Diferencia entre revisiones de «Crimen y castigo (tr. anónima)/Tercera Parte/Capítulo II»

Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
mSin resumen de edición
Línea 154:
‑Ayer su estado no era normal ‑dijo Rasumikhine, pensativo‑. Sería interesante saber lo que hizo ayer en la taberna... En efecto, me habló de un muerto y de una joven, cuando le acompañaba a su casa; pero no comprendí ni una palabra. Ayer también estaba yo...
 
‑Lo mejor, mamá, será que vayamos ahora mismo a casa de Rodia. Allí veremos lo que conviene hacer. Además, ya es Zorahora de que nos marchemos. ¡Más de las diez! ‑exclamó la joven después de echar una ojeada al precioso reloj de oro guarnecido de esmaltes que pendía de su cuello, prendido a una fina cadena de estilo veneciano. Esta joya contrastaba singularmente con el resto de su atavío. «Un regalo de su prometido», pensó Rasumikhine.
 
‑Sí, Dunetchka, ya es hora ‑dijo Pulqueria Alejandrovna, aturdida e inquieta‑; ya es hora de que nos vayamos. Al ver que no llegamos, podría creer que estamos disgustadas con él por la escena de anoche. ¡Dios mío, Dios mío...!