Diferencia entre revisiones de «La bruja (Ramos Carrión)»

Contenido eliminado Contenido añadido
Línea 7992:
ella, varios OFICIALES beben. LEONARDO, separado de ellos y meditabundo. Es de noche y
alumbra la escena un farol.
 
 
''Escena I''
 
 
LEONARDO y OFICIALES.
 
 
'''Música (N.º 15)'''
'''Brindis'''
 
 
Coro
 
En tanto que la guerra
 
nos deje descansar,
 
tranquilos disfrutemos
 
los goces de la paz.
 
En alto, pues, las copas
 
que convidando están,
 
y el vino y los licores
 
alegres apurad.
 
¡Leonardo, fuera pena!
 
 
Leonardo
 
Dejadme, por favor,
 
que tengo el alma llena
 
de angustia y de dolor.
 
 
Coro
 
Razón de más
 
para beber,
 
que en fondo del vaso
 
se encuentra el placer.
 
 
Leonardo
 
Quien no es feliz
 
no ha de beber,
 
que en el fondo del vaso
 
no encuentra el placer.
 
 
Coro
 
¡A beber,
 
a beber!
 
(Le obligan a que beba.)
 
 
Leonardo
 
Un tiempo yo
 
que era dueño soñé
 
de una ninfa ideal
 
que al alma dio
 
el consuelo y la fe
 
de un amor celestial.
 
Al despertar,
 
la ventura de ayer
 
para siempre voló;
 
sólo el pesar
 
el mentido placer
 
como huella dejó.
 
Así, el alma mía
 
no puede gozar
 
y toda la alegría
 
se trueca en pesar.
 
La dicha y la calma
 
no vuelve el licor,
 
que toda mi alma
 
la inunda el dolor.
 
 
Coro
 
La dicha y la calma
 
te vuelve el licor,
 
y arroja del alma
 
tan fiero dolor.
 
 
Leonardo
 
Por siempre aquí
 
el recuerdo de amor
 
sólo puedo guardar.
 
Ya no hay en mí
 
más que pena y dolor;
 
mi destino es llorar.
 
Dicha de ayer,
 
pasajera y fugaz,
 
halagüeña ilusión,
 
no has de volver
 
y robaste la paz
 
de mi fiel corazón.
 
Así, el alma mía…
 
 
Coro
 
La dicha y la calma
 
te vuelve el licor…
 
 
'''Hablado'''
 
 
Oficial 1.º
 
Ea, bebed capitán, bebed y animaos.
Desechad esa melancolía que os devora
y pensad sólo en que sois joven y en que
tenéis delante un porvenir glorioso.
 
 
Oficial 2.º
 
Y más ahora, que la guerra parece próxima
a encenderse.
 
 
Oficial 1.º
 
En efecto, las noticias que han llegado de
la corte no pueden ser más alarmantes. Se
espera, de un momento a otro, la muerte
del rey.
 
 
Leonardo
 
¿Y quién ceñirá al cabo la corona
de España?
 
 
Oficial 1.º
 
El duque de Anjou: todas las influencias
cortesanas están en favor suyo.
 
 
Leonardo
 
¡Dios lo haga!
 
 
Oficial 1.º
 
Poco partidario sois, por lo visto, de los
Austrias.
 
 
Leonardo
 
Con ellos seguiría imperando en nuestra
patria la Inquisición, y el nieto de Luis
XIV viene de una tierra donde no se ha
implantado ese Tribunal odioso.
 
 
Oficial 3.º
 
¡Tanto aborrecéis al Santo Oficio!
 
 
Leonardo
 
Un mandato suyo desvaneció mis sueños
de ventura, arrebatándome la mujer que
era todo mi encanto.
 
 
Oficial 1.º
 
Luego, ¿es cierto lo que dicen de vuestros
amores con una hechicera?
 
 
Leonardo
 
Así lo juzgaron la superstición y la
ignorancia, hoy por desdicha, tan
arraigadas en nuestro pueblo.
 
 
Oficial 1.º
 
Es decir, ¿que no era tal bruja?
 
 
Leonardo
 
(Levantándose.)
No era sino un ángel de bondad. Murió
en la emigración su padre, el condede Acevedo, desterrado por conspirar
contra el despótico poder de María Ana
de Austria, y al encontrarse sola en país
extraño, sintió el deseo de volver a su
patria. Un abandonado castillo de su padre
le sirvió de albergue. Rodeose de misterio
para evitar el ser conocida, sembró
desde allí el bien por toda la comarca,
fue la providencia de los desgraciados;
pero la Inquisición juzgó hechicerías
sus bondades, y se apoderó de ella para
imponerle el castigo.
 
