Diferencia entre revisiones de «Entrevista a Juan Vázquez de Mella en Heraldo de Madrid»

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{{brecha}}—Es verdad; y sobre esas cuestiones se han formulado tantas inexactitudes en estos días, que me alegro ser interrogado sobre ellas para desvanecerlas. Empecemos por la cuesitón dinástica. Hay quien cree que la esencia del carlismo es un pleito dinástico y que, prescindiendo de esto, se desvanecen sus caracteres. Nada más falso. Por encima de la cuestión dinástica está la cuestión de principios, que es superior y anterior á ella. Las dinastías pasan y los principios permanecen.<br><br>
{{brecha}}En este punto el Sr. Mella se entrega á una brillante disquisición histórica para demostrar que las divergencias entre una y otra política, la del carlismo y la de la monarquía constitucional, son más de principios que cuestión de rama dinástica. El verbo del señor Mella evoca hechos históricos, y añade:<br><br>
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{{brecha}}—Ni don Carlos puedo ser liberal, ni don Alfonso tradicionalista. Si don Carlos ó don Jaime se declarasen liberales y parlamentarios, ningún tradicionalista les seguiría, y es de creer que los elementos liberales no depositarían en ellos muy sólida confianza.<br><br>
|Título='''{{color|red|[Párrafos suprimidos por el ''Heraldo'', por exigencias del ajuste]'''|}}
|Contenido={{color|red|{{brecha}}Existía la cuestión de principios en los últimos reinados regalistas del siglo XVIII; estalló tumultuosamente en las discusiones de las Cortes de Cádiz; la afirmaron trece pronunciamientos después de la restauración del 14; siguió en aumento en el período del 20 al 28; la demostró en los campos de batalla la regencia de Urgel, y atravesó la última década del reinado de Fernando VII, y sólo á la muerte de éste apareció la cuestión dinástica.<br><br>
{{brecha}}Esta es en las Monarquías un punto legal de altísima importancia, pero sea por derecho consuetudinario ó escrito, nunca se manifiesta una guerra de sucesión que sea exclusivamente dinástica. Siempre, detrás del pleito legal hay cuestiones de mayor entidad á que las opuestas soluciones sirven de fórmula.<br><br>
{{brecha}}En la misma Edad Media, cuando no existía divergencia de principios en los Estados católicos, detrás de la cuestión dinástica se encontraban otras mayores; y así entre D. Pedro y don Enrique estaban una política feudal y popular y alianzas opuestas con Inglaterra y Francia.<br><br>
{{brecha}}Entre el Conde de Urgel y D. Fernando de Antequera no se debatía sólo el parentesco por la línea masculina y femenina de los contendientes con D. Martín, sino la independencia de la Monarquía catalana-aragonesa y la influencia de Castilla.<br><br>
{{brecha}}En la guerra llamada por antonomasia de sucesión, el pleito dinástico entre el Archiduque Carlos y Felipe V estaba subordinado á la contienda internacional de una guerra europea en que se litigaba el equilibrio del mundo que aun no se había definitivamente en la guerra de les treinta años.<br><br>
{{brecha}}Al morir Fernando VII se cumplió esta ley histórica, y Balmes pudo decir con razón poco después de terminada la primera guerra civil, que si Don Carlos María Isidro se hubiera declarado liberal y poco afecto á las cosas religiosas, y la regencia isabelina, lo contrario, los liberales se habrían agrupado alrededor de Carlos V sin poner en duda sus derechos. La fuerza de los acontecimientos convirtió á las dos ramas de la Casa de Borbón en dos símbolos opuestos: la de doña Isabel significó la política secularizadora y centralizadora; la de Don Carlos católica y fuerista. La supresión de las Ordenes religiosas, la desamortización eclesiástica, la secularización de la enseñanza y la desamortización civil que quitó vida económica á Municipios y Universidades, el monopolio docente, la supresión de los restos forales y la uniformidad administrativa y económica, caracterizan la obra política de la rama liberal.<br><br>
{{brecha}}El sistema contrario, con la unidad religiosa y monárquica y el espíritu descentralizador, caracterizan á la rama carlista. Hay que hacer el honor á los que derramaron su sangre por una ó por otra causa, que no peleaban simplemente роr una sustitución de personas, sino por las cuestiones más hondas у más altas que pueden dividir á los hombres. De esas luchas sangrientas han brotado dos hechos históricos que han unido indisolublemente dos causas opuestas á los representantes de las dos ramas.|}}
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{{brecha}}—Ni don Carlos puedopuede ser liberal, ni don Alfonso tradicionalista. Si don Carlos ó don Jaime se declarasen liberales y parlamentarios, ningún tradicionalista les seguiría, y es de creer que los elementos liberales no depositarían en ellos muy sólida confianza.<br><br>
{{brecha}}El carlismo dió una prueba de la subordinación de las personas á los principios, y no de los principios á las personas, cuando obligó á don Juan, que por sugestiones maléficas de Laceo????? había alterado la doctrina, á abandonar su puesto y á abdicar. Su conducta caballeresca posterior probó que él mismo había reconocido su error y aceptado sin protesta la lección. Luego es evidente que el carlismo no está constituido simplemente por la cuestión dinástica, y que ésta, por la fuerza de la Historia, ha llegado á ser el símbolo de dos escuelas opuestas.<br><br>
{{brecha}}<u>'''''Pleito dinástico.'''''</u><br><br>
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== FuenteFuentes ==
* ''[[w:Heraldo de Madrid|Heraldo de Madrid]]'': [http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000588333&search=&lang=es Heraldo«El partido carlista: Declaraciones de Madrid,Vázquez 29/6/1909de Mella»], p(29 de Junio de 1909). Página 1.
* ''[[w:El Correo Español (1888-1921)|El Correo Español]]'': [http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0029799728&page=2 «Declaraciones del Sr. Vázquez de Mella»] (30 de Junio de 1909). Página 2.
 
[[Categoría:D1909]]