Diferencia entre revisiones de «Crimen y castigo (tr. anónima)/Tercera Parte/Capítulo I»

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Línea 106:
Rasumikhine exclamó, en el colmo del entusiasmo:
 
‑¡Ha reconocido usted que tengo razón! Después de esto, no puedo menos de declarar que es usted un manantial de bondad, de buen juicio, de pureza y de perfección. Déme su mano, ¡démela...! Y usted demedéme también la suya. Quiero besarlas. Ahora mismo y de rodillas.
 
Y se arrodilló en medio de la acera, afortunadamente desierta a aquella hora.
Línea 132:
‑¡Esa enfermedad, Dios mío...! ¿Cómo terminará todo esto...? Y ¡en qué tono te ha hablado!
 
Al decir esto, la madre buscaba tímidamente la mirada de su hija, deseosa de leer en su pensamiento. Sin embargo, la tranquilizaba la idea de que Dunia defendía a su hermano, lo que demostraba que tele había perdonado.
 
‑Estoy segura de que mañana será otro ‑añadió para ver qué contestaba su hija.