Epítome de las Historias filipícas de Pompeyo Trogo: Libro primero

☙ LIBRO PRIMERO ❧

La primera forma de gobierno en los principios del mundo fue entre todas las gentes y naciones la monarquía: que es imperio y dominio real: donde uno solo manda y todos los otros obedecen. El principio y origen de venir a esta alteza y estado no era por sobornos ni negociaciones: sino por virtud y templanza que algunos señaladamente se conocía. En aquellos tiempos el pueblo no era cubierto a ningunas leyes y derechos, sino que el parecer y albedrío de su príncipe tenían y guardaban por ley. Los reinos se cerraban con los términos de su tierra, a cada uno sin tener más cuidado de extenderlos: porque harto vivían contentos con defenderlos solamente. El primero que en el mundo quebrantó y mudo esta tan loable costumbre antigua fue Nino rey de los asirios: este comenzó a mover guerra contra todos sus comarcanos vecinos: con nueva codicia de señorío. Y como las gentes a la sazón fuesen rudas y no usadas en el arte militar: no sabiendo resistir ni defenderse: fácilmente sojuzgo a todos los pueblos


comarcanos y sucesivamente fue señoreando hasta la raya del África. Verdad es que ya antes de el algunos como Sesostris; rey de Egipto y Tanais; rey de Escitia moviéndose en guerras pasaron con ejércitos el uno en las tierras del otro. Pero estos no con sus vecinos sino lejos de sus tierras peleaban: y no procuraban imperio para si, sino gloria para su nación: y contentos con la victoria dejaban los pueblos en su libertad. Este Nino llevo adelante la procesión de todo lo que había ganado y así sometiendo debajo de su imperio a sus vecinos, siempre cobraba más fuerza para pasar adelante: y cada victoria que alcanzaba era ayuda y camino para pasar a otra: y de esta forma en breve puso en sujeción y servidumbre todos los pueblos orientales. La postrera guerra que tuvo: fue con Zoroastro rey de los bactrianos: que fue el primero que dicen que invento las artes mágicas y la nigromancia y noto los principios del mundo y el movimiento de las estrellas muy sabia y diligentemente. Vencido este rey Zoroastro y muerto: así mismo el rey Nino al poco tiempo murió. Y dejo a su mujer Semíramis con un solo hijo que se llamo Ninias como su padre, al que por ser muy muchacho la madre no le osaba encomendar ni entregar el clavo y gobernar del reino, ni tampoco se atrevía ella abiertamente a tomarlo: pareciéndole que tantos reinos y señoríos aún a un varón no obedecerían de buena gana, cuanto más a una mujer. Por cuya causa uso de una astucia, y fue que secretamente se vistió ella con los atavíos de su hijo, y al hijo


de los suyos: y así fingió ella ser el hijo, y el hijo la madre. Hubo lugar este engaño: porque entre ambos eran de un tamaño y proporción, y en los gestos muy parecidos, y en la voz asimismo, porque el muchacho la tenía flaca como su madre, y ademas de esto para mejor disimular y encubrir, para los brazos y piernas uso ciertos atavíos con que se encubriesen: y puso en la cabeza tiara, y porque no se sospechase que debajo de aquel nuevo habito se encerraba algún engaño: mando que todos le usasen. Y desde allí quedo para siempre entre ellos aquella costumbre. Con esta astucia disimulando al principio su sexo, siendo tenida por el muchacho, y obedecida por rey, gobernó largos días andando en las guerras, y por todos sus señoríos, sin jamas ser conocida: hasta que extendió su fama haciendo grandes y muy maravillosas cosas tanto que por la grandeza de ellas le parecía haber sobrepasado la envidia y el odio que de allí se le pudiera seguir. En este tiempo descubrió a los suyos todo el hecho como había pasado confesándose ser mujer como lo era, y la causa por que lo contrario había simulado y fingido: más no por esto le fue quitada o disminuida la dignidad del imperio, antes se acrecentó junto con la admiración de todos con ver que siendo mujer no solo había excedido en virtud a otras mujeres: pero también a los hombres. Esta fue la que fundo aquella tan grande como noble ciudad de Babilonia, tan nombrada por el mundo: cercándola con muy fuerte y ancho muro de ladrillo cocido, echada juntamente en el mucha arena, pez y betún,


que de estos materiales en aquella región tienen gran copia. Y no se contento con solo esto, que muchas otras señaladas y esclarecidas obras hizo, por que no contenta con defender los términos del reino que su marido le dejo ganado, le aumento mucho más, añadiéndole toda la Etiopía y aun acometió la India, y entro bien dentro de ella, donde nadie hasta hoy llego sino solo Alejandro Magno mucho después. Al fin se encendió en el amor de su hijo Ninias, y como le manifestase su deseo, pidiéndole tuviese por bien dar lugar a que su apetito se cumpliese, el hijo movido a grande ira con la indignación de tal echo: puso en ella las manos, y sin tener respeto a que ella era madre, la mato. Después de haber ella administrado y tenido mando y gobernación del reino, cuarenta y dos años después de la muerte de su marido. Muerta Semíramis por la manera ya dicha: su hijo Ninias contento con el imperio adquirido por el trabajo de sus padres: siempre se dio a placer y deleites, porque dejando los ejercicios militares abrazo las afeminadas delectaciones de mujeres, así como si hubiera trocado el sexo con su madre, cuando trocaron los hábitos. Muy pocas veces fue visto de hombres, sino continuo retraído y encerrado con mujeres: y así se envejeció entre ellas gastando la mayor parte de su vida en ejercicios mujeriles: y otro tanto hicieron muchos de sus sucesores a imitación y ejemplo suyo. Los cuales por no ser vistos respondían a los que venían a negociar con ellos por terceras personas e internuncios.


