|autor=[[Benito Pérez Galdós]]
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<i>Ugoibea, 30 de Agosto</i>.
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<p>««Querido LeónLeón: No hagas caso de mi carta de ayer, que se ha cruzado con la tuya que acabo de recibir. La ira y los pícarospícaros celos me hicieron escribir una serie de desatinos. Me avergüenzoavergüenzo de haber puesto en el papel tantas palabras tremebundas mezcladas con puerilidades gazmoñasgazmoñas... pero no me avergüenzoavergüenzo, me ríorío de mímí misma y de mi estilo y te pido perdónperdón. Si yo hubiera tenido un poco de paciencia para esperar tus explicaciones... otra tonteríatontería... ¡¡Celos, paciencia!, ¿quién¿quién ha visto esas dos cosas en una pieza? Veo que no acaban aúnaún mis desvaríosdesvaríos; y es que despuésdespués de haber sido tonta, siquiera por un díadía, no vuelve a dos tirones una mujer a su discrecióndiscreción natural. </p>▼
<p style="text-align: right;text-indent:30px;"><i>Ugoibea, 30 de Agosto</i>.</p>
▲<p>«Querido León: No hagas caso de mi carta de ayer, que se ha cruzado con la tuya que acabo de recibir. La ira y los pícaros celos me hicieron escribir una serie de desatinos. Me avergüenzo de haber puesto en el papel tantas palabras tremebundas mezcladas con puerilidades gazmoñas... pero no me avergüenzo, me río de mí misma y de mi estilo y te pido perdón. Si yo hubiera tenido un poco de paciencia para esperar tus explicaciones... otra tontería... ¡Celos, paciencia!, ¿quién ha visto esas dos cosas en una pieza? Veo que no acaban aún mis desvaríos; y es que después de haber sido tonta, siquiera por un día, no vuelve a dos tirones una mujer a su discreción natural.</p>
<p>»»Mientras recobro la míamía, alláallá van paces y másmás paces y un propósitopropósito firme de no volver a ser irascible, ni suspicaz, ni cavilosa, ni inquisidora, como tútú dices. Tus explicaciones me satisfacen completamente: no sésé por quéqué veo en ellas una lealtad y una honradez que se imponen a mi razónrazón, y no dan lugar a másmás dudas, y me llenan el alma, ¿cómo¿cómo decirlo?, de un convencimiento que se parece al cariñocariño, que es su hermano y estáestá junto con élél, abrazados los dos, en el fondo, en el fondo... no sésé acabar la frase; pero ¿qué¿qué importa? Adelante. DecíaDecía que creo en tus explicaciones. Una negativa habríahabría aumentado mis sospechas; tu confesiónconfesión las disipa. Declaras que, en efecto, amaste... No, no es esta la palabra... que tuviste relaciones superficiales, de colegio, de chiquillos, con la de FúcarFúcar; que la conoces desde la niñezniñez, que jugabais juntos... Yo recuerdo que me contabas algo de esto en Madrid, cuando por primera vez nos conocimos. ¿¿No era esa la que te acompañabaacompañaba a recoger azahares caídoscaídos debajo de los naranjos, la que teníatenía miedo de oíroír el chasquido de los gusanos de seda cuando estánestán comiendo, la que tútú coronabas con florecillas de Don Diego de Noche? SíSí; me has referido muchas monadas de esa tu compañeracompañera de la infancia. Ella y tútú os pintabais las mejillas con moras silvestres y os poníaisponíais mitras de papel. TúTú gozabas cogiendo nidos y ella no teníatenía mayor placer que descalzarse y meter los pies en las acequias, andando por entre los juncos y plantas de agua. Un díadía, casi a la misma hora, tútú te caístecaíste de un árbolárbol, y ella fue mordida por un reptil. Era la de FúcarFúcar, ¿¿no es verdad? Mira quéqué bien me acuerdo. Si seríasería yo capaz de escribir tu historia.</p>
