Diferencia entre revisiones de «Ovidio Metamorfosis I»

Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
Sin resumen de edición
Línea 2:
[[Las metamorfosis 3a ed| Las Metamorfosis (3ª ed.)]]<br>Libro I|Ovidio}}
<poem>
'''Invocación'''
 
'''Invocación'''
Me lleva el ánimo a decir las mutadas formas
aen nuevos cuerpos: dioses, estas empresas mías, –puespues vosotros los mutasteis–
aspiradlos mutasteis, inspirad, y, desde el primer origen del cosmosmundo
hasta mis tiempos, perpetuo desarrollad mi poema.
 
'''El origen del mundo'''
Antes del mar y de las tierras y, ello que lo cubre todo, el cielo, 5
uno solo era de la naturaleza el rostro en todo el orbe,
al que dijeron Caos, ruda ye desordenadaindigesta mole
y no otra cosa sino peso inerte, y, acumuladas en él,
unas discordes simientes de cosas no bien unidasjuntadas cosas.
Ningún Titán todavía al cosmosmundo ofrecía luces, 10
ni nuevos, en creciendo, reiterabareparaba sus cuernos Febe,
ni en su circunfuso aire estaba suspendidapendía la tierra,
por los pesos equilibrada suyos, ni sus brazos por el largo
margen de las tierras había extendido Anfitrite,
y por donde había tierra, allí también ponto y aire: . 15
asíAsí, era inestable la tierra, innadable la onda,
de luz carente el aire: en ninguno su forma manteníapersistía,
y estorbaba a los otros cada uno, porque en un cuerpo solo
lo frío pugnaba con lo calientecálido, lo humedecidohúmedo con lo seco,
lo mullidomuelle con lo duro, lo sin peso con lo que tenía peso. 20
TalEsta lid un dios y una mejor naturaleza dirimió,
pues del cielo las tierras, y de las tierras escindió las ondas,
y el fluentefluido cielo segregó del aire espeso.
EstasLas cuales cosas, después de que las separó y eximió de su ciega acumulación,
disociadas por sus lugares, con una concorde paz las ligó: 25
la fuerza ígnea y sin peso del convexo cielo
rieló, y un lugar se hizo en el supremo recinto;
próximo está el aire a ella en levedad y en lugar;
más densa que ellos, la tierra, los elementos grandes arrastróatrajo
y presa fue de la gravedad suya; el circunfluente humor 30
lo último poseyó, y contuvo al sólido orbe.
Así cuando dispuesta estuvo, quienquiera que fuera aquel, de entre los dioses,
esta acumulación sajó, y sajada en miembros la rehizojuntó:
en el principio, la tierra, para que no desigual por ningunatoda
parte fuera, en forma la aglomeró de gran orbe; 35
entonces a los estrechos difundirse, y que por arrebatadores vientos se entumecieran
ordenó, y que dea la rodeada tierra circundaran laslos playas.litorales;
Añadióañadió también fontanasfuentes y pantanos inmensos y lagos,
y las corrientes declinantes ciñó de oblicuas riberas,
las cuales, diversas por sus lugares, en parte son sorbidas por ella, 40
al mar arriban en parte, y en tal llanocampo recibidas
de más libre agua, en vez de riberas, sus playaslitorales baten;
ordenó también que se extendieran los llanos, que se sumieran los valles,
que de fronda se cubrieran las espesuras, que se elevaran lapídeos montes;
y, como dos por la derecha y otras tantas por su siniestra 45
parte, el cielo cortan unas fajas –la(la quinta es más ardiente que aquellas–aquellas),
igualmenteasí distinguió la carga en él incluida con el número mismo
el cuidado de esedel dios, y otras tantas llagas en la tierra se marcan;
de las cuales la que en medio está no es habitable por el calor;
nieve cubre, alta, a dos; otras tantas entre ambas colocó 50
y templanza les dio, al estar mezclada con el frío la llama.
Domina sobre ellas el aire, el cual, en cuanto es suel peso que el dedel laagua tierra,
yque suel peso quede ella del agua,tierra más ligero, en tanto es él más pesado que el fuego;
allí también las nieblas, allí aposentarse las nubes
ordenó, y los que habrían de conmover, los truenos, a las humanas mentes, 55
y con los rayos, hacedores de relámpagos, los vientos.
A ellos, también, no permitió el artífice del mundo que por todas partes
tuvieran el aire; apenas ahora se les impide a ellos,
cuando cada uno gobiernaregenta sus soplos por diverso trecho,
que destrocen el cosmosmundo: tan grande es la discordia de los hermanos. 60
El Euro a la Aurora y a los nabateos reinos se retiró,
y a Persia, y a las cimas sometidas a los rayos matutinos;
el Anochecer y las playas que con el caduco sol se templan,
próximos están al Céfiro; Escitia y los SemptentrionesSeptentriones
el horrendo los invadió el Bóreas; la contraria tierra , 65
con nubes asiduas y lluvia, lase humedece por el Austro.
De ello encima impuso, fluido y de gravedad carente,
el éter, y que nadaninguna cosa de la terrena hez tiene.
Apenas así con lindes había cercado todo ciertas,
cuando, las que presa mucho tiempo habían sido de una calina ciega, 70
las estrellas empezaron a hervirbullir por todo el cielo,
y para que región no hubiera alguna de sus vivientes huérfana,
los astros poseen el celeste suelo y las formas de los dioses;,
cedieron, para serque las habitaran, a los nítidos peces las ondas,
la tierra a las fieras acogió, a los voladores el agitable aire. 75
Más santo que ellos un viviente, y de una mente alta más capaz,
faltaba todavía, y que dominar en los demás pudiera:
nacido el hombre fue, seaya quesi a él con divina simiente lo hizo
aquel artesano de las cosas, de un mundo mejor el origen,
seaya quesi la reciente la tierra, y apartada poco antes del alto 80
éter, retenía simientes de su pariente el cielo.
A ellala cual, el linajehijo de Jápeto, mezclada con pluviales ondas,
la modeló en la efigie de los que gobiernanmoderan todo, los dioses,
y aunque inclinados contemplen los demás vivientes la tierra,
un rostro sublime al hombre dio y el cielo ver 85
le ordenó y aerguido hacia las estrellas levantar erguido su semblante.
Así, la que poco antesora había sido ruda y sin imagen, la tierra
se vistió de las desconocidas figuras, transformada, de los hombres.
'''Las edades del hombre'''
Áurea la primera edad engendrada fue, que sin defensor ninguno,
por sí mismaespontáneamente, sin ley, la confianzafe y lo recto honraba. 90
Castigo y miedo no habían, ni palabras amenazantes en elun clacadoclavado
bronce se leían, ni la suplicante multitud temía
la boca del juez la boca suyo, sino que estaban sin defensor seguros.
Todavía, cortado de sus montes para visitar el extranjero 95
orbe, a las fluentes ondas el pino no había descendido, 95
y ningunosningunas los mortales, excepto sus playas, conocían.
Todavía, vertiginosas, no ceñían a las fortalezas sus fosas.