Estas gentes primero se llamaron asirios y ahora se llaman sirios. Tuvieron el imperio del mundo, mil trescientos años. El postrero que reino acerca de ellos fue Sardanápalo, hombre más corrupto y vicioso que mujer ninguna. Y le sucedió que como un prefecto o virrey suyo que tenia puesto en la provincia de los medos llamado por nombre Arbacto: quisiese comunicar con el cierta cosas, con mucha dificultad sobornados los porteros y guardas alcanzo de entrar a verlo: lo cual antes de el a nadie había sido concebido. Y entrando por esta manera: muy secretamente, le hallo sentado entre una muchedumbre de mujeres, mancebas y concubinas suyas hilando lana, de la que se hace la purpura: con su rueca en la cinta en atavío de mujer, con muy grande afeminación y delicadeza de cuerpo, y lascivia de los ojos en la cual sobrepasaba a todas las mujeres del mundo: y más vio como estaba repartiendo las tareas, entre sus doncellas. Lo cual entendiendo Arbacto: pareciéndole cosa indigna y vergonzosa, que tanta multitud de hombres fuesen sujetos a una mujer, y que era cosa fea y no sufridera de aquellos que vestían armas y ceñían espadas, obedeciesen a hombre tan afeminado que trataba lana. De lo cual muy indignado, salido a donde estaban sus compañeros y puesto en medio de ellos les contó todo lo que había visto: por lo cual el estaba determinado de no querer ser más súbdito suyo, por lo que le parecía imposible poder el jamas obedecer a aquel que tenia en mas ser mujer que hombre.


Y por esta razón, y causa tan justa, se hizo conjuración entre ellos, y comenzaron de apercibir fe para dar guerra al rey Sardanápalo. La cual cosa por el oída, no como varón para defender el reino, pero como mujer para huir la muerte, busco primero donde esconderse, y después con algunos pocos, y mal ordenados, salio a la batalla: en la cual fue muy fácilmente vencido y se hubo de retraer a la ciudad en su casa real y por no venir vivo a manos de sus enemigos, mando hacer en medio de ella una hoguera grande donde se echo a sí y todas sus riquezas: para allí con ellas quemarse: en lo cual solo en toda la vida se mostró ser hombre. Después de la muerte de Sardanápalo fue constituido por rey Arbacto gobernador de los medos, el cual había sido conmovedor e incitador contra el rey y causa principal de todo, según dicho es. Este Arbacto paso la cabeza del imperio de la Asiria a la Media: en cuya sucesión después de otros muchos reyes que precedieron, vino el reino a Astiages, al cual se dice haber acaecido una cosa maravillosa, según ahora se contara. Le pareció en sueños, que la natura de una hija que sola tenia, llamada Mandana, nacía una cepa que con sus sarmientos y pámpanos hacia sombra y cubría toda la Asia. Del cual sueño otro día consultados los adivinos y agoreros: hallaron por sus pareceres, y juicios que de aquella doncella había de nacer un muchacho tan grande en señorío y valor: cuanto la visión significaba. Y añadieron más que Astiages por causa de este había de perder su reino.


Espantado de tal respuesta Astiages, pensando impedir lo que estaba ya determinado por los hados lo procuro. Y para esto acordó de no casar a su hija con un hombre de linaje, ni esclarecido por ningún genero de loable fama o virtudes. Porque el muchacho que naciese no se engrandeciese, ni tomase pensamientos altivos con ver la nobleza entre ambos padres, y así acordó tomar por yerno un hombre común y de oscuro linaje, no de su nación de los medos, sino de los persas que a la sazón eran gente baja, el cual se llamaba Cambises. Aunque por todo esto no se aseguro ni perdió el miedo que había concebido del sueño, pasado antes teniéndolo siempre ante los ojos, como supo que la hija estaba preñada, la hizo llamar, y venida la tuvo en su casa, durante el tiempo de su preñez, para tomar la criatura que naciese y hacerla matar en su presencia. Y así fue que pariendo después un muchacho: el rey le dio a un familiar suyo muy privado con quien el comunicaba todos sus secretos, llamado por nombre Harpago: y mandándolo hiciese ocultamente matar, el Harpago temiéndose que si después de muerto Astiages el señorío viniese a la hija como en la verdad había de ser por no haber hijo varón heredero y que por ventura ella querría tomar venganza de la muerte del hijo y pues del rey su padre no la había podido tomar la tomaría de el: acordó de no matarlo, antes se lo dio a un pastor de los ganados del mismo rey,para que le pusiese en algún lugar solitario de la montaña que a el mejor le pareciese


