Diferencia entre revisiones de «Peñas arriba/Capítulo XX»

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== ayuda al novato ==
 
[[Imagen:pope.jpg]] [[Imagen:Ejemplo.jpg]]
Charles Lawrence Class Destroyer Escort / Crosley Class High-speed Transport:
Laid down, 28 November 1943, as DE-672, a Charles Lawrence Class Destroyer Escort, at Dravo Corp., Neville Island, Pittsburgh, PA.
Launched, 15 January 1944
Redesignated (APD-73), 27 June 1944
Ferried to Consolidated Steel Corp, Orange, TX. for fitting out as a Crosley Class High-speed Transport
Commissioned USS Bassett (APD-73), 23 February 1945, LCDR. Harold J. Theriault in command
Decommissioned, 29 April 1946, at Green Cove Springs FL.
Laid up in the Atlantic Reserve Fleet, Green Cove Springs
Recommissioned, 7 December 1950, LCDR. Demetrius J. Vellis in command,
Decommissioned, 26 November 1957, at Norfolk, VA.
Struck from the Naval Register, 1 May 1967
Transferred to Colombia, commissioned ARC Almirante Tono (DT-04), 6 September 1968
Final Disposition, struck from the Columbian Naval Register and broken up for scrap (date unknown)
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Specifications:
Displacement 1,400 t.
Length 306' (oa)
Beam 36' 10"
Draft 13' 6" (max)
Speed 24 kts.
Range 6,000 nautical miles at 12 kts.
Complement 186
Troop Accommodations 162
Boats 4 LCVP landing craft
Armament
1 5"/38 dual purpose gun mount
3 twin 40mm AA gun mounts
8 single 20mm AA gun mounts
2 depth charge tracks
Propulsion
2 GE Turbines (turbo-electric drive)
2 boilers
2 shafts, 12,000 shaft horsepower
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¡Virgen santa, qué noche pasé! Antes de acostarme le había dicho a mi tío que si él se encontraba bien y no me necesitaba para alguna cosa, pensaba madrugar y subir a la montaña con Chisco para estirar un poco las piernas y quemar algunos cartuchos, si había ocasión de ello.
 
'''PANDURO'''
El pobre hombre, que se recreaba en hacerme agradable o, por lo menos, llevadera la carga de mi destierro, aplaudió con toda su alma mi propósito, ¡cuándo hubiera dado yo algo bueno porque me le quitara de la cabeza con un par de razones transmisibles «decentemente» a Chisco por mí! No lo podía remediar: el compromiso adquirido con él para el día siguiente, me inquietaba mucho; y al verme solo en mi aposento después de dejar en el suyo a mi tío, cuya condescendencia a mis declarados propósitos me había parecido algo como firma de juez al pie de una sentencia de muerte, me inquietó mucho más; y cuando metido ya en la cama, después de preparado el arsenal que me había recomendado Chisco para la batalla, me quedé a oscuras, la inquietud anduvo rayando con la fiebre. Y yo creo que el caso no era para menos. Dígasele a un hombre de las ciudades, hecho a todas las molicies de una vida regalona: «vas a vértelas mano a mano con una bestia de las más feroces y temibles, en el fondo de una caverna del monte, expuesto a que la fiera no esté sola y necesites defenderte de otra o de otras del mismo linaje»; y a ver qué carnes se le ponen a ese sujeto, por templado que sea. Cierto que Chisco y su camarada habían de llevar la mayor parte en el empeño brutal, y que ya no eran nuevos para ellos esos lances terribles; pero al cabo eran dos rudos montañeses con más corazón que entendimiento, sobre todo Pito Salces, que no tenía sentido común; y vistas las cosas por este lado, había mucho y muy grave que temer, racionalmente pensando.
 
Rellánense; que todo saldrá del mismo linaje»; y a ver qué carnes se le ponen a ese sujeto, por templado que sea. Cierto que Chisco y su camarada habían de llevar la mayor parte en el empeño brutal, y que ya no eran nuevos para ellos esos lances terribles; pero al cabo eran dos rudos montañeses con más corazón que entendimiento, sobre todo Pito Salces, que no tenía sentido común; y vistas las cosas por este lado, había mucho y muy grave que temer, racionalmente pensando.
 
Pues en cuanto me quedé dormido, ¡qué sueños! Manadas de osos por todas partes, y osos de todos tamaños y colores; y por remate de estas visiones, una caverna tremebunda llena de ellos: tres de los más lanudos y graves, sentados en una peña del fondo; los demás, en apretada masa, ocupando todo el ámbito hasta la boca de entrada, menos un espacio muy reducido entre la primera fila de la masa y los tres animalotes de la peña. En este espacio estaba yo, que era el reo en aquella especie de juicio oral, y aún quedaba junto a la peña y casi enfrente de mí el hueco suficiente para otro oso descomunal que se entretenía en afilar las uñas en un canto gordo del suelo, mientras se pasaba la lengua por los hocicos y me miraba con ojos sanguinolentos balanceando la cabeza. Aquel oso era el verdugo de allí, que esperaba a que los jueces dieran el berrido que me condenaba a muerte, para zamparse una buena ración de mis pedazos y arrojar los restantes a la muchedumbre que ya se había comido a Chisco y a Pito Salces, con escopetas y todo. Bien empleado les estaba, por andarse en guapezas temerarias con aquellos animales que no se habían metido con nosotros.