfas y los restantes númenes del campo.
De ello encima, impuesta fue del cielo fulgente la imagen,
y signos seis en las puertas diestras, y otros tantos en las siniestras.
Adonde, enuna cuantovez que por su ascendente sendalinde de Clímene la prole
llegó y entró de su dudado padre en los techos, 20
enseguidaen seguida hacia los patrios rostrossemblantes lleva sus plantas,
y se apostó lejos, pues no más cercanas soportaba
sus luces: de una purpúrea vestidura velado, sentábase
en elsu solio Febo, luciente depor sus claras esmeraldas.
A diestra e izquierda el Día y el Mes y el Año, 25
y los Siglos, y puestas en espacios iguales las Horas,
y la Primavera nueva de pie estaba, ceñida de floreciente corona,
de pie estaba desnudo el Verano y coronas de espigas llevaba,
yestaba de pie estabatambién el Otoño, de las pisadas uvas sucio,
y el glacial el Invierno, arrecidos sus canos cabellos. 30
Él mismo, encentral mediopor de esesu lugar, al joven,que por la novedad de las cosas,
atemorizado estaba, el Sol con sus ojos al joven, con los que divisa todo, ve
y '¿Cuál es, de tu ruta la causa? ¿Qué en este recinto,”' dice, “buscas'buscabas,
progenie, Faetón, que tu padre no ha de negar?'
Él responde: “Oh'Oh luz pública del inmenso mundo, 35
Febo padre, si me das el uso del nombre este
y Clímene una falsa culpa bajo esa falsa imagen no esconde:
prendas dame, padre, por las que tu verdadera estirpe tuya
se me crea y eleste error arrancade dellos corazónánimos arranca nuestronuestros.'
Había dicho, mas suel padre, de alrededor de su cabeza toda rielantes 40
sedepuso quitó lossus rayos, y más cerca avanzar le ordenó
y un abrazo dándole: “Tú'Tú, de que se niegue que eres mío eres,
digno no eres, y Clímene tus verdaderos”verdaderos, dice, “orígenesorígenes te ha revelado,
y para que menos lo dudes, cualquierel regaloque quieras pide regalo, que,
puespor yo teotorgado lo otorgaré, lo tendrásobtendrás. De mi promesa por testigo seaasista, 45
por la que los dioses han de jurar, la laguna desconocida para los ojos nuestros.'
No bien había cesado, los carros le ruega él paternos,
y, para un día, el mando y gobierno de los alípedes caballos.
Le pesó haber jurado al padre, el cual,que tres y cuatro veces
sacudiendo su ilustre cabeza, “Temeraria”,'Temeraria' dijo, 50
“la'la voz mía se ha hecho por la tuya hecho se ha. Ojalá mis promesas pudiera
no conceder. Confieso que sólosolo esto a ti, hijo, te negaría;.
disuadirteDisuadirte sí me es dado: no es tusegura la voluntad seguratuya.
Grandes pides, Faetón, regalos, y que ni a las fuerzas esas,
esasregalos, convienen, ni a tan pueriles años. 55
La suerte tuya, mortal: no es mortal lo que deseas.
A más incluso de lo que los altísimos alcanzar pueden,
ignorante, aspiras; aunquepodrá puedacada uno a sí mismo cada uno complacerse,
ninguno,más aunni asíuno solo, escon capaz detodo, sentarse en el eje portador del fuego
portador del fuegopuede, yo exceptuado; también el regidor del vasto también Olimpo, el regidor, 60
que fieros rayos lanza con su terrible diestra lanza,
no llevaría estos carros no lleve, y qué que Júpiter mayor tenemos.
Ardua la primera vía es y por donde apenas, de mañana, frescos,
puedense subirafanan los caballos; en medio está la más alta, del cielo,
desde donde el mar y las tierras a mí mismo muchas veces ver mirar 65
me da temor, y de pávido espanto tiembletiembla mi pecho;
última la declinante vía es, y precisa de manejo cierto:
entonces, incluso la que me recibe en sus sometidas olasondas,
que yo no caiga de cabeza, Tetis misma, suele misma temer.
Añade que una continua rotación arrebata alel cielo 70
y sus estrellasastros altasaltos arrastra y en una rápida órbita laslos vira.
PugnoMe afano yo en contra, y no a mí el ímpetu que a lo demás, a mí me
vence, y contrario circulo a ese rápido orbe.
Imáginate otorgadosdados esos carros. ¿Qué harás? ¿Podrías
en contra ir de los rotantes polos para que no te arrebate el veloz eje? 75
Acaso, también, las florestas allí y las ciudades de los dioses
concibas en tu ánimo que están, y sus santuarios ricos
en dones: a través de insidias el camino es, y de formas de fieras,
y aunque tu rutavía mantengas y ningún error te arrastre,
a través, auncon asítodo, pasarás de los cuernos pasarás del adverso Toro, 80
y de los hemonios Arcos, y de la boca del violento León,
y del que sus salvajes brazos curva en un circuito largo,
el Escorpión, y del que de otro modo curva sus brazos, el Cangrejo.
Tampoco mis cuadrípedes, ardidosanimosos por los fuegos esos
que en su pecho tienen, que por su boca y narinas exhalan, 85
a tual alcance gobernarregir está: apenas a mí me sufren cuando sus agrios
ánimos se enardecencalientan ánimos, y su cerviz rechaza las riendas.
Mas tú, de que no sea yo para ti el autor de este funesto regalo,
hijo, cuida, y, mientras la cosa lo permite, corrige tus votos.
Claro es que para que de nuestra sangre tú engendrado te creas 90
unas prendas ciertas pides: te doy unas prendas ciertas temiendo,
y con el paterno miedo que tu padre soy pruebo. Mira los rostros
he aquí míos, y ojalá tus ojos en mi pecho pudieras
inserir y dentro desprenderprender los paternos cuidados.
Y, por último, cuanto tiene el rico cosmosmundo mira alredoralrededor, 95
y de tantos y tan grandes bienes del cielo y la tierra
y el mar demandapide algo: ningún rechazoninguna sufrirás repulsa.
Te ruegoSuplico contra esto solo, que por verdadero nombre un castigo,
no un honor es: un castigo, Faetón, en vez de un regalo demandaspides.
¿Por qué mi cuello retienessostienes, ignorante, con tus blandos brazos? 100
No lo dudes, se te concederá –pues a (las estigias ondashe hemosjurado jurado–ondas)
cuantoaquello que pidas; pero tú con más sabiduríasabiamente pide.'
Había acabado sus advertencias; pero sus palabras él rechaza
y su propósito apremia y flagra en el deseo del carro.
Así pues, lo que podía, su padre, irresolutodudando, a los altos 105
conduce al joven, de Vulcano regalos, carros.
Áureo el eje era, el timón áureo, áurea la curvatura
de lo alto de la rueda, de los radios argénteo el orden;
por los yugos unos crisólitos y, puestas en orden, unas gemas,
claras devolvían sus luces, al reverberante, a Febo. 110
Y mientras de ello el magnánimobravo Faetón se admira y su obra
escruta, he aquí que vigilante abrió desde el nítido orto
la Aurora sus purpúreas puertas, y plenos de rosas
sus atrios.: Sese dispersan las estrellas, cuyas columnas conducedirige
el Lucero, y de su postaestación del cielo el postreroúltimo sale: 115
al cual cuando buscar las tierras, y que el cosmosos enrojecía, vio,
y los cuernos como desvanecerse de la extrema lunaLuna,
uncir los caballos el Titán impera a las veloces Horas.
Sus órdenes las diosas rápidas cumplen y, fuego vomitando
y de jugo de ambrosia saciados, de sus pesebres altos 120
a los cuadrípedes sacan, y les añaden sus sonantes frenos.