y le dajase allí a la ventura, o le matase, lo cual se hizo así que no queriéndole matar este pastor acordó dejarle en cierta parte: y sucedió a caso que en el mismo tiempo, la mujer del pastor, había parido otro niño la cual como oyó a su marido todo el suceso de como el nieto del rey había sido echado de aquella manera: le importuno con mucha insistencia y ruegos se le trajese en su presencia para que le pudiese ver. Como el pastor movido de sus ruegos, por contentarla volviese a aquella parte de la montaña donde le había dejado: hallo que una perra lo estaba amamantando, con las tetas en la boca: y guardándole, que ni las aves ni las bestias fieras, le pudiesen hacer mal ni ofensa ninguna. Maravillado de esto fue conmovido a misericordia del niño, con ver que la perra en quien no había la razón la tenia. Tomado el niño y volviéndose a su casa con el, la perra muy ansiosamente y con muchos aullidos le siguió hasta entrar en su casa: donde tomándole la mujer en sus brazos, el niño mostró alegría con ella, y tanto contentamiento como si la conociera. De manera que tales muestras de amor vio en el la mujer y tan agradable y dulce le fue aquella amorosa risa que con mucha importunación rogó a su marido echase su propio hijo en lugar de aquel que la fortuna les había dado, el cual ella quería criar, porque le parecía concebir de muy grandes esperanzas. Y así fue, que trocada la suerte de los muchachos, el nieto del rey se crió debajo del título de hijo del pastor, y el otro fue expuesto a la muerte


por el nieto del rey. Esta ama de este niño y mujer del pastor fue llamada Esparco que en su lengua quiere decir perra: y el muchacho siendo mayor andando entre los pastores fue llamado Ciro.

Procediendo el tiempo adelante siendo ya demás días y disposición del muchacho sucedió, que como el se anduviese en compañía de otros muchachos haciendo muchos juegos, a caso una vez le eligieron por rey entre ellos. Y el usando del oficio y cargo que le habían dado, a algunos pastores porque eran rebeldes y no le obedecían como era razón, aunque su reinado era de burla, los azoto tan reciamente, que las señales de los azotes quedaron impresas en la carne de veras. Los muchachos se fueron llorando a sus casas: y sus padres viéndolos tan maltratados, sabida la causa porque, teniéndolo por cosa de afrenta se quejaron al rey de ello: diciendo cuan grave y fea cosa era, los hijos de hombres libres, ser azotados como esclavos, mayormente por mano siervo. Por lo tanto le suplicaban le mandase castigar, porque otro día el ni otro se atreviese a cosa semejante. El rey mando venir ante si al muchacho: y preguntado por que había hecho tal cosa, respondió con sereno semblante sin mostrar mudanza ninguna en el rostro que lo había hecho como rey que era, y hombre que por entonces tenia poder absoluto sobre ellos, y sobre todos los demás: para poder mandarlos y castigar si lo mereciesen. Astiages maravillado de tan gran constancia de muchacho,


estuvo un rato suspenso puesto los ojos en el: y en este medio tiempo tornase acordar del sueño y de la visión que en los tiempos pasados había visto y de la respuesta y declaración que le fuera dada por los adivinos: y por esta vía hallando por conjeturas y después por las facciones y similitud del gesto y el tiempo que fuera expuesto y por la confesión del pastor que todo concertaba como aquel era ciertamente su nieto, le reconoció por tal con alegre cara y esto porque le parecía a el que su sueño se había ya absuelto y cumplido en el reino que Ciro administro entre los pastores: y por esta causa quebranto allí la ira e indignación que contra el nieto había tenido: aunque todavía guardando grande rencor contra Harpago su amigo y en venganza del mandamiento suyo que había quebrantado, conservando el nieto, contra su voluntad: le mato un hijo y le convido consigo a cenar, se lo dio a comer. De lo cual puesto que mucha pena sintió Harpago: no por eso lo dio a entender, más antes disimulando por entonces muy bien su dolor como hombre cuerdo y de mucha prudencia: dilato el odio y deseo de venganza que tenia contra el rey, hasta ver ocasión y oportunidad para poderlo ejecutar.

Como Ciro ya fue crecido y robusto mancebo: Harpago teniendo en la memoria la injuria que el rey le había hecho porque el dolor de verse privado de tan querido hijo, no le dejaba olvidarse de procurar venganza: le escribió una carta, en que le hacia relación, como su abuelo le había desterrado en aquella provincia de los


Persas, y le había mandado matar al tiempo de su nacimiento: y como por su beneficio había vivido y venido a gozar del ser que al presente tenia: y como el rey Astiages indignado de que no le había obedecido le había privado de su hijo y amonestole allende de esto hiciese apercibir un ejercito si tenia voluntad de enseñorearse de aquel reino, porque en aquella razón había muy buena oportunidad para ello: prometiendole el haría que al tiempo que la batalla se quisiese trabar los Medos se pasasen a el. Y porque esta carta no se podía llevar pública sino muy secreta, a causa de que el rey tenia puestas muchas guardas en todos los pasos para que fuesen más ocultas uso de una industriosa y secreta arte: y fue que tomo una liebre y sacandole las entrañas le metió dentro la carta y mando a un criado suyo de quien el se confió, que llevase aquella liebre a la Persia y la diese a Ciro en sus manos, le dio también sus redes para que socolor de cazador, pudiese mejor ir sin que le sintiesen lo que disimuladamente llevaba. Llegado este mozo a Persia y cumplido el mandamiento de su señor Ciro leyó la carta y acertó en leerla en tiempo que también una noche poco antes había soñado que andaba en aquel mismo camino y emprendía aquel hecho que las letras le amonestaban: y más fue amonestado en el sueño, que el primer hombre que al día siguiente encontrase lo tomase por compañero y siempre tuviese en su compañía, para todas las cosas que hubiese de hacer. Y sucedió que andando el antes que amaneciese por el campo, encontró con un


