Diferencia entre revisiones de «Una excursión: Capítulo 18»

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Línea 30:
-Yo vivía en el valle del cerro de Intiguasi.
 
Este cerro está cerca de Achiras, y su nombre significa en quichua, si no ando desmemoriado en mis recuerdos etnográficos y filográficos, ''casa del sol ''. Diéronselo los incas en una de sus famosas expediciones por la parte oriental de la Cordillera. ''Inti '', quiere decir sol, y ''guasi'' casa.
 
-Vivía con mis padres, cuidando unas manadas, una manada de ovejas pampas y otras de cabras.
 
También hacíamos quesos. No nos iba tan mal. Hubo una patriada, en la que salieron corridos los ''colorados'' con quienes yo me fui, porque me arrió don Felipe -se refería a Saa-, anduve a monte mucho tiempo por San Luis, y cuando las cosas se sosegaron, me volví a mi casa. Los colorados nos habían saqueado. Los pobres siempre se embroman. Cuando no son unos, son otros los que les caen. Por eso nunca adelantamos. Seguimos trabajando y aumentando lo poco que nos había quedado hasta que me desgracié...
 
Aquí frunció el ceño Crisóstomo, y un tinte de melancolía sombreó su cobriza tez, quemada por el aire y el sol.
Línea 61:
-¿Y después?
 
-Seguimos viéndonos todos los días, saliendo lo más temprano que podíamos a recoger para poder platicar con ''holgura ''.
 
Nos sentábamos juntitos en la orilla del arroyo, en un lugar donde había unos sauces muy lindos; nos tomábamos las manos y así nos quedábamos horas enteras viendo correr el agua. Un día le pregunté si quería que nos casáramos. No me contestó, dio un suspiro, se le saltaron las lágrimas, lloró y me hizo llorar.
Línea 115:
Y esto diciendo, Crisóstomo tomó resuello, como para seguir su narración.
 
-¿Y has ido a ''maloquear'' (invadir) muchas veces?
 
-Sí, mi Coronel, ¡qué hemos de hacer!, hay que buscarse la vida.
Línea 146:
La segunda china era hermana de mi comadre y de la mujer de Villarreal.
 
Es éste un hombre de regular estatura, de fisonomía dulce y expresiva, embellecida por unos grandes ojos negros llenos de fuego. Vestía como un gaucho lujoso. Habla bastante bien el castellano y se distingue por la pulcritud de su persona. Su padre, cuyo apellido lleva, fue vecino del Bragado. Tendrá treinta y cinco años. Ha estado en Buenos Aires en tiempo de Rosas, y conoce perfectamente las costumbres de los cristianos decentes. La mujer es una china magnífica, que también ha estado en Buenos Aires; me habló de Manuelita Rosas; tendrá treinta años. Su hermana tendrá dieciocho, y era soltera. Ambas vestían con lujo, llevando brazaletes de oro y plata, el colorado ''pilquén'' (la manta), prendida con un hermoso alfiler de plata como de una cuarta de diámetro, aros en forma de triángulo, muy grandes, y las piernas ceñidas a la altura del tobillo con anchas ligas de cuentas.
 
La cuñada de Villarreal es muy bonita y vestida con miriñaque y otras yerbas, sería una ''morocha'' como para dar dolor de cabeza a más de cuatro. Vestía con menos recato que su hermana, pues, al levantar los brazos, se veía la concavidad que forma el arranque del brazo cubierto de vello y agrandándose los pliegues de la camisa descubrían parte del seno.
 
Me entregaron los obsequios con mil disculpas de no haber traído más, por la premura del tiempo y los apuros de mi comadre.
Línea 160:
Contesté que no había habido novedad, y despedí al embajador lo más pronto que pude, sin invitarle a que se apeara.
 
A Crisóstomo, le rogué que pasara la noche conmigo; tenía mis razones para querer conversar a ''solas'' con él.
 
Se quedó.