No la tuba de derecho bronce, no de bronce curvado los cuernos,
no las gáleas, no la espada existíahabía: sin uso de soldado
sus blandos ocios seguras pasaban las gentes. 100
Ella misma también, inmune, y de rastrillo intacta, y de ningunas
rejas herida, por sí lo daba todo la tierra,
y, contentándosecontentos con unos alimentos sin que nadie los obligara creados,
las crías del madroño y las montanas fresas recogían,
y cornejos, y en los duros zarzales prendidas las moras 105
y, las que se habían desprendidocayeran del anchurosoancho árbol de Júpiter, bellotas.
Una primavera era eterna, y plácidos, con sus cálidastibias brisasauras,
acariciaban los céfiros, nacidas sin semilla, a las flores.
Pronto, incluso, frutos la tierra no arada llevaba,
y no renovado el campo canecía de grávidas canecía espigas;. 110
corrientesCorrientes ya de leche, ya corrientes de néctar pasabaniban,
y, doradas, desde la verde encina goteaban las mieles.
Después de que, tras ser Saturno a los tenebrosos Tártaros enviado,
bajo Júpiter el cosmosmundo estaba, surgióllegó la plateada prole,
que el oro inferior, más preciosa que el dorado bronce. 115
Júpiter contrajo los tiempos de la antigua primavera
y a través de inviernos y veranos y desiguales otoños
y una breve primavera, por cuatro espacios condujo el año.
Entonces por primera vez con secos hervores el aire quemado
se encandeció, y, arrecido por los vientos, quedó colgandosuspendido el hielo; 120
entonces por primera vez entraronconocieron enlas casas, casas las cavernas fueron,
y los densos arbustos, y atadas con corteza varas.
Simientes entonces por primera vez, de Ceres, en largos surcos
sepultadas fueron, y hundidos por el yugo gimieron los novillos.
Tercera tras aquellaella sucedió la broncínea prole, 125
más salvaje de ingenios y a las hórridas armas más pronta,
no criminalmalvada, aun así; de duro es la última de duro hierro.
EnseguidaEn irrumpióseguida a ese tiempoirrumpió, de vena peor, a ese tiempo
toda impiedad: huyeron el pudor y la verdad y la confianzafe,
en cuyo lugar aparecieronllegaron los fraudes y los engañosel engaño 130
y las insidias y la fuerza y el amor criminal de poseer.
Velas daban a los vientos, y todavía bien no los conocía
el marineronavegante, y las que antes habíanse alzadoalzaron en los montes altos,
en oleajesmareas desconocidos cabriolaron las quillas,
y común antes, cual las luces del sol y las auras, 135
cauto señaló el suelo señaló con larga linde el medidor.
Y no sólosolo sembrados y sus alimentos debidos se demandaba
al rico suelo, sino que se entró hasta las entrañasvísceras de la tierra,
y las que ella había reservadoescondido y apartado junto ahacia las estigias sombras,
se excavan susesas riquezas, aguijadas de desgracias. 140
Y ya el dañino hierro, y que el hierro más dañino el oro
había brotado: brota la guerra que lucha por ambos,
y con su sanguínea mano golpea crepitantes golpea armas.
Se vive aldel asaltorapto: no el huésped de su huésped está a salvo,
no el suegro de su yerno, de los hermanos también la gracia rara es; 145
acecha para la perdición el hombre de su esposa, ella del marido,
cetrinos acónitos mezclan terribles madrastras,
el hijo antes de su día inquiere en los paternos años del padre:
vencida yace la piedad, y la Virgenvirgen, de matanza mojadas,
la última de los celestes, la Astrea, las tierras abandona. 150
 
'''La Gigantomaquia'''
Y para que no estuvierafuera que las tierras más seguro el arduo éter,
que aspiraron dicen al reino celeste los Gigantes,
y que acumulados levantaron hacia las altas estrellas sus montes.
Entonces el padre omnipotente enviándoles un rayo resquebrajó
el Olimpo y sacudió el Pelión del Osa, a él sometido; Osa. 155
sepultadosSepultados por la mole suya, al quedar sus cuerpos siniestros yacentes,
regada de la mucha sangre de sus hijos, dicen
que la Tierra se impregnó, y que ese caliente crúor vidaaliento alentócobró,
y para que no ningún recuerdo de su estirpe todo recuerdo no se borraraquedara,
que a una faz los tornó de hombres; pero también aquel ramoaquella rama 160
despreciadordespreciadora de los altísimos y salvaje y avidísimoavidísima de matanza
y violentoviolenta fue: bien sabrías que de sangre habían nacido.
 
'''El concilio de los dioses (I) '''
Lo cual el padre Saturnio cuando vio, en su supremo recinto,
gime hondo, y, todavía no divulgados por recién cometidos,
los impuros banquetes recordando de la mesa de Licaón, 165
ingentes en su ánimo y dignas de Júpiter concibióconcibe unas iras,
y el consejo convoca: contuvo demora niguna contuvo a los convocados.
Hay una vía sublime, manifiesta en el cielo manifiesta sereno:
Láctea de nombre tiene, por su candor mismo notable mismo.
Por ella el camino es de los altísimos hacia los techos del gran Tonante 170
y su real casa: a derecha e izquierda los atrios
de los dioses nobles van concurriéndose por sus compuertaspuertas se concurren abiertas,
la plebe habita otros, por sus lugares opuestos: en esta parte los poderosospotentes
celestiales y preclaros celestiales pusieron sus penates.
ÉsteEste lugar es, al que, si a las palabras la audacia se diera, 175
no temería yo llamar los Palatinos del gran cielo.
Así pues, cuando los altísimos se sentaron en su marmóreo receso,
más excelso él por su lugar, y apoyado en su cetro marfileño,
terroríficaterrífica, de su cabeza sacudió tres y cuatro veces
la cabellera, con la que la tierra, el mar, las estrellas mueve; 180
de tales modos después modos su boca indignada liberasuelta:
“No'No yo por el gobierno del cosmosmundo más ansioso en aquella
ocasióntempestad estuve, en la que cada uno se disponía a lanzar,
de los angüípedes, sus cien brazos contra el cautivo cielo,
pues aunque fiero el enemigo era, aunen así,cambio de un solo 185
cuerpo y de un solo origen pendía aquella guerra;
ahora yo, por doquieradonde Nereo, rodeándolo, hace resonarcircunsuena todo el orbe,
al género mortal de perder he: por las corrientes juro
infernales, que bajo las tierras se deslizan ahasta la estigia resbalan floresta;,
todo antes se ha de intentarintentó, pero un incurableinmedicable cuerpo 190
a espada se ha de sajar, por que la parte limpia no arrastre.
Tengo semidioses, tengo, -rústicos númenes-, ninfas
y faunos y sátiros y montañeses silvanos,
a los cuales, puesto que del cielo todavía no dignamos con el honor,
las tierras que les dimos, ciertamentepor cierto, tierras, habitar permitamos. 195
¿O acaso bastante, oh altísimos, que bastante seguros que estarán ellos creéis,
cuando contra mí, que el rayo, que a vosotros os tengo y gobierno,
ha levantado sus insidias, conocido por su fiereza, Licaón?'