esclavo llamado Sibaris, al cual como preguntase quien era, o de donde, respondiendo ser natural de Persia y todo lo demás de su fortuna,luego Ciro le quito los grillos y cadenas que tenia, y tomándole por compañero entro en la ciudad de Persépolis: y en ella mandando a juntar todo el pueblo, les hizo su razonamiento: en el cual les rogó que todos con la mayor diligencia que fuese posible, viniesen con sus hachas y azadones. Esto luego fue puesto por obra como se lo había mandado. Tornados a ayudar todos, Ciro les dijo como en aquel día convenía que cortasen un monte que estaba alrededor del camino. Lo cual luego ellos hicieron con mucha diligencia. El día siguiente, por animarlos para mayores cosas, los convido consigo a comer y después que los vio alegres y contentos, sobre la comida les pregunto si les diesen a escoger, cual tenían por mejor suerte, o el trabajo del día pasado, o el placer de aquel convite. Respondieron todos a una voz: ser mucho mayor placer el del convite. Entonces Ciro replico, que toda la vida vivirían en el trabajo pasado, entre tanto fuesen sujetos a los Medos: por lo tanto que si le quisiesen a el seguir, que el los libraría presto de esta servidumbre, y haría que viviesen en placer y descanso. Mostrándose todos contentos de obedecerlo, de consentimiento común, el movió guerra contra los Medos. Astiages su abuelo, sabido de lo que Ciro intentaba: hizo también su ejercito de muy buena gente, para si defender, y olvidado de la mala


obra que a Harpago había hecho le encomendó a el todo el peso y carga de la guerra. El cual tomando el ejercito debajo de su gobierno y mando, venido a vista de los enemigos, luego se paso con los que luego consigo traía a los Persas y los entrego a Ciro como había prometido por vengarse con esta traición, de la crueldad que el rey con el había usado en matarle su hijo.

Astiages entendido esto: no por eso atemorizado, ni desconfiado, animosamente torno a hacer más gentes, favoreciéndose de sus amigos y aliados. Y con esta gente partió el mismo en persona con grande ejercito contra los Persas yendo todos a la batalla de muy buena gana, y no obstante que Astiages conocía esta buena voluntad en los suyos para incitarlos a que con más animo peleasen, así los de flaco corazón como los fuertes: procuro hacer de manera que perdiesen la esperanza de poder salvar las vidas sino venciendo: y esto fue con poner un escuadrón de los suyos a las espaldas de su ejercito mandando que todos los que huyesen los hiciesen volver por fuerza a la batalla: y hizo pregonar que todos trabajasen de ser buenos y vencer: porque donde no, supiesen que no menos fuertes enemigos hallarían a las espaldas que a la delantera. Por tanto que viesen cual querían más o romper la una huyendo o la otra peleando contra sus enemigos. Estas palabras pusieron grande en toda la gente y no menor voluntad de pelear viendo la necesidad en que los había puesto. De esta forma venidos en rompimiento ellos lo hicieron también


que los Persas no pudiéndolos resistir fueron forzados a retirarse: y fueran vencidos, sino que las madres y sus propias mujeres les salieron al camino rogándoles muy ahincadamente volviesen a la batalla: y viendo que algunos de temor acobardados, se detenían algo más de lo que ellas quisieran, hicieron una cosa de muy notar. Y fue que alzando sus faldas les mostraron sus partes vergonzosas, diciendo como por manera de menosprecio y afrenta, si se querían meter a esconder dentro de los vientres donde habían salido o en los de sus mujeres que entrasen. La cual vituperación y afrenta fue de tanta eficacia que corridos de oír tales palabras, con vergüenza refrenados de su huida, volvieron con grande ímpetu a la batalla: y hecha impresión en los enemigos pudieron tanto que muy en breve los hicieron volver las espaldas y forzaron ponerse en huida aquellos de quienes ellos primero huían. En esta batalla fue preso el rey Astiages, al cual Ciro ninguna ofensa hizo más en solo quitarle el reino: porque en todo lo otro siempre se mostró más nieto que vencedor. Y le hizo gobernador de la gente de los Hircanos. Porque el mismo Astiages dijo que no quería volver a la Media: y este fue el fin del imperio de los Medos: los cuales reinaron mil trescientos años.

Ciro en el principio de su imperio hizo gobernador de los Persas a Sibaris que era aquel que por la visión del sueño había soltado de las prisiones y tomado por compañero en todas sus cosas, y así mismo le dio por mujer una hermana suya.


Las ciudades e imperio que habían sido tributarias de los Medos creyendo (según su parecer) que con ser mudado el imperio era mudada también su condición y fortuna. A la hora se rebelaron todas y saliéndose de debajo del señorío de Ciro se alzaron y procuraron por todas las vidas que pudieron, poner en libertad: la cual cosa fue principio y ocasión de muchas guerras. Al fin vencidos y tornados a sujeción, muchos pueblos: comenzó de conquistar la Babilonia y teniendo su cerco sobre ella, Creso rey de Lidia que era el hombre más señalado y poderoso en riquezas que en aquellos tiempos había, vino en favor de los Babilonios, pero no paso mucho tiempo que vencido no diese la vuelta en su reino, ya no con cuidado ni congoja de como tornaría a dar favor y socorro a sus amigos: sino solo de como podría fortificar y defender su reino y propia persona, porque tenia por muy averiguado y cierto que Ciro luego había de convertir la guerra contra el por el socorro que a sus enemigos había hecho: y así fue que después de la victoria: ordenadas y pacificadas las cosas de la Siria y dejadas en pacificación y sosiego. En la hora torno la guerra contra Lidia, en donde como la gente de Creso estaba algo atemorizada por la contraria fortuna y suceso que en la batalla pasada había habido, muy fácilmente, y sin ningún trabajo, le desbarato su ejercito, y desbaratados y vencidos todos los suyos también al mismo rey Creso prendió. Y cuanto menos hubo de peligro en la batalla, tanto fue más mansa la victoria, porque


