Diferencia entre revisiones de «Cuento (Vital Aza)»

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<poem>
:'''CUENTO'''
 
Ayer hallé a un cesante
Un doctor muy afanado,
de rostro macilento,
que jamás cazado había,
que frente a un panecillo
salió una vez, invitado,
tan duro como un hierro,
a una alegre cacería.
–pues que quizás tuviera
 
dos meses por lo menos,–
Con cara muy lastimera,
contábale afligido
confesó el hombre ser lego,
dolores y tormentos,
diciendo: –«Es la vez primera
vertiendo cada lágrima
que cojo un arma de fuego.
que era un dolor el verlo.
 
Tomele por un loco
Como mi impericia noto,
y a él me acerqué con miedo,
me vais a tener en vilo»
diciéndole: –Amiguito,
Y dijo el dueño del coto:
perdone si molesto;
–«Doctor, esté usted tranquilo,
pero saber quisiera
 
por qué tan triste y serio
Guillermo, el guarda, estará
le encuentro conversando
colocado junto a usted;
con ese pan tan seco.
él es práctico y sabrá
Y respondiome el hombre
indicarle...»
al punto, y muy atento:
–«Así lo haré,
–¿Desea usted, amigo,
 
saber lo qué pretendo?
–dijo el guarda–. Sí, señor,
La cosa es muy sencilla,
no meterá usted la pata.
y aunque a las claras veo
Verá usted, señor doctor,
los conejos que usted mata.me juzga loco,
verá que soy muy cuerdo.
 
¡Seis días han pasado!
Siga en todo mi consejo.
¡Seis días, caballero,
¿Que un conejo se presenta?
sin que un bocado solo
Pues yo digo: ¡Ahí va el conejo!
entrara en este cuerpo!
¡Y usted tira y lo revienta!»
Y como el tiempo pasa
 
y el hambre va creciendo,
–Bueno, bueno, siendo así!...
con este pan me encaro,
–«Nada, que no tema usted.
–porque es fuerza comerlo,–
Quietecito junto a mí;
mas como está tan duro
chitón, y yo avisaré.»
y así con él no puedo,
 
le cuento mil desgracias
Colocose tembloroso
y horrores mil le cuento
el buen doctor a la espera,
¡a ver sí de este modo
cuando un conejo precioso
consigo enternecerlo!
salió de su gazapera.
 
–«Ahí va un conejo– le grita
el guarda-; ¡no vacilar!»
Y el doctor se precipita,
y ¡pum! disparó al azar.
 
Y es claro, como falló
diez metros la puntería,
el conejo se escapó
con más vida que tenía.
 
El guarda puso mal gesto
y rascose la cabeza.
Hubo una pausa y en esto
saltó de pronto otra pieza.
 
–«¡Ahí va una liebre, doctor!
¡Tire usted pronto, o se esconde!»
y ¡pum! el pobre señor
disparó... ¡Dios sabe a dónde!
 
Gastó en salvas, sin piedad,
lo menos diez tiros, ¡diez!
sin que por casualidad
acertara ni una vez.
 
Guillermo, que no era un zote,
sino un guarda muy astuto,
dijo para su capote:
–«Este doctor es muy bruto.
 
¡No le pongo como un trapo,
mas ya sé lo que he de hacer!»
Y al ver pasar a un gazapo
corriendo a todo correr:
 
–«¡Doctor! –exclamó Guillermo
con rabia mal reprimida–,
¡Ahí va un enfermo! ¡Un enfermo!»
Y ¡pum! ¡Lo mató en seguida!
 
 
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