Diferencia entre revisiones de «El hombre mediocre (1926)/Capítulo V»

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Línea 37:
Por deformación de la tendencia egoísta algunos hombres están naturalmente inclinados a envidiar a los que poseen tal superioridad por ellos anhelada en vano; la envidia es mayor cuando más imposible se considera la adquisición del bien codiciado. Es el reverso de la emulación; ésta es una fuerza propulsora y fecunda, siendo aquélla una rémora que traba y esteriliza los esfuerzos del envidioso. Bien lo comprendió Bartrina, en su admirable quintilla:
 
<center>''La envidia y la emulación pa-</center><br>
<center>''rientes dicen que son; aunque</center><br>
<center>''en todo diferentes al fin tam-</center><br>
<center>''bién son parientes el diamante</center><br>
<center>''y el carbón.''</center>
 
La emulación es siempre noble: el odio mismo puede serlo algunas veces. La envidia es una cobardía propia de los débiles, un odio impotente, una incapacidad manifiesta de competir o de odiar.