Diferencia entre revisiones de «La bruja (Ramos Carrión)»
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'''Preludio'''
==''Cuadro Primero''==
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se duerme de fijo.)
Magdalena
Padre nuestro,
que estás en los cielos…
Tomillo
(¡Dame a mí paciencia
para estos desvelos!)
Magdalena
Hágase tu voluntad…
Tomillo
(¡Si hiciera la mía,
qué felicidad!)
Rosalía
El pan nuestro de cada día
dánosle hoy.
Tomillo
(¡Ya lo creo que te lo daría,
y no es culpa mía
si no te lo doy!)
Rosalía
Perdonamos…
(ROSALÍA hace señas a TOMILLO de que
MAGDALENA se duerme.)
a nuestros deudores.
Tomillo
(¡Esto marcha bien!)
Rosalía
Mas líbranos de mal...
Tomillo
Amén.
Magdalena
(Medio dormida.)
Amén.
Rosalía
¡Amén!
(MAGDALENA deja caer el rosario al suelo.)
Tomillo
¡Amén!
Rosalía
Mira, Tomillo,
ya se durmió.
Tomillo
Del primer Padrenuestro
(Acercándose a ROSALÍA por detrás de
MAGDALENA.)
nunca pasó.
Rosalía
Ahora que en calma
mi madre duerme,
no metas ruido,
no se despierte,
ya que logramos
tan pocas veces,
hablar a solas
tranquilamente.
Tomillo
Pa que tu madre
no se despierte,
bajo, bajito,
di si me quieres.
Dilo, mi dueño,
una y mil veces
que, embelesado,
lo escucho siempre.
Rosalía
Habla más quedo,13
sé más prudente.
Tomillo
Pues anda, y pronto
di si me quieres.
¿Me quieres, di?
Rosalía
¡Qué pesadez!
Te quiero, sí.
Tomillo
Dilo otra vez.
¿Me olvidarás?
Rosalía
¡Ay, eso no!
Tomillo
¡Que otra vez más
lo escuche yo!
¡La última vez!
¿Me quieres, di?
Rosalía
¡Qué pesadez!
Cien veces sí.
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
¡Sí!
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
¡Sí!
Tomillo
Tú eres mi encanto;
mírame así.
Rosalía
¡Quiéreme tanto
como yo a ti!
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
¡Sí!…
(Apianando hasta casi no oírse. MAGDALENA
ronca muy fuerte.)
Tomillo
¡Ay, qué susto me ha dado!
(Soltando la mano de ROSALÍA, dando un
salto y viniendo a sentarse en su taburete.)
Rosalía
Buena señal,
cuando ronca tan fuerte,
bien dormirá.
(Otro ronquido.)
Tomillo
¡Agua va! ¡Pues ya escampa!
¡Qué atrocidad!
En la iglesia el piporro 14
no suena más!
(ROSALÍA pasa al lado de TOMILLO y, juntos,
avanzan hacia el proscenio.)
Rosalía
Ahora ya puedes
estar tranquilo,
que tiene el sueño
muy bien cogido.
Mas, por si acaso,
habla bajito,
sé más prudente,
no metas ruido.
Tomillo
¡Ay, Rosalía!
Tú eres mi hechizo,
por ti no duermo,
por ti no vivo.
Y si no logro
ser tu marido,
me ves un día,
colgao de un pino.
Dame un abrazo.
Rosalía
Quieto, Tomillo.
Tomillo
No te me escapas.
(Persiguiéndola por delante de MAGDALENA.)
Rosalía
¡Ya me has cogido!
Tomillo
Di si me quieres.
Rosalía
¡Vuelta a lo mismo!
Tomillo
¡Yo no me canso
nunca de oírlo!
¿Me quieres, di?
Rosalía
¡Qué pesadez!
Te quiero, sí.
Tomillo
Dilo otra vez.
¿Me olvidarás?