Entonces el padre la cara de su hijo con unaun sagradasagrado drogaremedio
tocó y paciente la hizo paciente de la arrebatadorarobadora llama
e impuso a su pelo los rayos, y, présagos del luto,
de su pecho angustiado reiterando suspiros, dijo: 125
“Si'Si puedes a estas advertencias al menos obedecer de tu padre,
sé parco, chicomuchacho, con las aguijadas, y más fuertefuertemente usa de las bridas.
Por sí mismos se apresuran: la labor es inhibirles tal deseo.
Y no a ti te plazca la ruta, derechos,vía a través de los cinco derechos arcos.
Cortada en oblicuo hay, de ancha curvatura, una senda, 130
y, con la frontera de tres zonas contentándose, del polo
rehúye austral y, vecina a los aquilones, de la Osa.
Por aquíahí sea tu camino: manifiestas de mi rueda las huellas divisarás;
y para que soporten los justos el cielo y la tierra calores,
ni hundas ni yergas por los extremos del éter el carro. 135
Más alto pasando los celestes techos quemaráscremarás,
más bajo, las tierras:; por elen medio segurísimo irás.
TampocoY no a ti la más diestra te decline hacia la torcida Serpiente,
ni tu más siniestra rueda te lleve, hundido,hacia alla hundida Ara.
Entre ambos manténte. A la Fortuna lo demás encomiendoencargo, 140
la cual te ayude, y que mejor que tú por ti vele, deseo.
Mientras hablo, puestas en el vespertino litoral, sus metas
la húmeda noche ha tocado; no es la demora libre para nos.
Se nos reclama, y; fulge, las tinieblas ahuyentadas, la Aurora.
Coge enlas lariendas manocon lastu riendasmano, o, si un mudable pecho 145
es el tuyo, los consejos, no los carros usa nuestros.
Mientras puedes y en unas sólidas sedes todavía estás,
y mientras, mal deseados, todavía no pisas, ignorándolosdesconociéndolos, mis ejes,
las que tú seguro contemples, déjame dar,que yo dé las luces a las tierras.'
Ocupa él con su juvenil cuerpo el leve carro 150
y se apostayergue encima, y de quetocar acon sus manos las leves riendas hayan tocado
se goza, y las gracias da de ello a su contrariadoreluctante padre.
Entre tanto, voladores, Pirois, y Eoo y Eton,
del Sol los caballos, y el cuarto, Flegonte, con sus relinchos llameantesflamíferos
las auras llenan y con sus pies las barreras batenpulsan. 155
Las cuales, después de que Tetis, de los hados ignorante de su nieto,
retiró, y hecha les fue provisión del inmenso cielo,
cogen la ruta y sus pies por el aire moviendo
sajan, a ellos opuestas hienden, las nubes, y con sus plumas levitandoelevados
atrás dejan, nacidos de esas mismas partes, a los Euros. 160
Pero leve el peso era y no el que conocer pudieran
del Sol los caballos, y de su acostumbrado peso el yugo carecía,;
y como se escoran, curvas, sin su justo peso las curvas naves,
y por el mar, inestables por su excesiva ligereza, vanse,
así, de su carga acostumbrada vacío, da enhacia el aire saltos 165
y es sacudido desde abajo hondamente, y semejante es el carro a uno inane.
Lo cual en cuanto sintieron, se lanzan, y el trillado espacio
abandonan los cuadríyugos, y no en el que antes orden corren.
Él se asusta, y no por dónde dobla las riendas a él encomendadas,
ni sabe por dónde sea el camino, ni si lo supiera se lo imperaría a ellos. 170
Entonces por primera vez con rayos se calentaron los helados Triones
y, vedada, en vanola intentaronvedada superficie en lavano superficieintentaron bañarse,
y la que puesta está al polo glacial próxima, la Serpiente,
delde frío yerta antes y no espantableformidable para nadie,
se calentó y tomó nuevas con esos hervores unasnuevas iras. 175
Tú también que turbado huiste cuentan, Boyero,
aunque tardo eras y tus carretas a ti tus carretas te retenían.
Pero cuando desde el supremo éter contempló las tierras
el infeliz Faetón, que a lo hondo, y a lo hondo, yacíanyacentes,
palideció y sus rodillas setemblaron estremecieron delde súbito temor, 180
y le fueron a sus ojos tinieblas en medio de tanta luz brotadas,
y ya más quisiera los caballos nunca haber tocado paternos,
ya de haber conocido su linaje le pesa, y de haber prevalecidovencido en su ruego.,
Yaya, de Mérope decirse deseando, igual es arrastrado que un pino,
llevado por el vertiginoso bóreas, al que sus vencidos sus frenos 185
ha soltado su propio regidorcapitán, y al que a los dioses y a los rezos ha abandonado.
¿Qué haría? Mucho cielo a sus espaldas ha dejado;
ante sus ojos más hay. ConEn elsu ánimo mide los dos;,
y, yaora, los que su hado alcanzar no es,
delante mira los ocasos; a las veces detrás mira los ortos, 190
y, de qué hacer ignorante, suspendidopasmado está, y ni los frenos suelta
ni depara retenerlos es capazfuerte, ni los nombres conoce de los caballos.
Esparcidas también en el variado cielo por todos lados, maravillas,
y ve, tembloroso, los simulacros de las vastas fieras.
Hay un lugar, donde enhacia gemelosgeminados arcos sus brazos concava 195
el Escorpión, y con su cola, y dobladas a ambos lados sus pinzas,
alarga enal espacio los miembros de sus dos signos:
a ésteeste el muchacho, cuando, húmedo del sudor de su negro veneno,
y heridas amenazando con su curvada cúspide, ve,
de lasu razón privado por el helado espanto, las bridas soltó. 200
Las cuales, después de que tocaron, postradas, lo alto de sus espaldas,
se desorbitandesvían los caballos y, nadie reteniéndolos, por las auras
de una ignota región van, y por donde su ímpetu leslos lleva,
por alláallí sin ley se lanzanarrojan, y bajo el alto éter se precipitanlanzan
contra las fijas estrellas y arrebatan por lo inaccesible el carro, 205
y yaora lo más alto buscan, yaora en pendiente y por rutasvías
vertiginosas a un espacio a la tierra más cercano vanse,
y de que más bajo que los suyos corran los fraternos caballos
la Luna se admira, y abrasadas las nubes humeansahúman.
Se prendearrebata en llamas, según lo que está más alto, la tierra, 210
y hendida produce grietas, y de sus jugos privada se desecaseca.
Los pastos canecen, con sus frondas se quema el árbol,
y materia presta para su propiapropio perdicióndaño el sembrado árido.
De poco me quejolamento: grandes perecen, con sus murallas, ciudades,
y con sus pueblos los incendios a enteras naciones 215
en ceniza tornan; las espesuras con sus montes arden,
arde el Atos y el Tauro, cíliceel Cílice, y el Tmolo y el OeteEta
y, entonces seco, antes abundantísimo de fontanas, el IdeIda,
y el virgíneo Helicón y todavía no de Eagro el Hemo.
Arde a lo inmenso con geminados fuegos el Etna 220
y el Parnaso bicéfalo y el Érix y el Cinto y el Otris
y, que por fin de nieves carecería, el Ródope, y el Mimas
y el Díndima y el Mícale y nacido para lo sagrado el Citerón,
y no le aprovechan a Escitia sus fríos: el Cáucaso arde
y el Osa con el Pindo y mayor que ambos el Olimpo, 225
y los aéreos Alpes y el nubífero Apenino.
Entonces en verdadverdaderamente Faetón por todas partes el orbe
mira incendiado, y no soporta tan grandes no soporta calores,
e hirvientes auras, como de una fragua profunda,
con la boca atraerespira, y los carros suyos encandecerse siente; 230
y no ya las cenizas, yla de ellas arrojada ladesprendida brasa,
soportar puede, y envuelto está por todos lados de caliente humo,
y a dóndeadónde vaya o dónde esté, por una calina como de pez cubierto,
no sabe, y al arbitrio de los voladores caballos es arrebatado.
