Diferencia entre revisiones de «Página:13 Cartas del Famoso Conquistador Hernán Cortés.pdf/258»

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hallé cuarenta de caballo y quinientos y cincuenta peones, los ochenta dellos ballesteros y escopeteros, y ocho ó nueve tiros de campo, con bien poca pólvora; y hice de los de caballo cuatro cuadrillas, de diez en diez cada una, y de los peones hice nueve capitanías de á sesenta españoles cada una, y á todos juntos en el dicho alarde les hablé, y dije que ya sabian cómo ellos y yo, por servir á vuestra sacra majestad, habiamos poblado en esta tierra, y que ya sabian cómo todos los naturales della se habian dado por vasallos de vuestra majestad y como tales habian perseverado algun tiempo, recibiendo buenas obras de nosotros, y nosotros dellos; y cómo sin causa ninguna todos los naturales de Culúa, que son los de la gran ciudad de Temixtitan y los de todas las otras provincias á ellas sujetas, no solamente se habian rebelado contra vuestra majestad, mas aun nos habían muerto muchos hombres, deudos y amigos nuestros, y nos habian echado fuera de toda su tierra; y que se acordasen de cuántos peligros y trabajos habiamos pasado, y viesen cuánto convenia al servicio de Dios y de vuestra católica majestad tornar á cobrar lo perdido, pues para ello teniamos de nuestra parte justas causas y razones; lo uno, por pelear en aumento de nuestra fe y contra gente bárbara <ref>Este fué el principal fin que siempre tuvo Cortés; este el que movió á la Reina Católica doña Isabel para dar su permiso; este el que persuadió á la misma reina el gran cardenal D. Pedro de Mendoza con estas palabras: "Señora, en dar la licencia y naves y gente, poco se va á perder, y si se gana aquella tierra, se va á adelantar mucho." Esta misma máxima siguió despues el gran cardenal don fray Francisco Jimenez de Cisneros, confesor de la misma misma reina Católica doña Isabel; este promovió el gran Carlos I. y V del imperio, conforme á una cláusula del testamento de la reina Católica, enriqueciendo con ornamentos y vasos sagrados á las iglesias de Nueva-España, que hoy se conservan, y edificando muchas con la mayor magnificencia y estructura admirable.</ref>; y lo otro
hallé cuarenta de caballo y quinientos y cincuenta
peones, los ochenta, dellos ballesteros y escopeteros,
y ocho ó nueve tiros de campo, con bien poca
pólvora; y hice de los de caballo cuatro cuadrillas,
de diez en diez cada una, y de los peones hice nueve
capitanías de á sesenta españoles cada una, y á
todos juntos en el dicho alarde les hablé, y dije
que ya sabian cómo ellos y yo, por servir á vuestra
sacra majestad, habiamos poblado en esta tierra,
y que ya sabian cómo todos los naturales della
se habian dado por vasalles de vuestra majestad y
como tales habian perseverado algun tiempo, recibiendo
buenas obras de nosotros, y nosotros dellos;
y cómo sin causa ninguna todos los naturales de
Culúa, que son los de la gran ciudad de Temixtitan
y los de todas las otras provincias á ellas sujetas,
no solamente se habian rebelado contra vuestra
majestad; mas aun nos habían muerto muchos
hombres, deudos y amigos nuestros, y nos habian
echado fuera de toda su tierra; y que se acordasen,
de cuántos peligros y trabajos habiamos pasado, y
viesen cuánto convenia al servicio de Dios y de
vuestra católica majestad tornar á cobrar lo perdido,
pues para ello teniamos de nuestra parte justas
causas y razones; lo uno, por pelear en aumento
de nuestra fe y contra gente bárbara (1); y lo otro

(I) Este fué el principal fin que siempre tuvo Cortés; este
el que movió a la Reina Católica doña Isabel para dar su permiso;
este el que persuadió á la misma reina el gran cardenal