Diferencia entre revisiones de «Crimen y castigo (tr. anónima)/Quinta Parte/Capítulo III»

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Línea 50:
‑Amalia Ivanovna ‑dijo Lujine en un tono dulce, casi acariciador‑, habrá que llamar a la policía, y le ruego que haga subir al portero para que esté aquí mientras llegan los agentes.
 
‑Gott der harmberzigebarmherzige! ‑dijo la señora Lipevechsel‑. Ya sabía yo que era una ladrona.
 
‑¿Conque lo sabía usted? Entonces no cabe duda de que existen motivos para que usted haya pensado en ello. Honorable Amalia Ivanovna, le ruego que no olvide las palabras que acaba de pronunciar, por cierto ante testigos.
Línea 94:
Ésta le abrió el asilo inviolable de sus brazos y la estrechó convulsivamente contra su corazón.
 
‑¡Sonia, Sonia! ¡NoYo teno lo creo; ya ves que yo no telo creo! ‑exclamó Catalina Ivanovna, rechazando la evidencia.
 
Y mecía en sus brazos a Sonia como si fuera una niña, y la estrechaba una y otra vez contra su pecho, o le cogía las manos y se las cubría de besos apasionados.
Línea 168:
Pero este falso argumento, lejos de favorecerle, provocó una oleada de murmullos en contra de él.
 
‑¡Eso es una mala excusa! ‑exclamó Lebeziatnikof‑. Te digo en la cara que mientes. Llama a la policía y declararé bajo juramento. Un solo punto ha quedado en la oscuridad para mí: el motivo que lote ha impulsado a cometer una acción tan villana. ¡Miserable! ¡Cobarde!
 
‑Yo puedo explicar su conducta y, si es preciso, también prestaré juramento ‑dijo Raskolnikof con voz firme y destacándose del grupo.