Rosalía
¡Ay, eso no!
Tomillo
¡Que otra vez más
lo escuche yo!
¡La última vez!
¿Me quieres, di?
Rosalía
¡Qué pesadez!
Cien veces sí.
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
¡Sí!
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
¡Sí!
Tomillo
Tú eres mi encanto,
mírame así.
Rosalía
Quiéreme tanto
como yo a ti.
Tomillo
¿Sí?
Rosalía
(Con el aliento.)
¡Sí!…
Magdalena
(Estornudando ruidosamente.)
¡Achís!
(ROSALÍA se deja caer sobre el taburete y
TOMILLO viene rápidamente a sentarse en el
suyo.)
'''Hablado'''
Magdalena
¡Achís, achís, achís!
Rosalía, Tomillo y Magdalena
¡Jesús!
Magdalena
Vaya, me he constipado; dejemos el rezo
por hoy.
Rosalía
Como su mercé disponga.
Magdalena
Creo que para acabar el rosario faltaba
algo todavía, ¿verdad?
Rosalía
Sí, algo faltaba...
Tomillo
Sí, faltaba algo.
Magdalena
Bueno, pues mañana lo rezaremos de más.
Hoy no puedo tenerme ya en pie.
(Levantándose.)
Tomillo
(Ni sentada.)
Magdalena
Y puesto que Tomillo se empeña en esperar
a Leonardo, vamos a acostarnos nosotras.
Tomillo
(¡Maldita sea tu estampa!) Bueno, aguardaré
aquí solito... (y llevado de los demonios.)
Magdalena
Enciende el candil, Rosalía.
(Mientras ésta le obedece, encendiendo en el que
pende de la chimenea otro más pequeño que está
colgado de un clavo en la pared, MAGDALENA
recoge el huso y la rueca cuidadosamente y los
coloca en un rincón.)
Tomillo
(Acercándose al taburete en que ROSALÍA está
de pie.)
(Luego vendré a darte música con todos
los mozos, que estamos citados en la
plaza. No dejes de salir a la puerta.)
Rosalía
(¿Y si mi madre lo oye?)
Tomillo
(Anda y que rabie, que bastante saliva
trago yo por ella.)
Magdalena
¿Eh, qué es eso? ¿Otra vez de palique?
Mira, Tomillo, que estoy harta de
contemplaciones…
Tomillo
¡Señá Magdalena, si la quiero mucho!
Magdalena
(Remedándole.)
¡La quiero mucho, la quiero mucho!
Con tu querer sacará ella bastante…
cuando tengas cien doblones como ése
que te ha dado La Bruja, vente por aquí y
hablaremos. Hasta entonces, perdona por
Dios, hijo...
Tomillo
¡Cien doblones!
Magdalena
Ni más ni menos. En eso ha dotarla el que
se case con ella. Andando, chica.
Rosalía
Vamos, madre.
Magdalena
Buenas noches.
Tomillo
¡Felices, señá Magdalena, que durmáis
bien. (Así tengas una pesadilla que te dure
toda la noche.)
Rosalía
(¡Adiós!)
Tomillo
(Junto a la puerta de la izquierda.)
(Adiós. ¿Me quieres?)
Rosalía
(Sí.)
Tomillo
(¿Mucho, mucho?)
Rosalía
(Mucho.)
Tomillo
(Dímelo otra vez.)
Rosalía
(Que sí.)
Tomillo
(¿Mucho?)
Magdalena
¡Vamos, muchacha!
Rosalía
(Desde la puerta.)
Mucho, mucho, mucho.
''Escena II''
TOMILLO solo.
Tomillo
¡Cien doblones! ¡Ya lo creo que los vale! ¡Y
un millón de ellos! ¡Pero facilillo es buscar
tanto dinero! ¡Si yo lo tuviese!… Alquilaba
el molino del tío Salvaó y quién me tosía
a mí entonces… Con Rosalía y con mi
molino … ya había yo de moler, ya.
