Diferencia entre revisiones de «La de Bringas: 46»

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{{Encabezado|XLVI<br>(La de Bringas)|[[Benito Pérez Galdós]]|Fondo=#f5f5dc|Borde=#8a3102}}
 
<div class=Parrafo>¡Qué descansada se quedó cuando lo dijo! Parecía que el gran peso que en su pecho tenía se aligeraba. Refugio la oyó con calma, no pareciendo sorprendida. Después hizo con la boca unos mimos muy particulares. Su contestación no tardó mucho.</div>
 
:::-Le diré a usted...: dinero tengo, pero no sé si podré disponer de él. Me traerán mañana unas cuentas muy gordas...
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'''decoracion de paginas web'''
 
<div class=Parrafo>Mirábala a los ojos con impertinente fijeza. Rosalía hubiera deseado que no la mirase tanto y que le diese pronto el dinero. Después de una pausa en que Refugio parecía hacer estudios de cálculo en el entrecejo de la Bringas, tornó a decir:</div>
* "Nos despiertan razones que nos hacen concientes." ''[[Razones Concientes]] [[Nuestro Retrato Nacional]]''{{fuentes}}
 
:::-Lo que es el dinero... lo tengo, vea usted.
 
<div class=Parrafo>Revolvió un cajoncillo que parecía costurero, y del fondo de él sacó un puñado de cosas. Eran trapos, hilos desmadejados y billetes de Banco, formando todo una masa.</div>
Dentro de su evolución se distinguen varias etapas, siendo la primera de ellas de gran dureza, con el objeto de llamar la atención sobre su pensamiento.
 
:::-Vea usted..., no me falta. Pero...
[[Image:bill.jpg|thumb|right|"En terminos de "#]]
 
<div class=Parrafo>A Rosalía se le encendieron los espíritus cuando vio los billetes. Pero se le llenaron de tinieblas cuando la condenada chica de Sánchez volvió a meter el dinero en lo profundo, y moviendo la cabeza, le dijo:</div>
[[Image:Alvaro_uribe_john_boozman.jpg‎|thumb|right|"Aalvaro]]
 
:::-¡Ay!, no puedo, señora, no puedo...
[[Image:Bruja.jpg‎|thumb|right|"Graygirl]]
 
<div class=Parrafo>La Pipaón pensó así: «Lo que quiere esta bribona, es que yo me humille más, que yo le ruegue y le suplique y haga algún puchero delante de ella..., quiere que me arrastre a sus pies para pisotearme... ¡Ah!, cochinísima, si yo no estuviera como estoy, ¿sabes lo que haría? Pues levantarte la falda y coger el palo de una escoba y llenarte de cardenales ese promontorio de carne que tienes... Grandísima loca, ¿qué más honra quieres que prestar tú dinero a una persona como yo?».</div>
 
<div class=Parrafo>Como es natural, nada de esto que pensaba la dama fue dicho. Al contrario, hubo de recurrir a expresiones melosas y apropiadas a lo crítico del caso.</div>
== Expiración de derechos de autor ==
 
<pre>
:::-Piénsalo bien, hija. Quizás puedas... Lo que tienes que pagar tal vez pueda aplazarse por unos días, mientras que lo mío...
...¿Conque estás decidida? ¿No te detiene nada?
:::-Qué más quisiera yo -dijo la otra con afectada conmiseración-. Bastante siento que se vaya usted con las manos vacías...
por don Francisco haría los imposibles, y me quitaría el pan de la boca. Crea usted que tengo miedo a mi falta de carácter; yo soy muy tonta, y si usted me llora mucho, puede que me ablande y caiga en la tontería de prestarle el dinero; la tontería, sí, porque me hace muchísima falta.
 
<div class=Parrafo>El sentido altamente protector de esta frase humilló a Rosalía más de lo que estaba. La hubiera cogido por aquellos pelos tan abundantes, para restregarle el hocico contra el suelo.</div>
 
:::-¿No podrías hacer un esfuerzo...? -indicó, sacando valor de lo intimo de su pecho.
:::-¡Qué más quisiera yo!... Me da tristeza de no poder socorrer a usted. Crea que lo siento muy de veras. Yo haría cualquier cosa en obsequio de usted y de don Francisco...
:::-No -dijo Rosalía con viveza, lastimada de oír el nombre de su marido-. Esto es cosa mía exclusivamente. Ni hay para qué enterar a Bringas de nada... ¡Oh!, es cosa mía, mía...
:::-¡Ah!..., ya -murmuró Refugio, mirándola otra vez fijamente en el entrecejo.
 
<div class=Parrafo>Rosalía advirtió que después de observarla, la maldita revolvía de nuevo en el costurero... ¿Se ablandaba al fin y sacaba los billetes? No... Hizo un gesto como de persona que se esfuerza en tener carácter para vencer su debilidad, y repitió:</div>
 
:::-No puedo, no puedo... Y lo que usted no consiga de mí, ¿quién lo conseguiría? Por usted o por don Francisco haría los imposibles, y me quitaría el pan de la boca. Crea usted que tengo miedo a mi falta de carácter; yo soy muy tonta, y si usted me llora mucho, puede que me ablande y caiga en la tontería de prestarle el dinero; la tontería, sí, porque me hace muchísima falta.
 
::-Nada -pensó Rosalía hecha un basilisco-. Esta sin vergüenza quiere que me le ponga de rodillas delante... No lo verá ella.</div>