<p>»»La verdad, yo no habíahabía puesto mucha atenciónatención en estos cuentos de <i>bebésbebés</i>... pero cuando vi a esa mujer, cuando me dijeron que la amabas... Hace de esto diez díasdías y aúnaún se me figura que me estoy ahogando como en el momento en que me lo dijeron. CréemeloCréemelo: me pareciópareció que se acababa el mundo, que el tiempo se deteníadetenía (no lo puedo explicar) y se doblaba mostrando un ánguloángulo horrible, un lado desconocido donde yo... otra frase sin concluir. Adelante.</p>
<p>»Ahora me acuerdo de otra aleluya de tu infancia, que me contaste no hace mucho. ¡Cómo se quedan presentes estas tonterías! Cuando fuiste pollo y empezaste a estudiar esa ciencia de las piedras que no sé para qué sirve; cuando ella (y sigo creyendo que sería otra vez la de Fúcar) no metía los pies en las acequias, ni te pintaba la cara con moras, ni se ponía tus mitras de papel, jugasteis a los novios con menos inocencia que antes, pero... vamos, lo concedo, siempre con inocencia. Ella estaba en un colegio donde había muchas lilas y un portero que se encargaba de traer y llevar cartitas. Asómbrate de mi memoria. Hasta me acuerdo del nombre de aquel portero: se llamaba Escóiquiz.</p> ▼
<p>»Basta de historia antigua. Lo que no me dijiste nunca, lo que yo no sabía hasta hoy, cuando he leído tus explicaciones, es que... (pues repito que no me hace gracia, caballero), es que hace dos años os encontrasteis otra vez allí donde florecen los naranjos, mascan los gusanillos y corren las acequias; que hubo así como un poquillo de ilusión; que desde entonces tuviste para ella un afecto sincero, y que ese afecto fue creciendo, creciendo hasta... (aquí entro yo), hasta que me conociste... Muchas gracias, caballero, por la retahíla de galantería, de finezas, de protestas, de amorosas palabras que vienen en seguida. Esta lluvia de flores lleva una carilla. Hay carillas que parecen caras divinas y esta me hace llorar de contento. Gracias, gracias. Esto es muy hermoso; y lo que dices de mí muy exagerado. Más vales tú que yo... Vives para mí... ¡Ay!, León, lo mejor que se puede hacer con estas frases de novela es creerlas. Ábrete, corazón, y recíbelo todo. Yo soy buena católica y me he educado en el arte de creer.</p> ▼
▲<p>»»Ahora me acuerdo de otra aleluya de tu infancia, que me contaste no hace mucho. ¡Cómo¡Cómo se quedan presentes estas tonteríastonterías! Cuando fuiste pollo y empezaste a estudiar esa ciencia de las piedras que no sésé para quéqué sirve; cuando ella (y sigo creyendo que seríasería otra vez la de FúcarFúcar) no metíametía los pies en las acequias, ni te pintaba la cara con moras, ni se poníaponía tus mitras de papel, jugasteis a los novios con menos inocencia que antes, pero... vamos, lo concedo, siempre con inocencia. Ella estaba en un colegio donde habíahabía muchas lilas y un portero que se encargaba de traer y llevar cartitas. AsómbrateAsómbrate de mi memoria. Hasta me acuerdo del nombre de aquel portero: se llamaba EscóiquizEscóiquiz. </p>
<p>»¡Si seré tonta que he vuelto a leer la bendita carilla...! ¡Oh!, está muy bien... Que un amor verdadero, elevado, profundo, borró aquel capricho, no dejando rastro de él: muy bien... Que las ilusiones infantiles rara vez persisten en la edad mayor: perfectamente... Que tus sentimientos son sinceros y tus propósitos formales; sí, sí... Que la voz que llegó a mi oído haciéndome creer en el fin del mundo fue una de tantas conjeturas que lanza la frivolidad del mundo para que las recoja la malicia y haga con ellas armas terribles; eso es, eso es... Que la de Fúcar es hoy para ti tan indiferente como otra cualquiera; divino, delicioso... En fin, que yo y sola yo... que a mí y sólo a mí... ¡Oh!, ¡qué dulce es ponerse la mano en el pecho y apretarse mucho diciendo con el pensamiento: 'a mí, a mí sola, a nadie más que a mí!'.</p> ▼