De su sangre, entonces, creen, al exterior de sus cuerpos llamada, 235
que los pueblos de los etíopes trajeronsacaron su negro color.
Entonces se hizo Libia, arrebatados sus humores con ese bullir,
árida, entonces las ninfas, con sueltoslos cabellos sueltos, a sus fontanas
y lagos lloraron:; busca Beocia a su Dirce,
Argos a Amímone, Éfire a las pirénidaspirénides ondas. 240
Y tampoco las corrientes, las agraciadas con riberas distantes depor su lugar,
seguras permanecen: en mitad el Tanais humeaba de sus ondas el Tanais humeó,
y también Peneo el viejo Peneo y el teutranteo Caíco
y el veloz Ismeno con el fegíaco Erimanto
y el que habría de arder de nuevo, el Janto, y el flavodorado Licormas 245
y el que juega, el Meandro, entreen sus recurvadas ondas,
y el migdonio Melas y el tenario Eurotas.
Ardió también el Eufrates babilonio, ardió el Orontes
y el Termodonte raudo y el Ganges y el Fasis y el Histro.
Bulle el Alfeo, las riberas del Esperquío arden, 250
y el que en su caudal, el Tajo, oro lleva, fluye, pora loscausa fuegos,de ellos orofuegos,
y las que frecuentaban con su canción las meonias riberas,
sus fluviales aves, se caldeancaldan en mitad del Caístro.
El Nilo al extremo huye, aterrorizadoaterrado, del orbe,
y se tapóocultó la cabeza, que todavía está escondida; sus bocas siete embocaduras, 255
polvorientas, vacías están vacías, siete, sin su corriente, valles.
ElLa azarmisma mismofortuna los ismarios Hebro y Estrimón seca,
y los Vespertinos caudales, delel Rin, el Ródano y el Po,
y al que fue de todaslos las cosasestados prometido el poder, al Tíber.
Saltó en pedazos todo el suelo y penetra en los Tártaros por las grietas 260
la luz, y al infernal aterra, con su esposa, al infernal rey;
y el mar se contrae, y de seca es un llano de seca arena
lo que poco antes ponto era, y, los que alta cubría la superficie,
sobresalen esos montes y las esparcidas Cícladas ellos acrecenaumentan.
Lo profundo buscan los peces y no sobre las superficies, curvos, 265
a elevarse se atrevenosan los delfines hacia sus acostumbradas auras;
los cuerpos de las focas, de espaldas sobre lo extremo del profundo,
exánimes, nadan; el mismo incluso Nereo, fama es,
y Doris y sus hijas, que se ocultaron bajo tibias cavernas.
Tres veces Neptuno, de las aguas, sus brazos con torvo semblante 270
a extraer se atrevió, tres veces no soportó del aire los fuegos.
La nutricia Tierra, aunen asícambio, como estaba, circundada de ponto,
entre las aguas del piélago y, sus fontanas contraídas por todos lados, sus fontanas,
que se habían escondido en las vísceras de su opaca madre,
sostuvo hasta el cuello, árida, su devastadooprimido rostro 275
y opuso su mano a su frente, y con un gran temblor
todotodas las cosas sacudiendo, un poco se asentó y más abajo
de lo que suele estar quedó, y así con secarota así voz habló:
“Si'Si te place esto y lo he merecido, ¿a qué, oh, tus rayos cesan,
supremo de los dioses? Pueda, la que ha de perecerperecerá por las fuerzas del fuego, 280
por el fuego perecer tuyo, y su calamidad por su autor aliviar.
Apenas yo, ciertamente, mis fauces para estas mismas palabras libero”libero,'
–le(le oprimía la boca el vapor–vapor) “quemados'quemados, ay, mira mis cabellos,
y en mis ojos tanta, tanta sobre mi cara brasa.
¿Estos frutos a mí frutos, este premio de mi fertilidad 285
y de mi servicio me devuelves, porque las heridas del combado arado
y de los rastrillos soporto, y todo se me hostiga el año,
porque al ganado frondas, y alimentos tiernos, los granos,
al humano género, a vosotros también inciensos, suministro?
Pero, aun así, esteun final ponsupón que yo he merecido: ¿Quéqué las ondas, 290
qué ha merecido tu hermano? ¿Por qué, a él entregadas en suerte,
las superficies decrecen y del éter más lejos se marchan?
YQue si ni la de tu hermano, ni a ti mi gracia te conmueve,
mas del cielo compadécete tuyo. Mira a ambos lados:
humea uno y otro polo, los cuales si viciara el fuego, 295
los atrios vuestros se desplomarán. Atlante, ay, mismo padece,
y apenas en sus hombros candente sostiene el eje.
Si los estrechos, si las tierras perecen, si el real del cielo:,
enhacia el caos antiguo nos confundimos. Arrebata a las llamas
cuanto todavía quede y vela por la suma de las cosas.' 300
Había dicho esto la Tierra, puesto quepues ni tolerar el vapor
más allá pudo ni decir más, y lasu boca
suya se devolvió a sí misma, y a suslos cavernasantros a los manesManes más cercanascercanos.
Mas el padre omnipotente, a los altísimos poniendo por testigos y a aquélaquel mismo
que había dado sus carros, de que, si ayuda él no prestara, todas las cosas de un hado 305
por un hado desaparecerían grave, acude, arduo, al supremo recinto
desde donde suele las nubes congregar sobre las anchas congregar tierras,
desde donde mueve los truenos, y sus blandidos rayos lanza.
Pero ni las que pudiera sobre las tierras congregar, nubes
entonces tuvo, ni las que del cielo mandara, lluvias: 310
truena, y balanceando un rayo desde su diestra oreja
lo mandó al auriga y, al par, de su aliento y de sus ruedas
lo expelió, y apacentó con salvajes fuegos los fuegos.
Constérnanse los caballos, y un salto dando en contrario dando
sus cuellos del yugo arrebatanarrancan, y suslas rotas correascinchas abandonandejan: 315
por allí los frenos yacen, por allí, del timón arrancado,
el eje, en esta parte los radios de las quebradas ruedas,
y esparcidos quedan anchamentea lo ancho los vestigios del lacerado carro.
Mas Faetón, con llama devastándole sus rútilos cabellos,
rodando cae en picado, y en un largo trecho por los aires el aire 320
va, como a las veces desde el cielo una estrella, sereno,
aunque no ha caído, puedepodría que ha caído parecer.
Al cual, lejos de su patria, en el opuesto orbe, el máximo
Erídano lo recibió, y le lavó, humeante, la cara humeante.
Las náyades Vespertinas, por la trífida llama humeante, 325
su cuerpo dan a un túmulo, e inscriben también con esta canción la roca:
AQUÍAQUÍ• SITO• SITO • QUEDA •QUEDA• FAETÓN • DEL • CARRO • AURIGA • PATERNO
AQUÍ • SITO • QUEDA • FAETÓN • DEL • CARRO • AURIGA • PATERNO
QUE • SI • NO • LO • DOMINÓ • SUCUMBIÓ • A • UNAS • GRANDES • OSADÍAS
Pues su padre, cubiertos por su luto afligido, digno de compasión,
había escondido sussu semblantesrostro, y si es que lo creemos, que un único 330
Pues su padre, cubiertos por su luto afligido, digno de compasión,
había escondido sus semblantes, y si es que lo creemos, que un único 330
día pasó sin sol refieren; los incendios luz
prestaban, y algún uso hubo en el mal aquel. </poem>
'''====Clímene'''====
<poem> Mas Clímene, después de que dijo cuanto hubo
en tan grandes males de ser dicho, lúgubre y amentefuera de sí,
y rasgándose los senos, todo registróescudriñó el orbe, 335
y sus exánimes miembros primero, luego sus huesos buscando,
los halló, aunque huesos, en una peregrina ribera escondidospreservados.
