Epigramas (Zequeira)

​Epigramas​ de Manuel de Zequeira y Arango

Como suele en viva llama
Pronto arder la Mariposa;
Así la vista curiosa
Se quema en un epigrama:
Y si es el estilo terso,
Claro y lleno de alusiones,
Puedan bien cuatro renglones
Incendiar el Universo.


Rezaba un sepulturero
Por el doctor del lugar,
Luego que se iba a acostar,
Devoto un trisagio entero:
Pregúntale su mujer
Por quien oraba, y el dice:
"Ruego por que se eternice
El que nos da de comer".


Para una enferma apurada
A un médico se llamó
Con tal prisa, que salió
Sin el bastón, ni la espada:
No importa que esto se note,
Dijo con modesto labio,
Que en mi oficio mata el sabio
Sin espada ni garrote.


Un acreedor eficaz
Cobró a Blas cuando moría,
Y éste al acreedor decía,
Déjame morir en paz
¿Conque morirte prefieres?
Dijo el otro, pues no quiero,
Paga la deuda primero
Y muere cuando quieres.


Cierto alcalde corcovado
Que la justicia vendía,
Con otro alcalde reñía
Porque andaba descarriado:
El reñido con despecho
Respondió, diciendo: "amigo,
Contra mí no es buen testigo
El que no anda muy derecho".


A visitar un vicario
El Doctor Don Gil entró,
Y el sacristán que lo vio
Se fue al punto al campanario;
Pero al irse dijo: "advierto
Que si Dios no nos socorre,
De aquí a que llegue a la torre
Bien puedo tocar a muerto".


Encontróse un bandolero
Con cierto escribano un día,
Y quitándose el sombrero
Le hizo a aquél su cortesía:
El escribano dio indicio
De que extrañaba el halago;
Mas el otro dijo: "lo hago
Porque somos de un oficio".