Diferencia entre revisiones de «El rey que rabió»

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Revisión del 16:48 28 dic 2009

Primer Acto

Música. Preludio

Cuadro Primero

Salón de Palacio. Puertas laterales. Al foro, gran rompimiento que da vista al jardín. Este rompimiento se cerrará luego con grandes tapices.


Escena I


CORTESANOS y DAMAS


Música. N.º 1 A. Coro y Pasodoble


(Óyense tres cañonazos cercanos. Repique de campanas.)


Cortesanos

Al Monarca esperamos,

que muy pronto llegará;

el cañón y las campanas

su regreso anuncian ya.

Dispongámonos humildes

en solemne recepción

a ofrecerle el homenaje

de respeto y adhesión

(Otros tres cañonazos.)


Damas

(Por el foro.)

Esperemos al Monarca

que muy pronto va a llegar;

con la nuestra hoy hace coro

la alegría popular.

Dispongámonos humildes

en solemne recepción

a ofrecerle el homenaje

de respeto y adhesión


Escena II


Dichos y EL INTENDENTE por la derecha


El Intendente

Señoras… Señores


Todos

Señor Intendente


El Intendente

El rey se aproxima,

le aclama la gente.

Todo es regocijo

en la capital:

que reflejen nuestros rostros

la alegría general.


Coro

Que no halle el Monarca

ni asomo de ceño,

que nuestro semblante

se muestre risueño;

este regocijo no será oficial,

pues sentimos en el pecho

la alegría general.


(Cañonazos y música militar, que se va acercando. Vivas y aclamaciones. El CORO se dirige hacia el foro formando dos filas.)


Damas

¡Vamos allá!


Cortesanos

¡Ya viene ahí!


Damas

¡Cuánta emoción!


Cortesanos

¡Qué frenesí!


Todos

¡Un triunfo igual nunca se vio!

¡Vítor el Rey, que al fin llegó!


(Entran ocho granaderos, que se sitúan en el foro a los lados del rompimiento. La banda militar ocupa el centro.)

¡Viva el Rey, viva el Rey

que es amparo de la ley!

Con ardiente fervor

quiere el pueblo a su señor,

y él adora a su grey

¡Viva el Rey! ¡Viva el Rey!


Escena III


Dichos, EL REY, EL GENERAL, EL GOBERNADOR y EL ALMIRANTE


Música N.º 1 B. «Couplets» del Rey


Coro

Bien venido sea

nuestro soberano,

que con él la corte

vuelve a su esplendor;

sea bien venido,

todo cortesano

hoy le da rendido

pruebas de su amor.


El Rey

¡Cuánto el alma se recrea

al hallar felicidad

en la villa y la aldea,

en el campo y la ciudad!

En palacios y cuarteles

sólo aplausos recibí

y cargado de laureles

satisfecho vuelvo aquí.

Subordinada vi

a la milicia

e incorruptible

es la justicia.

Gástanse en obras

los capitales,

gana el obrero

buenos jornales.

Las ciencias brillan

por su adelanto

y las escuelas

son un encanto.

Parece un sueño

ventura tal:

No hay en todo el mundo

otro pueblo igual.


Coro

Parece un sueño, etc…


El Rey

De mi extensa monarquía,

los estados recorrí:

todo es gozo y alegría,

y entusiasmo por ahí.

Como página de gloria

que otro rey no alcanzará,

en el libro de la historia

mi reinado quedará.

Vi prosperando

por toda partes

las bellas letras,

las bellas artes;

está la industria

desarrollada;

la gente vive

feliz y holgada.

Hallé el comercio

a gran altura

y floreciente

la agricultura.

Parece un sueño

ventura tal,

no hay en todo el mundo

otro pueblo igual.


Coro

No hay en todo el mundo, etc…


Música N.º 1 C. Minueto


(EL REY y los Consejeros se sitúan en el primer término izquierda. Minueto durante el cual desfilan ceremoniosamente los CORTESANOS ante EL REY, saludándole respetuosamente. Repetición del Himno y vanse CORO y soldados. Córrense los tapices del fondo.)


Música. N.º 1 D. Final de la introducción


Coro

¡Viva el Rey! ¡Viva el Rey!, etc.


Escena IV


Hablado


EL REY, EL GENERAL, EL GOBERNADOR, EL INTENDENTE y EL ALMIRANTE


El General

Señor, creemos que estaréis satisfecho de las pruebas de cariño, respeto y entusiasmo con que en toda la nación os ha recibido vuestros súbditos.


El Rey

Sí que lo estoy.


El General

(¡Está satisfecho!) (Al ALMIRANTE.)