<p>»¡Qué argumento tan poderoso me ocurre en favor suyo! La de Fúcar es inmensamente rica, yo soy casi pobre. Pero cuando se tiene fe no se necesitan argumentos, y yo tengo fe en ti... Cuantos te conocen dicen que eres un modelo de rectitud y de nobleza, un caso raro en estos tiempos. Estoy tan orgullosa como agradecida. ¡Qué bueno ha sido mi Dios para mí al depararme un bien que, al decir de las gentes, anda hoy tan escaso en el mundo!</p> ▼
▲<p>»»Basta de historia antigua. Lo que no me dijiste nunca, lo que yo no sabíasabía hasta hoy, cuando he leídoleído tus explicaciones, es que... (pues repito que no me hace gracia, caballero), es que hace dos añosaños os encontrasteis otra vez allíallí donde florecen los naranjos, mascan los gusanillos y corren las acequias; que hubo asíasí como un poquillo de ilusiónilusión; que desde entonces tuviste para ella un afecto sincero, y que ese afecto fue creciendo, creciendo hasta... ( aquíaquí entro yo), hasta que me conociste... Muchas gracias, caballero, por la retahílaretahíla de galanteríagalantería, de finezas, de protestas, de amorosas palabras que vienen en seguida. Esta lluvia de flores lleva una carilla. Hay carillas que parecen caras divinas y esta me hace llorar de contento. Gracias, gracias. Esto es muy hermoso; y lo que dices de mímí muy exagerado. MásMás vales tútú que yo... Vives para mímí... ¡¡Ay!, LeónLeón, lo mejor que se puede hacer con estas frases de novela es creerlas. ÁbreteÁbrete, corazóncorazón, y recíbelorecíbelo todo. Yo soy buena católicacatólica y me he educado en el arte de creer. </p>
<p>»No quiero dejar de manifestarte, aunque esta carta no se acabe nunca, la impresión que me causó la de Fúcar, dejando aparte el rencorcillo que despertó en mí. Después de pasado el temporal, puedo juzgarla fríamente y con imparcialidad, y si cuando me dijeron lo que sabes pareciome tener grandes perfecciones, ahora la veo en su verdadero tamaño. No hay que hablar del lujo escandaloso de esa mujer: es un insulto a la humanidad y a la divinidad. Papá dice que con lo que ella gasta en trapos en una semana podrían vivir holgadamente muchas familias. No carece de elegancia, pero a veces es extravagantísima y parece decir: 'Señores, me pongo así para que vean todos que tengo mucho dinero'. Mamá dice que no habrá hombre alguno que se case con ese mostrador de maravillas de la industria. Los Rotchilds no abundan, y la de Fúcar causa terror a los pretendientes. Esa muchacha pródiga, voluntariosa, llena de caprichos y pésimamente educada, tendrá al fin por dueño a cualquier perdido. Así lo dice mamá, que conoce el mundo, y yo lo creo.</p> ▼
<p>»No la encuentro yo tan graciosa como dicen y como a mí me pareció cuando me estaba muriendo de celos. Es demasiado alta para ser esbelta, demasiado flaca para airosa. El bonito color no puede negársele, pero es preciso un microscopio para encontrarle los ojos: ¡tan chicos son! Cuentan que habla con mucho gracejo: yo no lo sé, porque nunca la he tratado ni quiero tratarla. La vi de lejos en la playa y en el balcón de la casa de baños, y me pareció de maneras desenvueltas y libres. Creo que me miró de un modo particular. Yo la miré queriendo darle a entender que me importaba poco su persona: no sé si lo hice bien.</p> ▼
▲<p>»¡»¡Si seréseré tonta que he vuelto a leer la bendita carilla...! ¡¡Oh!, estáestá muy bien... Que un amor verdadero, elevado, profundo, borróborró aquel capricho, no dejando rastro de élél: muy bien... Que las ilusiones infantiles rara vez persisten en la edad mayor: perfectamente... Que tus sentimientos son sinceros y tus propósitospropósitos formales; sísí, sísí... Que la voz que llególlegó a mi oídooído haciéndomehaciéndome creer en el fin del mundo fue una de tantas conjeturas que lanza la frivolidad del mundo para que las recoja la malicia y haga con ellas armas terribles; eso es, eso es... Que la de FúcarFúcar es hoy para ti tan indiferente como otra cualquiera; divino, delicioso... En fin, que yo y sola yo... que a mímí y sólosólo a mímí... ¡¡Oh!, ¡qué¡qué dulce es ponerse la mano en el pecho y apretarse mucho diciendo con el pensamiento: 'a mímí, a mímí sola, a nadie másmás que a mímí!'. </p>