Murmuraron todos, y con afán ardidoardiente al que osó
tal reclaman: así, cuando una mano impía se ensañó 200
con la sangre de César para extinguir de Roma el nombre,
atónito por el gransúbito terror de estatan súbitagran ruina
el humano género queda y todo se horrorizó el orbe,
y no para ti menos grata la piedad, Augusto, de los tuyos es
que fue aquella para Júpiter. El cual, después de que con la voz y la mano 205
los murmullos reprimió, guardaron silencios todos.
Cuando se reprimióacalló el clamor, hundido por el peso del soberano,
Júpiter de nuevo con este discurso los silencios rompió:
'''Licaón '''
“Él'Él, ciertamente, sus castigos, –elel cuidado ese perded–perded, haya cumplidocumplió.
Mas, qué lo cometido, cuál sea su satisfacción, os mostraré. 210
Había alcanzado la infamia de ese tiempo nuestros oídos;
deseándola falsa desciendo del supremo Olimpo
y, dios bajo humana imagen, lustro las tierras.
Larga demora es cuánto mal se hallaba por todostodas ladospartes
enumerar: menor fue la propia infamia que la verdad. 215
El Ménalo había atravesado, por sus guaridas horrendo de fieras,
y con Cilene los pinarespinedos del helado Liceo:
del Árcade a partir dedesde ahí en las sedes, y en los inhóspitos techos del tirano
penetroingreso, cuando traían los tardíos crepúsculos la noche.
Señales di de que había llegadovenido un dios y el pueblo a rezar 220
había empezado: se burlaríe primero de esos piadosospíos votos Licaón,
luego dice: “Comprobaré'Comprobaré si dios ésteeste, o si sea mortal,
con una distinción abierta, y no será dudable la verdad.'
De noche, pesado por el sueño, con una inopinada muerte a perderme
se prepara: talesa comprobación a él le place de la verdad. 225
Y no contento con ello, de un enviado rehén
de la nación molosa, su gargantacuello a punta tajó
y, así, semimuertos, parte en hirvientes aguas
sus miembros ablanda, parte lossometiéndoles fuego tuesta, sometiéndolos a fuego.
Lo cual una vez impuso a las mesas, yo con mi justiciera llama 230
sobre unos penates dignos de su dueño hice caer sus techos.
Aterrado él huye y alcanzando los silencios del campo
aúlla y en vano hablar intenta: de sí mismo
recaba su boca la rabia, y el deseo de su acostumbrada matanza
vuelvevierte contra los ganados, y ahora también ende la sangre se goza. 235
En vellos se vuelven sus ropas, en patas sus brazos:
se hace lobo y conserva las huellas de su vieja forma;
la canicie la misma es, la misma la violencia de su rostro,
los mismos ojos lucen, la misma de la fiereza la imagen es.
Cayó una sola casa, pero no una casa sola de perecer 240
digna fue: por doquieradondequiera que la tierra se expandeabre, fiera reina la Erinis.
Para el delito que se han conjurado creerías: cumplan rápido todos,
los que merecieron padecer, así consta mi sentencia, sus castigos.'
'''El concilio de los dioses (II) '''
Las palabras de Júpiter parte con su voz murmurante aprueban, e incitamentos
añaden. Otros sus partes con asentimientos cumplen. 245
Es, aunsin asíembargo, la perdición del humano género la perdición causa de dolor
para todos, y cuál habrá de ser de la tierra la forma,
de los mortales huérfana, preguntan, quién habrá de llevar a sus aras
inciensos, y si a las fieras, para que las pillen, se dispone a entregar las tierras.
A los que tal preguntaban, –puesto quepues él se preocuparíaocuparía de lo demás– demás, 250
el rey de los altísimos turbarse prohíbe, y un brote al anterior
pueblo desemejantedesigual promete, de origen maravilloso.
 
'''El diluvio'''
Y ya iba sobre todas las tierras a esparcir sus rayos;
pero temió que acaso el sagrado éter por causa de tantos fuegos
no concibiera llamas, y que el lejanolargo ardiera eje ardiera. 255
Que está también en los hados, recuerda, que llegarállegaría un tiempo
en el que el mar, en el que la tierra y arrebatados los palaciosarrebatados reales del cielo
ardan y del mundo la mole, afanosa, sufra.
Esas armas vuelven a su sitiodevuelve, por manos fabricadas de los Ciclopes;.
unUn castigo place inverso,: ael la razagénero mortal bajo las ondas 260
perder, y borrascastormentas lanzar desde todo el cielo.
EnseguidaEn seguida al Aquilón encierra en los eolios antros,
y a cuantos soplos ahuyentan a las congregadas nubes,
y suelta al Noto: con sus mojadas alas el Noto vuela,
su terrible semblante cubierto de una bruma como la pez; 265
la barba pesada de borrascas, fluyefluyen aguaondas de sus canos cabellos,
en su frente se asientan nieblas, roran sus alas y senos.
Y cuando con su mano, a lo ancho suspendidas, las nubes apretó,
se hace un fragor: entonces densas se derraman desde el éter las borrascas.
La mensajera de Juno, de variados vestida colores vestida, 270
concibe, Iris, aguas, y alimentos a las nubes allega:.
póstransePóstranse los sembrados, y llorados por los colonos
sus votos yacen, y perece el trabajo frustrado de un largo año.
Y no alcon el cielo suyo se limitócontentó de Júpiter la ira, sino que a él
su azul hermano le ayuda con auxiliares ondas. 275
Convoca ésteeste a los caudales: los cuales, después de que en los techos
de su tirano entraron:, “Una'Una arenga larga ahora de usar”usar,
dice, “no'no he;. lasLas fuerzas derramad vuestras:
así menester es. Abrid vuestras casas y, la mole apartada,
a las corrientes vuestras todas soltad las riendas.' 280
Había ordenado; ellos regresan, y de sus fontanas las bocas relajan,
y en desenfrenada carreradesenfrenado ruedan a las superficies curso.
Él mismo con el tridente suyo la tierra golpeó, mas ella
tembló, y con su movimiento vías franqueó de aguas.
Desorbitadas se lanzan por los abiertos campos las corrientes 285
y, junto con los sembrados, arbustos a la vez y rebañosganados y hombres
y techos, y con sus sacramentos arrebatan sus penetrales.
Si alguna casa quedó y pudo resistir aindemne tan gran
mala notan desplomadagran mal, lael cúpulaculmen, aunsin asíembargo, más altaalto de ella,
la onda cubre, y hundidas se esconden bajo el abismo sus torres. 290
Y ya el mar y la tierra ninguna distinción tenían:
todo ponto era, faltaban incluso playas al ponto.
