Entrado ha el Cid en Zamora

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.
XXIX

E

ntrado ha el Cid en Zamora,

en Zamora, aquesa villa,
llegado ha ante doña Urraca,
que muy bien lo recibía;
dicho le había el mensaje
que para ella traía.
Doña Urraca que lo oyó
muchas lágrimas vertía,
diciendo:—¡Triste cuitada!
don Sancho ¿qué me quería?

No cumpliera el juramento
que á mi padre fecho había;
que aun apenas fuera muerto,
á mi hermano don García
le tomó toda su tierra
y en prisiones lo ponía,
y cual si fuese ladrón
agora en ellas yacía.
También á Alfonso mi hermano
su reino se lo tenía;
huyóse para Toledo,
con los moros está hoy día.
Á Toro tomó á mi hermana,
á mi hermana doña Elvira;
tomarme quiere á Zamora,
¡gran pesar yo recibía!
Muy bien sabe el rey don Sancho
que soy mujer femenina,
y no lidiaré con él;
mas á furto ó paladina
yo haré que le dén la muerte,
que muy bien lo merecía.—
Levantóse Arias Gonzalo
y respondido la había:
—Non lloredes vos, señora;
yo por merced os pedía
que á la hora de la cuita
consejo mejor sería
que non acuitarvos tanto,
que gran daño á vos vendría.
Hablad con vuesos vasallos,
decid lo que el Rey pedía,
y si ellos lo han por bien
dadle al Rey luégo la villa.
Y si non les pareciere
facer lo que el Rey pedía,

muramos todos en ella,
como manda la hidalguía.
La Infanta tuvo por bien
facer lo que le decía;
sus vasallos la juraron
que antes todos morirían
cercados dentro en Zamora
que no dar al Rey la villa.
Con esta respuesta el Cid
al buen Rey vuelto se había;
el Rey, cuando aquesto oyó,
al buen Cid le respondía:
—Vos aconsejasteis, Cid,
no darme lo que quería,
porque vos criásteis dentro
de Zamora aquesa villa.
Y á no ser por la crianza
que en vos mi padre facía,
luégo os mandara enforcar;
mas de hoy en noveno día
os mando vais de mis tierras
y del reino de Castilla.