Escuchad
de Práxedis G. Guerrero

¿Oís? ¡Es el viento que mece las frondas de misteriosa selva! El soplo del porvenir, que despierta a la quieta y somnolienta maleza; es el primer suspiro de la virgen floresta al recibir en su frente cabizbaja, el beso del impetuoso Eolo.

¿Oís? Es el viento que desgarra un manto invisible, en las sinuosidades de la montaña dormida, el viento de la idea que quiebra sus ráfagas, en los ramajes del pueblo inmenso, bosques de almas; es la racha iniciadora que sacude a los robles, la descubierta del huracán, que barre en la hondonada y en la cumbre la niebla confusa de la estéril resignación.

Hálito tibio y fecundo atraviesa la selva; cada hoja que toca es una voz que nace, cada rama que mueve es un brazo que arma; voz que se une al concierto heroico que saluda al mañana redentor, brazo que se extiende buscando el pecho de un tirano.

Es el aliento de la Revolución.

¿Sentís? Es la trepidación del granito que se agrieta, batido por los férreos puños de Plutón; es el corazón del mundo que palpita bajo el enorme tórax; es el espíritu ígneo del gigante que rompe su cárcel para lanzar al espacio su verbo de llamas.

Es el temblor que anuncia la aurora de un cráter.

¿Sentís? Son las vibraciones de divinos martillos que golpean en el fondo del abismo. Es la vida que brota del negro vértice, haciendo estremecer el asilo de la muerte donde reinan tétricos vampiros.

Es el empuje de la Revolución que avanza.

Práxedis G. Guerrero

Revolución, N° 2 del 9 de Noviembre de 1907.