Y se postró en ese lugar, y su nombre, en el mármol leído,
regó de lágrimas, y con su abierto pecho lo calentó. </poem>
'''====Las Helíades'''====
<poem> Y no menos las Helíades le plañenllanto y, inanes ofrendas 340
a la muerte, lágrimas le dan lágrimas, e hiriéndose los pechos con sus palmas,
a quien no oiría sus tristes quejas, a Faetón, sus tristes lamentos,
noche y día llaman y se prosternan ala su sepulcro.
La lunaLuna cuatro veces había llenado, juntos sus cuernos, su orbe:.
ellasEllas, con la costumbre suya –pues(pues costumbre lo hiciera el uso–uso), 345
sus golpes de duelo se habían dado; de las cuales Faetusa, de las hermanas
la mayor, cuandocomo quisiera en tierra postrarse, se quejó
de que rigentesrígidos estaban sus pies,; ahacia la cual intentando llegarsevenir
la cándidabrilante Lampetie, por una súbita raíz retenida fue;
la tercera, cuando con las manos su pelo a desgarrarmesar se disponíapreparaba, 350
arranca frondas; éstaesta, de que un tronco sus piernas retiene,
aquéllaaquella se duele de que se han hecho largos sus brazos largas ramasramos;
y mientras de ello se admiran, se abraza a sus ingles una corteza
y por sus plantas, útero y pecho y hombros y manos,
las rodea, y restaban sólosolo sus bocas llamando a su madre. 355
¿Qué iba apodía hacer su madre, sino, adonde la traelleva su ímpetu a ella,
parahacia acá ir y parahacia allá, y, mientras puede, su bocabesos unirles?
No bastante es: de los troncos arrancar sus cuerpos intenta,
y sus tiernas ramas con suslas manos sus ramas rompe; mas de ahí
sanguíneas manan, como de una herida, gotas. 360
“Cesa'Cesa, te lo suplicoruego, madre”madre,' aquéllaaquella que es herida gritaclama,
“cesa'cesa, te lo suplicoruego: se lacera en el árbol nuestro cuerpo.
Y ya adiós…adiós...,' Launa corteza a sus palabras postreras llega.,
Despuésde donde fluyen lágrimas,: y, destilados, con el sol se endurecenarrecian,
de sus ramas nuevas, unos electros, los cuales el lúcido caudal 365
recibe, y a las nueras los manda, para que los lleven, latinas. </poem>
'''====Cigno'''====
<poem> Asistió a este prodigio, prole de Esténelo, Cigno,
el cual a ti, aunque por la sangre materna unido,
encon lasu mente aunen asícambio, Faetón, más cercano estaba. Él, tras abandonar
–pues(pues de los lígures los pueblos y sus grandes ciudades regía– regía) 370
su gobierno, las riberas verdes y el caudal Erídano
decon sus quejas había llenado, y la espesura, por sus hermanas acrecida;aumentada:
cuando su voz se adelgazó para la de un hombre, y canas plumas
sus cabellos disimulan, y el cuello del pecho lejos
se extiende, y sus dedos rojecientes liga una uniónjuntura, 375
un ala su costado vela, tiene su cara, sin punta, un pico.
Se vuelve una nueva Cigno una ave, y no él al cielo y a Júpiter
se confía, como acordado del fuego injustamente enviado desde él;
a los pantanos acudebusca y a los anchurosos lagos, y el fuego odiando,
las quepara honrarahabitarlas eligió, contrarias a, las llamascorrientes, a las corrientesllamas. 380
Demacrado entre tanto el padre de Faetón, y privado
él de su propio decor, con tal orbe cual cuando falta al orbe
estar suele, la luz odia y a sí mismo él, y al día,
y da su ánimo a los lutos, y a los lutos añade ira,
y su servicio niega al cosmosmundo. “Bastante”,'Bastante' dice, “desde'desde los principios 385
del tiempo la suerte mía ha sidofue irrequieta, y me pesa
de estos, cumplidos sin fin por mí, sin honor, trabajos.
Cualquier otro lleve, portadores de las luces, los carros.
Si nadie hay y todos los dioses que no pueden confiesan,
que él mismo los lleve, para que al menos mientras pruebatienta nuestras riendas, 390
los que han de orfanar a los padres, alguna vez, los rayos sueltedeponga.
Entonces sabrá, las fuerzas experimentandoprobando de los caballos de pies de fuego,
que no merecía la muerte quien no bien los gobernara a ellos.'
Al que tal decía circundan, al Sol, todos
los númenes, y que no quiera las tinieblas congregar sobre las cosas 395
con suplicante voz ruegan; sus enviados fuegos también Júpiter
excusa, y a sus súplicas amenazas, regiamente, añade.
Reúne a los amentes y todavía de terror espantados
Febo los caballos, y con la aguijada, doliente, y el látigo se encona
–pues(pues enconado está–está) y de su hijo les acusaobjeta e imputa a ellos. 400 </poem>
'''====Júpiter y Calisto'''====
<poem> Mas el padre omnipotente las ingentes murallas del cielo
rodea y que no haya algonada vacilante, por las fuerzas del fuego
derruido,se derruya explora. LasLo cualescual, después de que firmesfirme y con su reciedumbre
propia que estánestá ve, las tierras y los trabajos de los hombres
indagaescruta. El de la Arcadia suya, auncon asítodo, es su más precioso desmedido 405
cuidado, y sus fontanas y, las que todavía no osaban bajar,
sus corrientes restituye, da a la tierra gramas, frondasfronda
a los árboles, y ordenadañadas retoñar,ordena lastimadas,reverdecer a las espesurasselvas.
Mientras vuelve y va incesante, en una virgen nonacrina
quedóse prendidofijó, y encajados caldearon bajo sus huesos unos fuegos. 410
No era de ella obra la lana mullir tirando,
ni de disposiciónposición variar losel cabellos:cabello; cuando un broche su vestido,
una cinta sujetara blanca sussu descuidadosdescuidado cabellospelo,
y ora una leve en la mano una leve jabalina, ora tomara el arco,
un soldado era de Febe, y no al Ménalo alcanzótocó alguna 415
más grata que ella a la Trivia. Pero ninguna potencia larga es.
Más allá de medio su espacio el sol alto ocupabatenía,
cuando alcanza ella un bosque que ninguna edad había cortado.
Despojó aquí de su hombro de sula aljaba y los flexibles arcos
destensó, y en el suelo, que cubriera la hierba, yacía, 420
y su pinta aljaba, con su cuello puesto, ella hundía.
Júpiter cuando la vio, cansada y de custodia libre:,
“Este'Este hurto, ciertamente, la esposa mía no sabrá”,sabrá' dice,
“o'o si lo vuelve a saber, son, oh, son unas disputas por tanto….”tanto
Al punto se viste de la faz y el cultoatuendo de Diana 425
y dice: “Oh'Oh, de las acompañantes mías, virgen, mías parte únicauna,
¿en qué sierrascuáles has cazado sierras?' Del césped la virgen
se elevalevanta y: “Salud'Salud, numen a mi juicio”,juicio' dijo,
“aunque'aunque lo oiga él mismo, mayor que Júpiter.' Ríe y oye,
y de que a él, a sí mismo, se prefiera se goza y besos le une 430
ni moderados bastante, ni que así una virgen deba dar.
En qué espesura cazado hubiera a la que a narrar se disponía,
la impide él con su abrazo, y no sin crimen se delata.
Ella, ciertamente, en contra, cuanto, sólosolo una mujer, pudiera
–ojalá(ojalá lo contemplaras, Saturnia, más compasiva serías–serías), 435
ella, ciertamente, lucha, pero ¿a quién vencer una muchacha,
o quién a Júpiter podría? Al éter de los altísimos acude vencedor
Júpiter: para ella causa de odio el bosque es y la cómplice espesura,
de donde, su pie al retirar, casi se olvidó de cogersu aljaba
su aljabacoger con las flechas y, el que había suspendido, sucolgado arco. 440
He aquí que de su coro acompañada Dictina por el alto
Ménalo entrando, y de su matanza orgullosa de fieras,
la vio a ella y vista la llama: llamada ella rehúye
y temió a lo primero que Júpiter no estuviera en ella,
pero después de que al par a las ninfas avanzar vio, 445
sintió que no había engaños y al número accedió de ellas.