Ocupa ésteeste un collado, en una barca se sienta otro combada
y lleva los remos allí donde hace poco araba:;
Aquélaquel sobre los sembrados o las cúpulas de una sumergida villa 295
navega, este un pez sorprende en lo alto un pez prende de un olmo;
se clavafija en un verde prado, si la suertefortuna lo lleva, unel ancla,
o, a ellas sometidos, curvascurvadas quillas trillan viñedos,
y por donde hace pocoora gráciles cabritas grama arrancaban grama,
ahora allí ponen sus deformes cuerpos las deformes focas. 300
Admiran bajo el agua florestas y ciudades y casas
las Nereides, y las espesuras poseen los delfines, y por entre sus altas
ramas corren, y los zarandeados troncos baten.
Nada el lobo entre las ovejas, dorados lleva la onda leones,
la onda lleva tigres, y ni sus fuerzas de rayo al jabalí, 305
ni sus patas veloces sirven al ciervo arrebatado ciervo,
y buscadas largo tiempo tierras donde posarse pudiera,
al mar, fatigadas sus alas, el pájaro errante ha caídocayó.
Había sepultado túmulos la inmensa licencia del ponto,
y batíanpulsaban las montanas cumbres unos nuevos oleajes. 310
La mayor parte por la onda fue arrebatada; a los que la onda perdonóahorró,
los largos ayunos los doman, por causa delel indigente sustentoalimento.
'''Deucalión y Pirra'''
Separa la Fócide los aonios de los eteos campos,
tierra feraz, mientras tierra fue, pero en el tiempo aquel
parte del mar y ancha llanura de súbitas aguas. 315
Un monte allí, con vértices dos, busca arduo los astros con sus dos vértices,
por nombre el Parnaso, y superan sus cumbres las nubes.
Aquí cuando Deucalión –pues(pues lo demás lo había cubierto la superficie–superficie)
con la consorte de su lecho, en una pequeña balsa llevado, se aferró,
a las corícidascorícides ninfas y a los númenes del monte adoran 320
y a la fatídica Temis, que entonces esos oráculos tenía:
no que él mejor ninguno, ni más amante de lo justo,
hombre hubo, o que ella más temerosa alguna de los dioses.
Júpiter, cuando de fluentes lagos que estaba empantanadoestancado el orbe,
y que quedaba un hombre solo, de tantos miles hacía poco, un hombre solo, 325
y que quedaba, ve, de tantas miles hacía poco, una sola,
inocuos ambos, cultivadores de lasu divinidadnumen ambos,
las nubes desgarró y, habiéndose las borrascas con el aquilón alejado,
al cielo las tierras mostrómuestra, y el éter a las tierras.
Tampoco del mar la ira permanece, y dejadadepuesta su tricúspide arma, 330
calma las aguas el regidor del piélago, y al que sobre el profundo
emerge y sus hombros con su innato múrice cubre,
al azul Tritón llama, y en su concha sonante
soplar le ordena, y los oleajes y las corrientes ya
revocar, su señal dando: su hueca bocina toma él, 335
tórcil, -que a lo ancho crece desde su remolino inferior-,
bocina, la cual, en medio del ponto cuando concibió aire,
laslos playaslitorales con su voz llena, que bajo uno y otro Febo yacen Febo.
Entonces también, cuando ella la boca del dios, por su húmeda barba rorante,
tocó, y cantó henchida las ordenadas retretas, 340
por todas las olas oída fue de la tierra y de la superficie,
y por las que olas fue oída, contuvo a todas.
Ya el mar playalitoral tiene, plenos acoge el álveo a sus caudales,
las corrientes se asientan y los collados salir parecense ven.
Surge la tierra, crecen los lugares al decrecer las ondas, 345
y, después de día largo, sus desnudadas copas las espesuras
muestran y el limo retienen que en su fronda ha quedado.
Había retornadoDevuelto el orbe; fue, el cual, después de que lo vio vacío
y que las desoladas tierras hacían hondos silencios,
Deucalión, con lágrimas brotadas, así a Pirra se dirige brotadas: 350
“Oh'Oh hermana, oh esposa, oh hembra sola restante,
a la que a mí una común estirpe y un origen de primos,
después un lecho unió, ahora los mismospropios peligros unen,
de las tierras, cuantas ven el ocaso y el orto,
nosotros dos la multitud somos: posee lo demás el ponto. 355
Esta tampoco todavía de la vida nuestra es garantía
cierta bastante; aterran todavía ahora nublados nuestrala mente.
¿Cuál, si sin mí de los hados arrebatada hubieras sido,
ahora tu ánimo, triste de ti, sería? ¿De qué modo sola
el temor soportar podrías? ¿Con consuelo de quién te dolerías? 360
Porque yo, créeme, si a ti también el ponto te tuviera,
te seguiría, esposa, y a mí también el ponto me tendría.
Oh, ojalá pudiera yo los pueblos restituirreparar con las paternas
artes, y alientos infundir a la conformadaformada tierra.
Ahora el género mortal resta en nosotros dos: 365
así pareció a los altísimos, y de los hombres como ejemplos quedamos.'
Había dicho, y lloraban; decidieron al celeste numen
rezar y auxilio por medio buscar de las sagradas venturas.
Ninguna demora hay: acuden a la par a las cefísidascefísides ondas,
como todavía no líquidastransparentes, así ya sus vados conocidos cortando. 370
De allí, cuando licores de él tomados rociaron
sobre sus ropasvestidos y cabeza, doblan sus pasos hacia el santuario
de la sagradasanta diosa, cuyas cúspides de indecente
musgo palidecían, y se alzaban sin fuegos sus aras.
Cuando del templo tocaron los peldaños se postró cada uno 375
inclinado al suelo, y atemorizado besódio besos la helada roca,
y así: “Si'Si con sus plegarias justas”,justas' dijeron, “los'los númenes vencidos
se ablandan, si se doblega la ira de los dioses,
di, Temis, por qué arte lael mermadaño del género nuestro
reparable es, y presta ayuda, clementísima, a estosestas sumergidossumergidas estadoscosas.' 380
Conmovida la diosa fue y su ventura dio: “Retiraos'Retiraos del templo
y velaos la cabeza, y soltaossoltad vuestros ceñidos vestidos,
y los huesos tras vuestra espalda arrojad de vuestrala gran madre.'
Quedaron suspendidospasmados largo tiempo, y rompe los silencios con su voz
Pirra primera, y los mandatos de la diosa obedecer rehúsa, 385
y tanto que le dé su venia con aterrada boca ruega, como se aterra
de herir, arrojando sus huesos, las maternas sombras.
Entre tanto repasanrepiten, por sus ciegas latencias oscuras,
las palabras de la dada ventura entrepara sí, y entre sí les dan vueltas.
Tras ello el Prometida con plácidas a la Epimetida con plácidas palabras 390
calma, y: “O'O falaz”,falaz' dice, “es'es mi astuciaingenio para nosotros,
o, –píospíos son y a ninguna abominación los oráculos persuaden–persuaden,
esala gran madre la Tierra es: piedras en el cuerpo de la tierra
a los huesos creo que se llama; lanzarlas tras la espalda se nos manda.'