El Rey

Pero, vamos ver, mis queridos Consejeros: ahora que estamos solos, vais a hablarme con toda franqueza


El Gobernador

Decid, señor.


El Rey

Como hace tan poco tiempo que ocupo el trono y nunca había salido de la corte, os aseguro que todo me ha pillado de sorpresa


El Gobernador

Es natural.


El Rey

Me ha llenado de asombro el ver que en mi reino todas las gentes son completamente felices.


El Almirante

¡Sí que lo son!


El Intendente

¡Sin duda alguna!


El Gobernador

¡Felicísimas!


El General

¿No han de serlo, reinando vos y gobernando nosotros?


El Rey

Supongo que no me habréis engañado.


El General

¡Señor!


El Rey

Y que lo que he visto será verdad.


El Gobernador

¡Una verdad patente!


El Almirante

¡Indiscutible!


El intendente

¡Palmaria!


El General

¡Inconcusa!


El Gobernador

¡Como que ése es el lema de nuestro gobierno: la verdad ante todo!


El Almirante

¡La verdad por delante!


El General

¡La verdad desnuda! Es decir, desnuda no, porque sería poco decente.


El Rey

¡Está bien! De modo que lo único extraordinario en mi obsequio habrá sido las colgaduras, las luminarias y los arcos de triunfo.


El General

Lo único, señor.


El Gobernador

Podemos asegurarlo.


El Rey

Y todas esas manifestaciones de entusiasmo con que me han recibido, serían espontáneas.


El Gobernador

Muy espontáneas.


El Rey

Lo comprendo bien, porque el pueblo no tiene razones para quejarse ni de su Rey ni de mis Consejeros.


Todos

¡Gracias, señor!


El Rey

Tú, mi querido Intendente, llenas las arcas del Tesoro con impuestos justos y equitativos.


El Intendente

¡Equitativos y justos!


El Rey

Tú, mi inteligente Gobernador, sostienes una política de moderación y de templanza.


El Gobernador

Eso procuro.


El Rey

Tú, mi bizarro General, te desvelas por la disciplina y esplendor de nuestro ejercito.


El General

Me hacéis justicia.


El Rey

Y tú, mi dignísimo Almirante, me aseguras que la reorganización de nuestra marina de guerra marcha perfectamente.


El Almirante

Marcha viento en popa.


El Rey

Por consecuencia, mis queridos Consejeros, bien puede asegurarse para mis estados una era de paz, de ventura y de calma.


El Almirante

¡Calma chicha, señor!


El General

¡Completamente chicha!


El Rey

Pues bien; en esta excursión hecha por vuestro consejo, he visto lo siguiente: que el país está satisfecho de vosotros; que vosotros estáis satisfechos del país; que en mi reino todo es prosperidad, riqueza y alegría; que mis súbditos se pasan la vida en constante jolgorio y que aquí no se aburre nadie.


Todos

¡Nadie!


El Rey

¡Nadie… más que yo!


El General

¿Cómo?


El Almirante

¿Vos?


El Intendente

¡Señor!


El Gobernador

¡Qué decís!


El Rey

La verdad, que estoy aburridísimo. Hace dos meses que me lleváis de un lado para el otro y estoy ya harto de tantos arcos triunfales, de tantos discursos, de tantos banquetes y de tanta marcha real.


El General

Bien, pero ahora volvéis a la vida tranquila de palacio.


El Rey

¡Si es que esto me aburre más todavía!


El General

¿Os aburrís aquí?


El Rey

Soberanamente. Como puede aburrirse un soberano. Por lo cual, he tomado una resolución.


El Gobernador

¿Qué resolución?


El Rey

Aprovechar la tranquilidad que se disfruta para hacer inmediatamente un viaje a mi gusto.


El General

¿Cómo?


El Rey

De incógnito. Pero de verdadero incógnito, no como los hacen siempre los reyes; no voy a viajar ocultándome bajo un título de conde o de duque, sino como un cualquiera, vestido pobremente y andando a caballo o a pie, o como me dé la gana.


El Gobernador

Pero, señor, comprended que un monarca…


El Rey

Un monarca de mi edad, de mis condiciones y de mi temperamento, necesita algunos días de expansión, de desahogo. ¿No recordáis alguna de esas leyendas encantadoras, en que un rey se disfraza con humilde traje y corre aventuras, y se mezcla entre la gente del pueblo? Pues bien, yo quiero ser uno de esos reyes.


El Gobernador

(¡Nos ha salido romántico!) (Al INTENDENTE.)


El General

¡Eso es imposible!


