Diferencia entre revisiones de «El cuento del mago viajero en las estrellas»

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Una estrella, águila de oro, con alas de fuego,
Cabalgando sobre ella, vuela en el infinito,
Estrellas brillaban santas y le dejaban espacio en su camino. </Poem>
 
Y difundidos en el espacio ángeles llevaban
Los rezos profundos y tiernos de los mundos
Y estirando en el viento sus alas reales
Van y las ponen sobre las peldañas azules del mundo.
 
Al poderoso mago saludan en su camino,
Él pasa llevado por la estrella que vuela como el pensamiento
Y cuando llegó, santo, grande, al valle del caos
Dejó a la estrella, y se tiró en le precipicio.
Encima veía estrellas y debajo de él estrellas,
Vuela sin esitar como un trueno herido;
Arriba, a la derecha, a la izquierda, las llanuras de estrellas
Desaparecen. - El cae, un astro tirado al profundo abismo.
 
Porque sobre un punto azul fijó él su mirada :
A las márgenes del caos un astro tierno y ligero;
Camino de miles de días él pasa en un segundo,
Vuela como el pensamiento que le lleva al futuro.
 
Cada vez más se acerca al mundo alejado,
Solo le falta un día para llegar a su luna.
Ahí el respira por su camino largo -
Empieza a mirar desde la cumbre de un monte.
 
Con ojos llenos de lágrimas mira a esa estrella
Que luminaba azul siguiendo su camino :
- Qué tranquila está ella, anda en paz,
Oh, como amo a la estrella en donde yo nací.
 
Hay una estrella más de paz en el universo,
Nunca inquietada por el odio, por la guerra;
En toda la Creación su boca siempre calla,
No tiene malos pensamientos, no padece necesitades.
 
Hay ''un'' hombre que vive infeliz en ella,
Pero no por la estrella, sino por su propio ser,
Pero cambiaré su suerte, de malo haré bien -
Bajo ahora a mi astro para acariciarle también.
 
Desde la cumbre del monte selenario se tira al espacio,
En un momento llega a las nubes de su astro natal,
Les mira con amor, con una mirada larga,
En lasos largos rompe el velo de las nubes.
 
Lo estira, lo ata, hace de el una escalera,
La tira al horizonte, el viento la flutura,
Después por ella baja lentamente el viejo
Al mar, que mueve temblante sus miles de olas.
 
De las nubes densas él tomó un trozo,
Para hacerse una barca que flota por las olas,
Las ondas azules del mar deslizan espumantes
Y lo llevan a la cuna dulce, por cantos desde las orillas.
 
De islas ricas con grandes jardines de laurel,
Cisnes plateados estirando sus alas
Venían rompiendo el agua hasta la barca de oro
Y se enjaezaban y la tiraban cantando.
 
El viejo, envuelto en su ropa blanca, sueña
Mientras los cisnes plateados tiran la rica barca,
La canción de las olas le está saludando a él -
Sobre su frente arreglada hay una rama de haya.
 
Flotando rápidamente bajo la pálida luz
De la luna, parece el dios de los mares,
Cantado por las miles de olas serenas
Y meceado por los cisnes en su dulce ensoñación.
 
La barca, un sueño de oro, la tela azul del mar
La rompe - y se está acercando a la orilla,
Una orilla de piedras gris, de rocas rotas y rebeldes,
Que golpean con sus faldas la ola espumajeada.
 
Ahí, entre rocas viejas y esqueletos,
Un templo en ruina, ahogado por las aguas,
Por la mitad inclina sus muros y sus palos
Y pronto caerá quebrantado por el tiempo.
 
En huecos de muro vive un pobre monje
Joven, hermoso - pero delgado como una sombra.
De rocas quebrantadas, de piedras y de tierra
Hizo caminos hasta el fondo del templo árabe.
 
Ahí se queda atormentado por sueños y por pensamientos.
Ni el sabe que quiere, se está atormentando en vano,
Duerme en una cama de andrajos puestos sobre dos tablas.
No bebe agua de manantiales, sino la ola amarga del mar.
Así quiere aplastar su vida, acortarla,
¿ Por qué ? y para quien, él mismo no sabía.
Así se está atormentando, en rezos, en ascesis,
En alguna pobre arpa del arco quebrantado.
 
Un arpa de cobre, con cuerdas oxidadas,
Él toca con ella una canción desoladora.
Cuerdas antes adormecidas tiemblan por sus manos...
Él llama con su canción a una sombra que soñó.
 
Y ahora él se queda en la luna, sobre una piedra dispersada
Y su canción vuela dolorosamente en la noche,
Parecía que esperaba en el aire a su sombra amada
Para verla, así su ojo apuntaba oscuro.
 
El mago bajó de la barca sobre una piedra seca.
La deja que sea llevada por el camino de las olas -
Sube después sobre una roca - mide al asceta
Con el ojo. Se queda como el genio del aire.
 
El monje lo ve, deja caer su arpa,
Sobre sus labios pasa una sonrisa débil y amarga de asceta.
Deja su roca, se acerca lentamente al mago,
Coge su mano y le pregunta con voz rara :
 
- ¿ Qué has hecho, padre... otra vez veniste a mi,
Piensas que me podrás animar ? no, no, jamás,
Sordo se queda mi alma a tus palabras suaves
Como las rocas se quedan secas y frías a mi voz.
 
Oh, ven a los huecos para que te enseñe la ventana
A la cual la dulce sombra vino ayer noche
Entre los palos que se están derrumbando... por los arcos quebrantados...
Esta...
Por aquí, por una escalera de oro entró tiernamente.
 
- Por eso te retiraste tú, dijo entonces el mago,
Para vivir en ascesis pensando en Dios,
Bebiendo el agua amarga del mar en las tabernas negras -
¡ Para dominar en ti a la tentación, al genio malo !...
 
- ¿ Ella, tentación mala ? ¡ un genio malo, oh, no lo es !
Respondió triste y dulcemente el fantástico asceta.
Si vendría el cielo mismo para decirme esto,
Si me lo diría ella misma - yo no lo creería. </Poem>
 
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