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de dispersion es muy extensa, pues habita casi toda la América Meridional.

Reasumiendo lo que se ha dicho sobre los hábitos de esta especie, tenemos que es notable por su instinto sociable y por cazar mas temprano que los otros Caprimúlgides; que prefiere los sitios medianamente descubiertos y donde hay breñas; que sus movimientos, cuando se inquieta, se asemejan a los de los pequeños Estrígidos (Lechuzas), que vuela de una manera análoga á la de los Hirundínides (Golondrinas), mas nó con tanta velocidad; que es el Caprimúlgide «que mas temprano ó con mas luz sale á pillar insectos»; que «los caza á bastante altura del suelo sin posarse en los caminos, ni en otra parte, porque en empezando su cacería no la deja» [1]; que, si se levanta de tierra, se posa en seguida á pocos pasos; que no se detiene sobre los árboles; que al aproximarse los frios emigra como las golondrinas y como ellas tambien se reune en bandadas para emprender el viaje; y que deposita sus huevos en el suelo, sin cuidarse de construir un nido.

Mis observaciones no hacen sino confirmar en gran parte las de los naturalistas que se han ocupado del Ñacundá (Persona de boca grande), como le llaman los Guaranís.

En efecto, abunda aquí en los terrenos de labrantío, los cuales, por lo regular, no están desnudos de vegetacion, sino que, por el contrario, crecen en ellos muchas plantas que todo lo invaden, siendo por esto un aborrecido enemigo del agricultor; las altas colinas que bordean el valle del Paraná están muy cerca de los mencionados terrenos; al apercibirse de la aproximacion del hombre alza la cabeza y luego se agacha, como procurando confundirse con el suelo, esperando el momento oportuno para desplegar las alas, lo cual, si no es exactamente igual á lo que los Estrígidos hacen en idéntica ocasion, es por lo menos bastante parecido; caza cuando el sol permanece todavía sobre el horizonte; se eleva a cierta altura; no se aleja mucho del punto de donde vuela: y nunca lo he visto en los bosques espesos ni posarse en los árboles.

No obstante, me parece que, contra lo que dice Azara y

  1. Azara, l. cit.