El Almirante

¡Completamente imposible!


El Rey

¿Sí? Pues mi resolución es irrevocable. Voy a cambiar de traje y, enseguida, sin que nadie se entere, tomo cuesta arriba por el camino de los robledales, y en el primer pueblo que encuentre dormiré esta noche como un cualquiera.


El Gobernador

¡Señor! Un viaje en esas condiciones lo considero antipolítico.


El General

Y ocasionaría perturbaciones peligrosas.


El Intendente

¡A riesgos inminentes!


El Almirante

¡A catástrofes inesperadas!


El Rey

Repito que mi resolución es irrevocable. Si no estáis conforme con ella, enviadme vuestras dimisiones. (Vase primera izquierda.)


Escena V


Dichos, menos EL REY.


Música (N.º 2) Cuarteto-Polka de la dimisión


El Gobernador

¡La dimisión!


El Intendente

¡La dimisión!


El Almirante

¡La dimisión!


El General

¡La dimisión!


Todos

Nos priva por completo

de la gobernación.

Nos pone en un aprieto

su determinación.


El Gobernador

¿Qué hacemos?


El General

No lo sé.


El Almirante

El caso es de pensar.


Todos

Meditemos,

calculemos

si debemos

renunciar.


El Almirante

¡La dignidad se impone!


El Intendente

¡Obremos con valor!


El Gobernador

¡Exígelo el decoro!


El General

¡Lo pide nuestro honor!


Todos

¡Sí, señor! ¡Sí, señor!


El Intendente

¿Qué hacemos?


El Gobernador

No lo sé


El Almirante

Forzoso es decidir.


Todos

Meditemos,

calculemos

si debemos

dimitir.


El Almirante

¡Audacia y energía!


El Intendente

¡No más debilidad!


El Gobernador

¡Tengamos entereza!


El General

¡Tengamos dignidad!


Todos

¡Es verdad! ¡Es verdad!


El Almirante

¿Qué hacemos?


El Intendente

¡No lo sé!


El General

Su marcha hay que impedir


Todos

Meditemos,

calculemos

si debemos transigir.

(Meditación.)


El General

¡Eso sí!

(Para sí.)


El Gobernador

¡Eso no!

(Id.)


El Intendente

¡No lo sé!

(Id.)


El Almirante

¡Qué sé yo!

(Id.)


El General

Yo, jamás.

(Id.)


El Gobernador

¿Para qué?

(Id.)


El Intendente

¡Qué se yo!

(Id.)


El Almirante

¡No lo sé!

(Id.)


El General

¡Compañeros, compañeros,

se salvó la situación!

Voy de fijo a complaceros

con mi determinación.


El Almirante

Sepamos, pues, la decisión.


El Gobernador

Decid cuál es vuestra opinión.


El General

No encuentro más que un modo,

ni hay otra solución.


Los Tres

¡Qué emoción!


El General

Hagamos, todo, todo…

(Con energía.)

¡Menos dimisión!


Los Tres

¡Tenéis razón!

¡Somos en todo, en todo,

de vuestra opinión!

(Se dan la mano cariñosamente.)


Hablado


El Almirante

Bravo, General, bravo: habéis encontrado el áncora de salvación; sólo nos queda el recurso de ponernos al pairo hasta que pase la borrasca. Nuestras manos son las únicas que pueden empuñar con pericia el timón de la nave del estado.


El Gobernador

Las únicas. Estamos conformes, Almirante.


El General

¡Hacer dimisión! ¡No faltaba más!


El Intendente

¡Eso es exigir demasiado!


El General

Nosotros entramos en el poder para sacrificarnos en aras del país y no debemos retirarnos a la vida privada… (Todos afirman)


El Intendente

Privada de sueldo.


El Gobernador

Eso es.


El Almirante

Mantengamos izada nuestra bandera y sigamos el derrotero que nos hemos trazado.


El General

Bien, pero, señores, no olvidemos que el Rey va a emprender su viaje inmediatamente, que va a oír las quejas de los pueblos y que va a convencerse de que le hemos engañado.


El Gobernador

¡Claro! Descubrirá que los contribuyentes están hartos de pagar tributos. (Al INTENDENTE.)


El Intendente

Y que vuestra política deja mucho que desear. (Al GOBERNADOR.)


El Almirante

Y que el ejército está descontento. (Al GENERAL.)


El General

Y que la marina, a pesar de esa calma chicha de que le habéis hablado, no es chicha ni limoná. (Al ALMIRANTE.)


El Intendente

¡Va a descubrirlo todo!


El General

¡Estamos perdidos!


