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​Romanorum Pontificum​ (1916) de Benedicto XV
Bereve apostólico
[]
SE CONCEDEN INDULGENCIAS A UNAS ORACIONES PARA PEDIR DIOS POR LA UNIDAD DE LA IGLESIA


BENEDICTO XV


Para perpetua memoria. — En todo tiempo fue interés de los Romanos Pontífices, nuestros predecesores, e igualmente de Nosotros, que los cristianos que se han distanciado dolorosamente de la religión católica sean, sin embargo, llamados precisamente a volver a aquella madre abandonada. De hecho, el principio de la verdad de la Iglesia brilla en la unidad fundamental de la fe, y no de otra manera el apóstol Pablo exhorta a los efesios a la unidad del espíritu, a guardar el vínculo de la paz, predicando que uno es el Señor, una fe, una solo el bautismo (IV, 5). que una Sociedad que llaman "de la Expiación ", fundada en Nueva York, ha propuesto unas oraciones para ser sean rezadas desde el día de la fiesta de la Cátedra Romana de San Pedro hasta la fiesta de la Conversión de San Pablo para pedir de este modo al Señor este objetivo de la unidad, e igualmente nos regocijamos de que estas oraciones, bendecidas por el Papa Pío X de reciente memoria, y aprobadas por los Sagrados Obispos de América, se hayan extendido por todos los Estados Unidos. Por lo tanto, para que se consiga más fácilmente el objetivo deseado, y las mencionadas oraciones se empleen en todas partes con gran beneficio de las almas, Nosotros, habiendo escuchado también la opinión de Nuestros Venerables Hermanos Cardenales de la Santa Iglesia Romana Inquisidores Generales, a todos los fieles de uno y del otro sexo que en cualquier parte de la tierra -desde el decimoctavo día de enero, fiesta de la Cátedra Romana de San Pedro, hasta el vigésimo quinto día del mismo mes, en que se honra la Conversión de San Pablo- recitasen tales oraciones una vez al día, y luego en el octavo día, verdaderamente arrepentidos, confesados y alimentados con la Sagrada Comunión, después de visitada cualquier Iglesia u Oratorio público, hayan elevado piadosas oraciones a Dios por la armonía de los gobernantes cristianos, por la erradicación de las herejías, por la conversión de los pecadores y por la exaltación de la Santa Madre Iglesia, otorgamos y prodigamos misericordiosamente en el Señor la indulgencia plenaria de todos sus pecados. También concedemos la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria antes mencionada a quienes, habiendo confesado debidamente sus pecados y recibido la Sagrada Comunión, hayan realizado esta visita en el día de la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma. Además, a los los fieles que con corazón contrito, en cualquiera de los ocho días mencionados, hayan rezado las mismas oraciones, concedemos doscientos días de indulgencia en la forma habitual de la Iglesia. Concedemos que todas estas indulgencias, remisiones de pecados y atenuación de penitencias pueden aplicarse, por vía del sufragio, también a las almas de los fieles del Purgatorio. Las presentes concesiones también serán válidas en el futuro, sinque obste cualquier cosa en contra. Las oraciones que deben recitarse, en los ocho días antes señalados por la unidad de la Iglesia, son las siguientes, y para que no se modifiquen las mismas, hemos ordenado que se guarde una copia de las mismas en el Archivo de los Apóstoles Breves.

 «Antífona (Juan, XVII, 21) Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
 V/ Yo te digo que eres Pedro.
 R/ Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.»

ORACIÓN


«Señor Jesucristo, dijiste a tus Apóstoles: te dejo la paz, te doy mi paz, no mires mis pecados, sino la fe de tu Iglesia; Dígnate pacificarlo y reunirlo según tu voluntad, tú que vives y reinas, Dios, por los siglos de los siglos.
 Amén.»


Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el dia 25 de febrero de 1916, segundo año de nuestro pontificado.

P. CARD. GASPARRI, Secretario de Estado.