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habia colocado, por medio de su ovipósitor, bajo la piel de las orugas, mientras que estos fetos se desarrollan espontáneamente, es decir, no nacen de huevos, sino que se forman en el cuerpo grasoso de la madre, la cual, por otra parte, no merece en rigor este nombre de madre, pues que carece de órganos genitales.

Como fácilmente se infiere, el descubrimiento de Wagner excitó gran estrañeza y muchos zoologos dudaron de la exactitud de la observacion. Esta duda era tan grande entre los hombres eminentes del presente, que Siebold y Kœlliker se negaron á publicar la primera comunicacion que Wagner les envió, en 1861, para su periódico zoológico. Entonces el Sr. Wagner se vió en la necesidad de publicar su observacion, por separado, en lengua rusa. El catedrático Filippi, de Turin, quien visitó á Wagner, con motivo de un viaje por Rusia, fué el primer zoologo que apoyó públicamente la observacion de aquel.

En la sesion de 24 de Abril de 1852 de la Academia de Ciencias de San Petersburgo, Von Baer declaró que la paedegénesis era un hecho, pero que no creía, sin embargo, en el desarrollo de los fetos en el cuerpo grasoso mismo. Finalmente Owsiannikow, de Kasan, fue a visitar á Von Baer, llevando consigo una parte de la corteza en que las larvas se encontraban todavía; entonces toda duda desapareció, y, en la reunion de la Academia de San Petersburgo de 17 de Julio de 1863, Wagner fue obsequiado con una medalla de oro extraordinaria. Despues de la publicacion en el Boletin de la Academia de San Petersburgo, Tomo VI, p. 239, Siebold y Kölliker dieron tambien una noticia sobre este asunto en su periódico zoológico, pero, con todo, muchos zoólogos continuaron dudando. El hecho era efectivamente tan extraño, que no se pudo creér en él inmediatamente.

Poco tiempo despues se publicó una nueva confirmacion de las observaciones de Wagner. Meinert, de Copenhague, publicó un articulo en su periódico, á principios de 1864, en el cual apoya enérgicamente las observaciones de Wagner. A pesar de que encontró las larvas en una vieja haya, árbol que no existe en Kasan, del estudio sistemático no resultó diferencia especifica; solo el número de fetos era siempre mayor que en los casos observados por Wagner, particularidad que Meinert considera como