(LEONARDO fuera y lejos, acercándose.
Canta.)
'''Música (N.º 4)'''
'''Canción de Leonardo'''
Leonardo
¡Noche oscura que amedrentas
al perdido caminante,
aún más negras son las nubes
en el alma de un amante!…
¡Ay de mí,
que en vano por buscarte
el mundo recorrí!,
¡Ay de mí!
'''Hablado'''
Tomillo
Vamos, ahí está Leonardo. Siempre con
canciones tristes. No comprendo que
haya quien cante eso habiendo una jota
que, sólo de oírla, parece que le nacen a
uno castañuelas en el corazón.
(Abre la puerta.)
''Escena IV''
TOMILLO y LEONARDO, éste con arcabuz,
avíos de caza y una bocina pendiente de un
cordón y colocado a la bandolera.
Leonardo
Buenas noches, Tomillo.
Tomillo
Felices las tengas.
Leonardo
¿Y Magdalena y Rosa?
Tomillo
A la cama se fueron cansadas de esperarte,
y con cuidado por tu tardanza.
Leonardo
¡Bah! Pues ya debieran haberse
acostumbrado.
(Colgando el arma en la panoplia.)
Tomillo
¿Y qué tal la caza, ha sido buena? ¡Toma!...
¡Pues si vienes con el zurrón vacío!
(Mirándolo.)
Leonardo
Más que lo fue a la madrugada, porque
entonces llevaba las provisiones para el día.
Tomillo
¿Sabes que si continúas de ese modo, bien
pronto has de perder la fama de buen
cazador que tienes en el pueblo?
Leonardo
Me cuido poco de ella. (Sentándose en el
sillón.)
Tomillo
Antes no había corzo ni jabalí seguro en
esos bosques cuando ibas con tu arcabuz,
y ahora dices que vas a perseguirlos y,
por lo visto, pasan por delante de ti sin
tenerte ya miedo, y vuelves a casa sin una
triste liebre, ni cosa que se le parezca.
Leonardo
Es verdad.
Tomillo
¿Pero qué diablos te sucede hace algún
tiempo? Enamorado, no lo estás, porque tú
no sales de estos contornos, y yo conozco
todas las mozas en diez leguas a la redonda
y en ninguna fijas tus miradas, por lo cual
andan ellas muy mustias y cariacontecidas.
Leonardo
(Distraído.)
¿Si, eh?
Tomillo
¡Vaya, pues qué más quisieran que un
mancebo gallardo, como tú, las requebrara!
¡Y que al cabo y al fin eres hidalgo!
Leonardo
Si, hidalgo de gotera. Mi hidalguía no se
extiende más allá de los límites de este
pueblo. Saliendo de él soy tan plebeyo
como tú. En esta casa que me dejó
mi padre, donde él vio la luz, como
mis abuelos, conforme con la suerte
humilde, dueño de escaso patrimonio,
pero suficientemente para mis cortas
necesidades, pasaré mi vida.
Tomillo
Pues si yo estuviera en tu caso, ya había
volao por esos mundos a probar fortuna.
¡Qué diantre! Un hidalguillo tan pobre
como tú era, según dicen, don Fernando
de Valenzuela, y a la corte se fue, y gracias
a la protección de la augusta madre de
nuestro rey don Carlos II, que Dios
guarde, llegó a ministro y marqués y qué
sé yo qué más en bien poco tiempo.
Leonardo
Y cayó luego y fue desterrado a las
Filipinas y nadie se acuerda ya del santo
de su nombre.
Tomillo
Sí, pero él hizo su suerte.
Leonardo
Y su desgracia; vale más no alimentar
sueños de ambición, que difícilmente
habrán de realizarse, y vivir tranquilo
y ateniéndose cada cual a lo que tiene.
Hidalgo pobre nací, hidalgo pobre moriré.
