Diferencia entre revisiones de «El doctor Centeno: 36»

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Línea 29:
»Cuando usted vuelva, la sociedad habrá comprendido que, en todo el curso de la vida, lo importante ¡ah!, no es parecer sino ser, y que a este principio debe sujetarse la educación.
 
»Deseo que usted explane sus ideas sobre esto, demostrando que el fin educativo esprepararnoses prepararnos a vivir con vida completa. Espero en su próxima carta una clasificación de las principales direcciones de la actividad que constituyen la vida humana, para deducir ¡oh!, cuál es la educación que debe preferirse, según el grado de importancia de aquellas direcciones de la actividad.
 
»Entre tanto llega su deseada carta, se repite de usted, ¡oh!, atento servidor Q. B. S. M.
Línea 37:
Este tono grave no lo empleaba en todas sus cartas; las escribía también familiares, como la muestra:
 
«Querido Jesús: Por la tuya del 7 veo lo atareado que estás en esa oficina de la Educación Completa, establecida en el sétimoséptimo cielo, círculo tercero de la derecha. ¡Pobrecito, tener que contestar tanta carta, venida de remotos países...! Veo que los amigos FrÅ“bel y Pestalozzi no te ayudan nada. ¡Qué pícaros!
 
»La familia buena. Estamos ensayando en los niños tu sistema de educación recreativa, ¡oh!, que forma parte de la completa. Esto de enseñarles jugando es invención, como tuya, donosísima. Hemos tirado al pozo todos los librotes indigestos que los chicos tenían, y en su lugar les hemos dado herramientas de fácil manejo, lápices y colores, cartón para hacer casitas y otras menudencias dispuestas conforme a lo que mandas.
 
»Sofía está otra vez en estado interesante y muy avanzada... ¡Cómo ha de ser!... Mi sabiduríamesabiduría me da un hijo cada año. Venga, y le educaremos jugando. Nos harán falta pronto tus ideas sobre la lactancia. Escríbenos sin dilación, que quizás mañana empecemos a necesitar tus teorías lactatorias, ¿qué digo, mañana?, ahora mismo... me avisan que Sofía... ¡ah!, ¡oh!, no puedo seguir, adiós.
 
JESÚS».
Línea 47:
Aquella noche, como dije, despachaba tranquilamente Delgado su correspondencia, cuando de pronto, al abrir una de las cartas y leerla, se quedó turbado, frío, y empezó a hacer tales visajes y contorsiones que la cara se le desbarataba, cual si quisiera protestar de las leyes anatómicas; volvía a leer, no dando crédito a sus ojos, y saltaba en el duro asiento. Parecía tener el mal de San Vito. Levantose, dio varios paseos, leyó de nuevo la carta... ¿Qué carta era aquella que tanto le trastornaba? ¡Su letra!, ¡su tinta! ¡Eran el encabezamiento y firma como los de todas las suyas!
 
Leída por sétimaséptima vez, vio que decía:
 
«Sr. D. Jesús Delgado.
 
»Mi distinguido amigo: El contenido de su gratísima del 2 de Noviembrenoviembre, en que se manifiesta desesperanzado del éxito de su grandioso plan de Educación Completa, me ha producido ¡oh!, dolorosa impresión. ¿Pues, qué, varón insigne, filósofo eximio, genio sin segundo?, ¿será posible que desmaye usted cuando llega el momento de dar cima a su alta empresa y coronar con triunfo y galardón admirables esa gloriosísima serie de inmortales estudios? No, amigo; hemos llegado a la cima, hemos escrito el omega,y la frente del santo reformador, del Jesús, del Cristo de la Educación, aparecerá coronada de las estrellas de la práctica en el trono refulgente de la realidad.
 
»Usted, mi sabio amigo, engolfado en el tumultuoso piélago de las cartas que apartadas regiones del universo mundo le dirigen, no ha apreciado el veloz paso, del tiempo.¡Han trascurrido veinte años sin que usted se dé cuenta de ello! Ya no existen aquellos moldes rutinarios que se oponían a la Educación Completa. Todo ha variado, egregio hierofante; la sociedad ha vencido su modorra, y despabiladísima aguarda las ideas del legislador de la enseñanza. En este lapso de tiempo, ¿no sabe usted que ha sido derrocado el trono secular y con él han desaparecido las viejas prácticas y las ideas rancias? Cual generosa espada cubierta de orín, que en un momento es limpiada y recobra su hermosura, temple y brillo, así la nación se ha limpiado su mugre. Nuevas instituciones tenemos ya, ¡oh!, y nuevos caracteres y principios. La hora de que el gran reformador salga de su escondite y manifieste al mundo atónito sus planes, ha llegado, Sr. D. Jesús. ¡Viva el profeta de la Educación Completa, base de la Completa Vida!
 
»Con ferviente entusiasmo le saluda y abraza su afectísimo
Línea 59:
JESÚS DELGADO».
 
Mientras más la leía el infeliz, mayor era su desasosiego. Estaba el pobre como fuera de sí, con grandísima zozobra en su alma. Pero mucho más se alteró cuando, al fijarse en la fecha de la carta, vio que claramente decía: «8 de Noviembrenoviembre de 1883»... Se le erizaba el cabello mirando estos guarismos. Tanta impresión le hicieron que sus nervios se desataron en vibración loca, y empezando por dar vueltas en la habitación, luego salió disparado al pasillo.
 
Julián ¡cosa extraña y rara vez acontecida!, ladraba tras él... Pero ¡cómo ladraba el bueno de Capadocia! Era en él el canino lenguaje un aullar lastimero que más tenía de exhortación de amigo que de amenazas de guardián. Asustado del ruido salió D. Basilio, y con cariño puso la mano en el hombro del eautepistológrafos, y le dijo: «¿Qué le pasa al buen amigo? El tiempo Sur es malo, ¿eh?».