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{{brecha}}Para en el sepulcro del mar darle losa inmensa, derrumba un grande y caedizo peñasco, montaña sin raíces, que, ya de más en la tierra, alza en las aguas rumorosa tempestad.
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Para en el sepulcro del mar darle losa inmensa, derrumba un grande y caedizo peñasco, montaña sin raíces, que, ya de más en la tierra, alza en las aguas rumorosa tempestad. |
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{{brecha}}Aun sigue rodando á los abismos, cuando, al alejarse Gerión, vuelve los ojos hacia Hesperis, y en su ilusión, deshojadiza cual silvestre rosa, besa sus sienes ornadas á manera de marco pro sedosos rizos. |
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Aun sigue rodando á los abismos, cuando, al alejarse Gerión, vuelve los ojos hacia Hesperis, y en su ilusión, deshojadiza cual silvestre rosa, besa sus sienes ornadas á manera de marco pro sedosos rizos. |
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{{brecha}}El mar, empero, abríendose súbitamente, espumajeó algo más lejos; surgieron una frente y unos hombros giganteos, y, como rayo lanzado par férrea mano, una clava, flameando por los aíres, voló á aniquilar al monstruo. |
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El mar, empero, abríendose súbitamente, espumajeó algo más lejos; surgieron una frente y unos hombros giganteos, y, como rayo lanzado par férrea mano, una clava, flameando por los aíres, voló á aniquilar al monstruo. |
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{{brecha}}Sólo tú, Gades hermosa, sólo tú te consoliste; de tu seno nació, junto á aquellos restos, un ''drago'' llorón, que con sus espadadas hojas le formó verde dosel, rociándole siglos tras siglos con lágrimas de sangre. |
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{{brecha}}De un promontorio en la cúspide dirige ella la mirada hacia su patría, buscándola en vano en el hervor del horroroso caos; todo le devoró el sepulcro á que ha de bajar en breve, pues, resequidos, ni lágrimas derraman sus ojos.<br><br> |
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Sólo tú, Gades hermosa, sólo tú te consoliste; de tu seno nació, junto á aquellos restos, un ''drago'' llorón, que con sus espadadas hojas le formó verde dosel, rociándole siglos tras siglos con lágrimas de sangre. |
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De un promontorio en la cúspide dirige ella la mirada hacia su patría, buscándola en vano en el hervor del horroroso caos; todo le devoró el sepulcro á que ha de bajar en breve, pues, resequidos, ni lágrimas derraman sus ojos.<br><br> |
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