(Se levanta.)
Tomillo
Sí, pero hidalgo dado a todos los diablos.
Porque a lo que se ve, tú no estás muy
resignado con tu suerte.
Leonardo
Por completo.
Tomillo
Entonces, ¿cuál es la causa de tu tristeza;
qué es lo que te pasa? Vamos hombre,
dímelo, confíame tus penas, que aunque
no sepa tanto como tú, porque no haya
tenido un tío cura que me haya enseñado
de letras y sea un rústico pastor, no dejo
de tener alguna luz natural y quién sabe si
se me ocurrirá algo que te consuele.
Leonardo
Gracias, Tomillo, gracias. Estimo en lo
que vale tu buena intención, y...
Tomillo
Vaya, vaya, déjate de tonterías; dime
lo que te sucede, que debe de ser cosa
muy grave.
Leonardo
¡Y tanto!
Tomillo
¿Eh? Ya lo decía yo y lo decíamos todos.
Leonardo
Voy a confiarte mi secreto; pero con la
condición de reservarlo siempre.
Tomillo
Soy un pozo.
Leonardo
Estoy enamorado.
Tomillo
¡Ya apareció aquello! ¿Pero de quién?
Leonardo
De un fantasma.
Tomillo
¡Caracoles!
(Retrocediendo.)
Leonardo
¡No, no estoy loco. Escucha y sabe la causa
de esta melancolía que hace ya un año me
devora.
'''Música (N.º 5)'''
'''Racconto de Leonardo'''
En una noche plácida
del ardoroso estío,
y al pie de un sauce lánguido,
que presta sombra al río,
tranquilo yo aguardaba,
durmiendo en la ribera,
del día ya cercano
la dulce luz primera.
De pronto, me despierto
y miro allí asombrado,
que una mujer bellísima
cruzaba el río a nado.
Envuelta en blanca túnica,
que apenas la cubría
a mis pasmados ojos,
la hermosa se ofrecía.
Su espalda tersa y pura
de blanco mármol era;
caía en sueltas ondas
la rubia cabellera;
y al sostenerla a flote
con su corriente fría,
en torno acariciarla
el agua parecía.
Yo absorto contemplándola
suspenso me quedé,
y con mirada atónita
sus formas admiré.
Tomillo
Pues si yo estoy allí,
aunque no sé nadar,
me zambullo de fijo en el agua
sin vacilar.
Leonardo
De mi estupor saliendo
me adelanté imprudente,
y ella asustada entonces
hundiose en la corriente.
¡Me lanzo al agua loco
dispuesto a perseguirla
y aparecer la veo
allá en la opuesta orilla!
Medrosa recatándose
de la mirada impura,
desaparece rápida
en la floresta oscura.
Yo nado, llego, busco,
recorro el bosque entero,
sin perdonar ramaje,
sin olvidar sendero;
mas todo, todo en vano,
buscando el bien que huía,
me sorprendió rendido
la luz del nuevo día.
¡Y aún dudo, triste y mísero,
si fue aquella beldad
aparición fantástica
o hermosa realidad.
Tomillo
Sueño fue, sueño fue;
yo también, ¡ay de mí!;
entre sueños 17 mil veces he visto
mujeres así…
'''Hablado'''
Tomillo
Vaya, Leonardo, déjate de bobadas y cree
que todo ello fue una ilusión y nada más.
Estarías adormilado, viste en el río a
cualquier moza del pueblo que se bañaban
como suelen y...
Leonardo
No; era un ser desconocido, ideal…
Tomillo
Calla, tonto; aunque fuera alguna chica de
por acá, tú la desconocerías, y no tiene
nada de extraño; como no acostumbramos
a verlas en ese traje...
Leonardo
Esa mujer misteriosa existe sólo para mí.
¿Sabes quién me lo ha dicho?
Tomillo
¿Quién ?
Leonardo
La Bruja.
