La mujer que en mi lozana
juventud pudo haber sido
-si Dios hubiera querido-
mía,
en el paisaje interior 5
de un paraíso de amor
y poesía;
la que prócer o aldeana
«mi aldeana» o «mi princesa»
se hubiera llamado, esa 10
es, en mi libro, Damiana.
La hija risueña y santa,
gemela de serafines,
libélula en mis jardines
quizás y en mi feudo infanta; 15
la que
pudo dar al alma fe,
vigor al esfuerzo, tino
—50→
vigor al esfuerzoobrar, tino¡la que no vino
por mucho que la llamé! 20 ▼
al obrar, ¡la que no vino
La que aún mi frente besa ▼
▲ por mucho que la llamé! 20
desde una estrella lejana, ▼
▲ La que aún mi frente besa
▲ desde una estrella lejana,
es en mi libro Damiana. ▼
▲ es en mi libro Damiana.
Y aquella que me miró, 25
no sé en qué patria querida
tras mirarme pasó
(desto hace más de una vida);
y al mirarme parecía
que me decía: 30
-«Si pudiera detenerme
te amara»... la que esto al verme
con los ojos repetía;
la que, sentado a la mesa
del festín real, con vana 35
inquietud aguardo, esa
es en mi libro Damiana;
La que con noble pergeño,
suele flüida vagar
como un fantasma lunar 40
por la zona de mi ensueño; ▼
—51→
la que fulge en los ocasos,
▲ por la zona de mi ensueño;
la que fulgeson ennobleza losdel ocasosdía,
la que en la melancolía ▼
que son nobleza del día,
de mi alcoba finge pasos, 45 ▼
▲ la que en la melancolía
la que, puesto a la ventana, ▼
▲ de mi alcoba finge pasos, 45
con un afán que no cesa ▼
▲ la que, puesto a la ventana,
▲ con un afán que no cesa
esa es en mi libro Damiana. ▼
▲ esa es en mi libro Damiana.
Todo lo noble y hermoso 50
que no fue;
todo lo bello y amable
que no vino;
y lo vago y misterioso
que pensé 55
y lo puro y lo inefable
y lo divino;
El enigma siempre claro en la mañana
y el enigma por las tardes inexpreso;
amor, sueños, ideal, esencia arcana, 60
todo eso, todo eso, todo eso,
tiene un nombre en estas páginas: ¡Damiana!
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