De su esposo por el augurio aunque la Titania se conmovió, 395
su esperanza, aun así, en duda está: hasta tal punto ambos desconfían
de las celestes admoniciones; pero, ¿qué intentarlo dañará?
Descienden, y velan su cabeza y lassus túnicas se desciñen,
y las ordenadas piedras tras sus plantas envíanmandan.
Las rocas (¿quién lo creería, si no estuviera por testigo la antigüedad?) 400
a dejardeponer su dureza comenzaron, y su rigor
a mullir, y, con ella tiempodemora, mullidas, a tomar forma.
Luego, cuando crecieron y una naturaleza más tierna
les alcanzó, como sí semejante, del mismo modo manifiesta parecer no puede
la forma de un humano, sino, como de mármol comenzada, 405
no terminada lo bastante, a las rudas estatuas muy semejante era;
la parte aun así de ellas que húmeda de algún jugo
y terrosa era, vuelta fue en uso de cuerpo;
lo que sólido es y doblarse no puede, se muta en huesos;
la que ahora poco vena fue, bajo el mismo nombre quedó; 410
y en breve espacio, por el numen de los altísimos, las rocas
enviadas por las manos del hombre la faz tomaron de hombres,
y del femeninofemíneo lanzamiento reparada fue la mujer.
De ahí que un género duro somos y avezado en sufrimientos
y pruebas damos del origen de que hemos nacido. 415
A los demás seres la tierra con diversas formas
por sí misma los parió, después de que el viejo humor por el fuego
se caldeó del sol, y el cieno y los húmedos charcos
se hincharon por su hervor, y las fecundas simientes de las cosas,
por el vivaz suelo nutridas, como de una madre en la matrizel seno 420
crecieron y faz alguna cobraron con el tiempo.
Así, cuando abandonó mojados los mojados campos el séptuple fluir
del Nilo, y a su antiguo seno hizo volver sus corrientes,
y merced a la etérea estrella, reciente, ardió hasta secarse el limo,
muchos seres, sus cultivadores, al volver los terrones , 425
encuentran, y entre ellos a algunos apenas comenzados, en el propio
espacio de su nacimiento, algunos inacabados y truncos
los ven de sus proporciones, y en el mismo cuerpo a menudo
una parte vive, ruda es la parte otra ruda tierra.
Porque cuando una templanza han tomado el humor y el calor, 430
conciben, y de ellos dos se originan todas las cosas,
y, aunque sea el fuego para el agua pugnaz, el vapor húmedo todas
las cosas crea, y la discorde concordia para las crías apta es.
Así pues, cuando del diluvio reciente la tierra enlodada
con los soles etéreos se encandeció y con su alto hervor, 435
dio a luz innumerables especies; y en parte sus figuras
les devolvió antiguas, en parte nuevos prodigiosmostruos creó.
 
'''La sierpe Pitón'''
Ella ciertamente no lo querríaquisiera, pero a ti también, máximo Pitón,
entonces te engendró, y de los pueblos nuevos, desconocida sierpe,
el terror eras: tan grande espacio de un monte ocupabas. 440
A él el dios señortenedor del arco, y que nunca letales armas
antes sino en los gamos y corzas fugaces había usado,
hundido por mil disparos, exhausta casi su aljaba,
lo perdió, derramándose por sus heridas negras su veneno.
Y para que de esa obra la fama no pudiera destruir la antigüedad, 445
instituyó, sagrados, de reiteradocélebre certamen, unos juegos,
Pitios, con el nombre de la domada serpiente, llamados.
Aquel de los jóvenes quien con su mano, sus pies o a rueda
venciera, de fronda de encina cobraba un galardón.
Todavía laurel no había y, hermosas con su largo pelo, 450
sus sienes ceñía de cualquier árbol Febo.
 
'''Apolo y Dafne'''
El primer amor de Febo: Dafne la Peneia, el cualque no
lese lo dio el azar ignorante, sino la salvaje ira de Cupido.
El Delio a él, hacía poco, por su vencida sierpe soberbio,
lo había vistodoblandovisto, doblando los cuernos mientraspara tensabatensar el nervio, 455
y: '¿Qué tienes tú que ver, traviesolascivo niño, con las fuertes armas?”,'
había dicho: “ellas'esas son cargacargas decentedecentes para los hombros nuestros,
que, darlas certeras a una fiera, dar heridas podemos al enemigo,
que, al que ahora pocoora con su calamitoso vientre tantas yugadas hundía,
hemos derribado, de innumerables saetas henchido, a Pitón. 460
Tú con tu antorcha no sé qué amores conténtate
con irritar, y losno elogioslas noloas reclames nuestrosnuestras.'
El hijo a él de Venus: “Atraviese'Atraviese el tuyo todo, Febo,
a ti mi arco”,arco' dice, “y en'y cuanto los seres ceden
todos al dios, en tanto menor es tu gloria a la nuestra.' 465
Dijo, y rasgando el aire a golpes de sus alas,
diligente, en el umbroso recinto del Parnaso se posó,
y de su saetífera aljaba aprestó dos dardos
de opuestasdiversas obras: ahuyenta ésteeste, causa aquélaquel el amor.
El que lo causa de oro es y en su cúspide fulge aguda. 470
El que lo ahuyenta obtuso es y tiene bajo la caña plomo.
ÉsteEste el dios en la ninfa Peneide clavó, mas con aquélaquel
hirió de Apolo, pasados a través sus huesos, las médulasmedulas.
EnseguidaEn seguida el uno ama, huye la otra dedel lanombre de palabraun amante,
de las guaridas de las espesuras, y de los despojos de las cautivas 475
fieras gozando, y émula de la innupta Febe.
Con una cinta sujetaba, sueltospuestos sin ley, sus cabellos.
Muchos la pretendieron; ella, despreciandorechazando a los pretendientes,
sin soportar ni conocer varón, bosques inaccesiblesno hollados lustra
y de qué sea el Himeneo, qué el amorAmor, qué el matrimonio, no cura. 480
A menudo su padre le dijo: “Un'Un yerno, hija, me debes,'
a menudo su padre le dijo: “Me'Me debes, niña, unos nietos.'
Ella, que como un crimen odiaba las teas odiando conyugales,
su pulcro rostro teñía de un verecundo rubor
y de su padre en el cuello prendiéndoseprendida con tiernos brazos: 485
“Concédeme'Dame, genitorpadre queridísimo” lequeridísimo' dijo, “de'de una perpetua
virginidad disfrutar: sedio lo dioesto su padre antes a Diana.'
Él, ciertamente, obedece, pero a ti el decor este, lo que deseas
prohíbe que sea, y con tu voto tu hermosura pugna.
Febo ama, y al verla desea las nupciasbodas de Dafne, 490
y lo que desea espera, y sus propios oráculos a él le engañan;
y como las leves pajascañas sahúman, despojadas de sus espigas,
como con las antorchashachas los cercados arden, las que al acaso un caminante
o demasiado les acercó o ya a la luz abandonó,
así el dios en llamas se vuelve, así en su pecho todo 495
él se abrasa, y estéril, esperando, nutre un amor.