a Creso luego le mando soltar, y le fue, concedida la vida, con buena parte del patrimonio: y allende de esto la ciudad de Barce: en donde después el vivió vida harto honrosa: porque aunque no fue enteramente vida de rey fue harto cercana y casi igual a la majestad real: y no fue poco provechosa esta piedad y clemencia así para el vencedor como para el vencido: porque no paso después de mucho tiempo, que de toda Grecia, publicado como era movida guerra contra Creso luego se juntaron grandes ejércitos de sus amigos y confederados: con tanta gana y voluntad, como si fueran a matar algún gran incendio, o daño común: y esto causaba el ser Creso como era, muy bien quiso y acepto de todas las ciudades a el comarcanas, en tanto grado que Ciro tuviera harto que hacer y padeciera grave guerra, de parte de la Grecia si hubiera dispuesto o determinado otra cosa más cruel y rigurosa. Pasados algunos días después: Ciro se ocupo en otras guerras, de a donde los Lidios tornaron segunda vez a tomar ocasión para revelarse y de nuevo levantarse: pero tornando sobre ellos, luego los torno a sujetar como antes: y no fue esta victoria tan mansa como la pasada. Porque les fueron quitadas las armas y caballos. Y aun no contento con esto Ciro, les mando más que de allí en adelante anduviesen por los bodegones, y ejercitasen juegos y amores, y generalmente les mando se diesen a todo genero de deleites. De donde después vino, que esta gente era tan poderosa en el arte militar e industria de la guerra: afeminados


con delicadezas y lujurias: muy presto perdió la virtud antigua. y aquellos que antes de Ciro las guerras habían hecho valientes e después que de la lujuria se dejaron vencer, el ocio y descuido muy fácilmente los venció. Hubo antes de Creso en la Lidia muchos reyes, de los cuales se hace mención en las historias por diversas cosas que en diversos tiempos les acontecieron. Pero ninguna que se deba de comparar con la fortuna de Candaules. El cual como tuviese una mujer de sobrada hermosura, a quien, (por esta causa) amaba excesivamente, y en todos los lugares donde se hallaba loaba y engrandecía sus hermosas gracias y perfecciones, no le pareciendo que satisfacía a su voluntad, con saber el solo su deleite, sino publicase también lo que es muy justo y honesto se calle y tenga secreto entre aquellos que están juntados por matrimonio, como si la hermosura de su mujer se disminuyera o menoscabara con su silencio. Sucedió pues que un cierto día, por dar más entera fe y crédito a sus palabras, tomo uno de sus amigos que era aquel con el cual el más estrecha familiaridad tenia y de quien más se confiaba, llamado por nombre Giges y contra su voluntad lo metió secreta y ocultamente en la cámara donde el con su mujer había de dormir, para que allí escondido al tiempo de ir a la cama la pudiese ver desnuda. Donde después nacieron dos cosas, la una que el amigo viéndola tan hermosa, fue puesto en deseo de gozarla; y procurar manera como pudiese cometer


adulterio con ella. Y la otra que esta señora por el consiguiente como si el marido al tiempo que la mostro a este su amigo juntamente con mostrársela le hubiera traspasado toda su voluntad, de tal forma y manera enajeno de su mujer el amor, y afición, que nunca más le pudo ver, y así fue, que en breve tiempo, entre si Giges y la reina concertaron, como Candaules fuese muerto, y ellos de se pudiesen casar. Y por esta vía vino el reino al adulterio y la mujer del legitimo rey fue dotada con el reino y la sangre de su marido.

Pues tornando a nuestro propósito: de las cosas de los Persas, Ciro después de la Asia sojuzgada y puesto todo el oriente debajo de su imperio, volvió la guerra contra los Escitas: en aquella tierra a la sazón tenia el imperio una mujer llamada por nombre Tomiris, la cual muerto el marido, había quedado por sucesora de el con un solo hijo. Esta señora aunque mujer, no espantada por la venida de los enemigos, no obstante que lo pudiera muy bien impedir: los dejo pasar el rio Aras creyendo los suyos podrían pelear más prósperamente y con mejor fortuna dentro de los términos de su tierra y que a los enemigos les estarían tomadas las espaldas, con el rio si quisiesen huir. Por manera que nadie se le pudiese escapar, y que de esta forma, la victoria seria más cumplida y gloriosa. Aunque después no le sucedió tan a su contento como lo tenia pensado: porque Ciro pasadas todas sus gentes comenzó a meterse algo dentro de la tierra de Escitia y allí asentó


su real. Y como era prudente, y aquellas gentes las tenia por rudas y bárbaras, vio de una astucia y ardid de guerra en esta forma, que otro día siguiente fingiendo que tenia miedo, hizo que se retraía y quería volver atrás, levantando su Real y dejando en este lugar muchos y grandes despojos y principalmente grande abundancia de pan y vino, y otros bastimentos. Sabido por la reina: como Ciro se había retraído creyendo que de verdad huía, envió tras el aquel solo hijo muy mancebo que tenia, con la tercera parte de sus gentes, para que le siguiese. El mancebo no experto en cosas de guerra como vino al lugar donde había Ciro tenido asentado su real y vio los bastimentos que allí había quedado: como si hubiera venido a fiestas de regocijos y convites y no a guerra (olvidado que tenia enemigos) descuidadamente se sentó a comer con mucho placer: y como el ni los suyos no tenían costumbre de beber vino todos ellos se emborracharon. Y así se puede con razón decir, estas gentes haber sido vencidas dos veces, y que primero fueron vencidos del vino y después de sus enemigos. Pues esto les fue ocasión para ellos ser muy fácilmente vencidos: porque Ciro sabido el estado en que estaban, volviendo de noche muy secretamente y tomándolos de sobresalto descuidados durmiendo: hizo en ellos una mortandad y estrago tan grande que no dejo ninguno con vida y entre ellos también mato al hijo de la reina. Pues como Tomiris vio desastrosamente se había perdido todo aquel ejercito y muerto