¡Ay, quécuán difícil es el crimen no delatar con el rostro. !
Apenas los ojos levanta de la tierra, y no, como antes solía,
junta al costado de la diosa al costado está, ni de todotoda esla elfila grupoes la primera,
sino que calla, y da signos con su rubor de su lastimadodañado pudor 450
y, salvo porque virgen es, podría sentir Diana
en mil señales su culpa –las(las ninfas que lo notaron refieren–refieren).
En su orbe noveno resurgían de la luna los cuernos,
cuando la diosa, de la cacería bajo las fraternas llamas lánguida,
alcanzado habíaalcanzó un bosque helado la diosa, desde el quecual, con su murmullo bajando , 455
iba, y sus trilladas arenas viraba un río;.
cuandoCuando esos lugares alabó, lo alto con el pie tocó de sus ondas.
EllasEstas también alabadas, “Lejos'Lejos queda”queda,' dijo, “árbitro'árbitro todo;:
desnudos, sumergidos en las linfas, bañemos nuestros cuerpos.'
La Parráside rojecióenrojeció; todas sus veloscoberturas dejan; 460
una demoras busca;: a la que dudaba su vestido quitado le esfue,
el cual dejado, se hizo patente, con su desnudo cuerpo, suel delitocrimen.
A ella, atónita, y con sus manos el útero esconder queriendo:,
“Vete'Vete lejos de aquí”aquí,' le dijo Cintia, “y'y estas sagradas fontanasfuentes
no mancilles”manches,' y de su unión le ordenó separarse. 465
Había sentido esto hacía tiempo la matrona del gran Tonante,
y había diferido, graves, hasta idóneos tiempos los castigos.
Causa de demora ninguna hay, y ya el niño Árcade –esto(esto mismo
dolió a Juno–Juno) había de su rival nacido.
Al cual, nada más volvió, sujunto salvajecon mentela junto conmirada, su luz: salvaje mente, 470
“Claro'Claro es que esto también restaba, adúltera”adúltera,' dijo,
“que'que fecunda fueras y se hiciera tu injuria por tu parto
conocida y del Júpiter mío testimoniado el desdoro fuera.
No impunemente lo harás,llevarás: puesto quepues te arrancaré a ti la figura
encon la que a ti misma, y encon la que complaces, importuna, a nuestro, marido”importuna, marido,' 475
dijo, y de su opuesta frente, a ella opuesta, prendiéndole los cabellos,
la postra en el suelo de bruces;. tendíaTendía sus brazos suplicantes:
sus brazos empezaron aen erizarsenegros dea negroserizarse vellos
y a curvarse sus manos y a crecer en combadas uñas
y el servicio de los pies a cumplir, y alabada un día 480
su cara por Júpiter, a hacerse deforme en una ancha comisura,
y para que sus súplicas los ánimos, y sus palabras suplicantes, no dobleguen,
el poder hablar le es arrebatadoarrancado: una voz iracunda y amenazanteamenazadora
y llena de terror de su ronca garganta sale.
Su mente antigua, leen quedacambio, –también permaneciópermanecio en laella, también osa hecha–hecha, 485
y con su asiduo gemido atestiguando sus dolores,
cuales ellas son, sus manos al cielo y a las estrellas alza,
e ingrato a Júpiter, aunque no pueda decirlo, siente.
¡Ay, cuántas veces, no osando descansar en la sola espesura,
delante de su casa y, otro tiempo suyos, vagóerró por los campos. ! 490
¡Ay, cuántas veces por las rocas los ladridos de los perros la llevaron,
y la cazadora, por el miedo de los cazadores aterrada, huyó.!
Muchas veces fieras se escondió al ver, olvidada de qué era,
y, la osa, de ver en los montes osos se horrorizó,
y temió a los lobos, aunque su padre estuviese entre ellos. 495
He aquí que su prole, desconocedor de su Licaonia madre,
Árcade, llega, por terceratres vezveces sus quintos casi cumpleaños pasadoshechos,
y mientras fieras persigue, mientras los sotos elige aptos
y de nodosas mallas las espesuras del Erimanto rodea,
cae sobre su madre, la cual se detuvo a Árcade al ver 500
y como aquella que lo conociera se quedó. Él rehúye,
y de quien inmóviles sus ojos en él sin fin tenía,
sin saberignorante, tuvo miedo y a quienla que más cerca avanzar ansiaba
hubiera atravesado el pecho con una heridora flecha.
Lo evitó el omnipotente, y al par a ellos y sula abominación 505
contuvo, y, al par, arrebatados por el vacío mercedgracias al viento,
los impuso en el cielo, y vecinas estrellas los hizo.
Se inflamó Juno después de que entre las estrellas su rival
fulgió, y hastadescendió lahacia canalas Tetissuperficies descendióhasta ala lascana superficies,Tetis
y alel Océano viejo, cuya reverencia conmueve 510
a menudo a los dioses, y a aquéllos quecuando la causa de su ruta preguntaban, empiezadice:
'¿Preguntáis por qué, reina de los dioses, de las etéreas
sedes aquí vengo?: Enen vezmi de mílugar tiene otra el cielo.
Miento si cuando oscuro la noche haya hecho el orbe,
recién honoradas –mis-mis heridas–heridas- con el supremo cielo, 515
no vierais unas estrellas allí, donde el círculo último,
por su espacio el más breve, el eje postrero rodea.
¿HayY en verdad razónhabrá poralguien que alguien a Juno herir no quiera,
y ofendida le trema, la que sola beneficio daño haciendo?
¡Oh, yo, qué cosa grande he hecho! ¡Cuán vasta la potencia nuestra es! 520
Ser humana le veté: hechohecha se hafue diosa. Así yo los castigos
a los culpables impongo, así es mi gran potestadpoder.
Que le reclame su antiguaantiguo hermosuraaspecto y los rasgos ferinos
le detraiga, lo cual antes en la argólica Forónide hizo.
¿Por qué no también, echadaexpulsada Juno, se la lleva 525
y la coloca en miel tálamo y por suegro a Licaón toma?
Mas vosotros, si os mueve el desprecio de vuestra herida ahijada,
del abismo azul prohibidvetad a los Siete Triones,
y esas estrellas, en el cielo en pago de un estupro recibidas,
rechazad, para que no se bañe en la superficie pura una rivaladúltera.' 530
Los dioses del mar habían asentido: encon su manejable carro la Saturnia carro
ingresa en el fluente éter con sus pavones pintados. </poem>
'''====El cuervo'''====
<poem> Tan recién pintados sus pavones del asesinado Argos,
como tú recientemente fuiste, cuando cándido antes fueras,
cuervo locuaz, en alas vuelto súbitamente ennegrecidas. 535
Pues fue éstaesta un día, por sus níveas alas plateada
un ave, como para igualar, todas sin fallo, a las palomas,
y no a los que salvarían los Capitolios con su vigilante voz
no ceder, a los ánsares, ni amante de las corrientes al cisne.
Su lengua fue su perdición, la lengua haciendo esa, locuaz, 540
que el color que color blanco era, ahora es contrario al blanco. </poem>
'''====Apolo y Coronis'''====
<poem> Más bella en ella toda la Hemonia que la larísea Coronis
Coronis no la hubo, en la Hemonia: te agradó a ti, Délfico, ciertamente,
mientras o casta fue, o inobservada, pero el ave
de Febo sintió el adulterio, y para descubrir 545
la culpa escondida, no exorable delator,
hacia su señordueño tomaba el camino;. </poem>
'''====La corneja; Nictímene'''====
<poem> alAl cual, gárrula, moviendo
sus alas, le sigue, para averiguarlo todo, la corneja,
y oída de su rutavía la causa: “No'No útil coges”coges,'
dice, “un'un camino: no desprecia los presagios de mi lengua. 550
Qué fuera yo y qué sea, mira, y el mérito pregunta.
