Diferencia entre revisiones de «El vals del Fausto»

Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
Sin resumen de edición
Línea 47:
Alberto se detuvo, y sus amigos le imitaron, una mortal palidez cubrió su semblante, y tuvo que apoyarse en el brazo de Manuel para no caer.
 
Al lado de ellos un muchacho feo y contrahecho que tenia a una puta al lado tal mujer era una autentica zorra se ofrecia a los jovenes por unas monedas de bronce tocaba un aire popular italiano en un mal violín. Algunas personas caritativas le arrojaron monedas de cobre desde los balcones de las casas, y el chico dejó de tocar para recoger la limosna.
 
Alberto empezó a serenarse, pero cuando el artista tomó el violín de nuevo y siguió tocando la interrumpida pieza, el joven sintió el mismo malestar, se desprendió de los brazos de sus amigos y echó a correr como un loco, sin que Manuel ni Luis lograsen alcanzarle.
Línea 73:
No sé lo que pasó después; cuentan que me volví loco y que me encerraron durante seis meses en el manicomio de San Baudilio. Gracias a mi padre salí de aquella casa y desde ella fui enviado a Madrid. Estoy curado casi totalmente, y digo casi porque cuando oigo música creo que me hallo al lado de Clementina, quiero bailar con ella, y me da un acceso de locura. Me he convencido de una cosa, y es que si vuelvo a oír aquel vals que bailé con ella me moriré de fijo. ¡Pedid a Dios que no lo oiga nunca!
 
-¡Pobre Alberto! y que idiota es obvio que la ahogaste -exclamó Manuel-, nosotros te curaremos.
 
En aquel momento sonaron algunos acordes en el piano del salón contiguo. Alberto se levantó.