Contempla no ornados de su cuello pender los cabellos
y '¿Qué si se los arreglarapeinara?,' dice. Ve de fuego rielantesbrillantes,
a estrellas semejantes sus ojos, ve sus labios, que no
es con haber visto bastante; alaba sus dedos y manos 500
y brazos, y desnudos en más de media parte sus hombros;
losi quealgo está oculto está, mejor lo suponecree. Huye más veloz que el aura
ella, leve, y no aante estas palabras del que la revoca se detiene:
'¡Ninfa, te lo ruego, del Peneo, espera! No te sigue un enemigo;,
¡ninfa, espera! Así la cordera al lobo, así la cierva al león, 505
así al águila con su ala temblorosa huyen temblorosa las palomas,
a los enemigos cada uno suyos: el amor es para mí la causa de seguirte.
Triste de mí, no de bruces te caigas o indignas de herirse
tus piernas señalen las zarzas, y sea yo para ti causa de dolor.
Ásperos, por los que te apresuras, los lugares son: más despacio, te lo ruego, 510
corre y tu fuga moderainhibe, que más despacio te persiga yo.
A quién complaces pregunta, auncon asítodo: no un paisano del monte,
no yo soy un pastor, no aquí ganadosreses y rebañosgreyes,
hórrido, vigilo. No sabes, temeraria, no sabes
a quién huyes y por eso huyes: a mí la délfica tierra, 515
y Claros, y Ténedos, y los palaciosreales de Pátara me sirven;
Júpiter es mi padre; por mí lo que será, y ha sido,
y es se revela; por mí concuerdan las canciones con los nervios.
CerteraCierta, realmenteen verdad, la nuestra es;: que la nuestra, con todo, una saeta
más certeracierta hay, la que en mi vacío pecho estas heridas hizo. 520
HallazgoInvento la medicina mío es, y auxiliador por el orbe
me llaman, y el poder de las hierbas sometidola potencia sometida está a nos.
¡Ay de mí, que por ningunas hierbas el amor es sanable hierbas,
y no sirven a su dueño, las artes que sirven a todos, artes!'
Del que más iba a hablar con tímida carrera la Peneia 525
huye, y con él mismo sus palabras inconclusasinacabadas abandonadeja,
entonces también pareciendo hermosa; desnudaban su cuerpo los vientos,
y las brisas opuestas hacían vibrar sus ropas a su encuentro,
y leve el aura atrás daba, empujándolosempujados, sus cabellos,
y acreciose su hermosura con la huida. Pero entonces no soporta más 530
perder sus ternuras el joven dios y, como aconsejaba
el propio amorAmor, a tendido paso sigue sus plantas.
Como el perro, en un vacío campo, cuando una liebre, el galgo,
vevio, y ésteeste su presa con los pies busca, aquella su salvación;
el uno, como quien está a punto de cogerla, ya, ya tenerla 535
espera, y con su extendido morro roza sus plantas;
la otra en la duda está de si ya ha sido apresada, y de los propios
mordiscos se arranca y la boca que le toca atrás deja,:
así el dios y la virgen:; es él por la esperanza raudo, ella por el temor.
AunSin así,embargo el que persigue, por las alas ayudado del amorAmor, 540
más veloz es, y el descanso niega, y a la espalda de la fugitiva
acecha, y sobre su pelo, esparcido por su cuello, alienta.
Sus fuerzas ya consumidas, palideció ella, y vencida
por la fatiga de la rápida huida, contemplando las peneidas ondas:
“Dama'Presta, padre”padre,' dice, “ayuda'ayuda; si las corrientes numen tenéis, 545
por la que demasiado he complacidocomplací, mutándola, pierde mi figura.'
Apenas la plegaria acabó un entumecimientotorpor pesadograve ocupa su cuerpo,
su muelle torso se ciñe de una tenue corteza su blando tórax,
en fronda sus pelos, en ramas sus brazos crecen, 550
el pie, hace pocoora tan veloz, con morosas raíces se prende,
su cara copa poseetiene: permanece su nitor solo en ella.
A éstaesta también Febo la ama, y, puesta en su madero su diestra,
siente todavía trepidar bajo la nueva corteza su pecho,
y estrechando conen sus brazos esas ramas, como a miembros, 555
besos da al leño; pero rehúye en cambio sus besos el leño.
Al cual el dios: “Y bien'Mas, puesto que esposa mía no puedes ser,
el árbol serás, ciertamente”,ciertamente' dijo, “mío'mío. Siempre te tendrán
a ti mi pelo, a ti mis cítaras, a ti nuestras, laurel, nuestras aljabas;
Tú a los generales laciosLacios asistirás cuando su alegre voz 560
el Triunfo cante, y divisen los Capitolios las largas pompas;
en laslos jambaspostes augustasAugustos tú misma, fidelísisma guardiana,
ante sus puertas estarás, y la encina central guardarás,
y como mi cabeza es juvenil por sus intonsos cabellos,
tú también perpetuos siempre lleva de la fronda los honores.' 565
Había acabado Peán: con sus recién hechas ramas la láurea
asiente y, como una cabeza, pareció agitar su copa.
 
'''Júpiter e Ío (I) '''
Hay un bosque en la Hemonia al que, acantilada, por todos lados cierra, acantilada,
una espesura: le llaman Tempe; por ellos el Peneo, desde el profundo
Pindo derramándose, merced acon sus espumosas rueda ondas, rueda, 570
y, en su caer pesado, nubes que agitan tenues
humos congrega, y sobre sus supremas espesuras con su aspersión
llueve, y con su sonar más que a la vecindad fatiga.
ÉstaEsta la casa, éstaesta la sede, éstosestos son los penetrales del gran
caudal; en ellos aposentadoresidente, en su antro hecho de escollos, 575
a sus ondas leyes daba, y a las ninfas que honran sus ondas.
Se reúnen allá las paisanas corrientes primero,
ignorando si deben felicitarcongratulen o consolarconsuelen al padre,:
rico en álamos el Esperquío y el irrequieto Enipeo
y el Apídano viejoanciano y el lene Anfriso y el Eante, 580
y pronto los caudales otros que, por donde los llevarallevó su ímpetu a ellos,
hacia el mar abajan, cansadas de su errar, sus ondas.
El Ínaco solo falta y, en su profundo antro, recóndito,
con sus llantos aumenta sus aguas, y a su hija, -tristísimo, a- Ío,
plañe como perdida: no sabe si de vida goza 585
o si está entrecon los manesManes, pero a la que no encuentra en ningún sitio
estar cree en ningún sitio y en su ánimo lo peor teme.
