Diferencia entre revisiones de «La novia del hereje/XXVIII»
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== Capítulo XXVIII : Drake y Henderson ==
Entre los sucesos fantásticos de que tanto abunda la historia del siglo XVI, las impávidas correrías de Drake en el Mar Pacífico, son sin disputa de los más pintorescos y notables.
Correr aventuras de tierra y mar nada tenía de extraño entonces: era el espíritu y la monomanía del tiempo. Pero si en la historia de las unas brillan los nombres de Pizarro y de Cortés, nadie alcanza a rivalizar en las otras con Magallanes y con Drake. Este bravo e impertérrito pirata logró ilustrarse, a pesar de lo impuro de su carrera, por las intenciones trascendentales que unió a sus latrocinios, y por el resultado científico de sus exploraciones en un mar, cuyos límites habían sido antes de él desconocidos.
Verdad es, que aunque pirata, su renombre no ha quedado manchado ante la justicia de la humanidad, con los actos atroces de barbarie, a que, por lo común, deben su negra celebridad los hombres de su oficio. Él, muy al contrario, se distinguió no menos que por los grandes resultados, por la exquisita benevolencia y urbanidad con que suavizó la desgracia, harto terrible, de los que cayeron bajo la rapacidad de sus banderas. ¡Y cosa rara!, a su vida y a sus actos de pirata, este hombre unía la más extraña pretensión de ser tenido por un perfecto cristiano; y siendo uno de los guerreros, cuya fortuna y cuyo arrojo causaba más pavor en su tiempo, oraba con la devoción y la humildad de un niño, y jamás quebrantó para con los vencidos la mansedumbre de las formas, que parecía imponerle el sentimiento religioso de que se mostraba lleno.
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