Diferencia entre revisiones de «El ánima sola»

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Al día siguiente, los alguaciles reales llevaban un reo a la vergüenza. Al acercarse a la picota de piedra, vieron encima una lengua humana que aún palpitaba. Van a quitarla y fuerza misteriosa los rechaza. Ni entonces ni después pudo nadie acercarse. Cernióse el espanto en esa piedra como sobre lugar de maldición; de él huyeron las aves y las brisas; en torno de esa lengua hízose el vacío, que ni el aire impuro quiso contaminarse. Ahí está: ni el agua la reblandece, ni la calcina el resistero, elemento alguno la destiñe. Ahí está, sangrienta, palpitante, indestructible como la calumnia.
 
Y vosotras, hijas sencillas de mis montañas, rezad por el alma del licenciado. En los grandes días de perdón, cuando se despuebla el purgatorio, allá se queda esa alma solitaria. Si vuestras preces no acortan el plazo irrevocable, amenguan, al menos, el fuego blanco de la purificación. En alta noche, cuando el viento se queje en las ventanas y gima en las techumbres; cuando los perros aúllen de tristeza, rezad por el |Anima sola.
 
[[Categoría:ES-E]]
[[Categoría:Cuentos de Tomás Carrasquilla]]
[[Categoría:Cuentos]]