Tomillo
¿Eh? ¿Cómo?
Leonardo
Sí. Ella me lo ha asegurado. Ella,
echándome las cartas aquí mismo, me ha
repetido: «Ten fe, ten esperanza y ese ser
realizará tus sueños de amor y ventura».
Tomillo
Oye, oye; ¿y cuándo te ha dicho todo eso?
Leonardo
Muchas veces.
Tomillo
¿Pero, tú la ves?
Leonardo
Sí.
Tomillo
¡Y luego dice el señor Cura que son
ilusiones mías y paparruchas!
Leonardo
Tú ignoras, como todos, que fue a
consecuencia de aquella misteriosa
aparición el caer yo gravemente enfermo
el año pasado.
Tomillo
¡Ah! ¿Con que fue de eso?
Leonardo
Sí, la excitación que me produjo el dudar
si era realidad o sueño aquella imagen
que me robó los sentidos, me puso en un
estado tal, que temieron por mi vida.
Tomillo
Ya lo creo; como que más estuviste en el
otro mundo que en éste.
Leonardo
Pues bien; ella veló mi sueño muchas
veces.
Tomillo
¿Quién, La Bruja?
Leonardo
Sí.
Tomillo
¿Y entraba por la chimenea?
Leonardo
No sé por dónde entraba. Varias noches,
al despertar la vi en la cabecera de mi
lecho, cuidándome con cariño de madre.
El asombro que la primera vez me inspiró
trocose bien pronto en gratitud y afecto,
y ella, que siempre venía cuando yo estaba
solo, me dio no sé qué filtros y bebidas en
lugar de los que el médico me mandaba y
curé pronto, gracias a sus cuidados. ¡Oh!
¡No lo dudo; le debo la vida!
Tomillo
¡Canastos con la brujita! ¡Si vale más oro
que pesa!
Leonardo
Ella me ha asegurado que la mujer
aparecida flotando sobre las aguas del río
será la dulce compañera de mi hogar, pero
que para conseguirlo es necesario que
pase mucho tiempo. Siempre me dice lo
mismo: «Ten fe y espera».
Tomillo
Y tú...
Leonardo
Espero y tengo fe; pero a veces mi ánimo se
abate, y desesperado y medio loco recorro
esos bosques en busca de aquel ser ideal.
Tomillo
Vaya, ahora me explico que vuelvas con el
morral vacío. ¿Y tú tienes confianza en lo
que La Bruja te asegura?
Leonardo
¡Ya lo creo! Es mi protectora. Si hubiese
querido dinero, lo tendría. Mil veces me
lo ha ofrecido con insistencia; pero yo lo
he rehusado siempre.
Tomillo
¡Qué bobo! (Pausa corta.) ¿Y la ves muy a
menudo?
Leonardo
No tanto como yo desearía. Pero me
ha dicho: «Siempre que para algo me
necesites, llámame y acudiré enseguida.
Al oír el toque de tu bocina repetido tres
veces, volaré a tu lado».
Tomillo
¿Y la has llamado así?
Leonardo
Y siempre ha acudido.
Tomillo
(Bueno es saberlo.)
¿Con que… tres toques?
Leonardo
¿Comprendes ahora mi desesperación,
mi tristeza? ¡Oh!, no hay un hombre más
desgraciado.
(Se sienta junto al hogar, meditabundo, casi de
espaldas a TOMILLO.)
Tomillo
Así son las cosas en este mundo; se cree más
infeliz que nadie, porque está enamorado
de un fantasma y no lo encuentra. Más
desgraciado soy yo, que quiero con toda
mi alma a un ser de carne y hueso, y para
mí como si fuera un duende.
''Escena V''
Dichos y ROSALÍA, que se detiene al ver a
LEONARDO.
Rosalía
¡Ah! ¡Leonardo! (Se detiene al verle.)
Tomillo
(Acercándose a ella con sigilo.)