Encontrarás que daño me hizo mi lealtadfe. Pues en un cierto tiempo
Palas a Erictonio, prole sin madre creada,
había encerrado, tejida de acteo mimbre, en una cesta, </poem>
'''====Las hijas de Cécrope'''====
<poem> y a vírgenes tres, del geminado Cécrope nacidas, 555
con la ley lo había entregado, de que sus secretos no vieran.
Escondida en su fronda leve oteaba yo desde un denso olmo
qué hacíanhicieran: sus cometidosencomiendas dos sin fraude guardan,
Pándrosos y Herse; miedosas llama sola a sus hermanas
Áglauros y los nudos con su mano separadeshace, y dentro 560
no solo al pequeño ven y,sino al lado tendido,extendido un dragón.
Los hechos a la diosa refiero, a cambio de lo cual a mí con gracia tal
se me devuelvepaga, que se me dicediga de la guardia expulsada de Minerva,
y se me poneponga por detrás del ave de la noche. Mi castigo a las aves
advertir puede de que con su voz peligros no busquen. 565
Mas, pienso yo, no voluntariamente ni que algo tal pedía
a mí acudió. Lo puedes a la misma Palas preguntar:
aunque furiosairacunda está, no esto furiosairacunda negará.
Pues a mí en la focaica tierra el claro Coroneo
–cosas(cosas conocidas digo–digo) me engendró, y había sido yo una regia virgen 570
y por ricos pretendientes, –nono me desprecia–desprecies, era pretendida.
Mi hermosura me dañó:. puesPues, cuando por loslas litoralesplayas con lentos
pasos, como suelo, paseaba por encimala superficie caminaba de la arena,
me vio y se encendió del piélago el dios, y como suplicando
con blandas palabras tiempos inanes consumió, 575
la fuerza dispone y me persigue;sigue. huyoHuyo y el denso dejolitoral
el litoraldejo, y en la mullida arenavano me fatigo en vanola mullida arena.
Después a dioses y hombres llamo, y no alcanza la voz
mía a algún mortal alguno: se conmovióconmoviose por una virgen la virgenVirgen
y auxilio me ofrecióprestó. Tendía los brazos al cielo: 580
mis brazos empezaron decon leves plumas a negrecerennegrecer plumas;
por rechazar de mis hombros esa veste pugnaba, mas ella
pluma era y en mi piel raíces había hecho hondas;
golpes de duelo dar en mis desnudos pechos intentaba con mis palmas,
pero ni ya palmas ni pechos desnudos llevaba; 585
corría, y no como antes mis pies retenía la arena,
sino que de lo alto de la tierra me elevaba; luego, llevadaalta por las auras
avanzo y dada soy, inculpada, de acompañante, inculpada, a Minerva.
¿De qué, aunen asícambio, esto me sirve, si, hecha ave por un siniestro
crimen, Nictímene nos sucedió en elnuestro honor nuestro? 590
¿O acaso la que cosa es conocidísima por toda Lesbos conocidísima,
no oída porpara ti ha sidoes, de que profanó el patrio dormitorio patrioprofanó
Nictímene? Ave ella, ciertamente, pero sabedora de su culpa,
de la vista y la luz huye, y en las tinieblas su pudor
esconde y, a una, expulsada es por los demás del éter todo.' 595 </poem>
'''====Apolo y Coronis (II)'''====
<poem> A quien tal decía: “Para'Para tu mal”,mal' dice el cuervo,
“las'las disuasiones estas sean, suplico yo: nos el vano agüero despreciamos”despreciamos,'
y no suelta emprendido el cogido camino suelta y a su dueño, que yaciendo
ella con un joven hemonio había visto, a Coronis, narra.
La láurea se resbaló, oído el crimen, al amante, 600
y al par su expresión, del dios, y su plectro y su color,
se desprendió, y según su ánimo hervía de henchida ira,
sus armas acostumbradas coge y, doblado por sus cuernos, el arco
tiende, y aquellosaquel, tantas veces con su pecho unidosunido,
con una inevitada flecha atravesó, sussu pechospecho. 605
Golpeada dio un gemido, y al ser sacado de su cuerpo el hierro
sus cándidos miembros regó de crúor carmesí,
y dijo: “Pude'Pude mis castigos apara ti, Febo, haber cumplido,
pero haber parido antes.; Dosdos ahora moriremos en una.'
Hasta aquí, y al par su vida con su sangre vertió. 610
A su cuerpo, inane de aliento, un frío letal siguió.
Le pesa, ay, tarde de su castigo cruel al amante,
y a sí mismo, porque oyera, porque así ardiera se odia;
odia al ave por la cual el crimen y la causa de su dolor
a saber obligado fue, y no menos su arco y su mano odia, 615
y, con su mano, temerarios dardos, lassus saetasflechas,
y a la abatida conforta, y con tardía ayuda por vencer esos hados
pugnase afana, y médicas ejerce inanementevanamente sus médicas artes.
Lo cual, después de que en vano intentarse, y la hoguerapira aprestarse
sintióvio, y que arderían en los supremos fuegos sus miembros, 620
entonces en verdad gemidos –puesto(ya que no las celestes caras
bañarse pueden en lágrimas–lágrimas), de su alto corazón acudidossacados,
emitiódio, no de otro modo que cuando, viéndolo la novilla,
de su lactante becerrito, balanceado desde la diestra oreja,
las sienes cóncavas destrozó el mazo con un claro golpe. 625
AunSin asíembargo, cuando ingratos sobre sussu pechospecho derramó los oloresingratos aromas
y le dio abrazos, y con lo injustamente justo cumplió,
no soportó Febo que a las cenizas mismas cayeran mismas
sus simientes, sino que a su hijo de las llamas y del útero de su madre
arrebatóarrancó, y lo llevó del geminado Quirón loal llevó a la cavernaantro, 630
y al que esperaba para sí los premios de su no falsa lengua,
entre las aves blancas vetó asentarsesentarse, al cuervo. </poem>
'''====Ocírroe'''====
<poem> El mediofiera, entre tanto, de su ahijado de divina estirpe
alegre estaba y, mezclado a su carga, se gozaba delcon el honor.
He aquí que llega, protegiendocubriendo sus hombros con sus rútilos cabellos, 635
la hija del Centauro, a la que un día la ninfa Cariclo,
en las riberas de una corriente arrebatadora por haberla parido, llamó
Ocírroe; no ella con haber aprendido las artes paternas
se contentó: de los hados los arcanos cantaba.
Así pues, cuando los vatícinos furores concibió en su mente, furores 640
y se enardeció del dios que encerrado en su pecho tenía,
miró al pequeño y: “Para'Para todo el orbe saludadorsalutífero,
crece, niño”niño,' dijo, “a'a ti los mortales cuerpos muchas veces
se deberán;: los alientos arrancados para ti devolver
lícito será, y habiendo esto osado tú una sola vez, porcon la indignación de los dioses, habiendo osado 645
poder concederlo de nuevo tu llama atávica te prohibirá,
y, de dios, cuerpo exangüe te volverás, y dios
quien poco antes cuerpo eras, y dos veces tus hados renovarás.
Tú también, querido padre, ahora inmortal, y para que por las edades
por las edades todas permanezcas, según la ley de tu nacimiento creado, 650
poder morir desearás entonces, cuando seas torturado por la sangre
de una siniestra serpiente, a través de tus heridos miembros recibida,
y a ti, de eterno, sufridor los númenes de la muerte las divinidades
te harán, y las tríplices diosas tus hilos desataránsoltarán.'
Restaba a los hados algo: suspira desde sus hondos su hondo 655
pechospecho y lágrimas por sus mejillas resbalan brotadas,
y así: “Se'Se me anticipan”anticipan,' dijodice, “a'a mí mis hados y se me impide
más decir, y de la voz mía se antecierra el uso.