su hijo que era lo que mas sin comparación le dolía: no se podría contar cuanta pena y enojo recibió. Mas no por eso se ocupo en llorar, antes luego con mucha diligencia comenzó a buscar manera para poderse vengar. Y como vio que los enemigos estaban muy alegres y regocijados con la pasada victoria, les ordeno otro engaño no muy diferente del que ellos contra ella habían hecho. Y de esta manera, que con mostrar grande desconfianza de poderlos resistir, por causa del daño que había recibido, mostrando huir, se fue retrayendo: hasta que en su seguimiento, hizo venir a Ciro, en unas angostas estrechuras, que entre dos tierras muy grandes se hacían, y habiéndole ya metido en aquellas montañas, dio muy de sobresalto sobre el, con una celada de gente que para aquel efecto allí secretamente había mandado poner: y ayudada con la oportunidad del lugar donde la muchedumbre, antes impedía que no aprovechara: mato doscientos mil persas y con ellos al mismo Ciro habiendo de ellos muy gloriosa victoria: donde aconteció una cosa, por cierto maravillosa, que ni uno solo quedo, que después pudiese contar en su tierra, estas muertes y destrucción tan grande, ni dar señas de lo que había pasado. Hecho esto como la reina Tomiris vio su hecho tan bien sucedido: para poderse vengar como deseaba de la muerte de su hijo, tomo la satisfacción en esta manera, mando henchir un cuero de sangre de sus enemigos: y después cortando la cabeza del rey Ciro la mando echar dentro casi como en vituperio de su crueldad. diciendo:


"HARTATE CIRO DE LA SANGRE DE LA QUE TANTA SED TENIAS". Este Ciro reino treinta años, siempre muy feliz y con maravilloso suceso, así en su nacimiento como en todo el otro tiempo de su vida, desde los principios de su imperio. Muerto pues Ciro según hemos contado en el imperio de la Persia sucedió Cambises su hijo, el cual allende de lo que su padre le había dejado quiso extender más su señorío, y así gano a Egipto. En la cual provincia como el entrase y viese las cosas de ella, pareciéndole mal, las supersticiones de aquellas gentes y los ritos y ceremonias que guardaban y tenían mando derribar el templo de Apis y de todos los otros dioses: y no contento con esto, mando a cierta parte de la gente de su ejercito que fuesen a hacer otro tanto del templo de Júpiter Amón. Y sucedió que caminando este ejercito para la África donde el templo estaba, levantándose un viento y grande torbellino en medio de aquellos arenales cubiertas todas las gentes y ahogadas con los montones de arena se perdieron, sin quedar nadie. Después de esto, Cambises soñó una noche, un sueño en el que se le figuraba que veía que su hermano había de reinar y suceder en su imperio, con el cual sueño espantado, no tuvo en mucho, allende de los sacrilegios y males que había cometido, añadir el homicidio, determinado de dar a su hermano la muerte, por cualquier vía que pudiese. Y no era de tener en mucho que le hiciese esto. Porque antes por el contrario; pareciera regia cosa perdonar


a los suyos: el que con todo desacato y menosprecio de la religión había puesto las manos contra los dioses: robando sus templos. Para mejor ejecutar y poner en efecto el mal propósito que tenia de la muerte de su hermano eligió para que lo ejecutase un Comaris Mago grande amigo y privado suyo, y a este dio el cargo de que buscase manera de como mejor se pudiese hacer. En este medio tiempo: a el le tomo cierto genero de furor o frenesí: con el desatino del cual: sacada su espada de su propia voluntad se la metió por el murió y se hizo una tan grande llaga que basto para que luego cayese muerto. Y esto fue (creo yo) permisión de dios, para castigarle con su propia mano, de los sacrilegios que había ya el hecho, o por el homicidio que había mandado hacer. Antes que la nueva de su muerte fuese publicada y que se supiese no haber rey, el Mago Comaris que ya os contamos diese grande prisa a matar al Mergis, que era el legitimo sucesor en el reino y después de muerto fue tan astuto: que sin que ninguno lo pudiese alcanzar a saber, ni sentir, le tuvo oculto y sustituyo y puso en su lugar un hermano que este mismo mago tenia, cuyo nombre era Oropastes, el cual en el gesto y todas las otras proporciones del cuerpo, en gran manera se le parecía al Mergis: y con este cauteloso engaño Oropastes fue asentado en la silla real donde vino que no entendida esta tan gran maldad, cuando ya se supo la muerte de Cambises, elOropastes quedo elegido y constituido por rey, creyendo todos que fuese el mismo Mergis.


Pudo esto muy fácilmente haber lugar (haciéndose tan oculta y secretamente como se hizo) porque entre los persas era costumbre antigua, la persona Real estar siempre encerrada: debajo de titulo y color de majestad que piensan mucho hacer al caso para el aumento de su grandeza y estado, el de no dejarse ver fácilmente.