La había visto, de la paterna corriente regresando, Júpiter
a ella y “Oh'Oh virgen de Júpiter digna y que feliz con tu
lecho ignoro a quién has de hacer,: busca”,busca' le había dicho, “las'las sombras 590
de esos altos bosques”bosques,' y de los bosques le había mostrado las sombras,
“mientras'mientras hace calor y en medio el sol está, altísimo, de sudel orbe,
que si sola temes en las guaridas entrar de las fieras,
segura, con la protección de un dios, de los bosques el secreto alcanzarás,
y no de la plebe un dios, sino el que los celestes cetros 595
en mi gran mano sostengo, pero el que los errantes rayos lanzo:
no me huye”huyas,' pues huía. Ya los pastos de Lernalerneos,
y, sembrados de árboles, delos Lirceolirceos había abandonado los campos,
cuando el dios, produciendo una calina, las anchas tierras
ocultó, y detuvo su fuga, y le arrebató su pudor. 600
Entre tanto Juno abajo miró, enhacia medio de los camposArgos,
y de que la faz de la noche hubieran causado unas nieblas voladoras
en el esplendor del día admirada, no que de una corriente ellas
fueran, ni sintió que de la humedecida tierra fueran despedidasremitidas,
y su esposo dónde esté busca en derredor, como la que , 605
ya conociera, sorprendido tantas veces, ya conociera los hurtos de sudel marido.
Al cual, después de que en el cielo no halló, “O'O yo me engaño
o se me ofende”ofende', dice, y deslizándose del éter supremo
se posó en las tierras y a las nieblas retirarseretroceder ordenó.
De su esposa la llegada había presentido, y en una lustrosa 610
novilla lael aparienciaaspecto de la Ináquida había mutado él
–de(de res también hermosa es–:es). laLa belleza la Saturnia de la vaca,
aunque contrariada, aprueba, y además de quién, y de dónde, o de qué manada
manada era, de la verdad como desconocedora, no dudarenuncia ena preguntar.
Júpiter de la tierra engendrada la miente, para que su autor 615
deje de averiguarinquirir: la pide a ellaesta la Saturnia de regalo.
¿Qué iba a hacer? Cruel cosa adjudicarle sus amores,
no dárselos sospechoso es: el pudor es quien persuade de aquellolo uno,
de estolo otro disuade el amor. Vencido el pudor habría sido por el amor,
pero si el leve regalo, a su compañera de linaje y de lecho, 620
de una vaca le negara, pudiera no una vaca parecer.
Su rival ya regalada no enseguidaen seguida se despojó lade todo divina
dela tododivina miedo, y temió dea Júpiter, y estuvo ansiosa de su hurto,
hasta que al Arestórida, para ser custodiada, la entregó, a Argos.
 
'''Argos '''
De cien luces ceñida su cabeza Argos tenía, 625
de donde por sus turnos tomaban, de dos en dos, descanso,
los demás vigilaban y en posta se manteníanquedaban.
Comoquiera que se apostara miraba haciaa Ío,
ante sus ojos a Ío, aun vuelto de espaldas, tenía.
A la luz la deja pacerapacentarse; cuando el sol bajo la tierra alta está, 630
la encierra, ye indigno circunda de cadenas, indigno, su cuello.
De frondas de árbol y de amarga se apacienta hierba,
y, en vez de en un lecho, en una tierra que no siempre grama tiene
se acuesta la, infeliz, y limosas corrientes bebe.
Ella, incluso, suplicante a Argos, cuando sus brazos quisiera 635
tender, no tuvo qué brazos tendiera a Argos,
e intentando quejarse su boca, mugidos salían de su bocadio,
y se llenó de temor de esos sonidos, y de su propia voz aterrose.
Llegó también a las riberas donde jugar a menudo solía,
del Ínaco a las riberas, y nuevos cuando contempló en su onda 640
sus nuevos cuernos, se llenó de temor y de sí misma enloquecidaconsternada huyó.
Las náyades ignoran, ignora también Ínaco mismo
quién essea; mas ella a su padre sigue y sigue a sus hermanas
y sesufre dejaque tocarla toquen y a sus admiraciones se ofrece.
Por él arrancadasCortadas el más anciano Ínaco le había acercado, Ínaco,unas hierbas: 645
ella sus manos lame y da besos de su padre abesa las palmas
y no retiene las lágrimas y, si sólosolo las palabras le siguieran,
le rogaraorara auxilio y el nombre suyo y sus casos le dijera.
Su letraLetras, en vez de palabras, que su pie en el polvo trazó,
de indicio amargo de su cuerpo mutado actuócomo indicio amargo actuaron. 650
“Triste'Triste de mí”,' exclama el padre Ínaco, y ende la que losgemía cuernos
deen lalos que gemíacuernos, y de la nívea colgándose en la cerviz de la nívea novilla
“Triste'Triste de mí”,' reitera; '¿Tú eres, buscada por todas
las tierras, mi hija? Tú no encontrada que hallada
un luto eras más leve. CallasA cambio callas y mutuas a las nuestras 655
palabras no respondes, sólo suspiros sacas de tu alto pecho solo suspiros
pechosacas y, lo que solo puedes, a mis palabras remuges.
Mas a ti yo, sin sabersaberlo, tálamos y teas te preparaba
y esperanza tuve de un yerno la primera, la segunda de nietos.
De la grey ahora tú un marido, y de la grey un hijo has de tener. 660
Y concluirponer fin no puedo yo con mi muerte tan grandestantos dolores,
sino que mal me hace ser dios, y cerrada la puerta de la muerte
nuestros lutos extiende a una eterna edad.'
Mientras de tal se afligíaaflige, lo aparta el constelado lo aparta Argos
y, arrancada ade su padre, ahacia lejanos pastos a su hija 665
arrastraarrnaca. ÉllÉl mismo, lejos, de un monte la sublime cima
ocupa, desde donde sentado otea hacia todas partes.
Tampoco de los altísimos el regidor los males tan grandes de la Forónide
más tiempoallá soportar puede y a su hijo llama, al que la lúcida Pléyade
de su vientre había parido, y que a la muerte dé, le impera, a Argos. 670
Pequeña la demora es la de las alas paraen sus pies, y la vara somnífera
paraen su potente mano tomar mano, y el cobertor para sus cabellos.
Ello cuando dispuso, de Júpiter el nacidohijo desde el paterno recinto
salta a las tierras; allí, tanto su cobertor se quitó
comoy depuso sus alas, y solamente la vara retuvo: 675
con ella lleva, como un pastor, por desviados campos unas cabritas
que mientras venía había reunidoabducido, y con unas ensambladas avenas canta.
Por esa voz nueva, y cautivado el guardián de Juno, por su'Mas arte,
“Mas tú, quienquiera que eres, en esta podrías conmigo sentarte en esta roca”roca,'
Argos dice, “pues'pues tampoco para el rebañoganado más fecunda en ningún 680
lugar hierba hay, y apta ves para los pastores estala sombra.'
Se sienta el Atlantíada, y al que se marchabaiba, de muchas cosas hablando
detuvo con su discurso, al día, y cantando con sus unidasjuntadas cantando
cañas vencer sus vigilantes luces intenta.
Él, aunen así,cambio pugna por vencer sobre los blandos sueños 685
y, aunque el sopor en parte de sus ojos se ha alojado,
en parte, aunen así,cambio vigila;. preguntaPregunta también, pues descubierta
la flautafístula hacía poco había sido, encon qué razón de qué fue descubierta.
