Diferencia entre revisiones de «El Naturalista Argentino/Tanagra striata ó Siete cuchillos»

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Revisión del 21:23 12 sep 2020

Nota: Se respeta la ortografía original de la época
El Naturalista Argentino T. I. ent. 2.
Tanagra striata
El siete cuchillos
ó siete colores

El Siete-Colores ó Siete-Cuchillos

(tanagra striata Gml.)

Si, limitándonos al estudio de las aves argentinas, apartamos un instante la mirada del plumage flamígero del «Churrinche» [1] y del resplandeciente de los «Picaflores» [2] tendremos de por fuerza que asignar el primer lugar en el imperio de la hermosura, al macho de la avecilla de que vamos á trazar, aunque a grandes rasgos, la historia natural.

Ser tan hermoso bien merecería ser descripto por la pluma de oro de Buffon, cuyo estilo elocuentísimo sería de una eficacia inapreciable para la difusion de las ciencias en nuestro país.

Pero, por una especie de compensacion estética de la naturaleza, de esas que con tanta frecuencia podemos observar entre nuestros propios congéneres, el «Siete-colores» es únicamente bello. De su garganta no nacen esas melodías arrobadoras, sublime encanto de los sitios agrestes, y que parecen ser del patrimonio exclusivo de los que se cubren con un ropaje humilde; oscuro es el ruiseñor, que eleva sus inimitables himnos cuando todo reposa en profundo silencio, pálidos y sin brillo son los burlones [3], y el plumage de todos los tordos [4] y mirlos [5] es asimismo de los mas modestos, al paso que los colibrís [2], esas alhajas del aire, son casi mudos, y que las aves de mas lujoso vestido lanzan gritos bruscos é insignificantes, cuando no ásperos graznidos.

El «Siete-colores», fiel a esta regla nunca desmentida y de difícil esplicacion, parece contentarse con las galas de que la naturaleza le dotara y no pensar que la belleza exterior, unida al mérito interno, constituye un conjunto armónico capaz de cautivar todas las simpatías y de atraer la admiracion de todos, y por esto sin duda su voz se reduce á dos ó tres notas agudas pero débiles, siempre las mismas, lanzadas con apresuramiento. Sus movimientos, sin ser torpes ni pesados, no llaman la atencion por su donaire, ni su industria demuestra que se halle en un nivel muy alto de la escala intelectual.

Pero contemplemos su plumage. Es menester buscar al macho en lo alto de una rama, ostentando sus vivas tintas sobre el verde del follaje, para juzgar de su belleza. Entonces su pecho y su obispillo, teñidos de un anaranjado vivísimo, se destacan con energía, y una vista de poco alcance podría confundirlos con los dorados frutos del «Mburucuyá» [6]; su cabeza y su cuello, así como gran parte de las alas, parecen reflejar nuestro cielo de zafir, y la noche haber dejado un giron de su manto sobre la espalda de este hijo de la luz.

En cambio, al ver á su compañera nadie pensaría que es amada por tan magnifico galan: todo su atavío ha sido cubierto con un baño parduzco, triste. Extraña injusticia!; la que vela solícita junto a la aérea cuna, aquella sobre la cual pesan todos los cuidados y que desempeña las mas rudas taréas viste casi siempre el traje mas opaco, y cuando su amante la enamora con tiernas melodías no puede responderle con otras igualmente dulces y apasionadas.


Los colores de la Tanagra striata, particularmente los del macho, son demasiado característicos para que se pueda confundir este pájaro con ninguno de los que forman parte de la familia á que pertenece, la de los Tanágrides, grupo singular, exclusivamente propio de América, y muy numeroso, cuyo pico, comumente cónico, le ha conquistado un puesto en las filas de los Conirostros, y cuya escotadura en el mismo ha hecho que, por otro lado, se le coloque entre los Dentirostros.

Excepto las dimensiones, todos los caracteres genéricos, y una que otra particularidad especifica, tal como el color del pico y los ribetes celestes de las tectrices del ala, no se encuentra nada de comun entre los dos sexos del «Siete-colores», de suerte que nos vemos obligados á trazar dos descripciones en vez de una.

Hé aquí los caracteres del macho adulto:

El arranque de la frente, los bigotillos, la línea naso-ocular, un estrecho círculo que rodéa el ojo, el cual nace de dicha línea, la parte baja de la superior del cuello, la espalda y el lomo, del negro mas profundo. Este color desciende un poco por los costados, mas sin invadir el pecho, el cual, así como la parte infero-anterior del cuello, el obispillo y las supracaudales, está teñido por un anaranjado rojizo de lo mas vivo y bonito, que gradualmente se funde con el amarillo puro que ostenta el resto de las partes inferiores del cuerpo. Un precioso azul celeste cubre todo lo que de la cabeza y el cuello deja libre la tinta oscura, y del mismo color son las coberteras menores del ala, los ribetes de las mayores, de las remeras, excepto la primera, que es totalmente oscura, y de las rectrices, menos la externa de cada lado, que es también unicolor. La cola y las alas, prescindiendo de los mencionados ribetes, son superiormente de un color negro parduzco. Las rectrices, por debajo, son pardas con bandas transversales mas claras y reflejos cenicientos. En los colores azul y negro oscuro suele observarse cierta ligera mezclita de verde aceitunado Los tarsos y dedos pardo-morados. Iris acanelado rojo oscuro.

