Es posible que desdeñes
¿Es posible que desdeñes mi amor, porque eres devota, cuando yo sólo te pido obras de misericordia? Tú verás, si atentamente de mis dolores te informas, que en mí puedes, vida mía, ejercerlas casi todas. Enseñar al que no sabe es obligación piadosa... ¡Haz tú que mi amor aprenda de ti lo mucho que ignora!... Yo no sé qué sabor tienen tus palabras amorosas, ni el encanto de tus brazos cuando amantes aprisionan, ni los rayos di tus ojos, ni los ayes de tu boca.... -Sácame de esta ignorancia, que me mata de congoja, y enséñame, pues ignoro tantas dulcísimas cosas! Dame, dame el buen consejo que ha menester quien te adora, para saber de qué modo se cambia un alma por otra... Y corrígeme, si yerro... ¡Verás mi obediencia pronta, buscar la senda más breve que en tu pecho desemboca! Perdóname, si te injuria mi pasión impetuosa, pues sabes al que ama mucho lo mucho que le perdonan. Y no me niegues al menos, cuando la pena me agobia, que de consolar al triste te ofrezco ocasión notoria... Mas si es flaqueza el quererte, con paciencia la soporta, y a un tiempo, de esta manera, los dos ganamos la gloria. Estoy enfermo; visítame; estoy hambriento; haz que coma; y de mi alma, la tuya calme la sed ardorosa. Gime el corazón desnudo, y se estremece y solloza, porque tu amor no le presta el abrigo de sus ropas. Soy un pobre peregrino que llama a tu puerta sorda: mas, si tú me das posada y en tu corazón me alojas, no temas que nunca exija, por mucho que el tiempo corra, que redimas a un cautivo que en serlo tuyo se goza. En fin, si nada te mueve, y despiadada malogras la ocasión de practicar tantas benéficas obras, concédeme la que pido, última piedad de todas: entiérrame, que estoy muerto; y puesto que eres de roca, lábrame la sepultura del mármol de tu persona.