El Gobernador

No os apuréis. Hay un medio para salvarnos.


El General

¿Cuál?


El Intendente

Decid.


El Almirante

Hablad.


El Gobernador

El Rey ha dicho que esta misma noche dormirá de incógnito en el primer pueblo que se encuentre por el camino de los robledales.


El general

Eso ha dicho.


El Gobernador

Pues os advierto que es uno de los pueblos más agobiados por los impuestos. Pero no importa: yo me adelanto, de incógnito también, reparto allí dinero, preparo fiestas y diversiones, y el Rey se encontrará con un pueblo que ríe, baila y canta como si fuera completamente feliz.


El General

¡Muy bien pensado!


El Almirante

¿Y si se empeña en continuar el viaje?


El Gobernador

Me adelantaré a él y prepararé el terreno. Con dinero se arregla todo.


El General

Así lo hemos arreglado siempre.


El Intendente

Pues no hay tiempo que perder. Pasad por la tesorería y que os entreguen cuanto os haga falta.


El General

Sí, id al momento.


El Gobernador

Compañeros, adiós.


El Almirante

Buena suerte


El Gobernador

Quedad tranquilos. (Vase por la segunda derecha.)


Escena VI


Dichos menos el GOBERNADOR, luego UN CORTESANO.


El Almirante

Este hombre entiende la aguja de marear.


El General

¡Vaya si la entiende!


Un Cortesano

¡Mi general! (Por la primera izquierda.)


El General

¿Qué ocurre?


Un Cortesano

El Rey os espera en su cámara.


El General

(¡El Rey! Acaso haya desistido de su viaje.)


El Intendente

(¡Quién sabe!)


El General

Voy allá. (Aguardadme.) (Si habrá pensado alguna nueva diablura…) (Vase seguido del CORTESANO.)


Escena VII


EL ALMIRANTE y EL INTENDENTE.


El Almirante

¡Ay, mi querido Intendente!


El Intendente

¡Ay, mi querido Almirante!


El Almirante

Lo que pasa es irritante.


El Intendente

Y el peligro es inminente.

Yo, la verdad, no respondo

de que no demos un tumbo.


El Almirante

Pues yo no cambio de rumbo

Aunque siga mar de fondo.

El Rey es un imprudente.


El Intendente

Es un chiquillo ignorante.

¿No digo bien, Almirante?


El Almirante

Decís muy bien, Intendente.


El Intendente

¡Si desistiera quizás

de recorrer el país!..


El Almirante

¡No nos pondría en un tris,

si, al fin, se volviese atrás!


El Intendente

Sería muy conveniente.


El Almirante

Pero, yo dudo, no obstante…


El Intendente

¿De qué dudáis, Almirante?


El Almirante

¡Dudo de todo, Intendente!


El Intendente

Ya habéis visto con qué afán

indicó su plan, al fin.


El Almirante

Este Rey es un simplín

que lo hace todo sin plan.


El Intendente

¡Eh! ¿Quién se acerca? Adelante. ¿Un pastor?


El Almirante

¡El Rey!


El Rey

¡Presente!


El Almirante

(¡No hay esperanza, Intendente!)


El Intendente

(¡Nos lucimos, Almirante!)


Escena VIII


Dichos y EL REY de pastor.


Música (N.º 3). Idilio pastoril


El Rey

Soy un pastor sencillo.

Huelo a romero, huelo a tomillo,

y toco la zampoña y el caramillo


El Almirante y El Intendente

(No es malo el que nos arma

este chiquillo)


El Rey

Huelo a romero,

huelo a tomillo.

Quiero al son de la gaita

cantar mis quejas,

y comer nata y queso

de mis ovejas.

Si una linda zagala

llega a la fuente,

calme su cantarillo

mi sed ardiente

y al dormir en sus brazos

siesta de amor,

ella será la reina

de este pastor.


El Almirante y El Intendente

(Busca una égloga

para su amor.

¡Ay, qué bucólico

está el señor!)


El Rey

Quiero vida campestre,

dulce y tranquila

y escuchar del rebaño

la alegre esquila.

Más que lujo y riqueza,

gloria y honores,

ambiciono la vida

de los pastores

y a la orilla del río

murmurador,

entonar con mi gaita

cantos de amor


El Almirante y El Intendente

(Busca una égloga

para su amor.

¡Ay, qué bucólico

está el señor!)


El Rey

¡Qué grata música

para el pastor!

¡Qué melancólico

canto de amor!


Hablado


El Rey

¡Soy feliz, completamente feliz! ¡Al cabo voy a disfrutar de esa independencia con que tantas veces he soñado!