<p>»Estuvo aquí tres días. Yo no salí de casa. Nunca he llorado más. Al fin, se fue esa loca. El gozo que me causó dejar de verla se anubla un poquito cuando considero que ahora está donde tú estás. He pensado ayer todo el día en que debiera haber aquí una torre muy alta, muy alta, desde la cual se viese lo que pasa en Iturburúa. Yo subiría a ella de un salto... Pero confío en tu lealtad... Y si le dices que me amas a mí sola; si ella te conserva algún afecto y al oírlo rabia... ¡Oh!, si rabia, avísamelo: quiero tener ese gusto.</p> ▼
<p>»El lunes te esperamos. Papá dice que si no vienes no eres hombre de palabra. Está muy impaciente por hablar contigo de política, pues según él, aquí hay una plaga de gente ministerial que le apesta. Si al fin le hicieran senador... y francamente, temo por su razón si no consigue ese bendito escaño. Sigue con la manía de mandar sueltos a los periódicos. En los de estos días hemos encontrado algunos, y también artículos. Ya sabes que mamá los conoce en que casi invariablemente empiezan diciendo: <i>Es de lamentar</i>...</p> ▼
▲<p>»¡Qu黡Qué argumento tan poderoso me ocurre en favor suyo! La de FúcarFúcar es inmensamente rica, yo soy casi pobre. Pero cuando se tiene fe no se necesitan argumentos, y yo tengo fe en ti... Cuantos te conocen dicen que eres un modelo de rectitud y de nobleza, un caso raro en estos tiempos. Estoy tan orgullosa como agradecida. ¡Qué¡Qué bueno ha sido mi Dios para mímí al depararme un bien que, al decir de las gentes, anda hoy tan escaso en el mundo! </p>
<p>»Hoy entró muy orgulloso mostrándome la obra que has publicado. Él hacía elogios ardientes, y le leyó a mamá los primeros párrafos. Era cosa de risa. Ni él, ni mamá, ni yo comprendíamos una sola palabra; y, sin embargo, todos encarecíamos mucho la sabiduría del libro. Figúrate lo que entenderemos nosotros del <i>Análisis del terreno plutónico en las islas Columbretes</i>, ni qué interés pueden tener para mí las capas <i>cuaternarias</i>, los terrenos <i>pirógenos</i>, <i>azoicos</i>... Hasta el escribir estas palabrotas me cuesta trabajo y tengo que ir trazando letra por letra. Sin embargo, basta que hayas hecho tú esta monserga de sabidurías oscuras para que me cautive. He pasado algunos ratos leyendo tus páginas, como si leyera el griego, y... no lo creerás, pero es cierto que sin saber la causa, yo leía y leía, llevada de un no sé qué de admiración y respeto hacia ti. Entre tantos nombres endiablados, he encontrado algunos preciosísimos y que han despertado en mí simpatías, tales como <i>sienita</i>, <i>pegmatita</i>, <i>variolita</i>, <i>anfibolita</i>. Todas estas niñitas me parecen nombres de hadas o geniecillos que han jugado alrededor de tu cabeza cuando estudiabas la obra de Dios en las honduras de la tierra.</p> ▼
<p>»Pero sin quererlo me estoy volviendo poetisa, y eso es inaguantable, señor mío. ¡Y esta pícara carta que no quiere dejarse acabar!... Mamá me está llamando para ir de paseo. Está muy aburrida. Dice que este es un lugar de baños eminentemente <i>cursi</i>, y que antes se quedará en Madrid que volver a él. Ni casino, ni sociedad, ni expediciones, ni tiendas de chucherías, ni gente de cierta clase. La verdad es que no hay dos Biarritz en el mundo.</p> ▼