Poseyendo el reino por esta manera los magos, para mas adquirir y ganar la gracia del pueblo, so color de liberalidad, en la creación del rey: hicieron pregonar públicamente como el nuevo rey perdonaba por tres años todos los tributos y pechos que se le solían pagar, y más les hacia gracia, de concederles que durante el tiempo de estos tres años, no fuesen obligados a hacer ningún ejercicio de guerra. Y esto hacían estos Magos: creyendo por esta vía poder hacer que el reino que con engaño de cautela y traición habían ganado: con dadivas y muestras de grande humanidad y clemencia se conservaría, y para siempre se haría firme y estable, mas no le sucedió así, porque luego esta cosa comenzó a ser sospechosa, y principalmente a Ótanes varón noble y muy sagaz en sus conjeturas y pareceres. Este caballero maravillado de aquellas novedades y grandes magnificencias, de que el rey usaba para con el pueblo se puso a pensar y hacer consideración algunas veces sobre ello: y poco a poco vino a caer en lo que debía ser, y por mas fe certificar por unos criados suyos (porque el no la podía hablar) envió a preguntar a una hija suya que era


era una de las concubinas y mancebas del rey le hiciese saber si era hijo de Ciro el Rey o no. A la cual demanda su hija, respondió que ni ella lo sabia ni de otra ninguna se podía informar de tal cosa, porque no estaban juntas: sino solas cada una por si: en distintos y apartados aposentos encerradas. Oída esta respuesta: Ótanes mando decir a su hija, que la noche que fuese a dormir con el después que le sintiese dormido: le trajese la mano por la cabeza a todas partes: y después le hiciese saber lo que hallase. Y esto hacia el porque el Mago estaba sin orejas: porque Cambises, por cierto caso que cuando el reinaba había acometido, se las había cortado. Hecho sabedor de la verdad por su hija, que era como el rey carecía de orejas, Ótanes hizo secretamente ayuntar los principales de la Persia: y allí descubierto el caso como pasaba les hizo que todos juntamente se conjurasen: y obligasen y con vinculo y sacramento de religión afirmasen que todos serian en matar al falso y simulado rey: y así fue. Los sabedores y participantes de este hecho fueron solo siete. Los cuales así juntos en continente porque después no hubiese lugar de arrepentirse nadie ni mudando el propósito quedarse afuera: o descubrir a otro ninguno con sus armas secretas se fueron a la casa del rey: adonde muertos los que hallaron a la entrada: muy presto pudieron llegar a la sala donde los Magos estaban y luego los acometieron con sus armas animosa y osadamente: caso que a los dos hermanos tampoco les falto animo para defenderse: lo cual mostraron bien por


la obra: porque sacadas sus espadas: luego mataron dos de los conjurados: aunque al fin, por ser muchos, los que todavía quedaban: hubieron de ser vencidos, porque los rodearon: y uno de estos conjurados: llamado por nombre Gobrias: se abrazo con uno de ellos: y viendo que sus compañeros se detenían de herirle, con sus armas por temor que tenían, que por matar el Mago, podrían matar a el, a causa que el lugar donde esto pasaba estaba algo oscuro, y no se veía muy bien lo que hacían, el comenzó a dar grandes voces: diciendo que aunque supiesen matare a el: no por eso dejasen de matar al cruel tirano: mas que antes por medio de sus espaldas y cuerpo pasasen sus espadas: para más presto matar su contrario: pero al fin se hizo mejor: porque sin que el recibiese ofensa ni daño ninguno (queriéndolo así ventura) el Mago fue muerto.

Efectuada la conjuración: con tan prospero suceso: y publicada la cosa, aquellos varones nobles que habían sido en la conjuración: ganaron muy grande gloria y estima: por haber como habían liberado al reino y sacándole de las manos y poder de aquellos traidores tiranos. Y mucho mayor la ganaron: en la concordia y orden que tuvieron después en elegir cual de ellos había de ser rey: porque eran tan iguales así en virtud y nobleza: como en todo lo demás que no se sabia el pueblo determinar en tomar mas uno que otro: ni preferir entre todos a ninguno de ellos: hasta que los mismos conjurados entre si hallaron una nueva forma y camino de elegir.


que había de ser queriendo que la fortuna fuese juez entre ellos, y que por vía de religión se eligiese el que había de quedar por rey y gobernador de los otros: por sus merecimientos. Y fue de esta manera: concertaron que amaneciendo el día siguiente: todos juntos viniese a caballo a la plaza que se asía delante de los palacios y casa real: y que aquel de ellos fuese elegido por rey, cuyo caballo, primero relinchase: antes que saliese el sol. Y esto hicieron porque los Persas tienen al sol por su solo dios, y dicen que los caballos son a el dedicados y consagrados. Entre estos conjurados, hubo un hijo de Histaspes: llamado por nombre Darío el cual como viese el pacto y concierto hecho: sobre la nueva elección que otro día se había de hacer: teniendo el pensamiento y sentidos muy ocupados en tan gran hecho y el espíritu no menos fatigados y afligido: revolviendo en la imaginación varias y diversas cosas: un caballerizo suyo viéndole en tanta perplejidad le dijo que si en más no estaba la victoria de aquello (de relinchar el caballo suyo primero) para después ser rey: que muy fácilmente: y con poco trabajo se podría alcanzar. Y para esto uso de esta cautela y aviso: que aquella noche tomo el caballo en que Darío su señor el día siguiente había de cabalgar y llevado al lugar construido constituido: lo echo a una yegua que para este mismo propósito y efecto había hecho traer: porque juzgo: que otro día de mañana cuando en aquel mismo lugar tornasen a traerle, con la memoria del deleite pasado relincharía como después lo hizo. Que juntados otro día todos