El Almirante

Pero, señor…


El Rey

¿Qué os parece mi disfraz? ¿Habrá nadie que pueda sospechar quién soy?


El Intendente

Nadie.


El Almirante

¿Quién ha de sospecharlo?


El Rey

Pues eso es lo que yo deseo: pasar desconocido por entre mis súbditos y enamorar, como un cualquiera, a mis súbditas. ¡Lo que yo voy a divertirme! ¡Lo que voy a correr por esos pueblos!


El Intendente

Pero, señor; ¡reflexionad! Reflexionad que estáis obligado a cierta circunspección, a cierta prudencia…


El Almirante

Y que el viajar solo y con ese traje, puede exponeros a algún contratiempo.


El Rey

¿Por qué? ¿Por lo humilde de mi vestido? ¿Por la clase modesta a que parezco pertenecer? Vosotros me habéis afirmado repetidas veces que en mis estados la seguridad individual es completa.


El Intendente

¡Completísima!


El Rey

Entonces, nada tengo que temer. Soy un ciudadano cualquiera, que viaja protegido por las leyes y al amparo de un gobierno cuidadoso y justo.


El Intendente

Justo. (A eso no podemos decir que no.) (Al ALMIRANTE.)


El Rey

Además, os advierto que no voy solo.


El Almirante

¿No?


El Intendente

¿Quién os acompaña?


El Rey

¿Quién? Ahí le tenéis.


Escena IX


Dichos y El GENERAL vestido de pastor.


Música (N.º 4) Cuarteto de la risa


El Almirante

¿Quién es?


El Intendente

No sé.


El Rey

(A los dos.)

¿Qué tal?


El General

Aquí estoy ya, señor.


El Almirante y El Intendente

¡Dios mío! ¡El General

vestido de pastor!


El General

Ya estoy aquí.


El Almirante

¡Qué raro está!


El Intendente

¿Verdad que sí?


Los Dos

¡Ja, ja, ja, ja!


El General

Por vos, de mí se ríen ya.


Todos

¡Ja, ja, ja, ja!


El Rey

¡Me lo temí!


El Intendente y El almirante

¡Y por ahí se marchará, vestido así!


Todos

¡Ja, ja, ja, ja!


El Rey

El verle así,

qué risa da.


El General

¡Pobre de mí!


El Rey

Así, sin bigote,

parece un muchacho.


El General

Lo que yo parezco

es un mamarracho,

mas por daros gusto

me desfiguré

y hasta mi bigote

os sacrifiqué.


El Rey

Creedme a mí, ya crecerá.


El General

¡El que perdí ya no saldrá!


Todos

¡Ja, ja, ja, ja!


El Rey

¡El verle así, que risa da!


El General

¡Pobre de mí!


Todos

¡Ja, ja, ja, ja!


El Almirante y El Intendente

Y por ahí se marchará vestido así


Todos

¡Ja, ja, ja, ja!


Hablado


El Rey

¡Vamos, señores, basta de chanzas! Yo agradezco, en lo que vale, el sacrificio que por mí ha hecho el General


El General

¡Bien podéis agradecérmelo, señor! ¡Mi bigote era el encanto de las damas! Y además, un General de artillería que se descañona, es el colmo de la obediencia al soberano.


El Almirante

No hablemos más de eso. ¡Pelillos a la mar!


El General

(¡Llama pelillos a aquel bigotazo!)


El Rey

¡Ea, General, andando! Salgamos por la puerta secreta. Vosotros quedáis encargados que nadie se entere de mi marcha.


El General

Sí. ¡Qué no se sepa nada de esto! ¡El ejército, sobre todo, que lo ignore!


El Intendente

Id tranquilo, señor.


El Rey

¡Vamos, vamos! Ya estoy deseando verme libre por esos campos. ¡Basta de etiquetas palaciegas! ¡Abajo las fórmulas cortesanas! ¡Viva la libertad! (Vanse EL REY y EL GENERAL por la puerta derecha.)


El Intendente

¡Dios mío! Un rey que grita ¡Viva la libertad!


El Almirante

¡Nos vamos a pique!


El Intendente

Un grito tan imprudente

no hay ministro que lo aguante.


El Almirante

Si es peor ponerse enfrente.


El Intendente

¿Sí?, pues paciencia, Almirante.


El Almirante

Resignación, Intendente.


(Vanse cada uno por su lado.)


Cuadro Segundo

Plaza de un pueblo. A la derecha, en primer término, la Casa Consistorial. A la izquierda, un mesón, a cuya puerta de entrada hay una mesa y dos taburetes. Es la caída de la tarde.