Diferencia entre revisiones de «El cuento del mago viajero en las estrellas»

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Línea 109:
El camino eterno de las estrellas sigue su ojo mudo.
Por eso quiero que enseñe a mi hijo
Cuales caminos de la vida son desiertos, cuales grandiosos.</Poem>
 
Pero él no baja nunca de su montaña,
Porque no quiere perder de vista los caminos del mundo
Para que la medida que el usa siempre
No sea cambiada en su ausencia... y él, regresando de los valles,
Estando obligado a comenzar otra vez desde el principio,
No pueda parar el pensamiento de los malvados.
Y quién quiere resolver el misterio de la vida,
Ese debe subir a pie la montaña.
 
Con sus rizos negros, ¡ que brillo soberbio !
Con su cara delgada, ¡ cuán dolorosamente pálido !
Con ojos grandes que mueven sus miradas unidas,
Con una frente en rizos pierde su óvalo poderoso -
Así el hijo joven está perdido en sus pensamientos.
Se queda apoyado en el umbral del portal dorado :
Oye las palabras de su padre y se inclina -
Signo que obedece a la medida que él destina.
 
Se acerca con pasos modestos, suaves, raros
Y húmilmente se arrodilla sobre el peldaño del trono :
- Mañana, mientras la noche encenderá su tierno sol
Cuando la campana llorará con el dulce tono de la tarde,
Entonces me iré, viajando sobre el caballo pardo,
Iré hacia el pie del monte Pión
Y de ahí subiré todo el camino a pie,
Para poner alas a mis pensamientos.
 
Alas, para saber que es la vanidad :
Para que pase el curso miserable y mezquino del mundo,
Para que los pasos de mi vida entera sean llevados por la sabiduría,
Para pisar seguramente el camino de espinas de la vida,
Para que todo lo que yo haga sean hechos buenos,
Para no escuchar más que la voz de la verdad serena;
Y, siendo la más difícil la misión de mi vida,
Sabré seguir, con dignidad, tu camino, padre.
II
 
En montañas que se levantan fuertes de los bosques,
Gigantes con piernas de rocas de granito,
Con la frente fulminada ellos hienden a las nubes
Y las águilas levantan palacios en sus cumbres
Y asombrados se quedan en el sol, mirándolo paralizados.
 
Ahí, entre las ruinas, a través de rocas amontonadas
Está la negra caverna del mago ermitaño;
Encinas despeñadas sobre ríos tremendos
Y viejos guijarros cubiertos con moho;
Lentamente se estremecen los árboles de haya. </Poem>
 
 
 
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