Era un aire suave...
Era un aire suave, de pausados giros;
El hada Harmonía ritmaba sus vuelos;
E iban frases vagas y ténues suspiros
Entre los sollozos de los violoncellos.
Sobre la terraza, junto á los ramajes,
Diríase un trémolo de liras eolias
Cuando acariciaban los sedosos trajes
Sobre el tallo erguidas las blancas magnolias.
La marquesa Eulalia rísas y desvios
Daba á un tiempo mismo para dos rivales
El vizconde rubio de los desafíos,
Y el abate jóven de los madrigales.
Cerca, coronado con hojas de viña,
Reía en su máscara Término barbudo,
Y, como un efebo que fuese una niña,
Mostraba una Diana su mármol desnudo.
Y bajo un boscaje del amor palestra,
Sobre rico zócalo, al modo de Jonia,
Con un candelabro prendido en la diestra,
Volaba el Mercurio de Juan de Bolonía.
La orquesta perlaba sus mágicas notas,
Un coro de sones alados se oía,
Galantes pavanas, fugaces gavotas,
Cantaban los dulces violines de Hungría.
Al oir las quejas de sus caballeros
Rie, rie, rie, la divina Eulalia,
Pues son su tesoro, las flechas de Eros,
El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.
¡Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quíen del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
La divina Eulalia, rie, rie, rie.
Tiene azules ojos, es artista y bella;
Cuando mira vierte viva luz extraña:
Se asoma á sus húmedas pupilas de estrella
El alma del rubio cristal de Champaña.
Es noche de fiesta, y el baile de trajes
Ostenta su gloria de triunfos mundanos.
La divina Eulalia, vestida de encajes,
Una flor destroza con sus tersas manos.
El teclado armónico de su risa fina
A la alegre música de un pájaro iguala,
Con los estacatos de una bailarina
y las locas fugas de una colegiala
¡Amoroso pájaro que trinos exhala
Bajo el ala á veces ocultando el pico;
Que desdenes rudos lanza bajo el ala,
Bajo el ala aleve del leve abanico!
Cuando á medía noche sus notas arranque
y en arpegios aúreos gima Filomela,
y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque
Como blanca góndola imprima su estela,
La marquesa alegre llegará al boscaje,
Boscaje que cubre la amable glorieta
Donde han de estrecharla los brazos de un page,
Que siendo su page será su poéta.
Al compás de un canto de artista de Italia.
Que en la brisa errante la orquesta deslíe,
Junto á los rivales la divina Eulalia,
La divina Eulalia, rie, rie, rie.
¿Fué acaso en el tiempo del rey Luis de Francia
Sol con corte de astros, en campos de azur?
¿Cuando los alcázares llenó de fragancia,
La regia y pomposa rosa Pompadour?
¿Fué cuando la bella su falda cogía
Con dedos de ninfa bailando el minué,
y de los compases el ritmo seguía
Sobre el tacon rojo, lindo y leve el pié?
¿O cuando pastores de floridos valles
Ornaban con cintas sus albos corderos
y oían, divinas. Tirsis de Versalles,
Las declaraciones de sus caballeros?
¿Fué en ese buen tiempo de duques pastores,
De amantes princesas y tiernos galanes,
Cuando entre sonrisas y perlas y flores
Iban las casacas de los chambelanes?
¿Fué acaso en el Norte ó en el Mediodía?
Yo el tiempo y el día y el país ignoro,
Nero sé que Eulalia rie todavia,
¡Y es cruel y eterna su risa de oro!