 
Oficial 1.º
 
Y ¿la han condenado?
 
 
Leonardo
 
A reclusión perpetua. No encontrando
causa bastante para pena más dura,
el Santo Oficio la ha encerrado en un
claustro, obligándola a que profese para
probar su fe cristiana.
 
 
Oficial 2.º
 
Ahora me explico vuestros paseos
nocturnos junto a las tapias del convento
vecino. ¿Está allí?
 
 
Leonardo
 
Allí está.
 
 
Oficial 1.º
 
Y ¿os resignáis a vuestra desgracia?
 
 
Leonardo
 
No, por Dios.
 
 
Oficial 2.º
 
¿Qué proyecto tenéis?
 
 
Leonardo
 
Antes de que sus votos hagan imposible
nuestra unión, procuraré salvarla.
 
 
Oficial 1.º
 
Si para algo podemos serviros, contad con
nosotros.
 
 
Leonardo
 
Gracias, compañeros. Tengo mi plan y
pronto espero realizarlo.
 
 
Un Soldado
 
(Por la puerta izquierda.)
Mi capitán, dos mujeres desean hablaros.
 
 
Leonardo
 
¡Ah, por fin! Hazlas pasar. (A los OFICIALES.)
Os ruego que me dejéis solo.
 
 
Oficial 1.º
 
Con Dios quedad, y no olvidéis nuestro
ofrecimiento.
 
 
Leonardo
 
Gracias, compañeros, gracias.
(Vanse por la derecha.)
 
 
''Escena II''
 
 
LEONARDO, MAGDALENA y ROSALÍA.
 
 
Leonardo
 
Veremos si por fin salgo de esta angustiosa
incertidumbre. Pasad, pasad pronto.
(Yendo a la puerta de la izquierda.)
 
 
Magdalena
 
¿Estamos solos?
 
 
Leonardo
 
Sí, podemos hablar. ¿Venís del convento?
¿La habéis visto? ¿Leyó mi carta?
 
 
Magdalena
 
Calma, hijo, calma.
Déjanos siquiera respirar.
 
 
Rosalía
 
Venimos del convento, pero no hemos
podido verla.
 
 
Leonardo
 
¿Y La Superiora?
 
 
Magdalena
 
Tampoco.
 
 
Leonardo
 
Entonces…
 
 
Magdalena
 
Hemos quedado en volver.
 
 
Rosalía
 
Y la suerte nos favorece.
 
 
Leonardo
 
¿Cómo?
 
 
Rosalía
 
¿Sabes quién es el sacristán de las monjas?
 
 
Leonardo
 
¿Yo? No.
 
 
Magdalena
 
Pues, como nosotros, le conoces.
Ambrosio, el sobrino de los Camuños.
 
 
Leonardo
 
¡Ambrosio!
 
 
Magdalena
 
El mismo. Ya recordarás que su familia fue
en el pueblo una de las protegidas de
La Bruja.
 
 
Leonardo
 
No la llaméis así.
 
 
Magdalena
 
Tienes razón por nuestra bienhechora,
por Blanca. Pues bien; Ambrosio nos ha
prometido que hoy mismo veremos a La
Superiora. Con él se ha quedado Tomillo
para convencerle de que nos ayude.
 
 
Rosalía
 
Y Ambrosio nos ha contado todo lo que
pasa en el convento.
 
 
Leonardo
 
¿Qué pasa?
 
 
Magdalena
 
La comunidad está aterrada.
 
 
Rosalía
 
Y las educandas muertas de miedo.
 
 
Magdalena
 
Desde que Blanca entró allí, como todas
la tienen en opinión de bruja, huyen de
ella espantadas, y no hay quien se acerque
siquiera a la celda que ocupa.
 
 
Rosalía
 
Cuentan cosas horribles.
 
 
Magdalena
 
Por las noches aseguran que se oye ruido
de cadenas.
 
 
Rosalía
 
Que la campana suena sin que nadie
la toque.
 
 
Magdalena
 
Que andan por el claustro fantasmas
y duendes.
 
 
Rosalía
 
Y que de la celda de Blanca han visto salir
llamaradas rojizas.
 
 
Magdalena
 
Y que huele a azufre.
 
 
Leonardo
 
¡Cuánto fanatismo!
 
 
Magdalena
 
De todo lo cual sacan en limpio, y lo creen
a ojos cerrados, que la infeliz Blanca tiene
los diablos en el cuerpo.
 
