Diferencia entre revisiones de «Carta de Fígaro a un Bachiller, su corresponsal»

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Línea 14:
Además, aunque los partes oficiales y los relatos de las sesiones en sustancia no dicen nada, no dejan por eso de ser largos; nos ocupan por consiguiente las tres cuartas partes de nuestras columnas, y no nos dejan espacio para nada. Añada vuesa merced a esas causas que yo escribo tan despacio que cuando estoy sobre mi bufete con la pluma en la mano no parece sino que estoy organizando la Milicia Urbana, o tomando providencias contra algún motín.
 
Por lo demás, aquí, según usanza antigua, todo va como Dios quiere, y no puede haber cosa mejor, porque al fin Dios no puede querer nada malo. Nuestra patria camina a pasos agigantados hacia el fin para que aquel Señor la crió, que es su felicidad. Por el pronto ya tenemos el uniforme de los señores próceres, que es manto azul rastrero, según las venerandas leyes del siglo XIV, exceptuando el terciopelo, que no alcanzaron aquellos estamentos, si bien aquí entra el modificar aquellos venerandos usos según las necesidades del día; verdad igualmente aplicable al calzón de casimir, media de seda, hebilla y tahalí, de que nada dicen Pero López de Avala, ni Zurita, ni el Centón, pero que constituyen con la gola altibaja -pág. 754- y demás este nuevo anticomoderno. Tiene su correspondiente espada, su gorro y su enagüilla de glacé. Dicen que cuesta mucho; pero más ha costado el llegar a ese punto. Si vuesa merced tiene baraja, como es de suponer, mirando al rey de espadas podrá formar una idea aproximada, y por ende verá que es bonito; y que si bastan, como es de creer, para costearle los sesenta mil reales del procerazgo, ha de ser curioso el ver a esos señores vestidos y hablando, todo a un tiempo.
 
Igualmente sabrá vuesa merced cómo todas las vísperas de alboroto, que según parece va a ser el pan nuestro de cada día, se deberán afeitar como la palma de la mano todos los que tengan bigote, por ser incompatibles estos cuatro pelos con el orden y la libertad racional. Efectivamente que muchas de sus calamidades le vienen al hombre de no saber echar pelillos a la mar. Por esas medidas conocerá vuesa merced que aquí no nos dormimos en las pajas.