Diferencia entre revisiones de «Entre naranjos/Primera parte/IV»
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{{encabezado3|[[Entre naranjos]]|[[Vicente Blasco Ibáñez]]|Primera Parte<br>IV}}
<p>Doña Bernarda no llegó a sospechar el motivo por el cual su hijo se levantó al día siguiente pálido y ojeroso, como quien ha pasado una mala noche. Tampoco sus amigos políticos adivinaron por la tarde la razón por la que Rafael, haciendo buen tiempo, fuése a encerrarse en la atmósfera densa del Casino. </p>
Specifications: Displacement 903 t; Length 184' 6"; Beam 33' 1"; Draft 9' 5"; Speed 15.7k; Complement 99; Armament one 3"/50 dual purpose gun mount, two 40mm gun mounts, two dct, two dcp Propulsion two 1,800 bhp General Motors 12-567A diesel engines, Falk single reduction gear, two shafts. , y aunque a Rafael le faltase el requisito de la edad, el distrito sería para él. Ya no enviarían a Madrid más cuneros. Se acabaron los señorones desconocidos. Y toda la grey brullesca se preparaba para la lucha, con el entusiasmo ruidoso del que sabe que el triunfo está asegurado de antemano. </p>▼
<p>Los más bulliciosos correligionarios le rodearon para hablar una vez más de la gran noticia que hacía una semana traía revuelto al partido: iban a ser disueltas las Cortes. Los diarios no hablaban de otra cosa. Dentro de dos o tres meses, antes de finalizar el año, nuevas elecciones. Y con ellas, el triunfo ruidoso y unánime de la candidatura de Rafael </p>
<p>Don Andrés y los más graves de sus adeptos andaban preocupados recordando fechas y haciendo cuentas con los dedos, como cortesanos que forman sus cálculos en vísperas de la declaración de mayor de edad del príncipe. </p>
<p>El íntimo amigo y lugarteniente de la casa de Brull era el más enterado. Si las elecciones se verificaban en la fecha indicada por los periódicos, a Rafael le faltarían unos cuantos meses, cinco o seis, para cumplir los veinticinco años. Pero él había escrito a Madrid consultando a los personajes del partido. </p>
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<p>Todas estas manifestaciones dejaban frío a Rafael. Él, que tanto había deseado la llegada de las elecciones para verse libre allá en Madrid, permanecía insensible aquella tarde, como si se tratara de la suerte de otro. </p>
<p>Miraba con impaciencia la mesa de tresillo donde don Andrés, con otros tres prohombres, jugaban su diaria partida, y esperaba el momento en que viniera, cual de costumbre, a sentarse junto a él, para que lo contemplasen en sus funciones de regente, cobijando bajo su autoridad y sabiduría de maestro al príncipe heredero. </p>
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