 
Rosalía
 
Y hasta que se los saquen, no le permiten
que se ponga el hábito de novicia.
 
 
Leonardo
 
Pero, ¿piensan acaso?…
 
 
Magdalena
 
¡Ya lo creo! Tienen avisado a un fraile,
que según dicen es un prodigio para esas
cosas, y que no ha ido ya porque anda
muy ocupado sacando demonios por esos
pueblos de Dios.
 
 
Leonardo
 
¡Cuánta ignorancia! Pero no importa,
felizmente esa ceguedad viene en nuestro
auxilio. No lo dudéis, Blanca será mía.
 
 
Magdalena
 
¡Quiéralo Dios!
 
 
Leonardo
 
La superstición la ha perdido, la superstición
la salvará.
 
 
Magdalena
 
(Bajando la voz.)
Si antes no nos perdemos todos.
 
 
Leonardo
 
¿Por qué?
 
 
Magdalena
 
Yo no he vacilado en atender a tu súplica
y en venir a la ciudad para ayudarte; pero
cree que no las tengo todas conmigo. Si la
Inquisición se entera de lo que tramamos,
sabe Dios lo que será de nosotros.
 
 
Leonardo
 
No temáis nada: el golpe ha de ser decisivo
y yo os aseguro que no hay para vosotros
el menor peligro.
 
 
Rosalía
 
De todas maneras, puedes agradecer lo
que estamos haciendo. Bien es verdad que
ella se lo merece todo.
 
 
Magdalena
 
Ella… y éste, a quien he criado a mis
pechos. ¡Nunca creí que de aquel arrapiezo
saliera un día nada menos que un capitán
de los tercios españoles!
 
 
''Escena III''
 
 
Dichos, UN SOLDADO.
 
 
Un Soldado
 
Mi capitán.
 
 
Leonardo
 
¿Qué hay?
 
 
Un Soldado
 
Un padre franciscano desea veros.
 
 
Leonardo
 
¡A mí! (Aparte a MAGDALENA.) ¡Dios mío!
¿Habrán descubierto algo?
Magdalena
(El Señor nos proteja.)
 
 
Rosalía
 
(El cielo nos ampare.)
 
 
Leonardo
 
Hacedle entrar.
 
 
Un Soldado
 
Pasad, venerable padre. (Vase.)
 
 
''Escena IV''
 
 
Dichos, TOMILLO, de fraile franciscano. Cuando
se va el SOLDADO, bájase la capucha.
 
 
Tomillo
 
(Volviéndose de pronto hacia los que están en
escena.)
¡Padre, sí… pero venerable, no!
 
 
Leonardo
 
¡Tomillo!
 
 
Magdalena
 
¡Él!
 
 
Rosalía
 
¡Tú!
 
 
Tomillo
 
¡Silencio!
 
 
Magdalena
 
Pero, ¿qué significa?
 
 
Tomillo
 
¿Qué significa?, pues significa que éste es
el único medio de entrar en el convento
como Pedro por su casa.
 
 
Rosalía
 
¿Eh?
 
 
Magdalena
 
¿Cómo?
 
 
Tomillo
 
Entre Ambrosio y yo hemos arreglado
todo. Lo que no se le ocurre a un sacristán,
no se le ocurre a nadie. Ya ha subido al
convento a anunciar a La Superiora mi
próxima llegada.
 
 
Leonardo
 
Pero…
 
 
Tomillo
 
¿No están esperando a un fraile para que a la
pobre Blanca le saque los diablos del cuerpo?
Pues para diabluras estoy yo. Hablaré con
ella, le entregaré tu carta y sabrá lo que
tenemos proyectado para salvarla.
 
 
Leonardo
 
Nunca te creí tan atrevido.
 
 
Tomillo
 
Cuando llega el caso, me atrevo a todo.
(LEONARDO y MAGDALENA hablan
aparte.)
 
 
Rosalía
 
(Con tristeza.)
¡Ay, Tomillo! Me pareces un fraile de
verdad.
 
 
Tomillo
 
Todos pueden decir eso menos tú.
 
 
Rosalía
 
Tienes razón.
 
 
Tomillo
 
Pero que lo parezco es indudable. Por
esas calles he venido echando bendiciones
a diestro y siniestro, aunque supongo que
no habrá aprovechado ninguna. Y… mira.
(Enseñándole el escudo.)
 
 
Rosalía
 
¿Qué?
 