Los de la hembra y de los machos jóvenes son los siguientes:

Cabeza y pequeñas tectrices del ala, azul parduzco; obispillo verde; el resto de las partes superiores pardo oliváceo; tectrices mayores del ala, remeras y rectrices pardo-oscuras, dichas tectrices con ribetes azules; todo lo inferior pardo claro; tarso pardo oscuro.

El pico es, en ambos sexos, negruzco en la mandíbula superior y blanco corneo, ligeramente sombreado hácia el extremo, en la mandíbula inferior. Sus dimensiones son estas: desde la punta del pico hasta el extremo de la cola 7 pulgadas; cola igual á las 2/5 partes de la longitud total del ave (2 3/4 pulg.); relación de la braza á dicha longitud: 1 4/7 :: 1 (11 pulg.); tarso, 1 pulg.; dedo medio, sin la uña, 8 líneas; pico igualmente largo, midiendo por la arista, que ancho en la base (5 lin.), y de 3 1/2 lin, de altura, también en la base.[7]


El «Siete-colores» es estacionario en los países donde se encuentra y, si abandona los sitios donde por vez primera ensayara sus alitas, sólo es para trasladarse á otros donde abunden mas los manjares de que se alimenta. Estos consisten principalmente en frutos suculentos y en retoños tiernos, aunque también lleva sus ataques á los insectos, de modo que su réjimen es, en cierto modo, intermedio entre el de los Conirostros y el de los Dentirostros.

Quien haya detenido algo su atención sobre los pájaros que frecuentan las casas campestres, no habrá podido menos de fijarla con interés en estos devoradores de naranjas, el plumage de algunos de los cuales les sirve de protección, pues que, como ya hemos dicho, algunas de sus partes ostentan el color de la corteza del jugoso fruto. Las uvas, las peras, y otros muchos productos hortícolas así como las yemas de muchas hortalizas son tenazmente perseguidas por el precioso ladroncillo.

Con todo, es probable que el «Siete-colores» no séa un sér perjudicial á nuestra industria, sino en la apariencia; no olvidemos que muchas aves, consideradas como enemigos de la agricultura, han obtenido mas tarde, á consecuencia del descubrimiento de sencillísimas verdades que habían permanecidos ocultas hasta entonces, la decidida protección del hombre. En efecto, existen aves granívoras que no dejan de consumir bastante, pero que, durante la época de la crianza, destruyen una suma de insectos que, por sí mismos ó por sus descendientes, nos habrían originado males infinitamente mayores. Antes de lanzar anatema sobre esta flor animada, así como sobre muchos otros animales, es necesario cuidar de cerciorarse si únicamente produce perjuicios ó si los que causa son compensados por bienes de mayor cuantía.

La Tanagra striata es bastante sociable. No se reune en grandes bandadas, mas sí en pequeñas familias, cuyos miembros obran acordes en la busca de su alimento. Su morada favorita es el espeso follaje de los árboles, y rara vez, ensucia sus dedos con el polvo de la tierra.

Los movimientos de este Tanágride, sin ser de los mas graciosos, no carecen de cierta elegancia; es bello, sobre todo, contemplarle cuando, posado en lo alto de una rama, se inclina de improviso para desplegar las alas, pareciendo que va á lanzarse al fondo de un abismo.

Su pátria es muy extensa; abraza toda la region que baña el Plata, y es uno de los habitantes de los Andes Peruanos.


Esta especie fué descrita en 1789 por Gmelin, en la 13ª edicion del Systema Naturæ de Linné con el nombre que hemos adoptado. Posteriormente, en 1802, D. Félix de Azara publicó una buena descripcion en sus Apuntamientos para la Historia Natural de los Paxaros del Paraguay y Rio de la Plata. Varios otros autores se han ocupado de ella mas adelante; es la Tanagra chrysogaster de Cuvier, y la Thraupis striata de Cabanis (Mus. Hein., I, 29, 197). Azara la llama, con mucha propiedad, el Lindo celeste oro y negro (I, 377, 94).


  1. Pyrocephalus parvirostris, Gould [Muscicapa coronata & str gitata, Pr. M. z. Wled].
  2. 2,0 2,1 Trochilli.
  3. Mimus.
  4. Turdus.
  5. Morula.
  6. Passiflora cærulea Linn.
  7. Todas las medidas absolutas son las que dió D. Félix de Azara [Apuntamientos, p. 377, 378 & 379.]