Diferencia entre revisiones de «Memorial dado a los profesores de pintura»

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Línea 13:
Nada pone en más alto predicamento a la Pintura y a sus profesores que la amiga desunión en que siempre se han mantenido y conservado sin hacer nunca cuerpo de comunidad aparte, ni tener examinadores, juntas, ni cabildos; pues si tal vez han hecho algún servicio a su Rey ha sido con protesta de donativo voluntario, y aun ese concedido por algunos particulares, sin general poder de todos, como consta de no haber jamás nombrado entre sí repartidores, tanto por no haber tenido necesidad de ellos cuanto por la imposibilidad que hubiera en ajustar la igualdad de los repartimientos con la desigualdad de las pinturas. Alguna hubo (Bullario fue su autor) que se ferió a peso de oro y muchas hay que no valen lo que valiera el bastidor sin ellas. ¿Cómo, pues, habían de avenirse estos extremos? Porque si se les repartiera considerable precio al que, a costa de sus estudios, adquirió caudales, y se le reservara por pobre al que por falta hizo vulgar el ejercicio, fuera gravar aciertos y tolerar errores, cuando fuera más justo declarar errores para premiar aciertos y más a vista de las leyes que dan por libres a los eminentes en sus Artes de capitales penas; y hay ley que ordena que el que labrare en ajena posesión deje a su dueño lo fabricado o lo sembrado en ella; y luego la misma ley dispone que si la posesión fuese una tabla en que diestro pintor hubiese ejecutado algún diseño de estimable valor, en ese caso ceda la tabla a la Pintura, quedando la Pintura para el pintor y el precio de la tabla para el dueño; conque si la misma ley que en común obliga a todos, privilegia en particular a la Pintura, bastante consecuencia deja a las demás para que la miren como exenta y traten como noble. Y habilidad que, a diversión de mayores cuidados, aprenden Reyes no puede quedar villana para nadie. Y para llegar de una vez al sumo encarecimiento de las prerrogativas que la asisten, Dios, cuando Dios se retrató en el hombre, pues le sacó del ejemplar de su idea, imagen y semejanza suya; Dios, cuando hombre (no habiendo permitido que humano pincel le retratase, deslumbrando a esplendores a cuantos lo intentaron), porque el mundo no quedase sin tan gloriosa prenda, se retrató a sí mismo en el blanco cendal de la piadosa Verónica, y su misma Divinidad (que aunque bajó con el Alma al Limbo, quedó con el Cuerpo en el Sepulcro) se retrató en la Sábana Santa y Santo Sudario de Rostro, de que son fieles testigos Roma, Saboya, Jaén y Oviedo; conque formando este testigo de su Deposición un círculo perfecto, que donde empieza acaba, vuelve a acabar donde empezó, ratificándose en ser la Pintura remedo de las obras de Dios, pues Dios, en cierto modo Pintor, se retrató en sus mayores obras. Y todo lo que lleva dicho este testigo, lo sabe por lo mucho que ha leído, así en historias como en otros escritos curiosos y noticias de personas de toda creencia y fidedignas; y ser común opinión y pública voz y fama en que se afirma y ratifica, y lo firmó don Pedro Calderón de la Barca. Ante mí, Eugenio García Coronel.
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