▲<p>»»No quiero dejar de manifestarte, aunque esta carta no se acabe nunca, la impresiónimpresión que me causócausó la de FúcarFúcar, dejando aparte el rencorcillo que despertódespertó en mímí. DespuésDespués de pasado el temporal, puedo juzgarla fríamentefríamente y con imparcialidad, y si cuando me dijeron lo que sabes pareciome tener grandes perfecciones, ahora la veo en su verdadero tamañotamaño. No hay que hablar del lujo escandaloso de esa mujer: es un insulto a la humanidad y a la divinidad. PapáPapá dice que con lo que ella gasta en trapos en una semana podríanpodrían vivir holgadamente muchas familias. No carece de elegancia, pero a veces es extravagantísimaextravagantísima y parece decir: ' SeñoresSeñores, me pongo asíasí para que vean todos que tengo mucho dinero'. MamáMamá dice que no habráhabrá hombre alguno que se case con ese mostrador de maravillas de la industria. Los Rotchilds no abundan, y la de FúcarFúcar causa terror a los pretendientes. Esa muchacha pródigapródiga, voluntariosa, llena de caprichos y pésimamentepésimamente educada, tendrátendrá al fin por dueñodueño a cualquier perdido. AsíAsí lo dice mamámamá, que conoce el mundo, y yo lo creo. </p>
<p>»Leopoldo también está aburridísimo. Dice que este es un pueblo salvaje y que no comprende cómo hay persona decente que venga a bañarse entre cafres. Así llama a los pobres castellanos que inundan estas playas. Gustavo ha pasado a Francia para visitar al santo y angelical Luis Gonzaga, que está algo delicado. ¡Pobre hermanito mío! Hace días nos visitó de parte suya un clérigo italiano, un tal Paoletti, hombre amabilísimo, muy instruido y que cautiva con su conversación... Pero quiero darte cuenta de todo y no puede ser. El papel se acaba y mamá me llama otra vez. Adiós, adiós, adiós. Que no faltes el lunes... Hablaremos de aquello, ¿sabes?, de aquello. Anoche, cuando rezaba, le pedía a Dios por ti... No pongas esa cara de pillo. Hay en tu alma un rinconcito oscuro que no me gusta. No digo más por no parecer doctora de la Iglesia, por no anticipar una empresa gloriosa que tendrá su... quédese también esta frase sin concluir... Abur, perdido... Memorias a las <i>sienitas</i>, <i>pegmatitas</i> y <i>anfibolitas</i>, únicas señoritas de quienes no tiene celos la que te quiere de todo corazón, la que tiene la simpleza de creer todo lo que dices, la que te espera el lunes... cuidado con faltar. Hasta el lunes. Si no, verás quién es tu</p> ▼
<p style="text-align: right;text-indent:30px;">MARÍA».</p>
▲<p>»»No la encuentro yo tan graciosa como dicen y como a mímí me pareciópareció cuando me estaba muriendo de celos. Es demasiado alta para ser esbelta, demasiado flaca para airosa. El bonito color no puede negárselenegársele, pero es preciso un microscopio para encontrarle los ojos: ¡¡tan chicos son! Cuentan que habla con mucho gracejo: yo no lo sésé, porque nunca la he tratado ni quiero tratarla. La vi de lejos en la playa y en el balcónbalcón de la casa de bañosbaños, y me pareciópareció de maneras desenvueltas y libres. Creo que me mirómiró de un modo particular. Yo la mirémiré queriendo darle a entender que me importaba poco su persona: no sésé si lo hice bien. </p>
▲<p>»»Estuvo aquíaquí tres díasdías. Yo no salísalí de casa. Nunca he llorado másmás. Al fin, se fue esa loca. El gozo que me causócausó dejar de verla se anubla un poquito cuando considero que ahora estáestá donde tútú estásestás. He pensado ayer todo el díadía en que debiera haber aquíaquí una torre muy alta, muy alta, desde la cual se viese lo que pasa en IturburúaIturburúa. Yo subiríasubiría a ella de un salto... Pero confíoconfío en tu lealtad... Y si le dices que me amas a mímí sola; si ella te conserva algúnalgún afecto y al oírlooírlo rabia... ¡¡Oh!, si rabia, avísameloavísamelo: quiero tener ese gusto. </p>
▲<p>»»El lunes te esperamos. PapáPapá dice que si no vienes no eres hombre de palabra. EstáEstá muy impaciente por hablar contigo de políticapolítica, pues segúnsegún élél, aquíaquí hay una plaga de gente ministerial que le apesta. Si al fin le hicieran senador... y francamente, temo por su razónrazón si no consigue ese bendito escañoescaño. Sigue con la maníamanía de mandar sueltos a los periódicosperiódicos. En los de estos díasdías hemos encontrado algunos, y tambiéntambién artículosartículos. Ya sabes que mamámamá los conoce en que casi invariablemente empiezan diciendo: <i>Es de lamentar</i>... </p>