¿Y tu madre?
Rosalía
Duerme, y yo venía a decirte que no vuelvas
más aquí, que ella lo ha prohibido y que me
amenaza con llevarme a un convento…
Tomillo
No te llevará. ¿Tienes valor para afrontar
un peligro muy grande?
Rosalía
Todo lo que quieras.
Tomillo
¿Te atreverías a pedir conmigo protección
a La Bruja?
Rosalía
Me atrevo a todo.
Tomillo
¿Sí? Pues espera. (Coge la bocina de
LEONARDO abre de pronto la ventana, y
volviéndose hacia ella, toca tres veces. A la
primera, LEONARDO sale de su abstracción,
poniéndose en pie violentamente; luego se acerca
con rapidez a TOMILLO y, sin poder evitar que
dé el último toque, le arrebata la bocina.)
Leonardo
¿Eh, qué es esto? ¡Desgraciado! ¿Qué
haces?
Tomillo
Llamo a La Bruja.
Leonardo
¿Por qué te lo habré dicho?
Tomillo
¡Perdóname, Leonardo; yo necesito
protección! Yo soy más desgraciado
que tú.
Leonardo
¡Te has hecho indigno de mi aprecio!
Tomillo
¿Pero crees que vendrá?
Leonardo
¡Mira!
(Ábrese la puerta del foro y aparece en ella
LA BRUJA. ROSALÍA y TOMILLO, aterrados,
retroceden hasta cerca del hogar de modo
que ella, al entrar no los vea. Es una vieja
octogenaria y muy caduca. Viste falda y manto
negro y se apoya en un alto báculo.)
''Escena VI''
Dichos y LA BRUJA.
'''Música (N.º 6)'''
'''Cuarteto de Tomillo, Rosalía, La'''
'''Bruja y Leonardo'''
Tomillo y Rosalía
(Con voz sofocada.)
(¡Oh, ya está aquí!)
La Bruja
(Con voz de vieja.)
¡Ya estoy aquí!
Cual siempre a tu llamada,
solícita acudí.
¿Qué quieres? Di.
Leonardo
¡Ah, perdonad!
No os llamé yo.
La Bruja
¡Arriba en mi castillo
tranquila estaba yo
y el son de tu bocina
el viento a mí llevó!
¿Quién me llamó?
Leonardo
Un mozo, cuya audacia
castigaré.
(Yendo amenazador hacia TOMILLO.)
La Bruja
(Reparando en ROSALÍA y TOMILLO.)
¿Qué es esto? ¿No estás solo?
Tomillo
(Temblando.)
¡Ay, Dios! ¿Qué haré?
¡Perdón, yo fui
(Arrodillándose.)
quien os llamó!
La Bruja
¿Quién eres tú?
Tomillo
(LIorando.)
Pues yo... soy yo.
La Bruja
¡Je, je! ¡Je, je!
Ya sé, ya sé.
Leonardo
¡Tanta osadía castigaré!
La Bruja
No, déjale.
(Obligándole a levantarse.)
Esta tarde en el campo,
me hiciste un favor
y yo quiero pagarte
con otro mayor.
Cuando tú me has llamado
por algo será.
¿Qué deseas? ¿Qué pides?
Vamos, dilo ya.
Tomillo
(A ROSALÍA.)
(Como tú no me ayudes
nada le diré.)
Rosalía
(Pues yo estoy que no puedo
ni tenerme en pie.)
La Bruja
Nunca a nadie hice daño,
no tembléis así.
¿A qué viene ese miedo?
¿Qué queréis de mí?
Tomillo
(Basta ya de temores
y vacilación.)
Pues queremos, señora,
vuestra protección.
Rosalía
Concedednos, señora,
vuestra protección.
La Bruja
(A LEONARDO.)
Di si son dignos de ella.
Leonardo
Cierto que lo son.
La Bruja
¿Para qué necesitan
de mi protección?