por la mañana como lo tenían concertado y puestos ante los palacios reales: el caballo de Darío con el deseo de la yegua con un brío y desasosiego grande comenzó luego a dar grandes relinchos: estando todos los otros caballos sin mostrar ningún sentimiento muy flojos y lerdos. Y por esta vía el de Darío fue el primero que dio a su señor auspicio y señal de prosperidad: lo que visto por los otros caballeros: fue tanta la virtud y templanza entre ellos: que sin más dilación ni tardanza ninguna: en el instante se derrocaron de los caballos y besaron las manos a Darío; y haciéndole su muy grande reverencia y acatamiento: le hicieron el saludo como a rey y señor suyo: y otro tanto hizo después todo el pueblo: el cual conforme al parecer de los principales le acepto: y de común consentimiento de todos fue levantado por rey. Y por esta vía el reino de los Persas: libertado y adquirido con la virtud y peligro común de los siete: después por la astucia del caballerizo en un momento de tiempo vino el poder a solo uno de ellos. Cosa por cierto muy grande y digna de mucha admiración de ver que con tanta conformidad se hallan habido en semejante caso sobre haberse puesto en tanto peligro para sacarlo de mano de los Magos. Aunque en la verdad ayudo mucho a Darío: para ser elegido por rey en parte el parecer que en el cabía muy bien, por sus virtudes: y lo otro porque la preferencia suya era adornada y acompañada de tanta majestad, que mostraba bien ser digna de imperio: y en parte también le ayudo el ser muy cercano pariente de los reyes de Persia.


Lo primero que Darío en el principio de su reinado hizo, fue tomar por mujer una hija de Ciro que por esta vía pensó se confirmaba del todo su hecho: lo cual después le sucedió y salió cierto: porque con aquello pareció no tanto haber pasado el reino en algún extraño: como haberse vuelto a la misma familia de Ciro y así estuvo algunos días ordenando sus cosas: y vivió en descanso y sosiego hasta que andando el tiempo los Asirios se le alzaron, y revelados tomaron Babilonia: para allí hacerse fuertes y defenderse: por manera que le fue forzado venir contra ellos: y como el combate de la ciudad donde estas gentes se habían recogido fuese muy dificultoso y al parecer imposible tomarla por la fuerza: el rey Darío estaba suspenso y en muy grande congoja y cuidado, investigando todas las vías que se podrían tener para alcanzar la victoria.

Entendiendo esto Zopiro uno de los conjurados que fueron en la muerte de los Magos imagino un hecho muy memorable por esta manera. El hizo que en su casa le diesen muchos azotes hasta abrirle las carnes por todo el cuerpo: y no contento con solo esto hizo que también le cortasen las narices y los bezos y orejas: y de esta manera se presento ante el rey Darío que de nada de aquello era sabedor: el cual fue muy atónito y maravillado de tal cosa: y no pudiendo alcanzar de donde había venido a este caballero esta gran fealdad y crudeza, pregunto quien lo había hecho, y sido el autor de tan grande hazaña: al cual Zopiro secretamente descubrió el


propósito con que lo había mandado hacer: y habido su acuerdo entre los dos sobre lo que adelante se habría de intentar debajo de titulo y nombre de hombre que huye: se fue a meter por las puertas de Babilonia: a donde puesto en medio de todo el pueblo mostro su cuerpo en muchas partes abierto y plagado de los azotes, quejándose muy gravemente y acusando la crueldad y tiranía de Darío: y entre otros muchos denuestos que contra el decía, publicaba que no había sido elegido por rey por ser mejor que el: ni por el juicio no votos de hombres prudentes, sino por caso que relincho un caballo. Y procediendo en su razonamiento decía que debían los babilonios y todos los enemigos de Darío tomar ejemplo en el, mirando que tal podría ser para con los enemigos y extraños, el que para con los amigos y suyos propios tal se había mostrado. Les amonesto así mismo, no se confiasen tanto de sus muros que por ellos dejasen las armas, y que antes consintiesen que el por ellos hiciese la guerra y le diesen la mano por todos entonces entre tanto que la ira era fresca: diciendo estas cosas y otras muchas de esta calidad los procuraba de incitar a la guerra. Los babilonios como conocían la gran virtud y nobleza de este varón juntas con no menor animosidad, no se recelaron de traición ninguna: porque les parecía que las llagas que traía eran grandes prendas y señales de la fe, tuvieron por bien lo que decía: y elegido por su capitán de común consentimiento Zopopiro tomando una poca de gente un día diciendo que quería


escaramuzar con los Persas salió al campo donde los Persas (como había quedado concertado entre Zopopiro y el rey Darío cumpliendo el mandamiento de su señor) sin resistir se comenzaron a retraer y dar lugar a los Babilones, mostrándose temerosos y que vencidos huían: por cuya causa pareció Zopopiro haber ganado mucha honra y mostro ser muy dichoso y prospero capitán: en conclusión por esta vía le fue encomendado todo el ejercito para salir a dar la batalla que era lo que había procurado con su engaño. Y venido con el en el campo luego lo entrego a Darío en las manos con sus cautelas, y así mismo le metió en la ciudad y se la entrego y puso otra vez debajo de su mano e imperio. Esto así hecho Darío movió guerra contra los Escitas, la cual se contara en el libro siguiente.