No hubieran sido estas artes tan valiosas, que delde un numen la ira
me contrajerancontrajeron: preferiría desconocer lo futuro. 660
Ya asustraerse mí sustraérseme lami faz humana parece,
ya por alimento la hierba me place, ya de correr por los anchos llanos de correr
el ímpetu tengo: en yegua y aen mis emparentados cuerpos me vuelvotorno.
¿Toda, aun así, por qué? El padre es mío en verdad biforme.'
A la que tal decía la parte fuele extrema de su queja 665
entendida poco, y confusas sus palabras fueron.
Pronto ni palabras siquiera, ni de yegua, el sonido aquel parece,
sino del que imitara a una yegua, y en pequeño tiempo ciertos
relinchosdio emitió,relinchos y sus brazos movió a las hierbas.
Entonces sus dedos se unen y sus quíntuples enlaza sus uñas, 670
de perpetuo cuerno, un leve casco de perpetuo cuerno, crece también de su cara
y su cuello el espacio, la parte máxima de su largo mantovestido
cola se hace, y según vagos los cabellos por su cuello yacían,
en diestras crines acaban, y al par renovada fue
su voz y su faz: nombre también esos prodigios le dieron. 675 </poem>
'''====Mercurio y Bato'''====
<poem> Lloraba, y la ayuda tuya en vano de Fíliras el héroe,
Délfico, demandabarogaba. Pues ni rescindir las órdenes
del gran Júpiter podías ni, si rescindirlas pudieras,
entonces allípresente estabas: la Élide y los mesenios campos honrabas.
Aquel era el tiempo en el que a ti una pastoril piel pelliz 680
te cubrió y carga fue un báculo silvestre de tu siniestra,
de la otra, dispar depor sus septenas cañas, la flauta;.
yY mientras el amor es tu cuidado, mientras a ti tu flauta te calma,
incustodiadas se recuerdan tus reses que en los campos
se adentraron de Pilos.: Laslas ve de la Atlántide Maya 685
el hijo, y con el arte suya en las espesuras las oculta sustraídas.
SintieraHabía sentido este hurto nadie, salvo, conocido en aquel
campo, un anciano:; Bato la vecindad toda le llamabanllamaba.
ÉlDel rico él los sotos y los herbosos pastos del rico Neleo
y las greyes de sus nobles yeguas como custodio guardaba. 690
DeA éleste temiósujetó, y con blanda mano lo apartó, y a él:
“Quien quiera'Quienquiera que eres, huésped”,huésped' dice, “si'si acaso las manadas
buscara estas alguien, haberlas visto niega, y por que no con gracia ninguna
tu acción se recompense:pague, tomauna denítida premioscoge estade nítidapremios vaca”vaca,'
y la dio. Aceptada, las voces estas devolvió: “Huésped, el huésped: 695
seguro'Seguro vayaspuedes ir. La piedra esta antes tus hurtos dirá”dirá,'
y una piedra mostró. Simula de Júpiter el hijo que se marchaparte.
LuegoEn seguida vuelve, y tornada al par con su voz su figura:
“Campesino'Campesino, si has visto por esta linde”, lelinde' dijo, “pasar
algunas'pasar unas reses, préstame ayuda, y al hurto sus silencios quita. 700
Junto a sual toro alsuyo como parpremio se te dará una hembra.'
PeroMas el más anciano, después de que se hubo el salario duplicado:geminado, “Bajo'Bajo esosaquellos
montes”,montes' dice, “estarán”'estarán,' y estaban bajo los montes esos.
RióRio el Atlantíada y: '¿A mí aante mí mismo, pérfido, delatas?
¿A mí aante mí mismo delatas?”,' dice, y sussu perjurosperjuro pechospecho torna 705
en un duro sílice, que ahora también se dice delator,
y, en la queaunque nada mereció, una vieja infamia hay, en esa roca. </poem>
'''====Áglauro, Mercurio y Herse'''====
<poem> Desde aquí se había elevado en sus parejas alas el Portador del caduceo
y volando los muniquios campos y la tierra grata a Minerva
a Minerva abajo contemplaba tierra, y los arbustos del culto Liceo. 710
En aquel día, por azar, unas castas de costumbre muchachas,
con la cabeza puesta bajo ellos, hacia los festivos recintos de Palas
puros sacrificios portaban en coronados canastos.
De ahí al volver ellas, el dios alado las ve alado y su camino
no hace en recto, sino que en el orbe lo curva mismo. 715
Como volador el rapacísimo volador milano, al ver unas entrañas,
mientras teme y densos rodean los sacrificios los ministros
dobla en espiral, y no más lejos osa partir,
y la esperanza suya ávido circunvuela moviendo las alas,
así sobre los acteos recintos ávido el Cilenio 720
inclina su curso y las mismas auras cercena auras.
Cuanto más espléndido que las demás estrellas fulge
el Lucero, y cuanto que el Lucero la áurea Febe,
tanto que las vírgenes más prestante todas Herse
iba, y era el decor de la pompa y de las acompañantes suyas. 725
QuedóPasmose pasmado depor su hermosura de Júpiter el hijo y, en el éter suspendido,
no de otro modo ardió que cuando la baleárica honda
el plomo lanza: vuela ésteaquel y se encandece en su ida
y, los que no teníatuviera, fuegos bajo las nubes encuentra fuegos.
Torna su camino y el cielo abandonado acude a lo terreno 730
y no a sí mismo se disfrazadisimula: tanta es su confianza en su hermosura.
La cual, aunque la justa es, con su cuidado aun asíademás la ayuda:,
y se aquieta los cabellos, y la clámide para que cuelgue aptamente
coloca, de modopara que la orla y todo parezcaaparezca su oro,
para que bruñida en su diestra, la que los sueños traeconduce y veta, 735
su vara esté, para que brillen sus talares en sus tersas plantas.
Una parte secreta de la casa, de marfil y tortuga ornados,
tres tálamos tenía, de los que tú, Pándrosos, el diestro,
Áglauros el izquierdo, el central poseía Herse.
La que tenía el izquierdo, al venirque élvenía, la primera notó 740
a Mercurio, y el nombre del dios averiguarpreguntar osó
y la causa de su venida. A la cual así respondió: “El'El Atlantíada
y de Pléyone el nieto yo soy, el que por las auras las ordenadas
palabras de mi padre porto, padre es para mí Júpiter mismo.
Y no fingiré las causas:, basta que tú fiel a tu hermana 745
ser quieras y de la prole mía tía materna llamarteser llamada:
Herse la causa de mi rutavía; que favorezcas, te rogamos, al amante.'
Lo contempló a él con los ojos mismos con los que escondidos poco antes
viera Áglauros los secretos de la flava Minerva,
y a cambio de su ministerio para sí de gran peso un oro 750
postula: entre tanto de sus techos a retirarse le obliga.
Torna a ella la diosa guerrera de su torva mirada el orbe,
y de lo hondo trajo unos suspiros, con tan gran movimiento,
que al par su pecho y, puesta en su pecho fuerte,
la égida sacudiera.: Recuerdarecuerda que ella sus arcanos con profana 755
mano descubriódestapó, entonces, cuando sin madre creada,
del Lemnícola la estirpe contra los dados pactos vio,
y que grata al dios iba a ser ya, y grata a su hermana,
y rica al coger, que avara había demandado, el oro. </poem>
'''====La Envidia'''====
<poem> EnseguidaEn seguida de la Envidia, sucios de negra podre, 760
a los techos acudebusca: la casa está de ella en unos hondos valles
apartadaescondida, de sol privada, no transitable para ningún viento,
triste y llenísima de indolente frío, y cual
de fuego carezca siempre, ende calina siempre abunde.
Aquí cuando llegó, de la batallatemible de la temibleguerra heroína, 765
se apostó ante la casa –puesto(puesto quepenetrar acceder aen esos techos
lícitopor noley ledivina no es–puede) y los postes con el extremo de su cúspidelanza sacude.
