Diferencia entre revisiones de «El Domingo de Ramos»

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estorbos, ni trabas, —como más tarde, otras más abrumadoras, pesan sobre los que, para librar la gran batalla de las pasiones, quizá por desdicha suya, lograron entre risas y llantos llegar á ser hombres.
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Magnífico, espléndido en detalles, lleno de sol, de alegría, de flores y de perfumes, que en alas de invisibles ángeles parecen subir y bajar del cielo á la tierra y de la tierra al cielo, es el dia de ''Corpus-Christi'', dia que gracias á la pompa y solemnidad con que lo celebra la Iglesia, le veneran los hombres y le ilumina la luz, brinda con inocentes y puros regocijos áun á las almas más lastimadas ó endurecidas, y anima con sana alegría los más viejos y contristados corazones. Pero el Domingo de Ramos, consagrado á recordar uno de los sucesos más transcendentales de la Pasion de Cristo, tiene asimismo un encanto particular que diríamos fresco y exuberante como un brote de oloroso mirto, y que entraña algo como esperanzas ciertas de remotos pero seguros triunfos, á los míseros pecadores prometidos, por el que montado en humildísimo jumento, entró un dia rodeado de palmas y aclamado por las multitudes en la orgullosa Jerusalen.
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plandor de sangrientas hogueras, parece como que ese dia dan tregua á sus insidiosas inspiraciones, y se esconden temerosos en los antros en donde fueron creados, dejando que todos vayan con la sonrisa en el labio y cierta paz relativa en la conciencia á cobijarse bajo los ramos de palma, de oliva y laurel, que manos juveniles llevan al templo para que sean allí solemnemente bendecidos.
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nes sorprendidos con gritos de júbilo que pueden decirse de muerte para las aves desventuradas que aún no tuvieron la felicidad de poder levantar su vuelo, y cuántas viviendas, con ímprobos trabajos fabricadas para cobijarse en ellas amorosas parejas con el fruto de su union, caen de improviso desde la altura, destrozándose contra las duras rocas ó hundiéndose en el engrosado arroyo que las arrastra en sus aguas ! Mas, como todos hemos nacido para morir ( de buena ó mala muerte ), y todo aquello tiene un objeto y fin piadosos, en gracia á que es buena la intencion, perdonando Dios lo que hay de culpable en semejantes desafueros, los árboles que sufrieron el despojo, tornan, por permision del Cielo, á estar tan verdes y lozanos, que al año siguiente pueden aprontar el mismo contingente de ramas, y sufrir, sin menoscabo, iguales deterioros que en los pasados padecieron.
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ligiosos guardan silencio, produce un efecto extraño que, más que regala el oido, encanta la imaginacion y hace agradable la algarabía que entonces se produce, pues á tal rumor únese, en oleadas más ó menos confusas, el de las voces de los muchachos, que, orgullosos en este dia del papel que en el templo representan, se agitan, forcejean y áun riñen, sin que haya poder bastante que logre aquietar su díscola impaciencia, ni abatir el órgullo en que rebosan, creyéndose, en su infantil ignorancia, no tan sólo interesantes en aquellos momentos dichosos, sino tambien necesarios. Y en verdad que aquella aromática selva, allí levantada de improviso en honor del Altísimo, es posible que sin la ayuda de aquella revoltosa muchedumbre, ni fuese tan frondosa y agradable á la vista, ni tan armoniosa y sonora á nuestros oidos. Ademas, Dios, que tanto amó á los niños cuando pasó por la tierra, y que sigue sin duda amándolos desde lo alto, por ser los únicos séres en donde la inocencia tiene albergue en este mundo, no tan sólo ha de perdonarles las irreverencias que, sin saberlo cometen, sino que tambien ha de serle grata su presencia allí en donde grandes y pequeños, pobres y ricos, caben juntos y ocupan un mismo lugar sin temor á ser nunca rechazados.
 
 
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unos, incapaces los otros de enamorarse de su oriental hermosura. Hé ahí por qué al contemplar las dos pobres desterradas que al pié de nuestras ventanas pugnan y se esfuerzan en vano por elevarse en el espacio en busca de un calor que aquí no pueden hallar, viénennos á la memoria á cada paso los hermosos versos de Heine, y pensamos si no será verdad que las plantas, como los hombres, pueden ser presa de mortales nostalgias…
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y Ponte Vea deben pedir forzosamente al Cielo que conserve la existencia de los extranjeros árboles que todos los años les proporcionan el placer de ser obsequiadas por sus apasionados cuanto galantes novios. Si aquellas hijas del Africa se marchitasen, víctimas de la melancolia, ¿ cómo lucirian las jóvenes de la vecina comarca el verde ramo de palma, símbolo de pureza y virginidad, que aquél que las enamora está obligado á regalarles el Domingo de Ramos?
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dias del año, por esto solo contado ya entre uno de los más infaustos de su existencia.
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contra el rayo y malignos espíritus, incitadores de torpes pensamientos.
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