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En presencia de este desarrollo genesiaco, de estas formaciones perpétuamente progresivas que se efectuan en los espacios celestes, el observador filósofo no puede menos de establecer una cierta analogía entre estos grandes fenómenos y los de la vida orgánica; de igual modo que vemos en nuestros bosques árboles de la misma especie que han llegado á todos los grados posibles de crecimiento, tambien pueden reconocerse en la inmensidad de los campos celestes las diversas fases de la formacion gradual de las estrellas. Esta condensacion progresiva, enseñada por Anaximenes, y con él toda la escuela jónica, parece como que se desarrolla simultáneamente á nuestros ojos. Preciso es reconocer que la tendencia casi adivinadora de estas investigaciones y de estos esfuerzos del espíritu ha ofrecido siempre á la imaginacion el mas poderoso atractivo <ref name=nota031>{{zw}}</ref>; pero lo que debe cautivarnos mas en el estudio de la vida y de las fuerzas que animan al Universo, no es tanto el conocimiento de los séres en su esencia, como el de la ley de su desarrollo, es decir, la sucesion de formas que revisten: pues por lo tocante al acto mismo de la creacion, al orígen de las cosas considerado como la transicion de la nada al sér, ni la esperiencia ni el razonamiento pueden darnos ninguna idea.
En presencia de este desarrollo genesiaco, de estas formaciones perpétuamente progresivas que se efectuan en los espacios celestes, el observador filósofo no puede menos de establecer una cierta analogía entre estos grandes fenómenos y los de la vida orgánica; de igual modo que vemos en nuestros bosques árboles de la misma especie que han llegado á todos los grados posibles de crecimiento, tambien pueden reconocerse en la inmensidad de los campos celestes las diversas fases de la formacion gradual de las estrellas. Esta condensacion progresiva, enseñada por Anaximenes, y con él toda la escuela jónica, parece como que se desarrolla simultáneamente á nuestros ojos. Preciso es reconocer que la tendencia casi adivinadora de estas investigaciones y de estos esfuerzos del espíritu ha ofrecido siempre á la imaginacion el mas poderoso atractivo {{ref|031|(31)}}; pero lo que debe cautivarnos mas en el estudio de la vida y de las fuerzas que animan al Universo, no es tanto el conocimiento de los séres en su esencia, como el de la ley de su desarrollo, es decir, la sucesion de formas que revisten: pues por lo tocante al acto mismo de la creacion, al orígen de las cosas considerado como la transicion de la nada al sér, ni la esperiencia ni el razonamiento pueden darnos ninguna idea.


No se han limitado los astrónomos á comprobar en las nebulosas diversas fases de formacion, segun los grados de su condensacion mas ó menos marcada hácia el centro; sino que han creido tambien poder deducir inmediatamente de las observaciones hechas en diferentes épocas, que se han verificado cambios efectivos en la nebulosa de Andrómeda, en la del navío Argos y en los filamentos aislados pertenecientes á la nebulosa de Orion; pero la desigual potencia de los instrumentos empleados en estas diferentes épocas, las variaciones de nuestra atmósfera y otras influencias de naturaleza óptica, nos autorizan á dudar de una parte de aquellos resultados, cuando se los considera como térmi-
No se han limitado los astrónomos á comprobar en las nebulosas diversas fases de formacion, segun los grados de su condensacion mas ó menos marcada hácia el centro; sino que han creido tambien poder deducir inmediatamente de las observaciones hechas en diferentes épocas, que se han verificado cambios efectivos en la nebulosa de Andrómeda, en la del navío Argos y en los filamentos aislados pertenecientes á la nebulosa de Orion; pero la desigual potencia de los instrumentos empleados en estas diferentes épocas, las variaciones de nuestra atmósfera y otras influencias de naturaleza óptica, nos autorizan á dudar de una parte de aquellos resultados, cuando se los considera como térmi-