▲<p>»»Hoy entróentró muy orgulloso mostrándomemostrándome la obra que has publicado. ÉlÉl hacíahacía elogios ardientes, y le leyóleyó a mamámamá los primeros párrafospárrafos. Era cosa de risa. Ni élél, ni mamámamá, ni yo comprendíamoscomprendíamos una sola palabra; y, sin embargo, todos encarecíamosencarecíamos mucho la sabiduríasabiduría del libro. FigúrateFigúrate lo que entenderemos nosotros del <i> AnálisisAnálisis del terreno plutónicoplutónico en las islas Columbretes</i>, ni quéqué interésinterés pueden tener para mímí las capas <i>cuaternarias</i>, los terrenos <i> pirógenospirógenos</i>, <i>azoicos</i>... Hasta el escribir estas palabrotas me cuesta trabajo y tengo que ir trazando letra por letra. Sin embargo, basta que hayas hecho tútú esta monserga de sabiduríassabidurías oscuras para que me cautive. He pasado algunos ratos leyendo tus páginaspáginas, como si leyera el griego, y... no lo creeráscreerás, pero es cierto que sin saber la causa, yo leíaleía y leíaleía, llevada de un no sésé quéqué de admiraciónadmiración y respeto hacia ti. Entre tantos nombres endiablados, he encontrado algunos preciosísimospreciosísimos y que han despertado en mímí simpatíassimpatías, tales como <i>sienita</i>, <i>pegmatita</i>, <i>variolita</i>, <i>anfibolita</i>. Todas estas niñitasniñitas me parecen nombres de hadas o geniecillos que han jugado alrededor de tu cabeza cuando estudiabas la obra de Dios en las honduras de la tierra. </p>
▲<p>»»Pero sin quererlo me estoy volviendo poetisa, y eso es inaguantable, señorseñor míomío. ¡¡Y esta pícarapícara carta que no quiere dejarse acabar!... MamáMamá me estáestá llamando para ir de paseo. EstáEstá muy aburrida. Dice que este es un lugar de bañosbaños eminentemente <i>cursi</i>, y que antes se quedaráquedará en Madrid que volver a élél. Ni casino, ni sociedad, ni expediciones, ni tiendas de chucheríaschucherías, ni gente de cierta clase. La verdad es que no hay dos Biarritz en el mundo. </p>
▲<p>»»Leopoldo tambiéntambién estáestá aburridísimoaburridísimo. Dice que este es un pueblo salvaje y que no comprende cómocómo hay persona decente que venga a bañarsebañarse entre cafres. AsíAsí llama a los pobres castellanos que inundan estas playas. Gustavo ha pasado a Francia para visitar al santo y angelical Luis Gonzaga, que estáestá algo delicado. ¡¡Pobre hermanito míomío! Hace díasdías nos visitóvisitó de parte suya un clérigoclérigo italiano, un tal Paoletti, hombre amabilísimoamabilísimo, muy instruido y que cautiva con su conversaciónconversación... Pero quiero darte cuenta de todo y no puede ser. El papel se acaba y mamámamá me llama otra vez. AdiósAdiós, adiósadiós, adiósadiós. Que no faltes el lunes... Hablaremos de aquello, ¿¿sabes?, de aquello. Anoche, cuando rezaba, le pedíapedía a Dios por ti... No pongas esa cara de pillo. Hay en tu alma un rinconcito oscuro que no me gusta. No digo másmás por no parecer doctora de la Iglesia, por no anticipar una empresa gloriosa que tendrátendrá su... quédesequédese tambiéntambién esta frase sin concluir... Abur, perdido... Memorias a las <i>sienitas</i>, <i>pegmatitas</i> y <i>anfibolitas</i>, únicasúnicas señoritasseñoritas de quienes no tiene celos la que te quiere de todo corazóncorazón, la que tiene la simpleza de creer todo lo que dices, la que te espera el lunes... cuidado con faltar. Hasta el lunes. Si no, verásverás quiénquién es tu </p>
MARÍA».
{{Plantilla:La familia de León Roch}}
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