Golpeadas se abrieron las puertas:. veVe dentro, comiendo
viborinas carnes, alimentos de los vicios alimentos suyos,
a la Envidia, y vista los ojos volvió; mas ella 770
se levanta de la tierra, despaciosa,perezosamente y de las semicomidas serpientes
deja los cuerpos, y con paso avanza inerte,
y cuando a la diosa vio, por su forma y sus armas hermosa,
gimió hondo, y semblante a la vez para esos hondos suspiros puso.
La palidez en su rostro se asienta, delgadez en todo el cuerpo, todo. 775
aA ninguna parte recta su mirada, lívidos estánlividecen de orínsarro sus dientes,
sussu pechospecho de hiel verdecenverdece, sula lengua está inundada de veneno.
Risa no tiene, salvo la que movieron vistos los vistos dolores,
y no disfruta de sueño, despierta por las vigilativasvigilantes angustias despierta,
sino que ve los ingratos –y(y se consume al verlos– verlos) 780
éxitos de los hombres, y corroe y corróese a una,
y su suplicio el suyo es. Aun así,Pero aunque la odiaba a ella,
con tales palabras se le dirigióhabló brevemente la Tritonia palabras:
“Infecta'Infecta de la podre tuya de las hijasnacidas de Cécrope a una:
así menester es. Áglauros ella es.' No más diciendo 785
huyehuyó, y la tierra repelerepelió apoyandooprimiéndola con su asta.
Ella, a la diosa que huía con su oblicua luz contemplandomirando,
unos murmullos pequeños dio y de lo que bien saldría a Minerva
se dolió, y su báculo tomacoge, al que entero unas ligaduras
de espinas ceñían, y cubierta de nubes negras , 790
por donde quieradondequiera que pasa, florecientes postra florecientes los campos
y quema las hierbas y lolas altopartes de lasmás amapolasaltas rae
y con el aflato suyo pueblos y ciudades y casas
mancillamancha, y por fin de la Tritónide contempla el recinto,
de talentosingenios y de recursos y de festiva paz verdecienteverdeante, 795
y apenas contiene las lágrimas porque nada lacrimoso divisacontempla. </poem>
'''====Áglauro'''====
<poem> Pero después de que en los tálamos penetróentró de la hija de Cécrope,
lo ordenado hace y su pecho con una mano de orínherrumbre teñida
toca y de arponadas zarzas su tórax llena,
y le insuflainspira un dañino jugo, y como la pez por sus huesos 800
disipa y por mitad esparce de su pulmón un veneno,
y para que de su mal las causas por un espacio más ancho no vaguen,
a su germanahermana ante sus ojos, y de su hermana el afortunado
matrimonio, y al dios bajo su bella imagen, pone,
y todo grande lo hace; con lo cual excitada, por un dolor 805
oculto la Cecrópide oculto es mordida, y ansiosa de noche,
ansiosa a lade luz gime, y en una lenta podre, tristísima,
se disuelvelicuece, como el hielo herido por un incierto herido sol,
y por los bienes no más lenemente se abrasa de la feliz Herse,
que cuando a las espinosas hierbas fuego se les abaja, 810
las cuales, así como no dan llamas, con suaveun lento tibiezavapor se creman.
Muchas veces morir quiso, para algo tal no ver,
muchas veces, como un crimen, narrarlo a su rígido narrarlo padre.
Por fin en el umbral opuesto umbral al que llegaba se sentó,
para excluirlo,excluir al dios;. aAl quiencual, mientras blandimientosternuras y súplicas 815
y palabras le lanzaba suavísimas: “Cesa”'Cesa,' le dijo.
“De'De aquí yo no me he de mover sino cuando te haya rechazado.'
“Estemos”,'Estemos' dice el veloz Cilenio, “en'en el pacto este.'
Y con su celeste vara las puertas abrió,: mas a ella,
cuando levantar intentaba las partes que al sentarse sentarnos 820
dobladoblamos, no pueden, por una indolente pesadez, moverse.
Ella pugna ciertamente pugna por elevarse, rectocon el tronco recto,
pero de las rodillas la juntura rigenterígida está y un frío por sus uñas
se deslizaresbala y palidecen, perdida la sangre, sus venas,;
y como anchamenteun suelemalo, incurable, malo un cáncer, anchamente suele 825
serpear, ye ilesas a las ilesasviciadas añadir las viciadas partes,
así un letal invierno poco a poco a su pecho llega
y las vitales vías y los respiraderos cierra,
y ni intentó hablar ni si intentado lo hubiera
de voz tenía camino;: una roca ya sussu cuelloscuello poseía 830
y su cara se había endurecido y estatua exangüe sentada estaba,;
y no su piedra blanca era: su mente la había inficionado a ella. </poem>
'''====Júpiter y Europa'''====
<poem> Cuando estos castigos de sus palabras y de su mente profana
cobró el Atlantíada, dichas por Palas esas tierras
abandona, e ingresa sacudiendo en el éter sacudiendo sus alas. 835
Lo llama aparte a él su padre y la causa sin confesar de su amor:
“Fiel'Fiel ministro”,ministro' dice, “de'de las órdenes, hijo mío, mías,
rechaza la demora y raudo con tu acostumbrada carrera desciende carrera,
y la tierra que a tu madre tierra por la parte siniestra
miracontempla –sus(sus nativos Sidónide por nombre le dicen–dicen), 840
aesa ella acudebusca, y el que, lejos, de montana grama apacentarse,
ganado real, ves, a los litorales torna.'
Dijo, y expulsados al instante del monte los novillos,
a los litorales ordenados acudenbuscan, donde la hija del gran rey
jugar, de las vírgenes tirias acompañada, solía. 845
No bien se avienen ni en una solamisma sede moran
la majestad y el amor: del cetro la gravedad abandonada
aquel padre y regidor de los dioses, cuya diestra de los trisulcos
fuegos armada está, quien con un ademán sacude el orbe,
se viste de la faz de un toro y mezclado con los novillos 850
muge, y entre las tiernas hierbas hermoso deambula hierbas.
Cierto que su color el de la nieve es, que ni las plantas
de duro pie han hollado ni ha disuelto el acuático austro.
En su cuello torostueros sobresalense marcan, por sus brazos las papadas penden;
sus cuernos pequeños, ciertamente, pero cuales contender 855
podrías que hechos a mano, y más perlúcidos que una pura unamás perlúcidos gema.
Ninguna amenazaNingunas en su frente amenazas, ni formidable su luz:
paz su rostro tiene. Se admira de Agenor la hijanacida
porque tan hermoso, porque combatecombates ningunoningunos amenace,;
pero aunque tuvo miedo, manso, de tocarlo, manso, a lo primero, 860
pronto se acerca y flores a su cándida boca le extiendealarga.
Se gozaGoza el amante, y mientras llegue el esperado placer,
besos da a sus manos; apenas ya, apenas ello restodemás difiere,
y ahora al lado juega y salta en la verde hierba,
ahora su costado níveo en las bermejasdoradas arenasníveo depone arenas. 865
Y poco a poco, el miedo quitadoarrancado, ora sus pechos le presta
para que con su virgínea mano lolos palme, ora los cuernos, para que guirnaldas
los impidan nuevas. Se atrevióOsó también la regia virgen,
ignorante de a quién montaba, en la espalda sentarse del toro:
cuando el dios, de la tierra y del seco litoral, insensiblemente, 870
las falsas plantas de sus pies a lo primeroplantas pone en las primeras ondas;
de allí se va más lejos, y por las superficies de mitad del ponto
se lleva su botín. Se asustallena ella de pavor y, arrancada ade su litoral abandonado,
vuelvehacia aatrás él sus ojosmira, y con la diestra un cuerno tiene, la otra al dorso
impuesta está; trémulas ondulan con la brisa sus ropas. 875 </poem>
 
{{CapítulosPartes|[[Ovidio Metamorfosis I|Libro I]]|Libro II|[[Ovidio Metamorfosis III|Libro III]]}}