 
Tomillo
 
Un escudo. Ahí cerca me lo ha dado una
dama para que diga una misa por el alma
de su difunto. «Id con Dios, que ya os lo
dirán de misas», le dije.
 
 
Rosalía
 
Pero hombre…
 
 
Tomillo
 
El señor Cura del pueblo se encargará de
sacar ese ánima del purgatorio. Mañana
mismo le haré entrega de esta limosna.
(A LEONARDO, que ha estado hablando con
MAGDALENA en voz baja.)
Porque supongo que para mañana ya
estaremos allá.
 
 
Leonardo
 
¿Dónde?
 
 
Tomillo
 
En el pueblo.
 
 
Leonardo
 
Lo espero así.
 
 
Rosalía
 
¡Quiéralo Dios! Dos días ha que estamos
en Pamplona y me parece que estoy
separada de mis hijos hace ya un año.
 
 
Tomillo
 
Y a mí, un siglo.
 
 
Rosalía
 
¿Te acuerdas mucho de Leonardo?
 
 
Tomillo
 
¿Y de Tomasín?
 
 
Rosalía
 
¿Y de Periquillo?
 
 
Tomillo
 
Hijos de mi corazón
 
 
Rosalía
 
¡Hijos de mi alma! ¿Los quieres mucho,
verdad?
 
 
Tomillo
 
Tanto como a ti, ¡cara de cielo! ¡Boquita
de claveles, pichona mía! Y basta , que
estos requiebros no sientan bien con estos
hábitos.
(Redoble interior de tambores.)
 
 
Magdalena
 
(Que ha seguido hablando bajo con
LEONARDO.)
¿Qué es eso?
 
 
Leonardo
 
Los golpes para la retreta. Vosotras no
podéis permanecer por más tiempo en la
ciudadela. Salid y esperad a Tomillo. Tú,
ven conmigo a mi pabellón; tengo que
hablarte.
 
 
Magdalena
 
Adiós, Leonardo. Confía en nosotros.
 
 
Tomillo
 
Adiós.
 
 
Rosalía
 
Hasta después.
 
 
Tomillo
 
Hasta luego.
 
 
(Vanse por la izquierda MAGDALENA y
ROSALÍA. Ésta se vuelve desde la puerta a
mirar a TOMILLO y le tira un beso, cambiando
luego de actitud al ver a los SOLDADOS que
salen y a los que echa una bendición. Vase con
LEONARDO por la derecha.)
 
 
''Escena V''
 
 
Retreta interior. Aparecen por la izquierda los
ARCABUCEROS sin armas, que se forman en
ala frente al público.
 
 
'''Música (N.º 16)'''
'''Rataplán'''
 
 
Coro
 
Retírase el soldado
 
al toque de retreta,
 
que dan sonoro al viento
 
el parche y la corneta.
 
Ya suenan por aquí,
 
llamándonos están;
 
tararí, tararí,
 
rataplán, plan, rataplán.
 
La negra noche
 
con misterio y placidez
 
del tierno amante
 
protectora siempre fue;
 
que amor prefiere
 
a la luz la oscuridad,
 
porque entre sombras
 
se consigue mucho más.
 
(Unos cantan la copla, otros acompañan con
el rataplán.)
 
Todo enamorado,
 
menos el soldado,
 
logra por la noche
 
realizar su plan,
 
pues cuando él ya lista
 
tiene su conquista,
 
fuerte y despiadado
 
suena el rataplán.
 
 
Todos
 
Rataplán, plan, plan,
 
rataplán.
 
Al cuartel, al cuartel,
 
que llamando están;
 
rataplán.
 
Al cuartel, al cuartel,
 
que llamando están;
 
quedan ella y él
 
con el mismo afán.
 
Rataplán.
 
(Como antes.)
 
El dulce beso
 
que una boca nos negó
 
por ser pedido
 
a la clara luz del sol,
 
al fin lo alcanza
 
el que fue menos audaz,
 
si le protege
 
misteriosa oscuridad.
 
Pero si el soldado
 
no es bastante osado,
 
y de día toma
 
lo que no le dan,
 
fácil es que luego
 
no aproveche el fuego
 
y él encienda el horno
 
y otro coma el pan.
 
 
Todos
 
Rataplán, plan, plan,
 
rataplán.
 
Al cuartel, al cuartel,
 
que llamando están,
 
rataplán.
 
Si ella me es infiel
 
ya me vengarán.
 
Rataplán.
 
(Entran por la izquierda y cruzan la escena,
marchándose por la derecha, sin detenerse.)
 
 
'''MUTACIÓN'''
 
 
==Cuadro Quinto==