Leonardo
Por favor, concededles
vuestra protección.
Rosalía y Tomillo
Por favor, concedednos
vuestra protección.
Tomillo
(Ligero y con acento quejumbroso.)
Soy un pastor de ovejas
muy desgraciado,
y estoy de esta muchacha
enamorado.
Mas como soy tan pobre,
su madre fiera
me ha dicho que no quiere
que yo la quiera.
Y aunque suplico y lloro,
dice que nones,
si no doto a la novia en cien doblones.
Ciento lo menos pide,
¡válgame Dios!,
como éste que esta tarde
me disteis vos.
Leonardo y La Bruja
¡Válgate Dios!
Tomillo y Rosalía
(Gimiendo.)
¡Válgame Dios!…
Tomillo
Vos que tenéis ungüentos
para mil cosas,
y polvos que hacen curas
maravillosas,
por Dios, señora Bruja,
dadnos un unto,
que el pecho de las suegras
ablande al punto.
Porque si no permite
que nos casemos,
ésta y yo de tristeza
nos moriremos.
Si la madre no cede,
¡válgame Dios!,
que el entierro
preparen para los dos.
Leonardo y La Bruja
¡Válgate Dios!
Tomillo y Rosalía
(Llorando a lágrima viva.)
¡Válgame Dios!…
La Bruja
Yo un talismán poseo
y te lo voy a dar,
que ablanda, cual ninguno,
pechos de pedernal.
Tomillo
¿De veras?
La Bruja
Sí, no hay otro
con que se logre más.
Al golpe de mi báculo
lo vais a ver brotar.
¿Cifráis en cien doblones
vuestra felicidad?
Pues bien, en esta bolsa
(Da en eso un golpe con el báculo y cae
un bolsón.)
tenéis algunos más.
Tomillo
¡Oh! ¿Qué decís?
La Bruja
Cógelo ya.
Tomillo
(Cogiéndolo.)
Soñando estoy.
La Bruja
No; que es verdad.
Tomillo
¿Y es para mí?
La Bruja
¡Pues claro está!
Tomillo
(Enseñándolo a ROSALÍA.)
¡Y es oro, ve!
Leonardo
(Aparte a LA BRUJA.)
(¡Cuánta bondad!)
La Bruja
Yo, desgraciadamente,
no puedo por mi edad;
mas ya que no me case,
cásense los demás.
Tomillo
No es bruja, es una santa,
debémosla adorar.
Tomillo y Rosalía
A vuestros pies de hinojos...
La Bruja
¡Muchachos, levantad!
Rosalía
¡Tomillo!
La Bruja y Leonardo
¡Ja, ja, ja, ja!
Tomillo
¡Rosalía!
Lo cierto es que me dan
deseos de reír
y ganas de llorar.
La Bruja
El oro siempre ha sido
soberbio talismán;
no hay magia en este mundo
con que se alcance más.
¡Dichoso el que lo tiene
sabiéndolo emplear
y pródigo lo siembra
en bien de los demás!
Leonardo
(¡Se ve en los hondos surcos
de su arrugada faz,
un resto de hermosura
que aumenta su bondad!)
Tomillo
(¡No sé lo que me pasa,
no sé lo que me da!
¡Señor, si esto es un sueño,
no quiero despertar!)
Rosalía
(Si es el creer en brujas
un pecado mortal
de fijo, de esta hecha,
me voy a condenar)…
'''Hablado'''
Tomillo
¡Ah, señora Bruja!, ¿qué podremos hacer
para demostraros nuestra gratitud y
nuestro... ?
La Bruja
Guardar la mayor reserva, y ni más ni
menos. En el momento mismo en que
el secreto se divulgue, veréis convertirse
esos doblones en víboras que os morderán
sin que podáis evitarlo.
Tomillo
¡Cáspita! ¡Pues al momento le digo yo a
nadie ni una palabra!
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