 
'''Pan y Siringe'''
Entonces el dios, “De'De la Arcadia enbajo los helados montes”,montes' dice,
“entre'entre las hamadríadashamadríades muy célebre, las Nonacrinas, 690
náyade una hubo; las ninfas Siringe la llamaban.
No una vez, no ya a los sátiros había burlado ella, que la seguíanperseguían,
sinoy a cuantos dioses la sombreada espesura y el feraz
campo hospedatiene. A la Ortigia diosa encon sus aficionesafanes y con su propia
virginidad honraba;. segúnSegún el rito también ceñida de Diana, 695
engañaría y podría creérsela la Latonia, si no
de cuerno el arco de éstaesta, si no fuera áureo el de aquéllaaquella;
así también engañaba. Volviendo ella del collado Liceo,
Pan la ve, y de pino agudo ceñida su cabeza
tales palabras refiere....”' Restaba sus palabras referir, 700
y que despreciadas, sus súplicaspreces despreciadas, había huido por lo intransitableno hollado la ninfa,
hasta que del arenoso Ladón al plácido caudal
llegó; que aquí ella, su carrera al impedirle sus ondas,
que la mutaran a sus líquidas hermanas les había rogadorogó,
y que Pan, cuando presa de él ya a SiringaSiringe creía, 705
en vez del cuerpo de la ninfa, cálamos sosteníasostuvo lacustres,
y, que mientras allí suspira, que movidos dentro de la caña unoslos vientos
produjeronhicieron un sonido tenue y semejante al dea quien se lamenta;
que por esa nueva arte y de su voz por la dulzura de su voz el dios cautivado
“Este'Este coloquio a mí contigo”,contigo' había dicho, “me'me quedará”quedará, ' 710
y que así, los dispares cálamos, con la trabazón de la cera
entre sí unidosjuntados, el nombre retuvieron de la muchacha.
 
'''Júpiter e Ío (II) '''
Tales cosas cuando iba a decir, ve el Cilenio que todos
los ojos se habían postrado los ojos, y cubiertas sus luces por el sueño.:
Apagareprime al instante su voz y refuerzareafirma su sopor, 715
sus lánguidas lucesrozando acariciandoluces con la ungüentada vara.
Y, sin demora, con su falcada espada mientrasal cabeceabaque lecabeceaba hiere
por donde al cuello es confín la cabeza, y de su roca, cruento,
abajo lo lanza, y mancha la acantilada con su sangre la acantilada peña.
Argos, yaces, y la que en tantas luces luz tenías 720
extinguido se ha, y cien ojos una noche ocupa sola.
Los recoge, y del ave suya la Saturnia en sus plumas
los coloca, y de gemas consteladas su cola llena.
EnseguidaEn seguida se inflamó y los tiempos de su ira no difirió
y, horrendahorrífera, ante los ojos y el ánimo de su rival argólica 725
echólanzó a la Erinis, y aguijadas en su pecho ciegas
escondió, y prófuga por todo el orbe la hostigó.
Último restabas, Nilo, a su inmensa labor;
el cual en cuanto alcanzótocó y, puestas en ella margen de su ribera
sus rodillas, se postró, y alzada, ella de levantarcon el cuello levantado, 730
loselevando quea sololas pudoestrellas, elevandolos aque lassolo estrellaspudo, sus semblantes,
con su gemido, y con sus lágrimas, y con su luctuoso mugido
con Júpiter pareció quejarse, y el finalfin rogar de sus males.
De su esposa él estrechando el cuello con sus brazos,
que ponga fin a sus castigos de una vez le ruega y “Para'Para el futuro 735
deja tus miedos”miedos,' dice;: “nunca'nunca para ti causa de dolor
ella será”será,' y a las estigias lagunas ordena que esto oigan lagunas.
Cuando aplacado la diosa se hubo, sus rasgos cobra ella anteriores
y se hace lo que antes fue: huyen del cuerpo las cerdas,
los cuernos decrecen, se hace de su luz más estrecho el orbe, 740
se contrae su comisura, vuelven sus hombros y manos,
y su pezuña, disipada, se subsume en cinco uñas:
de la res nada queda a su figura, salvo el blancor en ella,
y, alcon el servicio de sus dos pies la ninfa limitándosecontenta
se yergue, y teme hablar, no sea que a la manera de la novilla 745
muja, y tímidamente las palabras interrumpidas reintentaretienta.
Ahora como diosa la honra, celebradísima, la multitud vestida de lino.
Ahora que Épafo generadoengendrado fue de la simiente del gran Júpiter por fin
se cree, y por las ciudades, juntos a los de su madre, templos tiene. 750
 
templos posee. 750
'''Faetón (I) '''
::::: Tuvo ésteeste en ánimos y en años un igual,
'''Faetón (I)'''
:::::Tuvo éste en ánimos y en años un igual,
del Sol engendrado, Faetón, al cual, un día, que grandes cosas decía
y que ante él no cedía, de que fuera Febo su padre soberbio,
no lo soportó el Ináquida y “A'A tu madre”,madre' dice, “todo'todo como demente
crees y estás henchido de la imagen de un padre falso.'
Enrojeció Faetón y su ira por pudor reprimió, 755
y llevó a su madre Clímene los insultos de Épafo, su madre,
y “Para'Para que más te duelas, madre”,madre' dice, “yo'yo, ese libre,
ese feroz, me callé. Me avergüenza que estos oprobios a nos
decirse decirsese han podido, ypero no se han podido desmentir.
Mas tú, si es queora he sido de celeste estirpe creado, 760
dame una señal de tan gran linaje y reclámame al cielo.'
Dijo y enlazó sus brazos en el materno sus brazos cuello,
y por la suya y la cabeza de Mérope la cabeza, y las teas de sus hermanas,
que le trasmitiera a él, le rogó, signos de su verdadero señales padre.
Ambiguo si Clímene por las súplicas de Faetón o por la ira 765
movida más del crimen dicho contra ella, ambos brazos al cielo
extendió y mirando hacia las luces del Sol:
“Por'Por el resplandor este”este,' dice, “de'con sus rayos coruscos insigne,
hijo, a ti te juro, que nos oye y que nos ve,
que de ésteeste tú, a quien mirascontemplas, de ésteeste tú, quienque templatiempla el orbe, 770
del Sol, has sido engendrado; si mentirasfingidas cosas digo, niéguese él a ser visto
de mí y sea para los ojos nuestros la luz esta la postrera.
Y no larga labor es para ti conocer los patrios penates.
De donde él se levantasurge la casa es confín a la tierra nuestra:
si ora te lleva tu ánimo, camina y averígualo de él mismo.' 775
BrillaSalta al instante, contentoalegre despuéstras tales de talesla madre
suya palabras de la madre suya, Faetón, y concibe éter en su mente,
y por los etíopes suyos y, puestos bajo los fuegos estelaressidéreos,
por los indos atraviesa, y de su padre acude diligente a los ortos.
</poem>