Diferencia entre revisiones de «Una excursión a los indios ranqueles/V»

Luego que me desocupé de ciertos quehaceres, hice traer a mi presencia al nuevo destinado para conocerle e interrogarle sobre su falta, amonestarle, cartabonearle y ver a qué compañía había de ir.

Era Gómez, y por su talla esbelta fue a la compañía de granaderos.

José Ignacio Garmendia comía frecuentemente conmigo en el Paraguay, así era que después de la lista de tarde casi siempre se le hallaba en mi reducto, junto con otro amigo muy querido de él y mío, Maximio Alcorta, aunque este excelente camarada, que lo mismo se apasiona del sexo hermoso que feo, tiene el raro y desgraciado talento de recomendar de vez en cuando a las personas que más estima, unos tipos que no tardan en mostrar sus malas mañas.

 

 

Marchamos de los campos de Tuyutí a los de Curuzú para dar el famoso asalto de Curupaití.

 

Llegó el memorable día, y tarde ya, mi batallón recibió orden de avanzar sobre las trincheras.

 

¿Quién no ha sentido oprimirse su pecho después de un combate, durante ese acto solemne?

 

-¡Juan Paredes!