Diferencia entre revisiones de «Página:Cuentos clásicos del norte.djvu/95»

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{{bloque centro|{{menor|Son cœur est un luth suspendu;<br>Sitȏt qu'on le touche il résonne.<ref>Su corazón es un laúd en pendiente, Apenas se le roza, vibra.</ref>}}<br>{{derecha|—[[Autor:Pierre-Jean de Béranger|Béranger]].|may|menor}}}}
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{{gota|D}}URANTE todo un largo día de otoño, triste, pesado y sombrío, de aquellos en que cuelgan las nubes opresivamente bajas en el firmamento, atravesaba solo, a caballo, un monótono erial para encontrarme al fin, conforme avanzaban las sombras de la noche, al frente de la melancólica casa de Úsher. No sé por qué, pero a la primera ojeada al edificio, un sentimiento de tristeza intolerable se apoderó de mi espíritu. Digo intolerable, porque esta impresión no estaba siquiera atenuada por aquella sensación casi agradable, por cuanto poética, con que generalmente recibe el cerebro las imágenes naturales aunque austeras de lo desolado y lo terrible. Miraba la escena que se desarrollaba ante mis ojos: la casa y las simples líneas del paisaje de los alrededores del dominio, los muros helados, las ventanas semejando cuencas vacías, unos cuantos lozanos juncos y algunos blancos troncos de árboles moribundos; mirábalo todo con depresión de ánimo
{{gota|D}}URANTE todo un largo día de otoño,
triste, pesado y sombrío, de aquellos en
que cuelgan las nubes opresivamente bajas
en el firmamento, atravesaba solo, a caballo, un
monótono erial para encontrarme al fin, conforme
avanzaban las sombras de la noche, al frente de la
melancólica casa de Úsher. No sé por qué, pero
a la primera ojeada al edificio, un sentimiento de
tristeza intolerable se apoderó de mi espíritu.
Digo intolerable, porque esta impresión no estaba
siquiera atenuada por aquella sensación casi
agradable, por cuanto poética, con que generalmente recibe el cerebro las imágenes naturales
aunque austeras de lo desolado y lo terrible. Miraba la escena que se desarrollaba ante mis ojos: la
casa y las simples líneas del paisaje de los alrededores del dominio, los muros helados, las ventanas
semejando cuencas vacías, unos cuantos lozanos
juncos y algunos blancos troncos de árboles moribundos; mirábalo todo con depresión de ánimo
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